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Capítulo 24. 🔗

Seth

Tener a Vanya en mi poder me hacía sentir increíblemente bien. Desde que mamá falleció no me había sentido así de bien conmigo mismo, tan pleno y feliz. Ya no veía el mundo gris, ahora tenía un poco más de color. La vida tenía sentido y ese era hacerle pagar a Vanya el haber matado a mi madre.

Creí que las cosas se podían complicar, sin embargo, todo salió mucho mejor de lo que me llegué a imaginar. Sacarla de su casa y tenerla bajo mi control fue fácil, lo complicado sería romper su espíritu, quebrantar su fuerza y doblegar su voluntad. Era una mujer muy orgullosa, tenía un temple inquebrantable, una inteligencia que no había visto nunca en ninguna mujer y me sorprendía lo astuta y hábil que podía llegar a ser.

Me gustaba sí, me tenía totalmente perdido y me aterraba enamorarme de ella cómo un desquiciado. Me daba miedo que esto que sentía por ella se convirtiera en algo más y que eso me hiciera desistir de lo que quería; vengarme de ella. Ese era mi plan y ella lo estaba arruinando con su actitud tan devastadora y su increíble manera de ser. Era una mujer única e irrepetible.

Salí de la casa para ir a la mansión Zaitsev, donde todos estaban preocupados por su princesa. No sabían nada de ella desde la noche anterior y les daba miedo de que alguien le hubiera hecho algo malo.

Conduje en dirección a Queens y cuando llegué a la propiedad me di cuenta de que habían redoblado la seguridad y que ahora los hombres de Víctor vigilaban fuera de la casa, cuando antes no lo hacían. Esperé que la reja se abriera y entré observando a mi alrededor. Detuve el auto al lado de una de las camionetas que usaban para transportarse y apagué el motor. De inmediato Billy se acercó y abrió la puerta con violencia, sacándome del auto.

—¿Dónde está? —me tomó del cuello de la chaqueta y me llevó con él, casi arrastras.

—¿De qué me hablas?

—¿¡Dónde está Vanya!? —los demás salieron de la propiedad —. Tú fuiste el último que la vio anoche.

—¡Billy, basta! —le gritó su melliza.

—¡Él es el culpable de lo que está pasando! —le dijo, sin dejar de mirarme —. ¿Dónde está? —su mandíbula se tentó a tal grado que el hueso se movió debajo de la piel.

—No sé dónde está, pensé que ya había regresado —puse mis manos sobre las suyas —. Salí a buscarla...

—¡Mientes! Maldita sea, no soy imbécil y sé que tú estás detrás de todo esto —estaba realmente enojado —. Iba a cenar contigo.

—¡Pero no llegó! Ella nunca llegó, por eso le avisé a Cami —la miré y se encontraba llorando, triste por la desaparición de su mejor amiga.

—¿Y por qué apagaste el celular? —frunció el ceño —. ¿Por qué no regresaste? —me empujó contra la pared. El dolor que le siguió me recorrió la columna.

—Suéltame, imbécil —lo empujé.

—Billy —Víctor llegó por detrás. Se veía igual de devastado que todos los demás —. Billy, basta.

—Víctor...—masculló.

—Ya basta —bastó para que Víctor pusiera una mano en el hombro de Billy para que este me soltara y diera un paso atrás —. Él no fue.

—¡Él es responsable! —se desquició —. Yo sé que sí, ¿por qué nadie me cree? —miró a Víctor con tristeza y angustia.

—Porque él no fue —dijo Víctor con esa tranquilidad que me daba miedo —. Ya vimos los videos de las cámaras y él no tiene nada que ver.

Me sorprendió que en tan pocas horas Víctor hubiera podido acceder a los videos de las cámaras. Lo bueno es que se dio cuenta de que yo no tuve nada que ver con el secuestro de su amada hija. Al menos me iban a dejar en paz, pero Billy seguía insistiendo en que yo sí tenía algo que ver con eso. Sí continuaba así levantaría sospechas a mi alrededor y ahí todo se podía joder. No quería a los Zaitsev detrás de mí, sospechando de que tuve algo que ver con eso.

—Entremos —indicó Víctor. Nos permitió pasar primero y a lo último entró él.

Estaba consciente de lo que se avecinaba, un sin fin de preguntas de lo que pasó antes, durante y después de que Vanya desapareciera. Si tenía enemigos, si no los tenía. Si vi algo raro en el momento de que desapareció, etc. No me iban a dejar en paz hasta que confirmaran que yo no tenía a Vanya y que tal vez alguien más la secuestró.

Entramos a la sala donde esperaban la nana de Vanya y su tía Lena. Me senté en uno de los sofás con los demás a mi alrededor como si esto fuera un maldito interrogatorio.

—Sabemos que tú no tienes a mi hija —habló Víctor —. Porque no eres tan estúpido cómo para secuestrarla —me mantuve quieto e impasible ante él.

—No señor, no lo soy —Víctor le echó una mirada a Billy como confirmando sus palabras —. Y yo no tengo a su hija. Solo íbamos a cenar.

—Y antes de llegar desapareció —comentó Billy. Vera a su lado puso una mano en su hombro para tranquilizarlo.

—No sé qué pudo pasar —tragué saliva. La nana se acercó para entregarme un vaso con agua. Le agradecí con una sonrisa que ella correspondió —. Después de que le llamé a Cami salí a buscarla, pregunté a mis conocidos, sin embargo, nadie la ha visto —dije, preocupado.

—¿Entonces qué pasó? ¿Quién es el hombre que se la llevó? —acerqué el vaso a mis labios y le di un sorbo, sin dejar de mirar a Cami.

—¿Qué hombre? —Alek se acercó con una tablet en las manos y se sentó a mi lado. Abrió un video que se empezó a reproducir de inmediato.

—Pedimos los videos de todas las cámaras que se encontraban a los alrededores del restaurante y obtuvimos esto.

En los videos se mostraba el momento en el que Vanya llegó al restaurante en su auto, bajó de este y cruzó la calle, pero antes de llegar, uno de los hombres de Alfred la interceptó y la llevó con él. Nadie pudo sospechar que estaba siendo secuestrada cuando Vanya se fue con él sin poner resistencia ni negarse a nada. En los videos siguientes se mostraba el camino que siguió la camioneta y después ya no hay nada.

—Se perdió el rastro saliendo de Queens. Tal vez cambiaron de auto para no ser rastreados —comentó Alek. Lo miré y noté que no había dormido al igual que todos los demás en esta casa. Mientras que yo había dormido cómo un bebé.

—Esto es obra de Valerik Kuznetsov —habló Vera y todas las miradas se dirigieron a ella.

—¿Quién es Valerik? —preguntó Cami. Vera soltó a Billy y se sentó en el sofá al lado de su esposo. Con la mirada le pidió permiso si podía hablar de ese sujeto y este le hizo un asentimiento con la cabeza.

—Valerik era la mano derecha de Vadim, el padre de Víctor e Iván. Cuando Vadim se enteró de que Víctor existía lo reclutó sin decirle que él era su padre. Le enseñó todo lo que sabía y lo contactó con sus socios, o los pocos que aún tenía, ya que rompió algunas reglas y fue tratado como traidor —exhaló —. Antes de morir, Vadim encontró a Iván y les confesó que él era su padre y les dejó todos sus negocios a ellos. Eso molestó a Valerik porque pensó que le dejaría el negocio a él, siendo que él empezó a trabajar años antes con Vadim. Pero esto no se trataba de antigüedad, se trataba de lealtad y los lazos de sangre.

—Mi padre no le iba a dejar su legado a un hombre cómo él. Se dio cuenta de lo que quería hacer, por eso no le dejó nada. Eso lo hizo enojar y se fue. Se puso en nuestra contra y desde ese momento ha querido aniquilarnos, nos pone trabas e intentó que los demás socios se pongan en nuestra contra. Iván ha tenido problemas con él. Cree que fue el responsable del accidente que lo dejó en esa condición —explicó.

—Así que pudo ser él el responsable del secuestro de Vanya —habló Alek y Víctor asintió con la cabeza.

—No lo dudo ni un poquito —Vera apretó la mano de su esposo.

—Hay que pensar lo peor de Valerik. De lo que le pueda estar haciendo a mi niña —se llevó un mano al pecho y cogió un collar que no le había visto nunca. La verdad es que no le prestaba atención.

Al menos la atención de los Zaitsev se había desviado a ese tal Valerik y ellos no pensaban que yo fui el responsable del secuestro de Vanya. Aunque Billy estaba convencido de que fui yo y sería difícil hacerle entender lo contrario.

—¿Saben dónde está Valerik? —preguntó Cami.

—No sabemos dónde está en este momento. No se queda quieto, se mueve mucho para que nadie descubra donde está. No quiere que lo encontremos —Cami asintió.

—Lo más probable es que él la tenga —afirmó Alek —. Y eso sería nuestra perdición.

—Pero no ha llamado, no ha pedido rescate, ¿por qué? —indagó Billy.

—Porque no necesita el dinero y no va a llamar —aseguró Víctor —. Si él la tiene lo más probable es que el día que encontremos a nuestra hija esté muerta —Vera derramó un par de lágrimas. Soltó un sollozo que te podía romper el corazón —. Esperemos que no sea así.

—No digas eso —habló la nana —. No hay que pensar en eso. Sabemos que Vanya es muy fuerte y que puede con esto y más.

—Ella no se va a rendir tan fácil —aseguró Cami.

—¿Podemos hacer algo? —pregunté.

—¿Qué más quieres hacer? Si ya pusiste a Vanya en peligro —escupió Billy y salió de la sala. Se encontraba furioso y lleno de ira.

Cami se puso de pie, Alek le dejó un espacio para que se sentara a mi lado y cogió mi mano.

—No le hagas caso, está igual de preocupado cómo todos —palmeó mi mano —. Está dolido y dice cosas que no siente.

—Sí las siente —le dije —. Tu hermano me odia y no sé por qué.

—Tú le gustas a Vanya, eso lo hace enojar —parpadeé atónito ante sus palabras.

—¿Qué va a pasar ahora? —les pregunté.

—No tengo cabeza para pensar en eso. Estabas a cargo de mi hija y ahora que no está eres libre de irte si quieres —soltó la mano de su esposa y se levantó para salir de la sala.

—Disculpa a Víctor —habló Vera —. Está preocupado por Vanya y no sabe lo que dice —me sonrió y al igual que su esposo salió de la sala con su nana a su lado. Detrás de ella salió su hermana. Solo nos quedamos Alek, Cami y yo.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Cami. Miré el vaso con agua y asentí.

—Claro —los tres salimos de la sala y caminamos hacia la cocina.

—Yo sé que tú no fuiste —dijo Cami. Sacó tres vasos y sirvió coñac para mí y Alek.

—¿Por qué estás tan segura? —alcé una ceja.

—Porque sientes algo por ella —casi me atraganto con el coñac que estaba bebiendo. La miré y se veía tan segura de lo que dijo. Miré a Alek y me miraba igual.

—No, yo no...—me interrumpió.

—Conmigo no tienes que mentir, Seth —tomó asiento frente a mí. Con Alek a su lado —. La quieres y está bien. No debes preocuparte por lo que diga Víctor o Vera. Sé que por eso no lo has dicho, pero no tiene nada de malo.

—Yo no...

—Es difícil, lo sé. Vanya no es cómo las demás chicas con las que has salido. Es complicada, berrinchuda, mimada y letal.

—Pero también es dulce, es leal y tiene un gran corazón —añadió Aleksei —. Si ella te llegara a aceptar te aseguro que no te vas a arrepentir de entregarle tu corazón.

No tenía pensado darle nada de mí porque no lo merecía, pero si eso llegaba a pasar no serviría de nada porque mi plan era hacerle pagar la muerte de mi madre. No sentía nada por Vanya y no entendía por qué Cami me decía esto, ¿es que acaso ella veía algo que yo no?

—Ahora que Vanya no está no sé qué vayas a hacer, si te quieres quedar o quieres irte, solo quiero decirte que cuentas con nosotros —me regaló una sonrisa sincera.

—¿Lo puedo pensar? —indagué.

—Claro, piénsalo bien y después me dices la decisión que has tomado —acercó el vaso a sus labios y le dio un sorbo. Miré a Aleksei y no se veía tranquilo, estaba impaciente, triste, preocupado.

—Tengo que irme —le dio un gran sorbo a su vaso y lo dejó sobre la isla. Salió de la cocina sacando su celular del bolsillo de su pantalón.

—¿Qué pasa con él? No solo es por lo de Vanya, ¿o sí? —le pregunté.

—No solo es por lo de Vanya. Se trata de esa mujer —fruncí el ceño.

—¿Cuál mujer? —sospechaba que estaba hablando de Eli.

—La chica de cabello negro que conoció aquella noche —sí estaba hablando de Eli.

—¿Eli?

—Ella —señaló —. Solo habla de ella y siempre está pensando en ella —me miró —. No te molesta, ¿o sí?

—No, para nada. Lo que teníamos Eli y yo ya se terminó.

—¿Estás seguro? —asentí. Le di el último trago al vaso —. Porque ella no piensa lo mismo.

—¿Qué quieres decir?

—Ella no quiere salir con Alek porque piensa que tú y ella todavía son algo.

—Nunca tuvimos nada serio —Cami soltó una risita burlona.

—Nunca le digas a una mujer que lo suyo no es nada serio. Tampoco a un hombre. Mira a mi hermano, se enamoró de Vanya y Eli de ti —encogió un hombro —. Es lo malo de enamorarse de alguien que no te ama —exhaló.

—¿Todavía amas a Misha?

Por primera vez estaba hablando de Misha con alguien de esta familia. Nunca había tocado el tema y se sentía raro.

—Nunca voy a dejar de amar a Misha. Es el amor de mi vida, nos íbamos a casar y teníamos planes a futuro. Antes de su muerte estábamos buscando una casa para irnos a vivir juntos —dijo con la voz en un hilo —. Ya habíamos encontrado algo y Misha la compró para mí.

—¿Alguien sabe de esto? —negó.

—Nadie sabe, ni siquiera Vanya.

—¿Por qué?

—No sé —hizo un encogimiento de hombros —. Todos mis sueños se esfumaron en el momento que Misha murió —su voz se escuchó rota, triste. Su semblante cambió de un segundo para el otro. Me di cuenta del gran amor que le tuvo a Misha y que aún conservaba a pesar de su muerte.

No estaba seguro de que Cas tuviera alguna oportunidad con ella. Me dijo que quedó deslumbrado con su belleza y su carácter. No dejaba de hablar de ella. Le dije que tenía su número de teléfono, sin embargo, dijo que no se lo pasara, que lo que quería es que ella se lo diera. Pero viendo la situación no creía que eso fuera posible. Cami aún amaba a Misha y eso no iba a cambiar. Cas no tenía ninguna oportunidad con ella.

—Tienes toda la vida por delante, Cami. Eres joven. ¿Cuántos años tienes? —entornó los ojos.

—Eso no se le pregunta a una dama —dijo, fingiendo molestia.

—Lo siento —se rio.

—Tengo un año más que Vanya. Cumplo el veinte de octubre y ella en junio —musitó —. El veintiuno de junio. ¿Tú cuándo cumples años? —indagó.

—Cumplo años el quince de abril.

—Eres Aries —asentí —. Tú tan aries y ella tan cáncer —negó con la cabeza.

—No creo en esas cosas —comenté.

—Deberías de creer —se sirvió un poco más de coñac y de paso a mí también.

—¿En qué estábamos? —recordé de qué estábamos hablando —. Ah sí. Cómo dije, tienes toda la vida por delante para enamorarte de nuevo.

—No creo que sea tan fácil cuando has amado tanto a una persona que has visto tu vida a su lado y de repente esa persona se va —musitó con dolor —. No sé si llegue a amar con la misma intensidad, pero de lo que sí estoy segura es que si amo de nuevo será diferente —acercó el vaso a sus labios y le dio un trago al coñac.

—No sé, nunca he amado cómo lo has hecho tú.

—El día que ames de esa manera me vas a entender, Seth —escuchamos los particulares pasos de los perros y sus ladridos. La primera en acercarse fue Zora, cómo la líder de la manada —. Ellos la extrañan —dijo Cami.

—Zora más que nada —asintió.

Se me ocurrió la idea de llevarme a Zora y dársela a Vanya para que no se sintiera tan sola, pero la idea de hacerle algo a Zora me aterró. No quería lastimarla ni hacerle daño, Vanya no me lo iba a perdonar. No podía hacerle esto también a ella.

—Estoy segura de que Vanya piensa en ella —murmuró con dolor en la voz.

—¿Eso crees? —asintió.

—Es la más consentida de todos y la ama con locura, así que no lo dudo ni un poquito —se agachó para acariciar a Zora. Ella se dejó acariciar y movía la cola. Las demás mascotas de Vanya iban de un lado al otro, jugaban, entraban y salían de la cocina.

—Gracias por el trago —me terminé lo último que tenía dentro del vaso —. Me tengo que ir. Lo que sea que sepan de Vanya me avisas.

—Sabes que sí —me acerqué y nos despedimos con un beso en la mejilla. Zora me siguió hasta mi auto y de no haber sido porque Cami la agarró del collar se hubiera subido a mi auto.

Le dije adiós a Cami con la mano y me devolvió el saludo.

Salí de la propiedad y conduje a la casa de Jared. No esperaba hablar con él y tampoco tenía ganas de hacerlo. Me ponía de malas verlo y entablar una conservación con el hombre que más daño me hizo. Así que, si no estaba en la casa, mejor para mí.

Entré a la propiedad y detuve al auto al lado de uno de los autos de Nate. Bajé y entré a la casa. No se me hizo raro no escuchar ruido, ya que desde que mamá murió esta casa se había sumido en la soledad y la tristeza. Busqué a Nate en la cocina, pero él no estaba. Entré a la sala y me arrepentí de haber entrado, puesto que ahí se encontraba Jared,

—Supe lo que pasó con la hija de Víctor —comentó Jared. Me detuve antes de salir de la sala.

—Ah, ¿sí? —asintió —. ¿Y qué se supone que debo hacer o qué? —me miró.

—¿No tendrás tú algo que ver con su secuestro? —alzó una ceja.

—Si yo fuera el responsable de eso ya estuviera muerta —no me creyó. Me conocía mejor que nadie y lo odiaba por eso.

—Sabemos que no sería así, pero no confío en ti. Haces cosas a mis espaldas y me ocultas información. No se me haría raro que tú la hayas secuestrado para vengarte de ella por lo que le hizo a tu madre —exhalé.

—Yo no fui. Los Zaitsev creen que el responsable es un tal Valerik Kuznetsov —le dije. Su semblante cambió, lo que me dijo que él sabía mucho más de lo que aparentaba —. ¿Lo conoces?

—He escuchado hablar de él. Sé que tiene un ejército que lo protege —encogió un hombro para restarle importancia.

—¿Lo conoces en persona? —volví a preguntar.

—No he tenido el gusto de conocerlo. Es cómo una sombra, un mito.

—¿Sabes dónde está Nate?

—Creo que está arriba —señaló. Le di la espalda y caminé hacia las escaleras. Subí y busqué a Nate en la sala que mi madre solía usar para tejer. Se encontraba en el sofá favorito de mamá leyendo un libro.

—Estás aquí —tomé asiento en el sofá frente a él. Bajó el libro a la altura debajo de sus ojos y me miró. No dijo nada, solo alzó una ceja y continuó leyendo.

—¿Qué se te ofrece? —preguntó sin mirarme a la cara.

—Necesito de tu ayuda —le pedí. Me deslicé cerca para que me viera a la cara, sin embargo, no bajaba ese maldito libro que no me dejaba verlo a los ojos.

—Te dejé en claro que no te voy a ayudar con nada que tenga que ver con ese tema —hice que bajara el libro poniendo mis dedos sobre de este —. No me interesa.

—En serio necesito de tu ayuda.

—En serio no te voy a ayudar —le quité el libro de las manos —. Seth...

—Nate, por favor es importante. El tal Billy...

—¿Quién es Billy? —preguntó.

—El enamorado de Vanya —expliqué —. Piensa que tengo algo que ver con su secuestro —Nate puso los ojos en blanco —. Por más que les aseguré que no tengo nada que ver él insiste en que sí.

—Es que sí tienes algo que ver con eso.

—¡Ya sé! —me restregué el rostro con ambas manos —. Pero ellos no deben saberlo, por eso necesito de tu ayuda. Estoy seguro de que Billy no se va a quedar de brazos cruzados —se deslizó cerca.

—Y piensas que te va a mandar seguir —asentí —. Y quieres que yo me haga cargo de ella para que no se den cuenta de que tienes una casa a las afueras de la ciudad y que ahí está ella.

—Exacto —se cruzó de brazos y dejó caer la espalda contra el respaldo del sillón.

—Ni loco. No voy a ser parte de esto —su expresión era seria y fría. Aunque por dentro era un pancito, el hombre más bueno sobre la faz de la tierra. No me gustaba aprovecharme de eso, sin embargo, dadas las circunstancias lo haría. No podía confiar en nadie más que en mi hermano y estaba más que seguro de que si lo hacía sentir mal iba a aceptar —. Seth, no insistas.

—¿Vas a dejar que le pase algo?

—¿No lo tenías todo controlado? —atacó con otra pregunta.

—Ella es difícil. No la quiero dejar sola y que cometa una locura. Por favor, Nate, te lo pido cómo un favor de hermanos. No confío en nadie más, solo en ti.

—No me hagas cómplice de esto, por favor —me suplicó con la mirada.

—Si ella se queda sola no sé de lo que pueda ser capaz —me levanté del sofá —. Es capaz de hacer lo que sea con tal de salir.

—Seth...

—Nate por favor.

Había tocado una fibra sensible dentro de él. Cómo dije, es el hombre más noble y amable de este mundo y saber que ella se podía quedar sola y que haría lo que fuera con tal de salir hasta hacerse daño lo dejó pensando. No tenía que insistir más porque lo iba a cansar con el mismo tema y me iba a mandar al demonio. 


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