Capítulo 26
El taxi se detiene frente al hospital y ambos nos quedamos observando el edificio. Hace tres días me hice la prueba, la tarde de ayer recibí el mensaje que estaban listos los resultados.
Emir Acar y yo recibiríamos al tiempo una copia, para efectos informativos. Una tercera, estaría en el despacho del juez, quien tendría la última palabra sobre el fideicomiso.
Mis ganas de ser Aydin no iban inclinadas a lo heredado por mi supuesto padre. De ser una Acar, significaba que mamá era un monstruo en piel de oveja. Un ser cruel que no le importó destruir a un hombre y a su hogar.
Heredar la sangre Aydin era un premio de consolación, significaba que estaba del lado del bien. Mi historia fue dividida en mi cerebro, por el bien y el mal. No es necesario señalar quienes conforman cada uno y los motivos.
—Si deseas puedes esperar a estar conmigo para abrirlo.
La mano de Augusto aprieta la mía brindándome valor. Jaqueline encontró partes del testamento y las transacciones realizadas por mamá a una privada. Gracias a esos documentos se pudo demostrar que el dinero era propiedad de los Aydin y que debería volver a ellos.
En otras palabras, de comprobarse que no era hija de Ali Aydin, el dinero pasaría a nombre de Sawyer Aydin. Lo único que me importa en esta historia es que los Acar no podrán hacerse a ese dinero, de la misma forma que lo harían con la mitad de mi casa.
Tomo una bocanada de aire, brindándole una última mirada a Augusto y abro la puerta del vehículo. En esta oportunidad debo hacer esto sola, Augusto tiene una reunión importante que no pudo postergar, las chicas están laborando, Sawyer recibe la visita de los auditores de la firma Vryzas y David se encuentra en Atenas.
Intento no recordar que Augusto abandona el país esta noche. Me he centrado en su presencia, no en lo efímero de ella. Ha dejado sus negocios a un lado, para apoyarme y no hay mayor prueba de amor que eso.
—Lamento no acompañarte —se excusa y le sonrío, aunque de forma débil —¿Seguro estarás bien?
—Lo estaré, no te preocupes —le muestro mi mejor sonrisa, pero sigue viéndose preocupado —son solo exámenes, lo que esté escrito en ellos no debe tener relevancia.
—Es más que eso—me riñe y suspiro.
—Deseo verlo de esa manera.
Me alegra que la confesión salga en un tono neutral, deseando que siga así hasta el último segundo. Augusto está preocupado porque nadie estará conmigo, teme que me encuentre a alguno de los Acar y reincidan en los ataques.
—Nada de lo que hagan o digan en adelante, me harán más daño que lo hecho por mi madre —continuo luego de una pausa reparadora y toma sus manos —voy a estar bien, te lo prometo.
La mirada se detiene en las manos del taxista cuyos dedos tamborilean en el timón. Esa imagen es todo lo que necesito para decidirme a salir del auto. Le doy un beso fugaz y me lanzo a la aventura de mi prueba de ADN.
—¿Génesis?
El sonido de mi nombre en su voz aumenta mi ritmo cardiaco y eriza mi piel. Al girar, lo encuentro en pie y sostiene en sus manos mi mochila que mece en el aire mientras enarca una ceja.
Me llevo una mano a mis hombros, lo que ocasiona que sus labios se curven en una sonrisa. Su presencia en mi vida es tranquilizadora y la sonrisa tiene más efectividad que cualquier sesión psicológica.
—Problemas técnicos —me excuso y afirma sonriente.
—Por fortuna, tienes todo bajo control —sonrío como tonta ante su gesto divertido. —Me llamas en cuanto salgas, enviaré por ti —afirmo recibiendo el morral y vuelve a ingresar al taxi.
En esta oportunidad el chofer no espera y pisa el acelerador. Permanezco en pie, viendo el tránsito vehicular hasta que encuentro el valor necesario para ingresar. Estoy a pocos pasos de obtener respuestas a todas mis preguntas.
Mis piernas se desplazan de forma ligera por los pasillos del hospital. Cada metro recorrido me proporciona valor para continuar. Sawyer está convencido que soy una Aydin y mantiene sus dudas sobre la confesión del anciano.
Me gustaría tener su misma fe, sin embargo; la duda se encuentra en su exigencia de hacer esa prueba de ADN. Consciente que la verdad siempre estará sesgada y que ni siquiera si mamá viviera la tendría en su totalidad, decido aceptar lo que me muestren.
Detengo mis pasos ante un trío de mujeres en la recepción. Una hilera de personas espera por ser atendidas y espero a ser atendidas.
—¿En qué puedo ayudarle? —pregunta una de ellas cuando llega mi tiempo.
—Vengo por unos resultados.
—¿Nombre?
—Génesis Bennett.
La mujer busca mi nombre en una planilla, toma un bolígrafo y señala un lugar en el que debo firmar. Mientras lo hago, ella busca dentro de un fichero detrás de ella. Regreso la atención al documento que me ha extendido. La firma estampada al lado del nombre Emir Acar, dan cuenta que esos cuatro ya tienen el examen.
Esa revelación aumenta mi ritmo cardiaco. El pánico por ser una Acar, aumenta cuando la enfermera saca una hoja de papel, la dobla con cuidado y la ingresa a un sobre.
—Que tenga un buen día —me dice entregándome el documento.
Rompo fila y regreso por el mismo pasillo, el sobre empieza a pesar en mis manos. Los dedos se me adormecen, mis piernas parecen ser de plomo y la respiración es cada vez más densa.
No puedo permitir que mi madre siga torpedeando mi vida, que aun después de fallecida siga arruinando mi tranquilidad. Busco un sitio en solitario en donde poder leer el documento. Leo el documento, en varias ocasiones, cada lectura me da la certeza de lo que tengo que hacer.
Le envió un mensaje a Augusto, diciéndole los resultados y que no es necesario que envíe por mí. Me encontraré con él en la noche, existen un par de cosas que necesito hacer.
*****
Encontré a Jaqueline en la casa, no hizo comentarios al verme del taxi. Justificó su presencia recordándome que David le había pedido organizar la casa. Un experto vendría en unos días para evaluarla, pero no hice comentarios.
Estaba decidida a que nada tuviera relación con mi madre, me volviera a hacer daño. Nunca más. Busqué en el sótano las cajas vacías y subí al segundo piso con ellas.
—Augusto se encuentra en una reunión importante, no lo molestes y David no está en el país —le advierto cuando voy rumbo al primer piso —necesito guardar un par de cosas —finalizo.
—¿Quieres mi ayuda? —pregunta al pie de las escaleras con el paño en las manos y mirada preocupada —lo que sea que haya sucedido...
—Mi ADN no es compatible con Emir Acar —le interrumpo.
Observo el gesto de sonreír, bajar sus hombros, su rostro cargado de ternura y el alivio en sus facciones. Sigo sin poder verla como culpable, insisto en que fue leal a una amistad.
—Lamento mucho todo lo que has sufrido —suspira y cierra los ojos antes de seguir —debí decírtelo...
—Tu conocimiento sobre esos encuentros eran nulos —le interrumpo —y yo confiaba ciegamente en mamá.
No le hubiera creído en las palabras de una desconocida y desconfiado del ser que me dio la vida. Mamá se las ingeniaría para dar excusas y señalar a su amiga como poco fiable.
—El resultado sería tu desempleada y yo sumida en la misma oscuridad. —le sonrío —estoy agradecida por todo cuanto hiciste, no existe algo de lo cual deba señalarte. No cuento con el poder o la autoridad para hacerlo.
—¿Qué harás ahora? —me pregunta empezando a subir los peldaños —¿Entregaras la casa o pelearas por quedarte con ella?
Busco a mi alrededor, un recuerdo agradable, una sonrisa, un abrazo, un sentimiento memorable que me haga sonreír. Descubro con tristeza, que no hay nada, de mi pasado en estas cuatro paredes no hay algo en lo cual pueda aferrarme.
—Dejaré las cosas así —respondo tras una larga pausa.
—Entonces ¿Ellos ganaron? —pregunta y su voz se quiebra. —¿Dejarás que se lleven todo lo que has ganado?
Por primera vez en varios días sonrío de manera genuina. Esta parte de mi historia finaliza aquí, en adelante, la que tejeré prometo sea maravillosa. Si logré sobrevivir a la traición de mi madre y a sus mentiras, podré con cualquier cosa.
—Seguir con ese litigio es aferrarme a un pasado doloroso, dilatar mi presente y sabotear mi futuro —comento volviendo a empezar —no hay dinero que valga los daños de estos dos últimos.
—Supongo que tienes razón y cuentas con el dinero de tu padre...
No hago comentarios, de hacerlo, tendría que ampliar detalles. Las horas siguientes, las empleo para sacar mis cosas personales y las de mi madre. Cuando los Acar pisen esta casa, no habrá rastros de que alguna vez vivieron las Bennett.
Augusto
Esperé a Génesis en el club y no apareció. Me había enviado un mensaje prometiendo hablaríamos pronto y solicitándome que le diera espacio. David desconocía su paradero y sobre ella solo sabía lo que Jaqueline le confesó.
Génesis no era hija de Emir Acar, sino de Ali Aydin. Se lo había comentado cuando llegó a casa a recoger sus pertenencias. La mujer aseguraba haberla visto tranquila, aceptando su situación y asegurándole que no iba a apelar el dictamen el juez.
El que sea le dijeran. No estaba dispuesta a recibir el fideicomiso, aunque sí planeaba a futuro llevar el apellido Aydin. Donó la gran mayoría a una fundación, permaneciendo en su casa el tiempo suficiente hasta que el camión pasara por ellas y obsequiándole a su vecina una parte.
Según su vecina, la casa quedó completamente vacía y Génesis solo se llevó dos pares de cajas, que pude ver en el apartamento cuando fui con la esperanza de topármela allí.
Después de su salida de su casa, no se sabía nada de su paradero. David me pedía confiar, su tío decía más o menos lo mismo, la Génesis que todos conocían no era capaz de hacerse daño.
La que yo creía conocer, no me dejaría irme sin despedirse ¿Dónde estaba? Aguardé la esperanza de que estaba en el aeropuerto. Lugar donde es muy probable iría al ver que se fueron las horas y no nos despedimos.
Me quedé en la sala de espera hasta el último llamado, agoté recursos llamándola cuando estaba por ingresar, pero el móvil iba directo a buzón. Con sentimientos encontrados, abordo el avión y busco mi lugar. Una parte de mí me dice que ella está bien y solo necesita espacio, la otra recuerda su imagen en el suelo con ese cuchillo.
No debí irme sin saber de ella, los Acar pueden que tomaran represarías. ¿Qué clase de pareja soy? ¿Es que no aprendí nada con Tessa? Le di prioridad a mis negocios y la dejé sola cuando más me necesitaba.
Sumido en mis pensamientos, cierro los ojos e intentando desechar las imágenes perturbadoras de ella, siendo atacada.
—Escribí en mi GPS, "felicidad" y me envío directo a este asiento —abro los ojos al escucharla —Espero no haber llegado tarde.
—Tú nunca llegas tarde —digo tomando su rostro entre sus manos —solo generas expectativas. ¿Dónde has estado?
—Despidiéndome de mi familia —lo dice tan tranquila y feliz que no puedo más que imitarla —prometí volver para tu café con sal y la noche de henna. —responde sonriente.
—Tengo miedo en preguntar qué es la noche de henna...
—Es una sorpresa —sonríe recibiendo mis labios —por el momento debes saber que me niego a pasar un día más lejos de ti.
—Qué curioso, yo tampoco lo deseaba —confieso dejando besos fugaces que ella recibe y devuelve con una sonrisa. — Debes estar cansadísima, llevas todo el día dando vueltas y más vueltas por mi cabeza.
—¿Era eso? —sonríe y sus ojos brillan —creí que era estrés por perder el avión...
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