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Capítulo 17

¿Qué llevó a Renzo a ignorar las advertencias de no salir de sus hermanas? ¿La misma que hizo a Génesis negar quedarse en casa? O ¿Qué hay del taxista? Su deseo de ampliar el taxímetro lo llevó a tomar zonas poco comunes. Por lo que sea, estos tres factores chocaron entre sí y hoy tengo a mi hijo conmigo.

La presencia de mis tres hijos y el revoloteo del tal Billy sobre Nicole, me hizo estar pendiente a ellas. De haberse dado como esos miserables querían, la imagen que quedaría perpetuada en mi memoria es de Renzo, bailando con Génesis.

Ella le enseñaba ciertos pasos que imitaba en medio de las palmas de sus hermanas y abuelas. Brazos extendidos, sonrisa al viento y una mirada llena de picardía hacia su maestra. Desde la muerte de mi padre, mamá no sonreía o se divertía como este día. Que existiera la posibilidad de que acaba en tragedia me hacía erizar la piel.

"—¿Augusto? Tienes que venir, es Renzo."

La peor manera que tuvo el destino de acabar mi día fue con esa frase dicha por ella. Pocas cosas que pude entenderle en medio del llanto, el nombre de mi hijo y el de un hospital. Suficientes para salir despavorido de la oficina y cruzar media ciudad en tiempo récord.

Los pormenores los dio en persona, hablaba rápido, tropezando las palabras y bastante agitada. Había rastros de llanto en sus ojos y mejillas, sostenía en sus manos la camisa de Renzo que apretada contra su pecho.

Obtuve datos suficientes para entender los motivos por los que estaba en el hospital. Génesis hizo posible que el nombre de Renzo no se sumara a la larga lista de desaparecidos. Llegó a la clínica gracias al taxista y gracias a él supe el nombre del local en donde tenían a Renzo.

Despertó durante el viaje en taxi, bastante asustado y pidiendo ayuda. A ella le costó calmarle y solo lo logró cuando abrió los ojos. La razón por la que no se calmaba, era la ausencia de los audífonos. Sin ellos, su audición se resumía en un cincuenta por ciento.

Nula, si se tiene en cuenta el estrés y pánico que lo envolvía en ese instante. Génesis le vio raspones en el codo y un par de golpes en sus costados. Todo lo demás parecía estar bien, salvo su estado en apariencia, drogado.

Con la información del local y Renzo en manos de los médicos llamé a Román para informarle de lo sucedido. Un amigo dentro de las fuerzas del orden, posee sus ventajas y Román nunca me ha defraudado.

Sentada a mi lado con el moral en un costado y abrazando la camisa de mi hijo, ella ha guardado silencio. Me ha visto hablar con el oficial para darle los detalles de su asalto y a casa.

A mis hijas y mamá tuve que mentirles sobre donde estoy con su hermano. Nicole y Sunny, se llenarán de temor y querrán llamar a su madre. Sé que en algún momento debo enfrentar a Tessa y la amenaza de no permitir que mis hijos pisen Atenas regresara a la mesa. Por el momento, no deseo más estrés.

En esta ocasión no tengo bases para defenderme, ella tendrá razones de peso para odiarme. Dos de mis tres hijos han resultado dañados por el simple hecho de llevar mi sangre.

—¿Qué le enseñabas? —pregunto cuando la espera aumenta mi agonía.

—Zeybek, quería aprender los pasos básicos y me retó diciendo que quizás los desconocía —absorbe su nariz mientras niega —estaba feliz por qué habías logrado que su madre aceptaran su independencia.

La lucha por liberarlos del yugo de su madre, había sido en vano. Tessa contaba con motivos para rechazar su salida de casa. A sus ojos siguen siendo niños y como tal necesitan su cuidado y yo les di motivos para aferrarse a esa idea.

—¿Les dijo algo de su cita? —indago.

—La conoció en Tinder días dos días antes de venir a Atenas. —me muestra la camisa y sonríe —pidió consejos con el vestir.

—¿Cuándo se citaron? ¿Desde casa o aquí?

—Hicieron Match —me mira un instante antes de seguir —¿Sabe lo que significa?

—Sí. —afirma y regresa a su diálogo.

—Le dijo que era de Atenas, él que vendría a ver su padre —se queda en silencio por largo tiempo antes de seguir —le preguntó si podían quedar, aseguró estar ocupada en estos días.

Reclina su cuerpo en las piernas y pasa ambas manos por su rostro. Se desconectó luego de aquella respuesta y volvió a hablarle esta mañana. Nicole quiso saber si había conectado con ella a través de otro medio que no fueran mensajes.

—Ella estudiaba y trabajaba, las veces que hablaban era en intermedio de ambas.

—Un perfil falso —Génesis afirma mordiendo sus labios.

Estaba tan feliz de que por fin tendría una cita real, que no escuchó razones. Ni la amenaza de decirme con quién iría le hizo desistir. Se negó a dar el sitio en donde quedaría, por el temor a que ellas fueran allí y le hicieran pasar vergüenza.

Una presencia conocida empieza a mostrarse por el largo pasillo. El inconfundible andar de Román se empieza a hacerse cada vez más claro. Sostiene en sus manos un bulto pequeño que al estar cerca descubro que es una bolsa plástica con diversos objetos en el interior.

Le alza hasta quedar a la altura de mis ojos y la señala con la mano libre. Gracias a la transparencia del objeto, es posible ver una billetera, un móvil, los audífonos de Renzo y una cadena en oro de 24, obsequiada por mí cuando cumplió los dieciocho.

—La encontramos en el bote de basura del tocador masculino —me explica —la billetera tiene dinero en efectivo, tarjetas y demás. Todo sin tocar.

Me entrega la bolsa pidiéndome que revise el contenido. Se aventura a decir que el motivo del secuestro no fue por robarle, lo que han arrojado a la basura lo hace sospechar de ello. La conducta vista por las cámaras, tampoco apunta a un secuestro.

—Necesito hablar con el médico que lo está tratando y con tu hijo —me pide y señalo la puerta cerrada. —¿Está inconsciente?

—Despertó durante el viaje en taxi —responde Génesis —estaba asustado, él creía que estaba en manos de esos hombres. —solloza y paso su espalda atrayéndola a mis brazos.

—Tengo un par de imágenes de las cámaras y la placa del auto —comenta —necesito que reconozca a los hombres y el vehículo.

—Tendrás que esperar —sugiero y niega.

—No tengo mucho tiempo —habla en calma — Hablaré con los doctores.

Se acerca a la puerta cerrada, que cruza sin esperar respuestas. Retiro el móvil de la bolsa e intento desbloquearlo, pero me pide una contraseña y huella. Lo guardo en mi bolsillo y voy por lo demás. Román tiene razón, todo parece estar en regla ¿Por qué tiene tanto efectivo? ¿Para qué están la tarjeta? Busco las piezas plásticas y para mi sorpresa se encuentran vencidas.

—¿Puede escuchar sin ellos? —pregunta señalando los audífonos y afirmo.

—Podrá hacerse entender —alejo la bolsa de mi vista y me acerco a la pared en donde apoyo mi rostro.

Puedo vivir bajo las órdenes de Tessa y lejos de ellos, no sabiendo que mis actos le dañaron. Un par de manos en mis hombros me hacen alejar la cabeza y al girar le encuentro a ella viéndome con preocupación.

—No había heridas, yo lo revisé —me calma.

—¿Cómo voy a pagarte todo lo que has hecho por mí? —me escucho preguntándole —primero mi madre, luego yo y ahora Renzo.

—No recuerdo que hiciera algo por ti —su respuesta viene de la mano de una sonrisa y cierto brillo en sus ojos —desde que estoy con ustedes han aumentado los problemas.

—¿Familiares de Renzo Doménico? —anuncia una vos y ambos giramos hacia ella.

—Soy su padre —respondo acercándome al medido —¿Cómo está mi hijo? ¿Qué tipo de droga se usó? ¿Hay riesgo?

Las preguntas salen de mis labios como proyectiles, que no logran impactos en el doctor. El hombre me observa impasible en el tiempo que exijo respuestas y solo las da cuando me he calmado.

—Su hijo se encuentra bien, señor Augusto...

Esas palabras liberan un peso de mis hombros, Génesis sonríe lanzándose a mis brazos. Sus ojos están cargados de felicidad y en sus labios la sonrisa se amplía. Nuestros cuerpos se amoldan a la perfección y por un momento, todo a nuestro alrededor enmudece.

Caemos en una burbuja en donde nada importa, solo ella, yo y la certeza que mi hijo no corre peligro. Ella humedece sus labios que de pronto los siento más cerca y tentadores. Su corazón late apresurado y sus pupilas se dilatan. Estamos tan cerca que puedo sentir su corazón y de concentrarme un poco más hasta sus pensamientos.

El carraspeo del doctor nos hace alejarnos, ella apenada, yo con la certeza que comparte parte de mis emociones.

—Tendrá que traerlo de forma periódica aquí o donde resida. Rutina, nada más. —nos habla el doctor y alejo la mirada de ella.

—¿Podemos verlo? —habla Génesis y el hombre afirma viéndonos a uno y a otro.

—Está con el oficial, cuando salga pueden hacerlo ustedes —responde ingresando de nuevo.

Cinco minutos después, Ramón sale de la habitación, se negó a responder mis preguntas sobre lo que habló con mi hijo. Prometiendo ponerme al tanto cuando la investigación diera sus frutos.

Lo encontramos sentado en la camilla, cubierto solo por una bata de hospital. Su rostro está fijo en las lozas y no hace contacto visual con nosotros. Su cabello cae sobre su rostro dificultando saber su estado.

Retiro de la bolsa los audífonos y me quedo con ellas en las manos. Avanzo hacia él y muestro los dos objetos en su campo de visión. Cuando alza su rostro y me observa, puedo ver y hasta sentir su desolación.

—Lo lamento —susurra.

—No hay nada que lamentar —le digo teniendo cuidado en que me vea —voy a instalarlos —señalo los dos objetos y afirma en silencio.

—Necesito ropa.

—Me haré cargo —prometo cuando ambas piezas están instaladas—el doctor asegura que no hay riesgos.

—¿Cómo te sientes? —es la voz de Génesis lo hace buscarla en la habitación —Me gusta volver a verte.

—A mí también —responde con voz ronca —Tú me rescataste —parece recordar. —impediste que se me llevaran —sus ojos se posan sobre mi rostro, vacíos y cargados de dolor —¿Le dijiste a mis hermanas?

—No. —confieso y puede verse el alivio —tampoco a tu madre, sé que debo hacerlo, pero quería saber primero que todo estaba bien

—¿puedo hacerlo yo? —me pide

—¡Por supuesto! —siento la presión fuerte en mis manos y las veo un instante —¿Quieres hablar de lo que sucedió?

—Saldré para darles privacidad...

—No es necesario —le interrumpe y su rostro la busca —debe existir una manera más allá de un gracias que pueda ofrecerte.

—Estás bien y con tu familia—me señala y sonríe —esta imagen es mi mejor pago. Hebe volverá a abrazarte, Nicole, Sunny y tu madre.

—Encontraré una manera —insiste y ambos reímos por su testarudez y la decisión que se refleja en su rostro. —¿Ya te dije que te amo? —el comentario me deja sin palabras y él lo percibe porque sonríe. —planeo hacerlo más seguido.

—Me lo has demostrado. —logro responder aún con el nudo en mi garganta. —no es necesario que hables con tu madre, yo puedo hacerlo.

—Tengo que hacerlo. —su vos se quiebra en la última parte.

—Si intentaron dañarte fue por ser mi hijo —le digo apretando sus manos y se queda viéndolas sin decir nada —Soy yo el que lamenta que mis actos te dañaran y el que debe pedir disculpas.

—No volveré a Salónica. —me dice de pronto fijando sus ojos negros y llenos de dolor —Mis hermanas pueden quedarse en el apartamento —pasa saliva y lo que sigue lo dice viendo a Génesis —voy, me quedaré a tu lado.

La miro a ella quien luce tan sorprendida como yo. Los siguientes minutos los uso para buscar las palabras correctas. Génesis aprovecha el momento para acercarse y hacer de su aspecto algo más agradable.

—¿Has pensado en tu madre? —guarda silencio y suelta sus manos —Es difícil que tu madre acepte dejarlos ir ahora.

—Si no me quieres aquí ...—vuelvo a tomar sus manos y le hago verme.

—Nada me haría más feliz que tenerlos a todos a mi lado. Es mi sueño desde que pedí ese divorcio...

Mi deseo no es hablar mal de su madre, nunca he necesitado pisotear su imagen para ser querido y respetado. No voy a empezar ahora con todo el camino que he logrado recorrer con ellos.

—Ella va a negarse. —paso una mano por mi barba antes de seguir —sabes lo difícil que ha sido.

—Ahora es distinto, soy adulto y puedo elegir —responde seguro —Lo único que necesitamos es de tu apoyo, nada más.

—Aquí estoy, y estaré para ti —le aclaro —también para tus hermanas. —afirma en silencio fijando su atención en Génesis.

Tengo miles de preguntas, muchas de ellas son alrededor de esta decisión. Adoro que decida quedarse, mis hijos son una parte de mí que me fue arracada y me ha hecho vivir lisiado sin ellos.

Me preocupa que la tomará tras este evento y la seguridad que su madre no hará nada.

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