Capítulo 35
Bastián es un chico de mirada perdida y comportamiento esquivo. No ha hablado en toda la visita, limitándose a ver los rostros de quienes hablan y a lanzarme miradas fortuitas cuando no lo estoy viendo.
A diferencia de sus hermanos, su cabello es castaño, rostro redondo y cuerpo rollizo. Ha sonreído una sola vez y por algo que dijo Renzo, a quien ve con adoración. Tessa, su madre, tiene rastros de llanto en su mejilla y lanza miradas hacia Sunny cargadas de anhelo.
—Es hora de irnos—anuncia Nicole viendo a los presentes —papá debe ingresar y el señor Aydin, debe despedirse.
—Nicole tiene razón, los dejaremos solos —habla Renzo tomando de la mano a su hermano menor. —papá debe estar trepándose por las paredes.
Todos sonríen menos Tessa, siendo ella la primera en salir seguida de sus hijos. Hebe pide un rato a solas conmigo, un pedido que Sawyer acepta sin problemas.
—¿Cómo estás? —pregunta —estaba asustada por ti, pensé que no te volvería a ver.
—Hierba mala nunca muere —mi respuesta la hace verme con reproche —Te quiero ¿Lo sabes?
Afirma tomando mis manos y beso las suyas, sigue pareciéndome un ángel y se ha comportado como uno en mi vida. Toda la felicidad que me rodea es gracias a ella y su llegada a mi vida.
Una lágrima solitaria resbala de su rostro y me apresuro a limpiarla con el dorso de mi mano. Se apresura a limpiar la segunda con violencia, impidiéndome a mí hacerlo.
—¡No vuelvas a hacernos esto! —gesticula con manos apresuradas.
Palmea mis manos, deja un beso en la frente y sale de la habitación sin esperar respuestas. Sawyer ingresa en su reemplazo, contrario al resto, es el único que no ha dejado de sonreír desde que desperté.
—¿Tu felicidad tiene que ver con ir a casa?
Se toma su tiempo en responder y en ese tiempo se sienta en la silla dispuesta a mi lado. Toma mis manos y acaricia mi rostro por largo tiempo.
—Estoy feliz porque estas de vuelta —responde luego de una larga pausa —porque eres fuerte, cuentas con un hogar y te aman.
Este accidente le permitió darse cuenta de que soy amada, tengo un hogar y un hombre que está dispuesto a dar la vida por mí. Por muchos años ha librado una guerra silenciosa con mi madre y hoy, puede decir que ha salido vencedor.
—Desde donde se encuentre mi hermano, nos observa con una sonrisa —continúa y no puedo evitar que mis ojos se humedezcan —Te amamos y no estarás sola en este proceso.
—Soy afortunada —alcanzo a decir —ahora lo sé, lamento que mis dudas...
—No es el momento para señalamientos—me interrumpe y toma mis manos —lo que importa es tu recuperación, nada más.
—¿Cuándo vuelves? —le pregunto y sonríe —pronto —lanza un suspiro largo —los chicos quieren verte...
—Y yo a ellos. —tras dejar un beso en mi frente y prometer llamarme todos los días, sale de la habitación.
Debí quedarme dormida, pues lo siguiente es sentir unos labios rozando los míos. Sin abrir los ojos sonrío, al reconocer el aroma de mi esposo, la tibieza de sus labios y el conjunto de sensaciones que solo su cercanía me produce.
—Hablar contigo se ha convertido en toda una odisea —me dice entre beso y beso, al tiempo que sonríe —¿Debo preocuparme, señora Doménico? —niego abriendo los ojos y enfrentándome con los suyos.
—¿Olvidas quién soy? —ante mi pregunta sonríe alejando su rostro.
—¿Quién eres? —replica con humor —el genio de la lámpara que acudió a mi rescate —su voz sale teatral ocasionando una risa fuerte en ambos. —Sunny ha decidido acompañarte, espero no sea problema.
—Ninguno. —inspiro fuerte y me ve preocupado.
—¿Qué sucede? Debo ir a la estación —habla apresurado —me han recomendado ofrecer una recompensa por quién de con el paradero de esos dos —suspira y pasa una mano por su enmarañado cabello —ocuparé el resto del día para ir a las TV, radio y prensa, si no quieres que ella te acompañe, le diré a Renzo...
—No es por ella —confieso ignorando lo de la recompensa—¿Por qué no puedo verme en el espejo? —lanzo la pregunta y su sonrisa muere en los labios.
—¿Te lo dijo el doctor?
—Olvidé preguntarle...
—¿Entonces? —habla confundido —¿Por qué piensas así?
—No quisiste mostrarme un espejo —insisto —dijiste que cuando el doctor estuviera.
—Pero lo olvidé y tú también —se defiende —tu rostro sufrió varias lesiones, las cirugías que tienes pendientes son para tratar esos inconvenientes.
No quiere causar alarmas o que me deprima. Intenta hacer las cosas tal cual se le indica el personal de salud, por mi bienestar. Extrae de su bolsillo, el móvil busca algo en su interior y se queda viéndolo por largo tiempo.
—¿Qué se supone que haces? —pregunto al verle ocupar un espacio a mi lado con el móvil ante los dos.
—Perpetuaré este momento —comenta con voz risueña.
Alejo la mirada de la mano que sostiene el móvil y me centro en sus facciones. Ha perdido un par de kilos, su cabello ha crecido y se encuentra en estos momentos de cualquier manera sobre su cabeza.
Está lejos de ser el ejecutivo hotelero que reconocido en su ciudad. Sigue siendo el hombre que capturó mi corazón, me hizo crecer como ser humano y me ha mostrado el mundo a través de sus ojos.
—¡Sonríe!
Su pedido me obliga a alejar la vista de su rostro y ver al frente. La primera instantánea es con mi rostro espantado, en la segunda Augusto me permite recobrarme del susto. La tercera y cuarta salen un poco mejor, el ambiente se va relajando con cada toma y mueca de su parte.
No puedo evitar una carcajada ante mi imagen. Hace unas horas retaba a mi esposo por su aspecto descuidado y aseguraba que lo amaba pese a ella. ¡Yo!, cuyo rostro parece de arcilla, una que ha caído y aplastado en la nariz y mentón.
—Luzco horrible —no puedo evitar decir al recobrar el aliento —es increíble que todos me hubieran besado y mostrado ternura.
—¡Eres hermosa! —dice besándome de nuevo —la más hermosa de todas. —el que me vea con adoración, hace que mi corazón salte emocionado.
—¿Me amarás así no camine o si no vuelvo a ser la de antes?
—Ninguno será el de antes, luego de esto —confirma acariciando mi rostro —te amaré todos los días, no puedo concebir una vida en la que no estés.
—Eso suena como un vicio —me abraza fuerte sin dejar de reír por largo tiempo.
—Te mostraré a las chicas que estarán a cargo de tu cuidado —habla luego de una pausa y cuando la risa ha cesado — son cuatro...
****
Sunny habló sin parar al quedar solas, me puso al corriente de los pormenores en la casa durante mi ausencia. Me hizo reír con sus locuras, me confesó sus proyectos de especializarse en otro país y otros más.
Mencionó a casi todos quienes nos rodeaba, menos de Tessa. De su padre solo amplió lo de la recompensa por quien diera información sobre Ceder y Lorena. La idea salió de David, estaba convencido de que el dinero sería un buen detonante para traicionar a quien sea.
—Había que buscar la cifra correcta.
En los momentos en que guardaba silencio, sus ojos se cristalizaban y su barbilla temblaba. Era mi turno para distraerla y sacarla de ese estado. Por alguna razón, ella deseaba alejarse de su familia, que me escogiera como compañía, me hizo sentir alagada.
Así fue hasta que se quedó dormida en el sillón, conmigo vigilante a su sueño. La mezcla de genes de Augusto y Tessa, se combinaban en una sincronía perfecta. Heredó de su padre su cabellera y ojos oscuros con largas pestañas.
Con un enorme parecido con su madre en la nariz y boca pequeña, al sonreír se recalcan más. Sonrío ante su figura dormida en el sillón, partes de su cabello cubre su rostro y largas pestañas.
Estira su cuerpo y alza sus manos sobre su cabeza al tiempo que abre los ojos. Ante mi escrutinio sonríe y me cuesta no corresponder a esa sonrisa, tan similar a la de su padre.
—Soy una pésima enfermera y ama de compañía —comenta en tono jovial con vos ronca —lo siento —se excusa con una mirada traviesa.
—Dormías como si no lo hicieras en días —bromeo y hace un mohín.
—Casi, —responde sentándose en el sillón. —¿Deseas algo?
—Estoy bien. —afirma con rostro somnoliento y frota sus ojos —¿Qué hay de ti? ¿Cómo estás?
El suspiro que sale de sus labios y la frustración que capto en sus ojos son suficientes respuestas. Empuña sus manos y sus nudillos se tornan blancos, producto de la fuerza que ejerce.
—Si no quieres hablar, no hay problema —le calmo al verla guardar silencio —si deseas llorar, puedo hacerlo contigo. —sonríe frunciendo su nariz.
—Aquí lo que importa es tu recuperación y la captura de esos dos—su respuesta violenta no me alarma. —espero lo hagan pronto y volver a la normalidad.
Estoy acostumbrada a esos exabruptos con su padre, he aprendido a diferenciar cuando es conmigo y cuando en contra de un tercero. Con Sunny es igual, lo que perciben mis ojos en nada tiene que ver conmigo.
—Desconozco que te hizo Augusto, lo que sí doy fe es que los ama y haría todo por ustedes.
Oculta su rostro con su cabello al bajarlo, mostrando partes de sus labios que se curvan en una mueca de dolor. De sus labios se escucha un «Nos mintieron» tan inaudible que creo haberlo imaginado.
—Siempre nos dijo que la separación entre ellos fue culpa de papá —empieza a decir —el que nunca se defendiera o lo negara, nos decía que era verdad.
—No puedes culparlo por protegerlos —le defiendo y su respuesta es sonreír —puede que no los quisiera mezclar en temas de adultos...
—Nicole lo sabía —me interrumpe —papá le hizo prometer que no dijera nada de lo que vio ese día —solloza.
Nicole me habló sobre las razones, fue hace tanto tiempo que no recuerdo dijera algo sobre si sus hermanos lo sabían. La separación ocurrió luego de una fuerte discusión en la que Augusto salió herido. Lo que escucho de parte de Sunny, me hace entender su enojo y el dolor que se veía reflejado en Nicole cuando lo contó.
—A las autoridades se le dijo que fue un accidente, pero no fue así —responde —el silencio de mi padre ayudó a que le dieran la custodia y años después a tener que soportar a Ceder.
—¿Consideras que todo sería distinto de vivir con tu padre? —no responde a mi pregunta manteniéndose con el rostro bajo —¿No estarías en estos momentos culpando a tu padre por separarlo de tu madre?
—Nunca se nos permitió vivirlo.
—Soy la persona menos adecuada para hablar de este tema. —suspiro largo antes de seguir —no estuve allí, no soy madre y adoro a tu padre. —sonríe alzando su rostro —esto puede sesgar mi opinión.
Augusto pudo guardar silencio por miles de razones, podemos especular o buscar respuestas, pero, en el fondo, la verdad la tienen él y Tessa. Siento que su silencio giró en torno a ellos y su bienestar.
—Sé que Tessa no se hubiera mezclado con ese hombre de saber sus intenciones —sigo —Y augusto lo pensaría dos veces callar, si el precio a pagar fuera lo que están viviendo.
—Eso lo sé...
—No lo buscaron, era algo que estaba externo a ellos. Algunas personas son expertas ocultando su verdadero rostro —ella afirma incorporándose y acercándose hasta mi cama —Tienes todo el derecho de estar enojada, tanto como ellos defenderse.
Imagino que esperaban el momento oportuno para decir la verdad o no pensaban decirla. Lo cierto es que los chicos y sus padres habían logrado limar, asperezas, que mencionar esa parte de sus vidas traería consecuencias.
—Te dicen que la verdad te hace libre, pero no te enseñan la letra menuda —sonríe limpiando el llanto de sus ojos y me permite tomar su mano —nadie te habla que primero te hará llorar y sentir infeliz.
—Daño colateral —bromeo y el mohín regresa —sé lo que sientes —apoyo la otra mano sobre las nuestras y nos quedamos viéndolas unos instantes —hay revelaciones que vienen de la mano del dolor, pero son necesarios.
—Estoy siendo egoísta, olvidé tu estado y condición —se excusa.
—El día que me casé no lo hice solo con Augusto, ustedes iban en el paquete —mi comentario la hace reír y tomar mis dos manos —Son mi familia, su dolor es el mío.
Sunny guarda silencio al escucharme y se queda viéndome por largo tiempo. Lo que ocurre después no me lo esperaba, suele ser amable, divertida y bromista, pero no es dada a los afectos. Inclina su rostro y deja besos en ambas mejillas antes de abrazarme.
—Ahora entiendo por qué papá te adora tanto —susurra con voz débil—me alegro de que te encontrara, lamento que fuera tan tarde.
—Nada nos llega tarde, todo ocurre en el momento oportuno. —le respondo acariciando su espalda —debes hablar con ellos, sé que es difícil... yo hubiera dado lo que sea por escuchar la defensa de mi madre, por absurda que fuera.
En algún momento de la noche, una enfermera ingresa sigilosa con una bandeja en la que sostiene una jarra de vidrio con agua y vasos descartables. Sonríe al ver a Sunny cubierta con una cobija hasta cabeza y acurrucada en el sillón.
Su saludo es una leve inclinación de cabeza y una sonrisa sobrecogedora. Me quedo viendo su rostro al no reconocer su rostro. Augusto me dijo que serían siempre las mismas, dos en horarios diurnos y dos en nocturnos.
La chica que ingresa en este momento, no la reconozco dentro de las mujeres que me mostró.
—¿Eres nueva? —le pregunto y me ve con sorpresa.
—Estaba de permiso —responde con una sonrisa. —Mi nombre es Phoebe, estaré en el turno nocturno. —se presenta y señala la jarra con el líquido transparente —¿Desea?
—No, gracias —respondo sin dejar de ver su rostro —¿Por qué me resultas conocida?
—¿Del cine? —sonríe y un hoyuelo se muestra en su mejilla izquierda —Quizás en otra vida —habla en tono serio al notar mi escrutinio —Si necesita algo, presione el interruptor rojo.
—Gracias...—le respondo.
Sucedió lo mismo cuando conocí a Giles. En mi cabeza rondaba la certeza que lo había visto en algún lugar, que acabó siendo el viejo álbum de Hebe. En él conservaba imágenes de las instantáneas que solía tomar con su esposo e hijos en vacaciones.
Un grupo reducido, eran de Augusto en su época escolar y en reuniones con amigos. En estas últimas aparecía Giles y Román, ambos antiguos compañeros de escuela.
*****
Al despertar es de día, tengo la garganta seca y no hay rastros de Sunny. Una mirada a la mesa me muestra la jarra vacía y el ruido en el baño me indican que mi acompañante se encuentra aseándose.
—¿Sunny? —le llamo al escucharla tararear —¿Te tomaste toda esa agua?
—¿Tienes sed? —pregunta asomando su cabeza en la entrada del baño.
—Sí. —respondo cerrando los ojos —tengo la garganta seca.
Afirma saliendo del baño y yendo hacia su mochila, de donde empieza a sacar varios objetos plásticos que deja en el sillón. Pequeños recipientes con figuras cómicas, algunos me sacan una sonrisa, por lo infantil. Osos, fresas, ballenas y manzanas plásticas se apilan en el sillón.
—Aquí está —saca un pequeño termo metálico que agita en sus manos y sonríe.
—¿Qué es todo esto? —señalo el grupo de cosas y ella sonríe.
—La abuela —alza sus hombros —no le gusta que consuma nada por fuera de casa. —alza una manzana plástica, la abre y muestra una jugosa fruta verde. —es lindo.
—También infantil —no puedo evitar decir y hace un puchero —¿Qué hiciste con el agua?
—Le vi tiburones flotantes —responde con vos teatral recordándome a su padre con ese gesto —la tiré, eso era todo menos agua de consumo. ¿Quién la trajo?
—Una enfermera, su nombre es...—antes que pueda decir algo más la puerta se abre y quien ingresa me hace sonreír.
Viene en compañía de Augusto, David y Román. Los tres se quedan detrás, solo Augusto se acerca a nosotras. Giles me observa con pesar y algo de vergüenza.
—Lamento toda esta situación, me siento culpable —se excusa —no preví los riesgos.
—Sucedería igual —anuncia Augusto tomando mis manos. — si no es allí, sería en cualquier lugar.
—Augusto tiene razón, —confirma Román —la buena noticia es que todo acabó, —miro a Augusto y sonríe afirmando. —tardó toda la noche, pero valió la pena.
—¿En serio? —pregunta Sunny —¿Cómo fue?
—Alguien respondió a la recompensa y dio el sitio. —responde —fue anónimo...
—¿Asi no más? —Sunny no se muestra convencida y mira a su padre —¿Qué hay de Lorena?
—El más peligroso era Ceder, —comenta el oficial. —también hay una cifra de varios ceros, es cuestión de tiempo.
Sunny resopla susurrando un "Lo dudo."
—Opino lo mismo, una mujer celosa y herida no se debe subestimar —habla Giles.
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