Costasol, alguna vez una ciudad completamente aislada por su ubicación geográfica, se había convertido de la noche a la mañana en uno de los destinos turísticos más cotizados del mundo. Cuando Ark llegó con los planos para construir una pista de aterrizaje, la suerte de aquel lugar cambió para siempre, sacando al sitio del anonimato y ayudando a mejorar la alicaída economía local.

Playas de arena dorada, clima cálido y deliciosa comida marina: esos elementos se convirtieron en los principales atractivos de la ciudad isleña. No obstante aquello, los habitantes de Costasol quisieron ser reconocidos por algo más, por lo que un grupo de lugareños se embarcó hacia África, llegó al paraíso animal de Safarium y capturó a todos los animales para llevarlos hasta su tierra y crear un enorme zoológico. A ellos se agregó algo de fauna local. El resultado: un enorme éxito.

El único animal que escapó del encierro fue el rey Liam, quien se convirtió en un fugitivo. En cuanto a sus súbditos, anhelaban volver a disfrutar de su libertad. Unos cuantos lloraban frente a los visitantes, cosa que notaron principalmente los niños.

No todos, eso sí, estaban felices con el boom turístico. Mucha gente que gozaba de la calma que ofrecía el aislamiento decidió emigrar, harta del ruido y la contaminación de los turistas. Uno de los residentes más emblemáticos, un campesino que se ganaba la vida con las chuletas que producía, también dejó el mundanal jaleo para dedicarse a su ganado. De todas formas, nadie pareció extrañarlo mucho.

Se vivía una era de bonanza en aquella remota isla.

(...)

A cientos de kilómetros de allí, en Airsrock, un científico miraba al horizonte. Creía que el mundo había logrado salvarse gracias al héroe legendario Ark, pero algo oscuro podía percibirse en el aire. Al parecer, se había cantado victoria muy pronto.

―El fin se acerca. Algo salió mal.