Capítulo 51. 🔗
Seth
Marqué el número de Camila, confiando que respondiera y que no me dejara esperando. Necesitaba hablar con ella y saber si a ellos también los habían atacado cómo a nosotros. Que era lo más probable. Quien estaba detrás de estos ataques nos quería ver mal a los dos bandos. Primero lo hicieron en la iglesia y después a mí en los embarcaderos. Lo más probable es que sí los atacaron una vez más.
Pero necesitaba que Camila me lo dijera a la cara y no estar suponiendo cosas.
—¿Qué quieres? —respondió a la defensiva.
—Necesitamos hablar —le dije.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Yo sí y me importa una mierda lo que quieras. Vamos a hablar —zanjé. Camila bufó del otro lado de la línea.
—¿De qué quieres hablar?
—No por teléfono, tonta. Cara a cara —resopló. No estaba nada contenta con mi llamada. Pudo no haber contestado, pero lo hizo y ahora se jodía.
—¿Dónde nos vemos? —preguntó molesta.
—Te mando un mensaje con la dirección —le dije.
—De acuerdo —ni siquiera esperó a que le dijera una palabra más porque colgó.
Me di una ducha y me vestí para ver a Camila. Solo esperaba que al verme no me arrojara un cuchillo en la cabeza.
Salí de la habitación y me encontré con Vanya que iba saliendo de la suya.
—¿Te vas? —me alcanzó y se enganchó de mi brazo.
—Sí.
—¿A dónde vas? —preguntó curiosa.
—Voy a ver a Camila —exhaló. Tal vez no debí decirle que iba a ver a su mejor amiga —. No debí hablar.
—No, está bien —se limitó a decir. Bajamos la escalera y me acompañó hacia la puerta que se encontraba abierta por Zora. Se encontraba al lado de la piscina tomando el sol. Vanya decía que le hacía bien tomar el sol. Yo pensaba que les hacía daño cómo a las personas —. Intenta sacarle la verdad. Va a estar molesta, pero si los han atacado también te lo va a decir.
—¿Crees que los hayan atacado? —le pregunté. Quedamos cara a cara.
Se veía bonita con el cabello largo, rubio y cayéndole en los hombros. Sus ojos azules brillaban intensamente. Se me antojaban sus labios, sus tetas y su cuerpo. Era perfecta en toda la extensión de la palabra.
—Puede ser. Ya lo hicieron una vez —dio un paso y dejó un casto beso sobre mis labios —. Ten cuidado y dile a Cami que también se cuiden. Estamos en la mira de un psicópata. No va a parar hasta vernos destruidos —asentí.
—No tardo. Cuídate.
—No te preocupes por mí, tengo a la mejor guardiana de todas —ambos miramos a Zora. Una mariposa volaba cerca de ella, se le posó en la nariz, pero Zora reaccionó de inmediato intentando morderla, pero la mariposa voló lejos de ella —. Zora me cuida —la atraje rodeando su delgada cintura con mi brazo.
—De todos ten cuidado —asintió. Rodeó mi cuello con sus brazos y me besó, cómo solo ella podía hacerlo.
—Tú también ten cuidado —le agradecí y nos separamos.
—Nos vemos más tarde —me soltó y caminé hacia mi auto. Entré y tras despedirme de ella con la mano salí de la propiedad. Conduje unos minutos hacia el lugar donde me vería con Camila. Tenía que ser un lugar público para que no pensara que le haría algo o que todo era una trampa.
Al llegar a la cafetería pedí una mesa, pero ella aún no llegaba y pensé que no asistiría, que su odio era tan grande hacia mí que prefería no ir y dejarme plantado.
Cami
La llamada de Seth me desconcertó y me dejó pensando.
¿Qué quería el parásito ese?
Esperaba que no fuera una trampa porque donde lo fuera lo iba a matar ahí mismo.
Cas se me quedó mirando cuando colgué y dejé el celular a un lado. No le dije que su amigo me llamó, pero al encontrarse a mi lado escuchó su voz.
—¿Qué quería? —preguntó.
—Quiere verme, dijo que es importante. No sé si quiero ir.
—De querer no quieres, pero de tener que ir, tienes que ir —lo miré.
—¿Por qué lo dices?
—Si no fuera importante no te llamaría. Está desesperado y necesita algo que tú tienes —fruncí el ceño.
—¿Qué puedo tener que a él le interese? —indagué.
—Información —respondió —. Tú sabes algo que él no y por eso te llamó. Sabes algo relevante que le está afectando —decía con calma —. Tal vez tiene que ver con lo que le sucedió —resoplé.
—De todos modos no sé si dedo ir —me acomodé para quedar cerca de él y apoyar la mejilla en su pecho —. Lo odio.
—Lo sé —acarició mi cabello —. Solo tú tienes la decisión de sí ir o no. A mí no me queda más que apoyarte y acompañarte.
—Si decido ir, ¿me vas a acompañar?
—Claro que sí. Si quieres.
—Sí quiero. No voy a estar tranquila con él a solas. Si no vas te juro que lo mato —Cas se rio y dejó un beso en mi cabello.
—Te creo y él lo tendría bien merecido —lo abracé y cerré los ojos.
Al final terminé cediendo y salimos del departamento de Cas para ir a la cafetería para ver a Seth. Lo odiaba tanto que no sabía exactamente cómo reaccionar ante su nefasta presencia. Quería matarlo, pero antes de eso quería ver a Vanya y saber que se encontraba bien para después quitarle la vida a ese energúmeno.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Cas. Detuvo el auto al ver un espacio libre y apagó el motor.
—Sí. Cómo dices, puede ser importante —me miró y cogió mi mano —. Además, vienes tú conmigo. Vas a evitar que lo mate —sonrió y alzó mi mano a la altura de sus labios para dejar un beso en el dorso.
Bajamos del auto y caminamos hacia la cafetería donde veríamos a Seth. Al vernos llegar se sorprendió, ya que no esperaba que Cas viniera conmigo o que yo me presentara también. Se levantó cuando Cas jaló la silla y me senté. Después lo hicieron ellos.
—¿Qué quieres? —fui al grano. No quería tener una conversación previa con él y hablar lo menos posible. Me hacía enojar tan solo su presencia.
—¿Cómo estás? —no me lo preguntó a mí, sino a Cas. Pero él no le iba a responder. Si estaba aquí, era por mí, no para verlo a él.
—No venimos para socializar —le dije —. Querías verme y aquí estoy —dije molesta.
—Solo quiero saber si han sufrido algún ataque de unos rusos —Cas y yo compartimos una mirada y después miramos a Seth.
—¿Por qué lo preguntas? —indagué.
—Supimos que te atacaron —habló Cas —. ¿Cómo estás?
—Me encuentro mejor. Gracias por preguntar. Por eso necesito saber si los han atacado, porque no es la primera vez que lo hacen. ¿Recuerdan el ataque en la iglesia? —los dos asentimos —. Esta vez se llevaron las armas, pero no nos emboscaron por eso. Ni siquiera las han sacado a las calles, así que fue personal —exhalé antes de hablar.
—Lo hicieron hace unas semanas. Mataron a uno de nuestros hombres y me dispararon en la pierna.
—¿Lograste ver al atacante?
—¿Que si logré verlo? Lo he tenido cara a cara, Seth. Me disparó en la pierna, me acechó y me atrapó, pero Alek le disparó. No sé por qué, pero sigue vivo y me acosa —mascullé.
—¿Cómo es él?
—Es rubio, alto, delgado, pero bien formado, o sea que tiene músculos y mucha fuerza. Y por lo visto es invencible. Ojos azules y pálido.
—¿Es ruso? —se veía muy ansioso por saber más.
—Sí, es ruso.
—¿No los han hackeado? —fruncí el ceño.
¿Cómo sabía que nos hackearon? Tal vez solo lo supuso.
—Sí, pero mi hermano ya lo arregló.
—¿No han usado un programa de reconocimiento facial para intentar saber quién es el susodicho? —me deslicé cerca y cogí la botella de agua para refrescar mi garganta.
—Sí, pero no logramos saber quién es —Seth bufó.
—Es el mismo sujeto que me disparó. Me advirtió que este era el inicio y que las cosas no se van a quedar así.
—¿De qué hablaba? —preguntó Cas —. ¿Qué hiciste para hacerlos enojar?
—¡Ni siquiera sé quienes son! —gritó bajito —. ¿Cómo voy a saber si les hice algo?
—Es el mismo enemigo —hablé llamando su atención —. No solo es por Seth o por mí o por alguien de la familia. Quien sea que está detrás de los ataques nos odia y nos quiere ver en el suelo. No se los he dicho, pero sospecho que puede ser el tal Valerik —miré primero a Cas y después a Seth.
—Yo sospecho de todos —respondió el rubio —. Pero puede ser él —se dejó caer en el respaldo de la silla.
—¿No hay manera para saber si es él? —preguntó Cas —. No sé, alguien tiene que conocerlo.
—Había un sujeto —comentó Seth y se deslizó cerca —. Fue a buscarme a la oficina, pero uno de mis hombres lo siguió y lo llevó a mi casa. Obvio no habló, no dijo nada. Así que no sabemos quién es su jefe.
—¿Sabes si pudo hablar con su jefe? —le pregunté.
—Sí. De hecho le mandamos sus restos a la casa de donde salió.
—Quiero que me pases la dirección o las direcciones de donde estuvo. Podemos mandar a alguien para que vigile.
—Yo te las paso —dijo —. Pero ten mucho cuidado, esas personas son peligrosas —sugirió.
—No me dan miedo, Seth —Cas apretó mi mano —. Pero gracias.
—Me avisas si sabes algo —asentí —. Cas...—lo llamó y lo miró.
—¿Qué?
—Me alegra saber que estás bien y que eres feliz con la mujer que quieres —una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios.
—Gracias. Que bueno que estás bien —Seth también sonrió satisfecho por ver a su mejor amigo.
—Gracias —nos levantamos.
—Me mandas las direcciones —le recordé al energúmeno.
—Más tarde te las mando —Seth se quedó sentado en la silla y subimos al auto para regresar a la casa. Esta vez no fuimos a su departamento, sino a mi casa donde se encontraba Víctor a quien tenía que decirle lo que estaba sucediendo. Nunca había tenido secretos con ellos con respecto a los negocios y a los problemas familiares y no empezaría a mentir ahora después de tanto tiempo.
Llegamos a la casa y bajé rápidamente con Cas detrás de mí. Entré a la casa y ni siquiera me esperé a cruzar el lobby porque ya los estaba llamando.
—¡Víctor, Vera! —los llamé. Estaban en la casa porque no dijeron que fueran a salir —. ¡Vera! —el primero en salir fue Víctor.
—Cami, ¿qué pasa? —Vera bajó y esperé que estuviera abajo para hablar.
—¿Está todo bien? —ella se acercó a mí, preocupada por si me sucedía algo.
—Vimos a Seth y nos confirmó que el sujeto que nos atacó y que me acosa es el mismo que lo atacó a él y sus hombres en los embarcaderos —miré a Cas a mi lado.
—¿Cómo sabe que es el mismo? —preguntó Víctor.
—Misma complexión, cabello, color de pie y ojos, nacionalidad —ambos se miraron —. Me dijo que atraparon a un hombre y tiene algunas direcciones. Le pedí que me las pase para vigilar en todos los lugares.
—Que bueno que se las pediste —le sonreí —. Pero no te confíes de él. Sabemos que es un traidor.
—No lo haré. Con Seth voy con pies de plomo. No me verá la cara de estúpida de nuevo —exhalé —. Pero tenemos información que es lo que importa —Vera y Víctor asintieron.
—Sí, eso sí y hay que aprovecharlo —habló Vera —. En cuanto Seth te mande las direcciones nos las pasas para mandar a nuestros hombres a vigilar.
—Lo haré —les aseguré.
—Muchas gracias, Cami por todo lo que estás haciendo —Vera me abrazó tras las palabras de su esposo —. Espero que con esta información las cosas se puedan resolver y saber de una vez y por todas quién está detrás de estos ataques —me soltó y se colocó al lado de su esposo.
—Ojalá que descubramos algo —les dije —. Al menos un nombre. Con eso ya tenemos mucho —Víctor me agradeció con una sonrisa.
—Gracias y vamos a checar eso —ambos entraron al despacho dejándonos solos.
—¿Quieres ir al jardín? —le pregunté a Cas.
—Vamos —cogió mi mano y caminamos hacia el jardín que se extendía en varias hectáreas. Nos quedamos en la terraza sentados bajo la sombrilla mientras todos los perros de la casa jugaban, tomaban el sol, se peleaban o intentaban cazar pájaros —. Son todos hermosos —se refería a los perros.
—Lo son.
Había de todos los tamaños, colores, edades y razas. Aunque para Vanya no existían las razas, para ella todos sus perros eran iguales. Eran leales y daban amor, eso era lo único que importaba.
—¿A todos los rescató?
—Sí a todos. Mi amiga puede parecer dura, pero es una buena persona. No es mala, solo que la vida la puso en esta situación y tuvo que hacer lo que sea para sobrevivir —exhalé —. Cada día la extraño y quiero que regrese —mi voz se rompió —. Cuento los días para verla entrar por la puerta y abrazarla —se me hizo un nudo en la garganta y los ojos me picaban.
—Ella va a regresar —colocó una mano en mi pierna y dejó un apretón —. Vas a ver que cuando menos te lo esperes vas a poder abrazarla y decirle cuanto la has extrañado —lo miré y le sonreí, aun con los ojos llorosos. Su mano ascendió a mi mejilla y acarició mi piel con sus dedos.
—Te quiero, Cas.
—Y yo te quiero a ti, Cami.
Vanya
Seth salió y Nate se encontraba trabajando, así que me quedé sola en la casa. No había mucho que hacer. Lo mismo de siempre, salí con Zora al jardín y me hice cargo de las plantas, entré e hice ejercicio un rato en el gimnasio, me di una ducha y revisé uno de los tantos recetarios que Nate me había comprado. Vi la receta de un pan de limón y se me hizo agua la boca al ver la imagen, así que decidí prepararlo siguiendo al pie de la letra las instrucciones y cada uno de los ingredientes. Sabía cocinar, pero no era muy buena con los postres y para que te queden bien tienes que usar los mismos ingredientes con las mismas medidas.
Al final me quedó bien, lo desmoldé y lo puse a enfriar. La cocina y la sala olían rico. Dejé que el pan se enfriara dejándolo en la mesa.
Encendí la tele y me puse a ver una serie. Tenía tanto tiempo libre que ya me había visto todas las series y películas que tenía pendiente. Estaba aburrida de estar encerrada, de no hacer nada y solo ver cómo afuera la vida continuaba sin mí. Todos continuaron con sus vidas y no los culpaba, no iban a detenerse solo por mí. Quería regresar y hacer mi vida cómo antes, pero estaba segura de que si salía las cosas ya no serían las mismas. Todo había cambiado y nacieron en mí nuevos sentimientos que antes no llegué a experimentar por nadie.
Me sentía confundida por lo que sentía y no estaba segura de si estaba bien o estaba mal. ¿Cómo podía querer a dos personas con la misma intensidad? ¿Cómo pude enamorarme de dos hermanos al mismo tiempo y quererlos en mi vida a ambos?
Ahora todo era diferente y estaba consciente de que estando afuera también lo serían. Entonces, ¿quería salir y hacer mi vida? Sí, sí quería. Amaba mi vida y mi libertad. Ama poder salir y conocer. Amaba a los dos, pero aun así amaba más estar afuera que aquí dentro.
—Vanya —escuché su voz a lo lejos. Miré en dirección a la puerta y Seth iba entrando. Se guardó las llaves y se acercó a mí —. ¿Te pasa algo?
—No, ¿por qué? —se sentó en el sillón frente a mí.
—Te llamé varias veces y no me escuchaste.
—No te escuché —le dije —. ¿Viste a Cami?
—Sí, fue con Cas —eso llamó mi atención. Fruncí el ceño ante sus palabras.
—¿Fue con Cas, tu amigo? —asintió —. ¿Acaso ellos son novios?
—Parece que sí —desvié la mirada unos segundos.
—Vaya.
La vida allá afuera continuaba sin mí, pero me hacía feliz que mi amiga estuviera con alguien y esperaba que Castiel la cuidara, la amara y la respetara cómo ella se lo merecía.
—¿Qué te dijo? —indagué.
—También los atacaron. El mismo sujeto que nos atacó a ambos los atacó a ellos. Dice que la acosa y que lo ha tenido cara a cara. Incluso Aleksei le disparó, pero al parecer no le hizo daño.
—¿Le disparó?
—Sí.
—¿Y está bien? ¿No te parece raro?
—Yo creo que es una puta broma —se restregó el rostro con frustración —. ¿Cómo es posible que le disparó en la espalda y ande por ahí jodiéndonos la vida?
—Hay que pensar bien las cosas —le dije —. Quien sea que está detrás de estos ataques está en nuestra contra. Ya no es al azar, ya no son ataques sin sentido. Nos quieren ver muertos, Seth y debes tener mucho cuidado. Cuida a Nate. Le pueden hacer daño.
Algo hizo clic dentro de su cabeza y todo cobró sentido para él. Al mencionar a Nate las alarmas se activaron y supo que debía cuidar de su hermano.
—¿Crees que irán por él?
—No lo dudo. Son gente peligrosa, sin escrúpulos ni remordimientos. No se van a tentar el corazón para hacerte daño a través de él. Tienes que ponerle guardaespaldas y que siempre lleve una pistola con él.
—Voy a hablar con él —le agradecí con una sonrisa —. Huele rico. ¿Qué preparaste?
—Se me antojó un pan de limón —frunció el ceño.
—¿Se te antojó?
—Sí. En la imagen se veía rico, así que decidí arriesgarme y lo preparé. Para ser mi primera vez haciéndolo no me quedó mal.
—¿Desde cuándo a ti se te antoja algo? —preguntó serio.
—Siempre —le dije seria —. Siempre se me antojan cosas y las preparo para no quedarme con el antojo —asintió no muy seguro.
¿Por qué me mira así de extraño?
—Ven, pruébalo —me levanté y detrás de mí lo hizo él.
Caminamos hacia la cocina y le mostré cómo había quedado el pan de limón. Se me hizo agua la boca al verlo y lo bien que olía.
—Se ve rico —dijo. Sonreí feliz porque sabía que le iba a gustar —. ¿Te gustan los postres? —saqué un cuchillo para cortar el pan.
—Demasiado. Por eso tengo que hacer ejercicio, para quemar las calorías. Pero soy una glotona —sonrió y tomó asiento en uno de los bancos —. Me gusta cuando sonríes —le dije —. No te ves tan nefasto.
—Y a mí me gustas siempre. Eres hermosa y sexy —me sentí halagada por sus palabras —corté el pan y lo puse en un plato, se lo entregué junto con una cuchara.
Esperé que lo cortara con la cuchara y lo probara. Estuve atenta a cada uno de sus gestos. Cuando masticó y cerró los ojos. Un jadeo de satisfacción brotó de su garganta al tragar. Abrió los ojos y me encontré con su mirada verde.
—¿Qué tal sabe? ¿Te gustó?
—Vanya...—hizo una pausa.
—¿Sí? —estaba nerviosa por su respuesta.
—Esta delicioso —aplaudí y me le arrojé a los brazos. Me atrapó y me abrazó.
—¿En serio? —acuné sus mejillas con mis manos —. ¿No mientes?
—No miento. Pruébalo —cortó un pedazo y acercó la cuchara a mi boca para que lo probara. El pan estaba suavecito, esponjoso y tenía el toque perfecto de limón —. ¿Lo ves? Está delicioso —comió más —. De ahora en adelante esté será mi postre favorito y tú me lo vas a preparar —asentí.
—Si te gusta tanto lo haré —su celular timbró y vibró. Lo sacó del bolsillo de su pantalón y respondió al ver la pantalla.
—Dime —detrás de la línea escuché la voz de una mujer —. Oye, eso no fue mi culpa y tus hombres no resultaron heridos —masculló —. No me importa. Casi muero. A ti lo único que te importa son tus hombres cuando no perdiste nada —se rio molesto —. Mira, yo perdí hombres y la mercancía. Se llevaron todo.
Me aparté para que pudiera hablar tranquilo, aunque no lo estaba. Lo que sea que esa mujer le dijo lo hizo enojar.
—Voy a necesitar más armas. Sí. Más. Ya veré yo cómo le hago —me miró —. ¿No puedes venir tú? A mí me interesa —dijo serio —. De acuerdo, yo iré. Te aviso cuando esté por allá. De nada —dijo con ironía.
Guardó el celular y continuó comiendo. Pensé que se iría por lo que le dijo esa mujer y que no me diría nada. Pero todo lo contrario me invitó a sentarme en sus piernas y eso hice.
—¿Pasa algo malo?
—Voy a tener que viajar a México —murmuró —. Necesitamos esas armas —asentí —. Ellos no pueden venir. Los mexicanos —aclaró.
—¿Cuándo te vas?
—En unos días. Ellos no están en la ciudad y van a regresar pronto, así que si quiero esas armas voy a tener que viajar yo —no se veía muy convencido de irse y dejarme a merced de su hermano. No sé si era miedo o precaución.
—¿Tienes miedo que me escape mientras no estás? —negó con la cabeza y cogió mi barbilla con dos dedos —. ¿No?
—Sé que no cometerías esa estupidez —su mirada bajó a mis labios un par de segundos y subió de nuevo a mis ojos —. Eres más inteligente que eso y estoy seguro de que quieres salir por la puerta principal y no cómo una vil cobarde —rodeé su cuello con mis brazos.
—Me estás empezando a conocer —sonrió delicadamente.
—Para tu desgracia sí y hasta ahorita me gusta lo que conozco de ti —me observó largos segundos en los que dudé qué tanto me miraba. Noté algunos destellos de color ámbar en sus pupilas, combinado con el verde que predominaba más. Largas pestañas rubias, cejas del mismo tono que su cabello —. Creo que he perdido —dijo de repente y su voz me sorprendió.
—¿A qué te refieres con eso? —me atreví a preguntar.
—Tú ganas —se acercó lentamente hasta que la punta de su nariz rozó mi mejilla.
—No entiendo —me encontraba confundida. Él no era claro y yo no podía pensar bien al tenerlo así de cerca.
—Tú ganaste. Yo fui quien se enamoró primero —tuve que apartarme para apreciarlo mejor. Quería que fuera mentira, que sus palabras solo fueran un juego y que estuviera bromeando. Pero para mi desgracia no mentía. Al menos no me di cuenta de si lo hacía. Era bueno mintiendo y yo siendo una estúpida captando señales.
—No te creo.
—¿Por qué no?
—¿Cómo podrías enamorarte de mí?
—Sería un estúpido si no lo hiciera. Eres perfecta para mí. Y yo soy perfecto para ti —sonrió. Apartó los mechones que caían en mis mejillas con sus dedos, dejando mi rostro libre —. No supe en qué momento. No me di cuenta de cuando sucedió, pero te quiero ved'ma y no imagino una vida sin ti —dejó un suave beso en mis labios.
No debía creerle. No debía creer en sus mentiras cómo lo hice en el pasado. Quizás mentía y quería hacer precisamente esto, que me sintiera confundida y aterrada. Quería que bajara la guardia y tenerme a su merced. Seth era astuto. Era hábil para envolver a una mujer y hacerle creer que la amaba para después clavarle un puñal en el corazón. Yo no podía ceder así de fácil y dejarme llevar por lo que sentía. Esta vez tenía que pensar con la cabeza fría y dejando de lado lo que sentía. No podía demostrar lo que me hacía sentir y que yo también estaba perdidamente enamorada.
Apoyé la barbilla en su hombro y solté una exhalación.
—¿Tú también me quieres, ved'ma? —preguntó.
—Sí, yo también te quiero —dije tratando de convencerme de que mentía, pero muy en el fondo sabía que no era así.
—Me haces muy feliz, ved'ma. Puedo irme tranquilo al saber que me quieres tanto como te quiero a ti —apenas se dibujó una sonrisa en mis labios.
🔗🔗
¡Holis!
¿Cómo les va? Espero que bien.
No se confíen de que son los últimos capítulos y todo está tranquilo. Precisamente por eso hay que desconfiar más, porque lo peor está por venir. Estos capítulos serán tranquilos, pero habrá mucha información que nos va a dejar impactadas.
Espero les esté gustando.
Besitos. 🥰😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro