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Capítulo 34

El sonido de una puerta ser azotada me hace despertar, la luz del sitio en que lo hago me ciega. Desorientada, con el corazón latiendo a millón, busco un lugar en que aferrarme.

Un objeto tubular, metálico, se cruza en el camino de mis manos temblorosas y me aferro con fuerza. Parpadeo en un inútil intento de disminuir la luz, encontrando que el único color que captó es el blanco. Cegador y resplandeciente, sin figuras humanas a mi alrededor.

—¡Despertaste! —escucho una voz decir y busco el sitio a ciegas —Cariño, despertaste —vuelve a repetir y siento la tibieza de unos labios en mi mejilla.

Reconozco esa voz, algo en mi interior se acelera al reconocerla. «¿Dónde estoy?», las palabras no salen de mi garganta y la luz sigue cegándome, por lo que no tengo otra opción que cerrar de nuevo los ojos.

—¡No te duermas! —ante la alarma de esa voz abro de nuevo los ojos. —te asusté, lo siento, cielo. —se excusa con voz agitada —llamaré a Augusto o mejor a un doctor.

Sonrío al empezar a reconocer a Sawyer y alzo mis manos buscándolo a tiendas por todo el lugar. La intensidad de la luz y el aturdimiento, me permite ver solo su silueta difusa al acercarse a mi rostro en donde deja un beso en ambas mejillas.

—Sabía que no ibas a dejarnos solos —su voz se quiebra en la parte final y aprieto mis manos con fuerza.

«¿Dónde estoy?», descubro aterrada que la voz no me sale. Mi corazón late con fuerza cuando los recuerdos empiezan a llegar. Cada extracto recordado hace de mi respiración pesada y acelera mi corazón. El bombardeo de recuerdos hacen que mi cuerpo reaccione con violencia y empiezo a sacudirme, perdiendo el control de mis movimientos.

Me veo despidiéndome de Giles y rumbo a la salida le marco a Zack. Me dice que alguien le gastó una broma y pinchó el auto "Quédese allí, le enviaré uno". Rechazo su pedido, me urge hablar con mi esposo cuando antes. Avanzo por la acera a pasos rápidos, cruzo la primera y segunda esquina sin problemas. Es en la tercera en que todo ocurre.

Lo siguiente que recuerdo es el sonido de un auto acelerar, esquivo el choque, pero es demasiado tarde. El dolor intenso en mi vientre, mi cuerpo ser lanzado por el aire y el golpe en mi cabeza.

«No, no, no»

—Estás bien, ya todo pasó —me calma Sawyer.

No ha pasado, se repite en mi cabeza una y otra vez. Mi cuerpo se sacude sin control y con violencia y un intenso dolor de cabeza amenaza con hacerla estallar.

En un instante tengo a Sawyer calmándome y en la otra estoy rodeada de voces. Un par de brazos me toman por los hombros y mi cabeza reposa en un pecho masculino.

El olor inconfundible de mi esposo, logra calmarme, pero no en su totalidad. Lo siguiente es verme sumergida en la oscuridad con el sonido de su voz diciéndome que todo estará bien.

Al volver en sí, la habitación se encuentra en penumbras y la única luz se cuela por una cortina que no ha sido cerrada en su totalidad. Un dorso masculino apoyado en mi cama y una mano sosteniendo a la mía logran conectarme con la realidad.

—¿Augusto?

Levanta su cabeza junto con su cuerpo y en segundos lo tengo a mi lado consolándome.

—Todo va a estar bien.

Susurra palabras tranquilizadoras prometiendo que estaré bien. La angustia que me produce recordar el accidente me impide tomar su promesa por cierta.

—¿Dónde estamos? —alcanzo a preguntar cuando las ideas son más claras.

—En un hospital —sus manos hacen círculos en mi espalda de forma constante —fuiste traída aquí luego de tener un accidente...

—Alguien me arrolló —le interrumpo —intenté esquivarlo, pero me fue demasiado tarde.

—Lo sabemos, cielo —me calma —el culpable pagará, no te preocupes. Eres mi interés principal.

—¿Hebe, los chicos y Sawyer?

—Sawyer regresará mañana a primera hora. Mamá y los chicos se encuentran bien. —puedo sentir su sonrisa al responder —mamá quería quedarse y esperar a que despertaras, los chicos también.

Las directrices del hospital le impidieron hacerlo y al acabar la hora de visita, fueron sacados. No existió alegatos que pudieran quebrar las reglas del lugar.

—Las chicas llaman dos veces a pedir reporte —continúa —me temo que te he desplazado.

Su voz narrándome la última plática con ellas, la alegría y bromas por saber que he despertado de lo que Malena llama "El valle de las sombras", logran tranquilizarme al punto de quedarme dormida.

*****

Estuve en coma inducido debido a las lesiones presentadas tras mi incidente. Diez horas antes de despertar, me habían retirado el respirador artificial. Se esperaba que despertaría en cualquier momento y así había sucedido.

Augusto fue paciente y compresivo al responder todas mis inquietudes. Dio un detalle de todas las lesiones, cirugías realizadas y las pendientes. Recalcando que estas últimas eran estéticas y había que esperar a que la disminuya la hinchazón en mi rostro.

Ha realizado la explicación de mi situación, mientras se asea y viste. Permitiendo tener una vista de su apariencia. Luce más delgado y con rastros de cansancio en su rostro y cuerpo.

—¿Puedo verme en el espejo? —pregunto viéndolo salir del baño con una pequeña toalla en sus manos.

Ante mi pregunta, se detiene en mitad de la habitación y gira lentamente. Por un instante, no dice nada y se limita a verme en silencio por largo tiempo.

—Me gustaría que lo hagas en presencia del doctor ¿Te parece? —afirmo en silencio e imita mi gesto. —¿Deseas que abra las cortinas?

—No, así está bien—respondo sin perderle de vista.

Sostiene mi mirada al tiempo que sonríe secándose el rostro con una toalla. Sombras oscuras surcan sus ojos, barba crecida sin ninguna forma y el cabello enmarañado. Ante mi escrutinio descarado enarca una ceja y busca un lugar en la cama desde donde me observa.

—Los médicos no tardan en llegar —asiento sin hacer comentarios —tendré que salir, debido a tu crisis de nervios hubo que darte sedantes y...

—¿Qué le sucedió a tu barba y cabello? —la interrupción o mi pregunta le hacen callar de forma abrupta y acariciar su mentón de forma distraída.

—¿No te gusta? —guardo silencio observándolo acariciar ambas partes de su anatomía —Sawyer me advirtió que esto sucedería, aseguró que era casual de divorcio.

Frunzo las cejas y aprieto los labios, gesto que observa divertido. Posa ambas manos en mi rostro tras dejar un beso fugaz, regresa a su labor de asearse.

—Perdí todo interés en lo que me rodeaba —empieza a decir abrochando su camisa —Nicole, está a cargo de la empresa, Sunny y Renzo, se encargan de mamá —describe —Sawyer de que Román haga su trabajo y yo me centré en ti.

Una parte de mí se alegra, saber que cuidó de mí, es la certeza que mi amor es retribuido. La otra lamenta que mis actos lo obligaran a descuidar a sus seres queridos y su apariencia.

—Hebe me advirtió que no saliera —recuerdo con un suspiro —el auto salió de la nada —recuerdo alzando mi rostro —¿Sabes quién fue? —afirma calzándose el último botón de su camisa y yendo por el saco —¿Quién?

—Makris —menciona el nombre con voz tosca, manos empuñadas y rostro férreo —el exnovio de Nicole, junto con Greta, Marielle, Ceder y quizás Lorena —finaliza viéndome sin parpadear y sentándose a mi lado.

Reclino mi cuerpo en la camilla entrelazando mis manos en mi regazo cuando empiezan a temblar. Había olvidado esa investigación y como se convirtió en las últimas fechas en mi obsesión y la protagonista en cada sección con mi terapeuta.

—Lo lamento. . . —me excuso —debí decírtelo. . .

—Veo que está despierta —una voz me hace callar y ver hacia la entrada.

Tres personas han ingresado a la habitación, dos hombres y una mujer en trajes médicos. Augusto susurra un "hablaremos más tarde" antes de levantarse y dejar un beso en mi frente.

—Su esposo nos negó revisarla ayer—explica el doctor lanzándole miradas acusadoras a un Augusto que luce bastante tranquilo —aceptamos su solicitud debido a su estado alterado, pero no podemos extender nuestra ausencia.

—No hay problema —es él quien responde —esperaré afuera —observo su avance hacia la puerta y miro al doctor suplicante.

—Puede quedarse, siempre y cuando no intervenga —le advierte y le agradezco en silencio.

****

Los doctores centraron su visita en hacerle varias preguntas, revisar sus signos vitales y motores. Génesis mostró poca sensibilidad en los miembros inferiores, dificultad respiratoria moderada y problemas menores del habla.

—No hay que alarmarse —nos dice ante nuestros rostros cargados de espanto —la lesión presentada fue delicada, la cirugía y el despertar es solo el comienzo.

—¿Volveré a caminar? —pregunta entre tartamudeos.

Desde que despertó lo tiene, junto con un parpadeo en el ojo izquierdo. Ambas cosas se asemejan a tic nervioso, porque aumenta con las crisis de ansiedad. Ella no parece ser consciente de ello, lo que me motivó a no hacérselo saber.

Eso y su rostro me mantienen a la expectativa y a la espera de que los especialistas me indiquen el paso a seguir. Su nariz está desviada, dos grandes cicatrices en su mejilla y mentón, me impidieron enseñarle un espejo.

Se toma su tiempo en responder, desconozco si por la delicadeza de la respuesta o porque se mantiene vigilante al parpadeo de ella y su tartamudez.

—No voy a mentirles —empieza a decir —El proceso será largo y el estado final dependerá del daño primario que sufrió.

Había que hacer varios tests neurológicos y psicológicos para medir su capacidad de concentración, movimientos y lenguaje. De manera superficial podría decirnos que está optimista, el despertar y que se mantenga lucida lo considera un éxito.

—Estamos prestos a ayudarles en este viaje —toma sus manos al verlas temblar y le sonríe —prometo no soltarla hasta que acabe.

Ella guarda silencio viendo las manos tomadas, su mentón tiembla, las lágrimas empiezan a inundar su rostro y el parpadeo en su ojo se incrementa. Mi intento por llegar a ella, son impedidos por una de las mujeres que acompañan al doctor y que me pide acompañarle.

—No se alarme —me dice una vez llegamos a los pasillos —todo lo que estamos presenciando se encuentra dentro de los riesgos.

La cirugía realizada fue delicada y tal cual lo expresó el doctor, la recuperación es larga. Cubro mi rostro apoyando la cabeza en la pared, mientras la escucho explicarme parte del proceso y de que depende el éxito del mismo.

—Me ha pedido un espejo.

—Las cicatrices en su rostro es lo que menos debe importarle. — cambio la cabeza por la espalda en la pared y retiro las manos de mi rostro—Es el proceso que tenemos por delante en lo que debe centrarse.

—No me molesta sus heridas —hablo conteniendo el enojo por su insinuación —mi amor por mi mujer va más allá de lo físico.

—Entonces, ¿Qué le molesta?

¿Qué me molesta? Repito la pregunta en mis pensamientos. Comprendiendo que no es el interrogante correcto, el que me hago es más delicado ¿A qué le temo? Génesis trae sobre sus hombros un pasado oscuro de maltrato psicológico por parte de su madre y el sentimiento de culpa de su muerte. Giles, me lo había advertido hace dos días cuando acudí a él en búsqueda de respuestas.

—Temo que todo esto acabe por hacerla caer y no ser suficiente apoyo para impedirlo.

La mujer, que me ha escuchado en silencio, sonríe de manera conciliadora. Apoya una mano sobre la mía y lo siguiente lo dice viéndome directo a los ojos.

—No menosprecie el valor del amor. —sonríe al decir esto —ella está rodeada de ese sentimiento —señala a un punto detrás de mí y veo a toda mi familia avanzar hacia nosotros.

Mi madre, hijos, Sawyer, Tessa y Bastián, avanzan en grupo a pasos rápidos. La mujer espera hasta su llegada, escucha las presentaciones y sonríe cuando Tessa menciona el título que ostenta en el grupo.

—Disculpen —se excusa sonriente —son pocas las veces en que esto se presenta —señala a Tessa a mí y a la puerta cerrada —una sana convivencia entre un antiguo matrimonio y el nuevo.

—Hemos sobrevivido a muchas tormentas, no ha sido fácil —le confieso y afirma.

—Me lo imagino —sonríe —aun así, debo felicitarlos. Esto —nos señala a todos — hará parte del éxito.

—¿Cómo está ella? —pregunta Renzo.

—¿Qué lugar ocupa usted en esta operación? —las palabras de Sunny causan sorpresa en todos, menos en la mujer, que sonríe —l usted no se ha presentado.

—Lamento mi falta de profesionalismo —le dice sonriente a una Sunny, bastante molesta.

Un comportamiento que no es usual en ella y me genera sorpresa. Busco explicación en sus hermanos escuchando a la mujer presentarse como la psicóloga que acompañara en su recuperación; sin embargo, lucen tan confundidos como yo. Tessa por su parte, tiene la cabeza baja en señal de culpa y Sawyer cara de póker.

¿De qué cojones me estoy perdiendo?

—Tenacidad y una mano que la sostenga, es todo lo que necesita para sanar. —la voz de la psicóloga me trae de vuelta a la realidad.

Solo cuando acaba la revisión, los presentes tienen la oportunidad de ver a Génesis. Con algunas restricciones y compromisos, los chicos, en compañía de Sawyer y mi madre, ingresan a la habitación.

Tomo la decisión de no ingresar y Tessa me acompaña en los pasillos. Desde el accidente, son pocas las veces que he tenido la oportunidad de hablar con ella. Nos sentamos uno al lado del otro, en silencio y en una paz que no teníamos desde nuestros primeros años de casados.

—¿Hablaste con el psicólogo? —me pregunta —Nicole me dijo que dudabas de él.

—¿Conoces los detalles? —deseo saber y guarda silencio —sobre el porqué iba a verle y los motivos de la última visita. —aclaro y baja el rostro con rastros de pena en ellos.

—Creí que hablabas de Ceder —se excusa y resoplo. —Nicole me ha mantenido al tanto... De todo. —las dos últimas palabras las dice en un quiebre de voz.

—Desconozco si te interesa saberlo, pero no puedo verte más que como una víctima en todo esto. —le hablo con sinceridad —no tengo nada que reprocharte.

Le doy una mirada fugaz y observo el temblor en su mano. Dudo entre sostenerla o no, nuestros encuentros tras el divorcio siempre acaban en disputa o algún acto violento de parte de alguno de los dos.

—Siempre ocuparás un lugar importante en mi vida, Tessa. —susurro desechando cualquier intento de tocarla. —hablé con Giles, —suspiro largo y pesado al recordarlo.

Ante mi pregunta por qué guardó silencio, me dio la respuesta que Román me advirtió. Era secreto, profesional y había prometido Génesis no decírmelo. Lo que sí hizo fue prestarle ayuda y apoyo en todo cuanto estuviera en sus manos.

—No perdía oportunidad en recomendar que hablara conmigo.

—Era delicado lo que hacía ¿Por qué callar?

—Giles señala su convivencia con su madre y el sentimiento de culpa que le generó su muerte —suspiro —Ángeles Bennett, fue todo menos una madre y la marcó de por vida.

Les teme a las confrontaciones por crecer rodeada de ellas, mismos que llegaron a los ataques e insultos. Génesis debía llenarse de pruebas para librarse de toda culpa antes de sentarse a discutir cualquier cosa con su madre.

—Fue lo que hizo contigo —afirmo y ella muerde sus labios, nerviosa.

—Eso y el fantasma del divorcio le hizo buscar pruebas sólidas—le confieso —tengo parte de culpa, no le creí las veces que me advirtió que Lorena estaba interesada.

Siempre dada una excusa o un plazo para hacerlo, siendo el día del accidente la fecha final. El ataque de Makris le impidió hacerlo ¿Por qué? Las cámaras del restaurante de al lado mostraron dos cosas, una de ellas era a Génesis sonriendo ante el cristal. La otra, era que dentro de los comensales se encontraba William y su comitiva.

—Ninguna de sus acciones mostraban que ella los reconociera. —le confieso a Tessa. —supongo que no querían correr el riesgo.

—¿Quiénes estaban?

Ignoro el temblor en su voz y le doy los nombres de los asistentes a esa reunión. En lo que resta de mi explicación, se mantiene en silencio con el rostro bajo y sin hacer comentarios.

—¿Qué sucedió con Sunny? —me arriesgo a preguntar una vez acabo de hablar y cuando la plática acaba en un tenso silencio.

—Me escuchó discutir con Nicole —suspira y cierra los ojos —le decía que, si hubieras hecho la mitad de lo que haces por Génesis con nuestro hogar, aun viviéramos juntos.

—Remé, por años solo y sin tu apoyo, debes aceptarlo. . . —no sé qué más decir y ella afirma en medio del llanto.

—Nicole dijo lo mismo —solloza — mencionó todo lo hiciste por nuestro hogar, sus hermanos eran muy chicos y no lo recuerdan, pero ella sí. —su sollozo aumenta al punto de que me cuesta escuchar lo siguiente —también como quise asesinarte en medio de un ataque de celos.

Sunny escuchó no solo la verdad sobre el divorcio entre sus padres, también que su hermana guardó silencio para no destruirlos. Nicole le reprochó, como desde entonces, tuvo que vivir con la culpa por todas las veces que Sunny y Renzo me culpaban por no estar.

—Lo peor era tener que convivir conmigo y verme negar de manera descarada a que los vieras —el final acaba en un quiebre de voz que me deja sin palabras —Sunny me odia y no me quiere cerca.

—Es momentáneo. . .

—No—responde segura —ambas consideran que sabía de los actos de Ceder, me acusan de ignorarlos por amor a él y al dinero. Te juro. . .

—No jures Tessa —le interrumpo molesto —no es necesario, sé lo que es convivir con el enemigo y como pueden engañarte —controlo mi enojo liberando y reteniendo el aire —Hablaré con ellos.

—Renzo aún no lo sabe. —me aclara —se lo diré esta tarde.

—Estaré allí —le prometo y sonríe con tristeza —no lo hago por ti.

—Es por nuestros hijos —sigue por mí.

—Y por Bastián —le aclaro —intenta que no salga más herido de lo que ya está.

—Gracias —susurra y afirmo incorporándome. —Si sé algo... te lo diré.

Eso espero, por su bien y el de su hijo. 

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