Nadie pensaría que una chica, hija del alcalde de un pueblo en el norte de Europa y antiguamente princesa de Loira, se aventuraría a visitar un lugar tan inhóspito como aquel en el que se encontraba; pero Naomi había dejado en el pasado todos sus privilegios.

Ella, la única sobreviviente de la masacre de Storkholm, era ahora la solitaria residente de aquella localidad, teniendo a los lobos como su única compañía. La cruel muerte de sus padres a manos del ejército del rey Henry de Loira la dejó muda de repente, y fueron Ark y Mei-Lin los que la sanaron. Tras recuperarse, se encargó personalmente del asesino de su pueblo, el mismo hombre que la adoptó solo para descubrir el secreto que guardaban el alcalde y su esposa... No podía perdonarlo, nunca lo haría.

Su guardiana personal, Fidia, era otra historia. Ella fue la asesina material, pero lo hizo siguiendo órdenes reales y cumplió a cabalidad con la promesa que les hizo a sus víctimas antes de matarlas: proteger a Naomi a cualquier costo. Lo mismo iba para Roy, el antiguo mercenario que pasó a ayudarlos tras enterarse de la existencia de Gaia Oscura, el ente de la destrucción. Enemigos al principio, Fidia y Roy se dieron cuenta después que en sus vidas pasadas habían sido amantes, y el sentimiento entre ellos resurgió posteriormente.

Y Ark... ¿Qué podía decir de ese inquieto chico? Con solo recordarlo, su corazón comenzaba a latir. Supo de su propia boca que en el mundo subterráneo también había una Naomi con el mismo aspecto que el suyo y que dicha chica era la amiga de la infancia del muchacho. Más importante aún, también se enteró de que él era el héroe legendario y que sus padres eran los guardianes de las armas que debía usar en su lucha contra la oscuridad.

«Sin duda alguna, conocerlo cambió mi vida».

Ella no estuvo presente en la batalla contra el doctor Berruga, pero supo de los resultados... y fue por eso que se dirigió al lugar en el que se hallaba en ese momento: el portal al mundo subterráneo, en Sudamérica, muy cerca de Siemviva.

Ahí se había estrellado la máquina voladora de Berruga, abriendo la entrada hasta entonces cerrada. Ark logró escapar antes del impacto gracias a una gaviota, pero sus leales Fidia y Roy no corrieron con la misma suerte. Cerca del boquete estaban sus tumbas, una al lado de la otra.

―Hola, chicos, vine a verlos.

Con mucho respeto, Naomi depositó un par de flores sobre aquellas rústicas sepulturas.

―Gracias por cuidar de mí todo este tiempo.

Derramó algunas lágrimas antes de irse de allí.

Días después, la muchacha se dirigió al puerto de Liotto para abordar un barco que la llevara a casa. En medio del viaje, vinieron a su cabeza recuerdos de todos, pero especialmente de Ark. De alguna manera, su corazón le decía que, a pesar de lo acontecido, volvería a verlo algún día.

«Él vendrá por mí. Lo hará de alguna forma».