Despistado
Un Harry de once años se quedó observando al niño rubio parado a su lado en la tienda de túnicas. Hablaba sin parar y su cara había comenzado a enrojecer cuando él le prestó atención en serio.
No entendía por qué.
Un Harry de trece años frunció el ceño cuando Draco Malfoy insistió en preguntarle si se había desmayado por los Dementores. Seguramente se burlaba el muy idiota.
Un Harry de catorce años aceptó bailar con un Draco Malfoy muy, muy elegante con su traje en el baile de Yule después de que este le dijese que no podía dejar de tropezarse con sus pies por cinco segundos.
No estaba seguro de por qué el rostro de Malfoy se ponía tan rojo, pero supuso que era porque se estaba retractando de sus palabras.
Un Harry de dieciséis años adoptó una expresión pensativa al sentarse a un lado de Malfoy en la Sala de Menesteres. El Slytherin le estaba contando que, además del desastre de su situación familiar, temía que sus padres lo rechazaran porque estaba enamorado de un chico. No le dio su nombre, sólo dijo que era de su edad, bajito, buen mago, jugador de Quidditch, no de Slytherin y con lentes.
Harry no tenía la menor idea de quién podía ser.
Un Harry de dieciocho años corrió hacia Draco en cuanto se encontraron en San Mungo, sin saber por qué y sin energía para procesarlo. Sólo importaba abrazarlo. Se sentía seguro abrazándolo. Todo era un poco mejor si lo abrazaba. ¿Necesitaba saber por qué?
Un Harry de veinticinco años se paró en el altar y escuchó con atención lo que Draco recitaba, hasta esa parte:
—…que me ha gustado desde…
Harry ahogó un jadeo de sorpresa.
—¡¿Te gusto, Draco?!
El patio de la Madriguera se quedó en silencio. Draco suspiró y sujetó su mano.
—Nos estamos casando, Harry. Es nuestra boda. Tuya y mía. Nuestra. Ahora. En este momento.
Harry arrugó el entrecejo.
—Bueno, pero no sabía que te gustaba…
—¡Me estoy casando contigo!
—¡Pero no me dijiste que te gustaba!
—¡¿Por qué otra razón me casaría contigo?!
Harry abrió la boca y Draco le hizo un gesto con su mano libre para indicarle que mejor no le dijese a qué tipo de conclusión llegó por su cuenta. Tenía una expresión resignada y empezó a murmurar para sí mismo, pero se detuvo cuando Harry besó su mejilla.
—Tú también me gustas —susurró con una sonrisita.
—Qué bien —respondió Draco, sonriendo contra su voluntad—, porque estaba recitando mis votos, ya sabes, los de nuestra boda.
Harry asintió y se enderezó.
—Sigue, sigue —Le hizo un gesto para animarlo.
Draco negó y continuó recitando. Cuando llegó el momento en que lo tenía que besar, Harry lo envolvió con los brazos y lo jaló para besarlo, sin parar de sonreír ni por un instante.
Bueno, tal vez Harry sí fuese un poco despistado…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro