Capítulo 31
Actualidad
No soy el único en la sala de espera, varias familias están en la misma condición. Dentro de los quirófanos, cinco personas se juegan la vida, una de ella es la mujer que amo. Desajusto la corbata escuchando el lamento de la anciana de al lado. Llora desconsolada por su nieto de quince, que sufrió un accidente en la escuela. Los demás son un motociclista, un hombre que asaltado y una chica que intentó suicidarse. No dieron mayores detalles y tampoco los pedí, compartía su dolor, ese acto era suficiente para mí.
Mientras esperaba intenté contactarme con Giles, deseaba saber los motivos por los que la citó en ese lugar. Lo descrito por mis hijos no me eran suficientes. Si no podía verla, el día de hoy debió suspender la reunión, no exponerla.
Su móvil se iba directo a buzón, lo que me hacía sospechar y aumentaron cuando al llamar a su secretaria me dijo estaba de vacaciones.
—Canceló todas las citas menos la de Génesis —comento a Román —y la citó en justo en ese lugar ¿No es extraño?
—Giles es un grano en el trasero, pero incapaz de matar a una mosca —le defiende —Él pudo dar la dirección, pero estaba en tu mujer decir ir o no...
—¿Dices que ella tiene la culpa? —le enfrento y el oficial suspira —¿Cómo puedes culparla?
—Fue imprudente Doménico, debes aceptarlo —insiste —escuchaste a tu chofer, se salió del auto, no quiso que la acompañara.
—Génesis no está acostumbrada a los riesgos... —la excuso —ha llevado una vida tranquila. Todo esto es desconocido para ella.
Vivió una vida de maltratos al lado de su madre, todo lo que la rodea hoy día es diferente, incluido el cariño y el amor. Génesis ha tenido que adaptarse a un nuevo país, superar la traición de su madre y enfrentar su pasado. A todo esto, se le suma los riesgos que llegaron al convertirse en mi esposa.
—Debí ser más explícito con ellos sobre los riesgos —finalizo viéndolo sacar el móvil de su chaqueta y revisar algo en él.
—¿Lo conoces? —pregunta Román extendiéndome su móvil con un documento en la pantalla—William Makris —repite el nombre que acabo de leer y suspiro —es el dueño del auto que arrollo a tu esposa.
La última vez que tuve la desgracia de verlo me lanzó una advertencia "Un hombre que posee dos hermosas hijas, no debería ir por la vida dañando mujeres ni lanzando amenazas." Lo dijo luego de escucharme asegurar que lo iba a aniquilar como abogado y me encargaría de que no fuera contratado.
—¿Y lo hiciste? —afirmo regresando el objeto —¿Qué te hizo para que lo odiaras tanto?
—Fue el prometido de mi hija, uno que nunca conocí porque siempre existía una excusa tras otra —respondo cruzándome de brazos, ignorando el rostro perplejo de Román —olvidó decir que era hermano de Samantha Makri...
—Samantha Makri Traconis—repite Román —la chica que te acosó. —continúa.
La que estuvo a punto de envenenar a mi madre y lo hubiera logrado. Samantha o Sally, como todos le decían, se obsesionó tanto tras nuestra ruptura que estudió cada uno de mis pasos. Donde iba a ejercitarme, rutas de trabajo, reuniones, encuentros con amistades.
Esos actos hicieron que despidiera a mi asistente de esa época y contratara a Lorena. Sin darme cuenta de que el daño ya estaba hecho. Sally ya conocía lo suficiente para lograr dañarme.
El sitio al que acostumbraba a llevar a mamá, el puesto que usábamos, lo que mamá pedía. Sobornó a un mesero alegando que deseaba darnos una sorpresa y en efecto, fue lo logró. El daño físico y emocional que causó ese acto en mi madre, hace que hoy día no pise un restaurante ni consuma algo distinto a lo que Mary le prepara.
—Es un hijo de perra bastardo que quiso encontrar la gallina de los huevos de oro en Nicole. —continuo — al verse expuesto la coaccionó y maltrató. Se vino a vivir conmigo luego de eso.
Narrarle los hechos hace de terapia tranquilizadora mientras esperamos por noticias. Zack y el oficial se encuentran en la jefatura rindiendo declaración, mis hijos están con su madre y la mía David prometió traerla al hospital.
Nada hacemos con amotinarlos en el hospital o exponerlos, hacerlos entender aquello fue difícil, pero lo logré. Me siento más cómodo con ellos en el apartamento de su madre y resguardados. Con Hebe fue una disputa que sabía perdida, por ello le pedí a David pasar por ella.
—¿Dices que la conoció en un juicio? —afirmo encogiéndome de hombros.
—Una demanda colectiva, asegura que fue casualidad...
—Tú lo dudas—sigue por mí.
—Tomo el caso pro bono, bastante popular en la prensa de esa época. —describo y mi compañero silba —Tocó a la puerta de una de las mujeres y le ofreció ayuda.
—¿El nombre de tu hija estuvo en algunas crónicas?
Primera plana y no por ser mi hija, fue por mérito propio. Fue Génesis la que recolectó prueba en contra de la firma, buscó víctimas y las unió. Una demanda por acoso sexual por parte de un jefe a sus empleadas a la que nadie le vio futuro. Ignoraron el carácter tenaz de mi hija y su aversión al fracaso.
—Encontró varios despidos injustos en diferentes áreas —describo y Román afirma —con el mismo trasfondo.
La espera se hace eterna, las emociones se mezclan en mis entrañas haciendo un coctel peligroso. Detesto la incertidumbre que me rodea junto con la certeza de que la puse en riesgo. Debí olvidarme de ese infeliz y centrarme en cuidar a mi hija, no boicotear el trabajo de ese malviviente.
Si ese infeliz dañó a Génesis fue por mi causa.
—El tipo ve a tu hija, recuerda el daño a su hermana, la suma generosa que ofreciste por alejarse y quiso buscar suerte. —resume Román mientras mi pierna izquierda se mueve con nerviosismo. —una vez en compromiso conoce a Ceder y el plan se amplía o ¿Lo conoció antes?
Detengo el movimiento de la pierna y observo a Román. Por su parte, él enarca una ceja ante mi silencio ¿Por qué no lo asocié antes? Debí hacerlo en el mismo instante en que supe el imbécil del esposo de Tessa tenía que ver con el ataque a Renzo.
—Dos imbéciles perdedores, sin futuro y con un historial dudoso. —hablo en voz alta.
—Y el tal Ceder estaba ansioso por que murieras y heredar —sigue diciendo Román. —¿Puedo saber quiénes están en tu testamento?
—¿En cuál? —pregunto —en el primero estaba mi madre.
—¿Cuándo lo hiciste?
La pregunta me obliga a trasladarme a una época oscura en la vida de todos. Desde que mi matrimonio con Tessa, he cambiado el testamento en cuatro veces. En el primero solo estaba mi madre, en el segundo anexé a Tessa, tras mi divorcio la retiré y dejé solo a mi madre.
—Cuando Renzo cumplió los dieciocho, lo anexé —confieso —si algo me pasaba no quería dejarlo desprotegido, sabía que mi madre y sus hermanas lo entenderían.
—¿Él lo sabía? —niego y le veo escribir algo en la libreta —¿Quién lo sabía?
—Mamá, mi abogado —respondo con la vista fija en la puerta y las emociones revueltas —mi asistente y supongo que la de David —me encojo de hombros —¿Por qué?
—Por nada en particular —responde incorporándose —te avisaré si hay avances.
—Te lo agradezco. —estrecho su mano que aprieta con fuerza mientras me observa en silencio por varios segundos.
—¿Puedes facilitarme el ingreso a tu oficina? —pide y afirmo —necesito hacerles unas preguntas a tu asistente y algunos empleados.
—Haré una llamada, pero a Lorena no sé si la encuentres —le aclaro —fue trasladada de su puesto y tiene el día libre.
—¿Alguna razón que desees compartir? —niego esquivando su sonrisa —no me digas. El típico cliché... enamorada de mi jefe.
—Le diré a la nueva asistente que te entregué su dirección o donde hallarla —sigo diciendo ignorando el comentario —¿Qué áreas visitarás?
—Voy a improvisar un poco —comenta ajustando su chaqueta —espero no tenga restricciones.
Afirma dando media vuelta, empezando su salida por el pasillo. La soledad trae consigo el recordatorio de la mujer que se encuentra en cirugía junto con los motivos. Un par de brazos conocidos me toman por la cintura. Mi madre tiene el rastro de llanto en su mejilla y la agonía perpetuada en sus ojos.
—Sabía que algo iba mal —gesticula —le advertí que era un riesgo, se lo hice ver.
—No es tu culpa, mamá —le calmo, pero niega —nadie podía saber que esto iba a terminar así.
—¿Qué te han dicho?
—Nada —respondo viendo la puerta con anhelo —el que manejaba era Billy, el ex de Nicole.
—¿Estás seguro?
—Era su auto —suspiro tomando su rostro entre sus manos —por el momento, Nicole no debe saberlo.
—¿Hay algo más? —afirmo y sus manos se mueven a prisa.
—Román piensa que Ceder tiene que ver —respondo alejando mis manos —El ataque a Renzo está unido a esto y toda gira alrededor de tu dinero.
—¿Cómo estás?
Sonrío con tristeza al verla limpiar las lágrimas que no sabía que estaba derramando. Siempre he tenido claro que todo cuando me rodea es de Hebe Doménico. Yo solo la manejo y la multiplico. Cuando ella falte, ese dinero pasará a mis hijos, por decisión de ella. Nunca doy un paso sin su consentimiento o sin su apoyo. Una costumbre heredada de mi padre que aún prevalece.
—Intento no pensar en ese accidente, en que ella está allí jugándose la vida —le confieso señalando la puerta. —¿Por qué darme una felicidad efímera?
A mis cincuenta creí tener todo resuelto, no esperaba otra cosa que llegar a viejo y gozar de mis nietos. ¿Por qué conocer el amor a esta edad? Sí, sería igual a las otras tres. La diferencia es que en esta ocasión los factores no eran por celos o inseguridades.
Alguien deseaba venganza y la encontró en la mujer más vulnerable de todas. No concibo mi vida sin Génesis, sin su risa y su rostro inocente. Si hasta respirar cuesta en este instante solo con saber que puede morir.
****
—Lo sentimos, hicimos lo que estaba en nuestras manos —parpadeo recibiendo el abrazo de mi madre.
La voz del doctor se mezcla con los gritos. Los míos son silenciosos, han pasado dos horas y no hemos tenido noticias de Génesis. Por esa puerta han salido tres doctores, cada uno con una noticia diferente. La muerte sorteaba en ese pasillo quien debía vivir y quien morir.
En esta ocasión le había llegado el turno a la anciana, su nieto no soportó la cirugía. Lloraba abrazada a la madre del chico, nadie más le acompañaba en esa sala, solo ellas dos. A diferencia de nosotros, no recibía llamadas de aliento o solicitando noticias cada media hora.
Nicole, Renzo, Sunny, las amigas de Génesis y Sawyer, estaban a punto de reventar mi móvil. Todos exigían noticias que no sabía dar, yo también lo quería. La puerta se abre una cuarta vez y a la vez que las anteriores nos incorporamos antes que anuncien el nombre teniendo el llanto de las dos mujeres como fondo.
—Familiares de Génesis Doménico —los dos damos un paso al frente y la doctora nos sonríe.
A ninguno de los anteriores le han sonreído y mi lado razonable me dice que ella nunca lo haría de ser malas noticias. Toma las manos de mi madre al notarlas temblar y su sonrisa se amplía.
Eso alienta mi espíritu y aclara mi alma que empezaba a oscurecerse.
—¿Cómo está? —pregunto repitiendo lo que mamá quiere saber —¿Cuándo podemos verla?
—La cirugía fue un éxito. Estará en cuidados intensivos, en unas horas podrán verla —responde con una sonrisa qué logro corresponder.
En este punto de mi existencia, en que no tengo ni puta idea los detalles de esa cirugía, qué órgano resultó afectado o el grado en que llegó. Me basta con saber que fue un éxito, todo lo demás lo sabré a su tiempo.
—Su esposa es una mujer valiente y fuerte —nos dice y mamá retira sus manos para tomar las mías —Nunca mi carrera tuvo tanto sentido como hoy.
—Me gustaría verla —le pido —nos gustaría —corrijo y la mujer afirma sonriente.
—Haré lo posible para sea pronto —con una inclinación de cabeza se aleja de y ambos sonreímos abrazados.
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