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Capítulo 16 - Una segunda oportunidad.


Capítulo 16 – Una segunda oportunidad.

La agarré del rostro y la obligué a mirarme, haciendo que ella dejase de limpiar sus lágrimas y mirase hacia mí.

- ¿crees que la gente merece una segunda oportunidad?

- Sé que no quieres hablarme sobre tu pasado, pero ...

- Cuando te conocí y tu padre me suplicó que fuese tu hermana, pensé que esa era mi segunda oportunidad. Pero entonces Jess me habló sobre ti, sobre lo capullo que eras con las mujeres y ... mi madre se enteró.

- ¿ella cree que puedo hacerte daño? – ella asintió – jamás te haría daño.

- Por eso tuve que prometerle que nunca pasaría nada más entre nosotros, que no me acostaría contigo.

- ¿por eso me hiciste prometerte que yo tampoco lo haría? - volvió a asentir de nuevo.

- Ojalá pudiese quedarme y ser tu hermana un poco más, pero no puedo.

- ¿te iras a chicago? – asintió otra vez - ¿volverás?

- No lo sé

- Nuria...

- Nada de preguntas sobre mí pasado.

- ¿me lo contarás algún día?

- No lo sé

- Vale, te dejaré marchar, pero sólo si sigues siendo mi hermana hasta que lo hagas. Necesito disfrutar de mi hermana hasta entonces – ella tan sólo sonrió ante aquella petición.

***

Todo se volvió aún más complicado para mí después de eso, porque con ella todo iba genial, como antes, pero yo ya no podía sentirme de la misma forma, no después de descubrir que yo sentía mucho más que amor de hermano hacia ella, no después de nuestro beso, no sabiendo que ella se marcharía pronto y no volvería a verla.

Estaba resultándome excesivamente difícil mantener mi promesa, pero por primera vez en mi vida quería hacerlo, quería mantener mi promesa, y sabía que sólo lo hacía por ella.

Unas dos semanas más tarde, en la noche, salimos a cenar en familia, y justo después de eso, mi padre sacó su cámara fotográfica y comenzó a hacernos fotos.

Estaba rígido, me sentía incómodo, odiaba que mi padre me fotografiase, y creo que ya todos en aquella familia lo sabían.

- Haznos una juntos – comenzó Nuria, dándome un abrazo, cogiéndome por sorpresa – intenta que no parezca que te han metido un palo por el culo – bromeó hacia mí, haciéndome reír, riendo ella conmigo, mientras mi padre nos fotografiaba.

- Eso es chicos – nos aplaudía su madre – me encanta veros así de unidos – aseguraba – que pena que vuestro hermano no esté aquí para disfrutar con nosotros.

Rosaly comenzó a posar, captando la atención de mi padre, haciendo que él comenzase a tomarle fotos a ella, y yo perdiese la sonrisa al sentir la respiración de mi hermana sobre mi oreja.

- Te quiero – reconoció, haciéndome estremecer al escuchar aquello.

- Ahora no – le dije, quitándole las manos de mi cuello para alejarme un poco de ella, haciendo que ella me mirase sin comprender por qué me comportaba de aquella forma.

Lo cierto que soportar todo aquello, todos los días fingiendo que no sentía nada por ella cuando lo sentía todo, me estaba cansando, y ya ni las mujeres con las que me acostaba podían saciarme, ni siquiera podía calmarme.

- ¿qué pasa? – me preguntó algo triste, mientras yo tragaba mi malestar para luego negar con la cabeza, haciendo que ella me abrazase por el lado, de nuevo.

- Te he dicho que ahora no – espeté, cansado, volviendo a apartarla de mí, provocando que nuestros padres mirasen hacia nosotros al notarme algo enfadado.

- ¿Qué pasa? – preguntó su madre, preocupada, pues nosotros solíamos llevarnos bien. De hecho, éramos los únicos que parecíamos haber aceptado aquella situación, aquella familia, pues su otro hijo, no lo aceptada.

- No pasa nada, mamá – contestó ella, tragándose el nudo que se había formado en su garganta – sólo le ha sentado mal la broma que le he hecho – mintió, para luego abrazarme por detrás, bromeando conmigo, intentando hacerme sonreír - ¿no vas a perdonarme?

- No – negué, haciendo que ella riese y yo perdiese mi enfado. Solía hacerlo a menudo, cuando la escuchaba reír todo lo demás perdía importancia.

- Me encanta verlos así – comenzó mi viejo, haciéndome perder la sonrisa – Hugo necesitaba algo así, necesitaba una hermana con la que se sintiese así de a gusto, con la que abrirse.

Me mordí el labio para no hablar. No quería que mi padre se enterase de la verdad, sabía que tan pronto como se enterase de lo que en realidad sentía por ella, se enfadaría conmigo, por sentir tanto por ella. Pues él sabía cómo solía ser yo con las chicas, y ella no merecía ser tratada así.

No papá – dijo una voz dentro de mi cabeza – yo no necesito una hermana, la necesito a ella, pero ella se marchará pronto, y no podré hacer nada por detenerla.

***

Me senté sobre la cama, justo después de darme una ducha fría, intentando recomponerme, intentando vaciar mi mente, volver a empezar de cero, volver a fingir que ella no me importaba de esa forma, que no estaba loco por ella, que no hacerla mía me estaba llevando al borde de la locura.

Sacudí la cabeza, poniéndome en pie de un salto, agarré unos calzoncillos y me los coloqué, para luego tumbarme sobre la cama, tapándome con el edredón, cuando la puerta se abrió y una persona llegó hasta mí, de puntillas, haciendo el menor ruido posible.

- ¿estás despierto? – preguntó ante la sola luz de la luna que se colaba por la ventana, en la penumbra de la habitación - ¿podemos hablar?

- No – le dije, molesto, haciendo que ella humedeciese sus labios, molesta. La agarré del brazo y la tiré sobre la cama, junto a mí, haciendo que ella se quejase – si dejas de hacer eso con la boca dejaré que te quedes un rato – ante aquello ella rio, pensando que era una broma.

- ¿estás enfadado? – preguntó, haciendo que el nudo creciese en mi estómago. Negué con la cabeza, sin dejar de mirarla, frente a mí, en mi cama – Estás raro últimamente.

- ¿puedo hacerte una pregunta? – pregunté, haciendo que ella dejase de pensar en lo raro que estaba en aquellos días. Ella asintió, despacio – es una pregunta sobre sexo.

- ¿Está bien que los hermanos hablen sobre sexo? – preguntó, haciéndome sonreír con aquello, para luego observar como volvía a humedecer sus labios.

- Voy a cortarte la lengua de un bocado si vuelves a hacer eso – bromeé, haciendo que ella se tapase la boca, mientras reía.

- ¿Qué pregunta quieres hacerme? – insistió, haciendo que comprendiese que ella quería escucharlo, aunque fuese una pregunta comprometida.

- ¿te has tocado desde la última vez que te vi hacerlo? – pregunté, haciendo que ella sonriese divertida.

- Esa es la típica pregunta que sueles hacerle a las chicas con las que te acuestas, ¿verdad? – adivinó, haciéndome tragar saliva, al sentir su mirada acusadora sobre la mía – pero yo no soy una de ellas. Así que deja de hacerme esas preguntas, Hugo.

- Lo suponía – contesté, intentando suavizar aquella conversación, pues lo último que quería era discutir con ella – te has tocado tantas veces que tu dedo está ya algo arrugado.

Ella rió al escucharme decir aquello, antes de hablar.

- ¿eso es lo que piensas? – preguntó enervándose para subirse sobre mí, dejándome totalmente noqueado, agarrándome del cuello con ambas manos, mientras yo posaba las manos sobre sus muslos, admirando como su corto camisón se había subido un poco y desde aquel punto podía ver sus bragas de transparencias - ¿estás intentando romper tu promesa? – me espetó, a tan sólo un palmo de mi rostro.

- Sólo era una pregunta – me defendí, haciendo que ella sonriese con malicia.

- ¿y por qué un hermano querría saber si su hermana se toca el coño o no lo hace? – se quejó ella, pero se detuvo al sentir como un bulto creía en mi entre pierna, apretando contra su sexo. La miré aterrado, mientras ella se quedaba a cuadros - ¿te excita tenerme sobre ti? – comenzó, horrorizada - ¿a tú hermana?

- Es un acto reflejo – mentí – ella responde por si sola cuando siente la humedad del sexo opuesto tan cerca.

Sonrió divertida al escucharme decir aquello, y pude ver cierto brillo de ... ¿Deseo? En sus ojos.

- ¿La humedad? – preguntó, molesta, aunque recién podía darme cuenta de que estaba fingiendo, ella no estaba molesta, pues su voz no dejaba de temblar cada vez que hablaba sobre sexo - ¿Crees que los hermanos ...? – se detuvo tan pronto como sintió como subía mis manos y le levantaba un poco el camisón, agarrando sus nalgas con fuerza, haciéndola estremecer – Me prometiste... - comenzó, intentando hacerme recordar aquella estúpida promesa, pero su suplica se perdió cuando mi miembro creció un poco más - ... Hugo – gimió, haciéndome estremecer al escucharla y tenerla de esa manera. Era como un sueño hecho realidad. Me pegué a ella, apretando mi frente con la suya, muriendo por besarla, pero antes de que hubiese decidido hacerlo ella me detuvo – no me hagas esto – suplicó, desesperada, haciendo que me detuviese en ese justo instante.

- Vuelve a tu cuarto – le dije, apartándola de mí, apoyándola sobre un lado de la cama – y perdóname, es porque estoy demasiado caliente y hoy no pude tirarme a ninguna de mis putas – mentí.

- Lo siento – se disculpó, con tanta tristeza en sus palabras, que me hicieron mirar hacia ella, que parecía estar ¿llorando? Joder, ¿en qué momento la había cagado tanto con ella para hacerla sentir mal?

- Ey – la llamé, levantándome de la cama, agarrándola de la cintura con una mano y acariciando su rostro con la otra – soy yo el que lo siente – aseguré, haciendo que ella me abrazase con fuerza, dejando escapar su llanto, lo más bajo que podía, pero aun así podía escucharla.

- Hugo – me llamó entre sollozos, provocando que la apretase con fuerza, intentando calmarla. Yo no estaba acostumbrado a aquello, no tenía ni idea de lo que podía hacer para calmarla – por favor, mantén tu promesa – insistía, asustada, mientras sentía como mi corazón dolía al escucharla rogar sobre ello – por favor.

- Lo haré – la calmé, haciendo que ella escondiese su cabeza en mi cuello, rozando su nariz con mi cuello. Haciendo que mi corazón se detuviese una milésima de segundo al sentir aquello.

- ¿por qué tienes que oler tan bien? – preguntó con la voz tomada del llanto. Sus lágrimas volvieron a salir, y yo me quedé allí, escuchando su llanto, sin saber que hacer por calmarla.

Su llanto se apaciguó un poco, escondiendo su rostro en mi cuello, haciéndome cosquillas con su respiración sobre ese punto.

Continuará...

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