Capítulo 15 - Entre mis brazos.
Capítulo 15 – Entre mis brazos.
Cuando desperté a la mañana siguiente con ella recostada en mis brazos, sonreí como un idiota, pues, aunque no había sucedido nada sexual entre nosotros, ya que ella se había quedado dormida antes, sentía como si tuviese un gran tesoro entre mis brazos.
Tomé la decisión con tan sólo verla junto a mí, con ojos cerrados, a ese ángel que me habían mandado, a esa preciosa mujer que me habían permitido cuidar. Si ella no podía recordar lo acontecido la noche anterior, yo tampoco podría. Aunque aquello me destrozase, aunque no fuese para nada lo que quería.
Se desperezó despacio, aferrándose un poco más a mi cintura para luego abrir los ojos y mirar hacia mi rostro. Creo que le costó reaccionar, porque los primeros veinte segundos se quedó mirándome con extrañeza, como si no pudiese creer tenerme allí, como si fuese un sueño. Y entonces, reaccionó, se puso en pie de un salto y se alejó de mí lo más que pudo, rascándose la cabeza con pesadez, como si no pudiese recordar lo de anoche.
- Anoche... - comenzó, aterrada, como si lo que fuese a decir fuese a acabar con nuestra extraña relación - ... nosotros...
- No pasó nada – la tranquilicé, haciendo que ella comenzase a respirar con más calma, como si hubiese tenido algo en su pecho que la impidiese hacerlo con facilidad – seguimos siendo hermanos.
Ella sonrió, para luego cazar su labio inferior, sin dejar de mirar hacia mí, divertida.
- Gracias por cuidar de mí – agradeció, mientras yo me levantaba de la cama, y le sonreía, divertido – me encanta tenerte como hermano.
- Dejemos las ñoñerías – bromeé, haciendo que ella riese a carcajadas
***
Bajamos a desayunar, pues ella tenía trabajo que hacer, y yo tenía que ponerme a organizar las horas de las excursiones. Era una suerte que papá entrase todos los días a las seis de la mañana, porque no quiero ni imaginar lo que hubiese dicho al encontrarla a ella allí.
- ¿de verdad no pasó nada? – preguntó, haciendo que sospechase que quizás ella había recordado algo - ¿ni siquiera con tu amigo Julio?
- ¿con Julio? – pregunté sin comprender, observando como ella bajaba la mirada, avergonzada.
- Anoche intentó llevarme a la cama – aseguró, haciendo que el odio hacia mi mejor amigo comenzase a crecer en mi interior – pero no puedo recordar nada después de eso.
- Te recogí casi veinte minutos después de que me llamaras, no creo que ... - comencé, intentando tranquilizarla, aunque yo no estaba para nada tranquilo.
- Te quiero – aseguró, con una enorme sonrisa en el rostro.
Narrado por Nuria.
Me fui pronto a la oficina, y estuve preparando los presupuestos que nos gastaríamos en el próximo mes, todo lo relacionado con mi departamento, en realidad.
Tenía una extraña sensación sobre la noche anterior, y parecía imposible de apaciguar, por más que intentaba alejarlo de mi mente, no se marchaba a ninguna parte.
Un mensaje llegó a mi teléfono a las dos menos diez, cuando ya casi era la hora de marcharme a casa.
Hugo.
"¿te apetece que pasemos el día juntos? Podríamos ir a comer algo y luego dar una vuelta por el centro o algo"
Nuria.
"Me apetece mucho"
Hugo.
"Estupendo. Sal, estoy fuera"
Sonreí como una idiota, con aquella sensación en mi pecho, que se hacía más y más grande al pensar en la posibilidad de pasar el día con él. Así que decidí dejar el miedo y los prejuicios de lado, incluso la charla que tuve con mi madre donde le prometí que no me enamoraría de él.
Un nuevo mensaje llegó, pero no era de él.
Mamá.
"Jack me ha contado que te quedaste anoche en su casa. Espero que recuerdes que no puedes involucrarte con tu hermano"
Nuria.
"Sólo somos hermanos, mamá"
Mamá.
"En dos meses nos iremos para Chicago. ¿qué vas a decirle entonces?"
Mamá tenía razón, no podía involucrarle a él en toda aquella locura, por mucho que quisiese tenerle a mi lado.
Abrí la conversación con Hugo y le escribí.
Nuria.
"Tengo que volver pronto a casa"
Hugo.
"Comemos y te llevo a casa. Lo prometo"
Decidí acceder, no tenía otra cosa que hacer, y tenía que comer. Al menos le vería una vez más, por última vez. Por eso había estado tan seca con él en las últimas semanas, por eso me había alejado tanto de él. No quería que se encariñase conmigo demasiado, sobre todo ahora que sabía que tendría que marcharme, y que lo más probable era que no regresase.
***
Fuimos a almorzar a un bonito restaurante de la zona, y se portó genial conmigo, sin dejar de hacerme bromas. Y luego se ofreció a llevarme a casa, a pesar de que estaba bastante lejos de la ciudad.
Con la canción de Air Guittar de McBusted sonando de fondo, me sentía con la mente positiva, y con un chute de energía en el cuerpo.
El viento sobre mi rostro, pues tenía la ventana abierta, sintiendo como mi cabello caía hacia atrás a causa del viento que lo impulsaba, haciéndome recordar sus labios, sobre los míos, en un beso.
¡Dios Mío! ¿Cuándo nos habíamos besado?
Volví la vista hacia él, que conducía con una sonrisa en el rostro al escuchar la música, para luego cantar al ritmo de la canción, lo que me hizo reír. No tenía ni idea de que tuviese gustos musicales tan parecidos a los míos. Él, en lugar de abochornase y dejar de cantar, lo hizo más fuerte. Me quedé embobada al verle así.
Dejé caer la cabeza sobre el cabezal y seguí allí, hipnotizada, mirándole por un largo rato, hasta que la canción terminó y comenzó una más triste de Demi Lovato.
Narrado por Hugo.
Llegamos a su casa casi dos horas más tarde, el tráfico en aquel lugar era terrible. Ella se bajó del auto, y me animó a que yo también lo hiciese después de aparcar correctamente.
- Al menos entra y te tomas algo – rogó, haciendo que sonriese al darme cuenta de que ella no quería que me marchase todavía – Lucas está trabajando – aseguró, tranquilizándome un poco, pues ella sabía que su hermano de sangre no me caía bien.
- ¿y tú madre? – pregunté, haciendo que a ella le cambiase la cara al hablar de ella – anda vamos – la animé.
Entramos en una pequeña casa adosada, junto a la calle principal, no muy lejos del mar. El jardín era amplio, rodeado por miles de árboles y macetas de diferentes tamaños, dando un aire muy andaluz.
- Nur – la llamó su madre al verla aparecer, mientras trasplantaba una maceta, para luego darse cuenta también de mi presencia y cambiar el rostro completamente, como si no le agradase mi visita – pensé que vendrías sola...
- La he traído en coche – aseguré, intentando que comprendiese la situación, pero la mujer tan sólo pareció molestarse un poco más.
- Nuria – la clamó la mujer, haciendo que esta bajase la cabeza, avergonzada – ¿qué parte de lo que hablamos esta mañana no entendiste?
- Mamá... - comenzó ella intentando explicarle la situación - ... él sólo me ha acompañado hasta casa y ...
Su madre llegó hasta ella, dejando las macetas de lado, para luego estamparle la palma de la mano en la cara, haciendo que a esta se le saltasen las lágrimas, y que yo me quedase sorprendido con aquello.
- Hugo – me llamó, con el rostro bañado en lágrimas, limpiándolas con las manos – deberías irte.
- ¿qué es lo que...? – comencé, intentando de enterarme que era lo que ocurría. Pero ella negó con la cabeza.
- Nada de preguntas ¿recuerdas? – insistió – las cosas malas no se comparten, se guardan para uno mismo.
- Nuria...
- ¿es que no te da vergüenza? – preguntó su madre, haciendo que ambos volviésemos a prestarle atención – después de lo de Mario pensé que habías aprendido la lección, pero sigues siendo exactamente igual, no aprendes de tus errores.
- ¡Ya basta! Mamá – rogó ella, con más y más lágrimas embarrando su rostro, mientras yo me preguntaba una y otra vez, quién sería ese tal Mario. Debía irme, sabía que debía dejar que ellas solucionasen sus cosas y no entrometerme, pero no quería irme, quería averiguar porque aquella mujer que lucía de una forma tan amable en casa, se comportaba de aquella forma tan ruin frente a su hija.
- ¿te ha enseñado ya las marcas de su espalda? – preguntaba la mujer hacia mí, haciendo que ella negase con la cabeza - ¿te ha dicho si quiera lo que pasó?
- Mamá – volvió a insistir, aterrada de que me contase la verdad – por favor, no le digas nada – suplicaba, mientras se ponía de rodillas frente a su madre, y levantaba las manos, rogándole que no lo hiciese – haré lo que quieras. ¿quieres que me vaya a Chicago sin rechistar? Lo haré ¿quieres que no vuelva a hablarle de nuevo?
- No es suficiente – espetó la mujer hacia su hija – todas esas cosas podrías haberlas echo hace mucho y no prometerle a Jack que te quedarías a su lado para ser su hermana.
La miré sin comprender. ¿por eso ella era amable conmigo por una promesa que le había hecho a mi padre?
- ¿por qué no le dices a Hugo la verdad, Nuria? – Preguntaba la mujer – Estoy segura de que, si lo haces, él dejará de buscarte.
- Mamá – suplicó ella, aterrada y harta de todo aquello – las cosas malas no se comparten.
- ¿por qué no quieres hablarle de Mario y de Óscar? – insistía, metiendo aún más el dedo en la llaga - ¿es que te avergüenzas de las decisiones que tomaste? Deberías dejar de involucrarte con cabrones y valorarte más a ti misma, estoy harta de decírtelo.
- ¿por qué no damos un paseo? – pregunté hacia Nur, haciendo que esta se levantase y caminase conmigo a la salida, ante los chillidos de su madre - ¿por qué dejas que ella te trate así?
Tiró de mi brazo antes de salir de su propiedad y nos metimos dentro de la cabaña de madera, dónde había miles de utensilios y fertilizantes para las plantas.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro