Capítulo 10
La edad no define la madurez de una persona, ni es garante de un cerebro sano. Hay chicos de quince cuya madurez es digna de un hombre de 80 y tipos de 80, con madurez dudosa. Siempre me he esforzado en que mi edad y la madurez fueran de la mano, hasta hace unos días pensé que lo había logrado.
William Makris, conocido dentro de sus amigos y familiares como Billy. El prometido de mi hija hasta hace dos semanas y el motivo por el cual huyó de la casa de su madre, me hizo ver que estaba equivocado.
El astuto Billy conoció a mi hija durante una demanda colectiva, era al igual que Nicole, abogado de una de las víctimas. En este punto, no tengo claro si el encuentro fue casualidad o planeado por ese bastardo.
El punto aquí es que Billy, era hermano de Samantha, una chica con la que salí un par de ocasiones. En todas las relaciones, soy honesto al decir lo que quiero y estoy dispuesto a dar. El matrimonio no está dentro de los planes, sin importar cuanto dure o lo que me guste la mujer.
Jamás estaré dispuesto a casarme y ella no estuvo exenta de saber mis condiciones. Incluso, aseguró estar de acuerdo con ellas. Era según sus propias palabras mayor para ella, como amante era perfecto. Para formar un hogar, no tanto.
No tengo claro cuanto duramos juntos, aunque pasamos los dos años. Cuando empezaron las escenas de celos, los cientos de mensajes ofensivos, al no responder su llamada, supe que era la hora de cortar.
—Dos años —David lanza un silbido fuerte —mucho tiempo viejo.
Han pasado dos días desde que tuve el enfrentamiento con ese hombre y aún no he tenido la valentía de hablar con mi hija. La historia no ha sido ventilada, lo que me genera inquietud. Dudo que solo quisiera conquistar a mi hija y luego dejarla nada más.
En búsqueda de posibles salidas, le he pedido apoyo a David. Me he reunido con él en unos de mis clubes y le he narrado la historia. Es de los pocos, si no el único amigo con el que puedo charlar de esto, sin ser rechazado.
—Demasiado—confirmo —fue mi error, lo admito. Ella creyó que habíamos superado las barreras de las restricciones y acabaría pidiéndole matrimonio.
—¿Cuándo fue eso?
—Cinco años o menos —respondo tras pensarlo.
—¿Cómo supiste que eran hermanos?
Llegué a la casa luego de una larga jornada, aprovechó mi ingreso para escabullirse sin ser visto. Al salir del auto lo vi en pie a pocos metros de mí. En un comienzo fue amable y aseguró querer hablar con mi hija.
—¿Lo conocías personalmente? —niego.
—Tessa no le veía la necesidad y yo no quise presionar —le confieso —conozco a mis hijos, si le prohíbo algo, lo harán a escondidas.
—Pensaste que la relación se acabaría si no intervenías —sigue por mí y afirmo resoplando —fue lo que en teoría sucedió. No como lo hubieras querido, pero sucedió.
Se plantó ante mí con una sonrisa en sus labios que tenso todo mi cuerpo y me dio su nombre completo. William Makris Traconis, existían muchos Makris en Grecia, pero pocos Makris Traconis y mantuve una relación con una de ella.
—Entendí muchas cosas, el silencio de mi hija, el enojo de Tessa y su apoyo a ese bastardo —enumero —pero, sobre todo, la sonrisa de ese infeliz malviviente.
¿Cómo olvidar esos dos apellidos? Esa mujer fue una completa pesadilla. Solo recordarla eriza mi piel, paso del amor al odio en pocos meses. Tuve que recurrir a los buenos oficios de abogados, para mantenerla lejos.
—¿Qué te digo? Si no hablas con tu hija todo serán conjeturas —aconseja —el tipo quizás aprovechó lo de su hermana para desquitarse.
Me dice que decir que se acercó a Nicole por venganza es anularla como mujer, es como negar que es hermosa, inteligente y carece de virtudes para conquistar a alguien.
Samantha fue la última relación larga que tuve, en adelante, no me he tomado nada en serio. Después de ella, busco la satisfacción mutua, en el anonimato, jamás ve verán de la mano en algún acto público de nadie que no sea mi madre o mis hijos.
No siempre tengo lo que deseo, algunas como Greta, insisten en otras salidas y acabo cediendo a la tentación que resulta ser su cuerpo.
—Antes de tomar medidas en contra de ese miserable, asegúrate que tu teoría es correcta —señala —es mi consejo como tu abogado. Como padre, te diría que lo arruines.
—Al partir irse me dijo que estábamos a mano —recuerdo y David junta las cejas —antes de eso, miró a Nicole y ¡Le lanzó la misma maldita sonrisa!
—Habla con Nicole, con sus hermanos y —alza la mano solicitando a uno de los meseros y al bajarla está sonriendo. —si puedes y lo soportas con su madre. —resoplo y él sonríe —¿Qué deseas que haga?
—Que un poco sobre el pequeño Billy. —respondo sin dudar —deseo saber con qué cuenta.
—¿No quieres saber sobre su hermana? —enarca una ceja al verme negar.
—Por lo que sé encontró a un imbécil y se casó...
—Siendo así ¿Por qué quiere vengarse su hermano? —abro los brazos sin saber qué decir —¿La dejaste embaraza? ¿La obligaste a abortar? ¿La golpeaste?
—¡Por supuesto que no! —respondo en voz alta —mis abogados y el de esa zorra astuta llegaron a un acuerdo económico...
—¡Carajo! —inclina su cuerpo hacia atrás y rechina los dientes —¡Le pagaste para que te dejara en paz!
—Era lo que buscaba. —David guarda silencio mientras el mesero llega con el servicio —si ese miserable tiene problemas económicos y conoce la historia, es lo que busca.
—Una razón de más para hablar con Nicole —insiste —no pierdas más tiempo.
****
La casa estaba en silencio cuando llegué, unas tres horas después. Nuestra conversación empezó en el club y acabó en la casa de David, durante una cena con su esposa. Contrario a mí, él seguía casado con la misma mujer, veintidós años de vida matrimonial y dos hijos.
Han tenido problemas matrimoniales, que han logrado superar juntos tras buscar ayuda. Yo agoté todos los recursos hasta que entendí que no podía remar solo. A mi lado, Tessa nunca quiso aceptar su problema de celos.
Dos años después de nuestro divorcio, conoció a alguien en un club, formó una relación que maduró hasta llegar al altar. Con esa persona sí aceptó su problema y busco ayuda. Mamá asegura que no fue personal, simplemente no quería pasar por lo mismo. Nadie quiere fracasar dos veces o ninguna vez.
En el silencio de la noche fui a ver a Nicole y no la hallé en su habitación. Una mirada a la de su abuela, las mostraron a ambas abrazadas y durmiendo como ángeles. Sonrío viendo la imagen, le tomo una captura y la mando a sus hermanos cerrando la puerta cuidando de no despertarla.
Cinco minutos después, mientras me desvisto, el teléfono vibra en la mesa de noche y descubro una llamada de Sunny. Mi segunda hija, de 23 años, estudiante de turismo y Hotelería. El día que me dio la noticia, me sentí feliz y completo. El legado de mi padre seguiría a través de mi hija.
—Papá —saluda Sunny—estaba por llamarte.
—No te creo —su risa se mezcla con la de su hermano —pon el altavoz. —le pido —por favor.
—¡Listo! —anuncia luego de unos segundos.
—Estamos planeando ir a verte —escucho a Renzo decir —no sabíamos como pedirlo.
—¿A quién? —quiero saber —¿A mí o a tu madre? Ustedes no necesitan autorización para venir, esta es su casa. Lo saben.
—Aún no le decimos a mamá —confiesa su hermana —nos preguntábamos si podrías hablar con ella.
—Sigue enojada con Nicole—suspira Renzo —ella te odia más.
—¡Imposible! —ambos sonríen ante mi explosiva respuesta. —¿Es con ustedes o también con su hermano?
—Él también quiere ir —risas, esta vez incluye las mías.
—Quiere ser Doménico. —Renzo está en medio de un ataque de risas. —nosotros tenemos un escape, él no.
—Tengo tres hermosos hijos, es suficiente.
—Nunca es suficiente —me advierte Renzo —mi hermana dice que hay una chica.
Y aquí se descubre el motivo por el que desean venir a verme.
—Tu abuela tiene nueva amiga. —camino hacia el balcón y observo la noche estrellada —supongo que hablan de ella.
El bombardeo de preguntas de mi hijo menor no se hace esperar, teniendo como fondo las bromas de su hermana. Para mi alivio, mis hijos no heredaron los celos de su madre. Llegaron a llevarse bien con mis dos matrimonios, quizás porque su llegada era de tres días y estaban la mayoría del tiempo por fuera de casa.
—¿Es linda?
—Sí.
—¿Y soltera?
—También.
—¿Te gusta?
—¡No!
—¡Mientes! —explotan al tiempo en medio de risas —mi hermana dice que sí.
—A propósito de Nicole —suspiro —¿Qué pueden decirme de su ex?
—Que nos engañó a todos —confiesa Sunny —es un idiota, sin gusto por las mejores cosas de la vida.
—Le fue infiel. —explica Renzo —ella lo pilló, eso fue lo que dijo mamá.
—¿Ella está bien? —quieren saber al tiempo.
—Lo sabrán el fin de semana que vengan—les prometo y escucho los gritos de felicidad de ambos —hablaré con su madre —prometo —¿Cuántos días?
—Siete —responden al tiempo.
—Ok. Siete será —les digo —los quiero.
—Nosotros también, papá.
Cuelgo la llamada y apoyo ambas manos en las barandas con la vista fija en el horizonte. El hogar que mi padre le construyó a mamá está rodeado de árboles y cubiertas por jardines. Su forma de retribuir que no tuviera vista al mar.
Un par de brazos rodean mi cintura y un rostro ovalado se asoma por debajo de uno de mis brazos. El rostro de Nicole luce iluminado por su sonrisa y la estrecho contra mí.
—¿No puedes dormir? —pregunta pegando su rostro a mi pecho.
—Hablaba con tus hermanos —comento. —vendrán en unos días.
—Lo sé. — sonríe cómplice —mamá está en sus días.
—Debo pedirte perdón, mis actos irresponsables te hicieron daño. —se aferra con fuerza a mi cintura, y alza su rostro solo para sonreírme.
—Lo descubrí siendo infiel, en eso mamá no miente. —suspira —no pude enfrentarlo en ese instante, lo hice después y lo negó.
Su madre le creyó a él, recordándole las veces en que me acusó sin motivos. La relación estaba terminada y no había vuelta atrás, no necesitaba pensarlo. Lo que sí deseaba era que tener pruebas que mostrarle a su madre.
Aprovechó unos contactos para averiguar sobre él, de esa manera llegó a sus manos el acta de conciliación que tuve con su hermana. No se quedó allí y fue a buscar a su cuñada, la enfrentó y lo negó.
Fue al mostrarle el documento en que ella no tuvo más opciones que decir la verdad. Le juro en medio de lágrimas que desconocía los planes de su hermano. Ella tenía una orden de no acercarse a ningún Doménico y le advirtió a su hermano que desistiera.
—¿Sabía quién eras cuando te conoció? —suspira un instante antes de afirmar.
También conocía el dinero que pague a su hermana para alejarla de los míos y los eventos que me llevaron a hacerlo. Ambas cosas las ha negado, asegurando que se dio cuenta después de quién era hija, pero el temor a que lo dejara le impidió hablar.
—Tenemos un problema con Génesis.
El cambio de conversación no me gusta, pero al intentar retomar el anterior me lo impide. Está preocupada, Génesis no puede, ni quiere firmar el contrato. Tiene una cláusula con los Vryzas que se lo impide.
—Son muchas más —comento, ella alza el rostro en búsqueda de más información —no puede exponer las recetas tradicionales del lugar.
—¿Bromeas? —niego y ella resopla —entonces, ¿Cómo supo su madre como hacer Musaka de Demitrius Vryzas?
Me encojo de hombros con ella, viéndome pensativa, acaricio su rostro, lo que ocasiona el mismo mohín que solía hacer cuando era bebé. Siempre me prometí que nadie la dañaría, ni permitiría que otro lo hiciera.
—¿Qué hacemos con Génesis?
—Dale un obsequio o varios que den el valor de ese contrato —sugiero —o invítala a vivir en casa, así no tendrá que gastar dinero. —acaricio su rostro recordando lo magico que fue tenerla en mis brazos la primera vez y lo mucho que luché para darles un hogar — Nunca pensé que pudiera ser el causante de tu sufrimiento.
Se muestra pensativa por varios segundos, su rostro regresa a la noche estrellada. Una vez regresa a verme, en su rostro hay una sonrisa.
—¿Recuerdas lo que me dijiste cuando Harry me terminó?
Niego y ella chasquea la lengua. Recuerdo al tal Harry y como quise molerlo a golpes cuando rompió con mi hija. Fue su primer novio, el que destrozó su joven y hermoso corazón recién cumplidos los quince años.
—Evoco cuanto lo odiaba —ella sonríe pegándose más a mí.
—"Es mejor llorar ahora, que sufrir después."
Esas palabras me hacen retroceder en el tiempo y reír junto con ella. Fue en una noche parecida, en otro lugar y con otra vista. Ella estaba al borde del llanto, yo con ganas de bajarle las estrellas con tal que no sufriera.
—Prefiero llorar por una verdad que perder mi tiempo en una mentira. Fue lo que me dijiste cuando firmaste el divorcio—continúa —ese día me hiciste prometer que diría fue un accidente, a todos.
Me dice que aún sigue contacto la historia del accidente, miente al decir que todo es confuso, cuando está claro en su cabeza. Lo peor que le pudo suceder fue tener que vivir con su madre sabiendo de lo que fue capaz. Aún más, verla negarse a dar los permisos para que la viéramos.
—No quise empeorar las cosas...
—Me demostraste cuanto te importábamos. —me interrumpe —tomé la decisión de estar con Billy. No te sientas culpable por algo de lo que nadie tuvo el control, solo ese imbécil.
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