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Capítulo 14 - La borrachera.


Capítulo 14 – La borrachera.

Todo volvió a la rutina justo después de que ella se fuese de casa, y yo la extrañaba cada día, pero no podía hacer nada. Apenas teníamos tiempo para nada con nuestros trabajos, y ella dejó de hablarme, me contestaba con respuestas cortas, y nunca me preguntaba nada en concreto. Creí, durante mucho tiempo, que quizás ella estuviese molesta conmigo por mi comportamiento en la noche del 31.

Apenas me di cuenta y ya estábamos en febrero, el día de los enamorados había llegado, y como siempre la sala Ego organizaba una de sus fiestas, a la que mis amigos se morían por ir. De seguro había miles de tías con las que acostarnos en esa noche.

A mí, lo cierto, es que me apetecía más bien poco. Llevaba desde el 31 sin follarme a ninguna, no porque no tuviese candidatas, no, esa no era la razón, simplemente era porque no podía quitarme a Nuria de la cabeza. Así que empecé a cascármela casi a diario, pensando en ella, sabiendo que eso no estaba bien, pero me daba igual en aquel momento, con el calentón bien subido.

Así que, como os podéis imaginar, no fui a la fiesta. No me apetecía lo más mínimo. Me llevé toda la noche intentando contactar con ella, enviándole mensajes sobre sus planes, pero hacía como más de tres horas que no se conectaba.

Me pasé la noche tumbado en la cama, esperando a que contestase, y justo cuando había decidido que iba a pasar y a irme a la cama, mi teléfono comenzó a sonar. Casi me da un infarto cuando vi su nombre en la pantalla del celular.

- Nuria – la llamé, escuchando bastante jaleo al otro lado. Ella parecía haber salido, a diferencia de mí.

- Hola – contestó, con la voz bastante tomada – ¿puedes venir a recogerme? – preguntó, con voz inocente, haciéndome sonreír con ello – he salido con las chicas a tomar algo en la ciudad, pero las he perdido – explicaba – no es que las haya perdido en realidad, Jessica acaba de irse con un tío y Sonia se encontró con su novio, así que ...

- ¿dónde estás? – fue lo único que pude preguntar – me pongo algo y voy por ti.

- Estoy en la sala Ego.

Colgué el teléfono, sin decir nada más, y me puse en pie de un salto, para luego colocarme cualquier cosa y salir de casa como pude. Arranqué mi nuevo Audi A7 y salí pitando de allí.


Narrado por Nuria.

Esperaba fuera de la discoteca a que mi hermano viniese por mí, ni siquiera estaba segura de si realmente vendría o no, pues me había colgado el teléfono sin explicación alguna. Pero estaba demasiado borracha para volver dentro.

- Hola preciosa – dijo una voz justo detrás de mí, haciendo que me voltease y me diese cuenta de que era Julio, uno de los amigos de Hugo - ¿cómo es que no estás dentro dándolo todo? – preguntaba, divertido, llegando hasta mí, para luego cogerme de la cintura y atraerme hasta él. Aquel tipo tenía las manos más largas de lo que había pensado – he visto cómo te mueves ahí dentro...

- Estoy esperando a Hugo – le informé, dejándole claro la situación, provocando que él rompiese a carcajadas.

- Pues te vas a quedar esperando, guapa – espetó, divertido – porque él no ha salido esta noche.

- Acabo de llamarle y ...

- Ese rollo que te traes con él no es algo sano – comenzó, algo más borracho de la cuenta – él no es el tipo de tío que se enamora. Además, vosotros sois hermanos – proseguía – deberías de follarte a alguno que esté disponible.

- No estoy interesada en nada de eso – explicaba, intentando guardar las distancias, pues lo último que quería era más problemas.

- Está bien, como quieras – espetó, de mala gana, para luego largarse por dónde había venido.

Volví la vista hacia la carretera y entonces le vi, en su inconfundible Audi A7, descapotable, en color blanco.


Narrado por Hugo.

Conduje hacia casa, con ella montada en el coche, ni siquiera dijo una sola palabra al montarse, y parecía que el viaje a casa sería igual de incómodo. Si uno de los dos no hablaba pronto me volvería loco.

- ¿puedes poner música? – comenzó ella, rompiendo el silencio que nos rodeaba – odio el silencio.

- No pensé que fueras a llamarme – anuncié, justo después de encender la radio y ponerla bajita – has estado ausente por...

- Es complicado, Hugo.

- ¿Qué es lo que es complicado? – insistí, haciendo que ella dejase de mirar hacia el exterior y girase la cabeza para mirarme – los hermanos no se distancian así de repente, los hermanos...

- Tú y yo no somos hermanos – espetó, dejándome totalmente sorprendido con aquellas palabras.

Me mantuve en silencio durante un largo rato, sin saber que responder ante aquello, hasta llegar a casa, aparqué el auto en el garaje y observé como ella abría la puerta y se bajaba de él.

- Deja que me quede esta noche – rogó, para luego caminar hacia la casa, la agarré de la mano antes de que hubiese avanzado mucho más, obligándola a darse la vuelta. La empotré contra la puerta del garaje y la besé.

Pensé que ella me apartaría, que se enfadaría conmigo por romper la promesa que le había hecho, pensé tantas cosas, y todas terminaban con ella apartándome. Pero cuando ella me devolvió el beso, echando su aliento alcohólico sobre mi boca, casi me corro del gusto.

Levanté mi mano libre, agarrándola de la nuca, obligándola a intensificar el beso. Joder besaba jodidamente genial, sus labios se movían a la par que los míos, y nuestras lenguas se complementaban de una forma inimaginable.

- Deberíamos parar – aseguró, separándose de mí un poco, para luego abrir los ojos, y observar cómo yo también lo hacía – no es correcto que los hermanos...

- No somos hermanos.

- Hugo – suplicó, mordiéndose el labio antes de hablar – por favor, no compliquemos más todo esto.

- Voy a hacerte una sola pregunta esta noche, sólo una y después de contestarla pueden pasar dos cosas – expliqué, haciendo que ella me prestase atención – que no vuelva a besarte jamás y cumpla mi promesa, o que vuelva a besarte – ella tragó saliva, aterrada, pero asintió en señal de que escucharía mi pregunta – dijiste que cuando te tocas, piensas en alguien – comencé, haciendo que ella se mordiese el labio inferior, nerviosa – la persona en la que piensas, ¿soy yo?

- No deberías aprovecharte así de mí – me espetó, cerrando los ojos, apretándolos con fuerza ante lo que le había hecho sentir al preguntar aquello – estoy borracha.

- Ya sabes lo que dicen, los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

- Ni, aunque la respuesta fuese afirmativa me acostaría contigo, Hugo – aseguró, segura de sí misma, dejándome totalmente en shock – te repito, no es correcto que los hermanos...

- Al cuerno con ello – espeté, para luego volver a besarla, sintiendo como ella me devolvía el beso, aferrándose a mi cuello con sus brazos.

Continuará...

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