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◑ Despreciado ◑
La familia Sawada, era pequeña, pero unida. A pesar de que su padre se fue a algún lugar muy lejos y los dejo a solos, Nana trato de mantener ese cariño en su único hijo: Tsunayoshi Sawada.
Era un poco torpe y lento para entender temas, se negaba a aceptar que por ello su hijo sufría de bullying en la escuela y por eso cada que venía con golpes y le daba cualquier excusa, ella lo creía.
Se quería convencer, que no fue un error abandonarlo también, trataba todos los días de encontrarle buenas cualidades al castaño.
—Hasta luego, Dame-tsuna—despidieron cínicamente—Ten cuidado en el camino.
—Esperamos no faltes mañana—dijo finalizando con una ruda palmada en su espalda.
Ese día había terminado, como cualquier mal día en la vida de Tsuna, regresaba a casa con unas cuantas magulladuras en el estómago y pómulos; no le molestaba tanto es más estaba agradecido porque no fueron hoy tan duros con él, pero si era extraño.
A paso lento y fijándose en todas direcciones al cruzar la calle, para así no resultar víctima de algún accidente automovilístico, el chico de ojos miel quería llegar temprano a casa, ya que su única familia al ver su sonrisa al menos lo hacía sentir menos miserable.
Y resultó ser, unos chicos con tal de hacerle una broma pesada, lo tomaron desprevenido y empujaron en medio de la calle, que a pesar de estar el semáforo en rojo ahí un carro mediano paso demasiado rápido y así impacto en el delgado cuerpo del oji-miel.
Para su suerte o su Maldición, no murió, pero resultó con alguna fracturas y ceguera total.
Una semana después, el anuncio de que un joven de apenas 15 años había sufrido de un grave accidente, ya se había esparcido por todo el instituto; unos solo rieron de su desgracia, otros les dió igual y algunos pocos sintieron lastima. Acostado y aún dormitando en ese cuarto blanco de hospital, con los pitidos de la máquina, pero aún así el castaño seguía inconsciente. Nana un poco preocupada, estuvo con su hijo el primer día, pero después de oír el diagnóstico, tan solo pensar en que había perdido toda luz en esos ojos miel y que a partir de ahora su hijo sería aún más inutil y objeto de burlas, entonces decidio de una vez por todas abandonarlo a su suerte.
Unos cuantos días después, abrió sus lindos ojos, esperando ver la luz del día o si quiera las estrellas de la noche, pero no hubo nada...solo oscuridad. Y con anciedad, tanteo sus ojos para verificar si verdaderamente ya los había abierto y fue así, parpadeo y parpadeo y seguía sin ver luz, ahora tenía miedo.
—¿M-mamá?...¡Mamá! ¡N-no puedo ver nada! ¡¿Que está pasando?! ¡No puedo ver! ¡No puedo ver! ¡Mamá, ayuda!—
Asustado, gritó con desesperación y tanteo por todo su alrededor, topandose con un florero y que terminó por tirarlo.
Hizo alboroto y llamo la atención de los enfermeros cerca, estos le pidieron que se calmara porque se estaba haciendo daño.
Todo ese repentino movimiento y su desesperada voz de auxilio se vieron afectadas y al final solo seguía llorando un mar de lágrimas, mientras los doctores le administraban un tranquilizante y eran revisados sus signos vitales.
—Jovencito Tsunayoshi, es un milagro que aun viva, fue una gran velocidad con la que fue impactado, afortunadamente en ese momento una persona llamo a la ambulancia de inmediato—
—¿P-porque no puedo ver nada?—seguia pasando sus delgados dedos por su rostro, repetidas veces abriendo y cerrando sus párpados.— ¿Mi mamá está aquí?
Algunas enfermeras que estaban asistiendo por ahí, oyeron aquella desgracia del chico. Ciego, con fracturas y lo peor, sin ningún familiar que estuviera ahí para por lo menos darle compañía; sentía lástima, el chico no había sido visitado ni por su progenitora desde hace dos semanas, no querían creer que fuera tan inhumana.
—Ya la llamamos, vendrá a verte dentro de poco—endulzo las palabras aquel hombre con bata y luego se dispuso a salir de aquella habitación.
—¿Podré recuperar mi vista?—pregunto con esperanza.
—Lo siento jovencito, hicimos lo que pudimos—dichas esas palabras, salió y lo dejo solo.
Más lágrimas caían, más lamentos desgarradores se oían en los pasillos de afuera. Las jóvenes enfermeras lamentaba su estado, su desgracia y mala suerte, de que aparte de sufrir de ese accidente también era un costal de boxeo en el instituto, los simples moretones lo demostraban.
[ ◍ ◍ ◍ ]
A las afueras de un aeropuerto, un hombre de porte elegante, vestido de traje negro y fedora que cubría sus cabellos azabache, estaba con una pequeña maleta y su celular buscando la dirección exacta a la que tenía que ir.
Nono Vongola, había mandado a Reborn a una misión de encontrarse con su nieto, el único heredero vivo a ser el décimo Vongola, sin embargo había tratado algunos días en cumplir esa misión por terminar unos últimos asuntos, así que después de dos semanas estaba ahí, en Japón.
[ ◍ ◍ ◍ ]
Ahora estaba en casa, encerrado en su cuarto y tirado en el suelo después de haber intentado encontrar el camino al baño; antes de perder la vista se tropezaba con cualquier cosa y no le afectaba, pero ahora era diferente, se sentía sin vida y sin propósito. Había tenido ganas de encontrar el camino a la ventana de su habitación y lanzarse desde ahi, pero solo resultaría peor porque solo era el primer piso así que solo se dió por vencido. Llevaba encerrado en su casa semanas, talvez ya un mes...tampoco tenía percepción del tiempo, Nana solo llegaba a su habitación a alentarlo a ir al comedor o comer aunque sea una porción de lo que ella había preparado, era la única que aún seguía ahí.
Sin embargo eso cambio no mucho después, Nana Sawada ya estaba cansada, estaba perdida con el asunto de encontrar la manera de sacar a su único hijo adelante; las heridas y huesos rotos habían sanado, pero la ceguera se quedo y jamás se quitaría. A la semana de haber dado de alta a Tsuna y al estar obligada en ayudar a que su hijo se acostumbre a su nueva condición, ella ya estaba harta, perdió el poco cariño que le tenía a su hijo así que decidió abandonarlo sin que él lo supiera.
—Tsuna, saldré a comprar algunas cosas para la cena, volveré en un rato—se despidió sin remordimientos, cargando una maleta pequeña con cosas personales y dejó al castaño sobre un sofá de esa pequeña sala.
Aprovechando su condición, se fue y nunca volvió, dejo al oji-miel esperando por horas con la única compañía del sonido de las manecillas. Ya lo sabía, era extraño que su madre se fuera y al salir cerrará con llave, como si no hubiera nadie; así que lo dejo solo y encerrado a un joven ciego y que apenas se acostumbraba a ello.
Ahora se había acurrucado en esa sala, tratando de parar de nuevo sus lágrimas y apretando con fuerza su estómago para que notuviera mas hambre de la que tenía; se sentía fatal, por el hecho de su madre había soportado tanto tiempo de lo inútil que era, era odiado, por eso sufrió de ese accidente para morir de hambre, se convenció de que su vida ya no valía la pena así que ni intentaría ponerse de pie para buscar algo de alimento.
Las horas pasaron y se hizo tarde, no sabía que tanto, solo sabía que ya se sentía el frío del exterior correr por las ventanas entre abiertas. Pestañeo una vez más y se dejo sumergir de nuevo en un sueño.
Uno donde su vida fuera maravilloso, donde no cometiera errores y todos los amaran, donde su padre desde un principio estuviera y donde su familia tendría otro hermanito; soño que a ese hermano le esperaba un futuro mejor que el suyo, que sería aún más amado que Tsuna...lo deseaba tanto, deseaba ser reemplazado por alguien más.
Mientras tanto en la escuela, los rumores del porque él castaño ya no se presento, se expandieron; desde que se había cambiado de casa hasta que supuestamente si había muerto en ese accidente, y así como llegaron los rumores también se desvanecieron muy rápido, al mes ya nadie recordaba a ese castaña inútil que retrasaba la clase...ya no.
Y durante ese tiempo, también había sido muy difícil para el moreno, ya que a pesar de que su cuerpo decia "Basta, no quiero vivir" su mente luchaba aún por no dejarse morir así de fácil. Lo levantaba con las pocas energías, y a tropezones aprendió a identificar en la cocina algunos utensilios.
Aquellas vez, fue horrible, al enterarse que casualmente su propia madre había dejado un cuchillo como el único utensilio afuera, al alcance para que si Tsuna se rendía, él mismo se apuñalara y terminara con su vida, y si...sonó tentador en su momento.
Días tuvo que acostumbrarse a chocar con objetos, a perder las pantuflas que traía, a tirar objetos por su torpeza y a recordar la localización de los anaqueles donde estaban alimentos simples. El castaño sabía, era inutil siquiera pensar que podía aprender a cocinar, con comer frutas y cereal le bastaba, y después de un mes que se acabó todo eso...volvió a acurrucarse en aquel sofá.
Se había acostumbrado al frío, nunca estuvo animado a subir al primer piso para explorarlo e identificar las habitaciones, con solo esos cuartos le bastaba; y es que también había desarrollado miedo, miedo a que en el oscuro y pequeño cuarto donde antes dormía, su madre lo esperara para lanzarlo de una buena vez al vacío.
Esa oscuridad, con la que estuvo forzado a convivir, se sentía más como un túnel infinito de completa oscuridad también sentía que en algún momento caería en un pozo sin fin; temía incluso que en ese cuarto lo esperaban sus abusadores y le quitarían lo único que le quedaba...la movilidad, y así terminaría su vida. Discapacitado.
[ ◍ ◍ ◍ ]
Habiendo explorado la escuela de pies a cabeza, preguntado a todos los alumnos si conocían de la existencia de Sawada Tsunayoshi, todos negaban...porque no era importante mencionar su repentina aparición de ese instituto. Reborn llego hasta pensar que le habían dado la información incorrecta, estaba enfadado por la indiferencia del director y los maestro ante la vida de ese muchacho, algo no andaba bien.
Camino a esa casa, parecía abandonada, incluso tenía rastros de un cartel anteriormente arrancado, que parecía decir "Casa en venta"
¿Porque lo habrán quitado, si ni siquiera se ve habitado por nadie?
No hay luces prendidas, todo está en silencio, algo no estaba bien.
Tocó la puerta de los vecinos de dicha casa, estos abrieron casi de inmediato y la mujer quién atendía sonrió coqueta.
—Oh vaya...¿Que es lo que desea, señor?—
—Solo quiero preguntar...¿Quién vive ahora en esa residencia?—señalo la casa de un azul opaco.
—Nadie, quedó vacía hace dos meses y nadie la quiere comprar porque debes en cuando se escuchan cosas caerse y alguien gritando, pero como sea ¿Porque no pasa a tomar algo?— ofreció.
—No, gracias, eso era todo—finalizo, alejándose del lugar y comenzó a caminar de nuevo en dirección a la residencia que ahora decía ser "embrujada"
La señora solo volvió a meterse en su casa, antes de ver el horrible espíritu que podría estar habitando ahí.
El azabache tocó la puerta y no obtuvo respuesta.
El castaño ignoro el llamado, despues de todo...¿Quién podría estar buscando a alguien invalido como él?
El asesino giro de la perilla, para verificar si estaba abierto. Efectivamente si lo estaba y solo procedió a abrir y cerrar de inmediato luego de estar completamente dentro.
El moreno en cambio, continuo acostado en el sofá, indiferente al intruso que vagaba por su casa, seguramente otro delincuente que venía a robar pensando que era un hogar vacío. Muchas veces había pasado anteriormente y el forcejear solo empeoraba las cosas, una de esas veces de forcejeo fue que la cerradura quedó floja.
Destrucción. Utensilios caídos por donde sea, comida tirada y objetos rotos y afilados tirados por todas partes, también había un poco de sangre sobre la mesa. Avanzo, mas adelante vio pedazos de tela y papeles tirados, entro en curiosidad por que esas cosas no eran evidencia de habitar espíritus.
Más adelante, vio una luz prendida en la primer planta, al parecer provenía de un cuarto, así que se dispuso a subir cuando de repente escucho la apacible respiración de alguien y está provenía de la sala.
Observó con espanto a un moreno desnutrido, sucio y herido, dormitaba como si nada en ese sillón. Al parecer un chico de la calle se había colado en esta casa y se autonombro dueño de ella, eso creia.
—¿Que piensa hacerme?—pregunto en una suave y débil voz.
—Nada mocoso, solo que la próxima vez no entres a cualquier casa abandonada que veas—
—Ah...lo siento—murmuro, el movimiento de su pequeña boca hizo que mechones de cabellos largos, bajaran y cubrieran sus ojos.—¿Y que necesita de aqui, señor?
—Nada...solo quiero saber que carajos ocurrió aqui—un poco cansado, que desde el principio solo diera vueltas a la información que tenía de los Sawada— Y qué pasó con la familia que vivía aqui
—Nunca hubo tal familia—dijo con un tono de tristeza, odiaba esa palabra "familia"
Porque para empezar nunca hubo un "papá" y nunca hubo "amor de padres" entonces nunca existió la familia Sawada
—¿De qué hablas niño? ¡Mejor levántate de ahí y explícate mejor!—con una de sus largas piernas, movió el delgado cuerpo del castaño a que callera al suelo.—Dime que tanto sabes de los Sawada
—Bueno, el padre se fue lejos, la mamá se fue lejos y el hijo...se murió—hablo con desganas, sin querer acomodarse de la posición de cómo termino al caerse.
—¿Para que los necesitaba, señor?
—Eso debe ser imposible, si hubiera muerto aunque sea un integrante te de esa familia, hubiera recibido una alerta ¡Estas mintiendo niño! ¿Que sabes de Sawada Tsunayoshi?
—¿Para que lo busca señor? Es inútil, inservible, torpe y ciego ...¿Para que lo necesita?—ahora estaba enojado, porque no le decía sus verdaderas intenciones.
—¿Ciego? Eso también debe ser un error, nunca supe de algún accidente recientemente—jugaba con su pistola en mano, mientras que con la otra la posaba en su barbilla.
—Es verdad...yo nunca miento—en ese momento, solo se sentó en el suelo y a donde sea que estuviera el intruso, Tsuna abrió sus inservibles ojos miel.
¿Sawada Tsunayoshi? No podía ser ese mocoso de 15, quién era candidato a Décimo Vongola. Solo mirarlo le causaba gracia, con esas ropas rotas, sucias, sus huesos de la clavícula sobresaliendo y esa condición que lo hacía inutil: ceguera.
—Con que ciego—Reborn dió pasos hacia el castaño, para poder levantarlo y verlo mejor, pero este retrocedió un poco
—¿Y que hará ahora?¿Hecharme de aquí? Pues bien...me ire—Tsuna comenzó a apoyarse del sofá, para levantarse y así irse de ese lugar que ahora no se le podía llamar su hogar.
—Te haré el Décimo Vongola, me importa poco la incapacidad que tengas y también si aceptas a hacerlo o no, lo harás porque sere tu Tutor—
[ ⋋✿ N o t a ✿⋌]
Wueno...hola de nuevo.
Si recuerdan unas pocas personitas, sabrán que está historia anteriormente la publique como one shot.
Sin embargo, varios decían que bien podría seguir para más y realmente la escribí con ganas de más, pero yo no soy de las que le llega la inspiración para fanfics largos.
Tarde un poco en decidir que rumbo le quería dar y así este proyecto quedó así.
Como sea, sería un honor si la leen y comentan que tal les va gustando.
Oh y no se vayan, es probable que suba el capítulo en unos minutos o horas después
Gracias
H a r u h i (。•̀ᴗ-)✧
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