Capítulo 6: si estás buscando una salida.
Tan pronto como Erin salió de la casa, Marion se dirigió a la cocina apretando sus pasos. Theo se sentía curioso por lo que ella haría en la cocina.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó desde la sala.
Marion no soltó ni una palabra. A su regreso, traía consigo un paño de cocina con el que levantó el cuchillo que reposaba en el suelo y que, al parecer, todos habían ignorado -como muchas situaciones que pasaron a lo largo de la noche-. Luego regresó a la cocina con el cuchillo el cual estaba manchado de sangre. Theo dio unos pasos para poder ver claramente lo que ella hacía, miró como lavaba el cuchillo con agua y jabón, luego lo regresó al cajón de los cuchillos. Seguido a ello, sin soltar el paño, se acercó a Duncan quien seguía inconsciente y le metió el paño en la boca; así evitaría que gritara o dijese algo cuando despertara.
-Una maniobra inteligente -recalcó Theo con una sonrisa.
-Gracias -respondió, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón. Revolvió entre los bolsillos y sacó una caja de cigarrillos-. ¿Quieres?
-Paso -respondió Theo-. Aunque no me molesta acompañarte mientras lo haces.
Marion parecía realmente afligida por todas las situaciones que habían pasado a lo largo de la noche. No le dio mucha importancia a las palabras de su amigo, estaba sumida en sus pensamientos y, mientras encendía el cigarrillo, se acercó a la puerta de la casa. Luego se detuvo bajo el umbral para fumar mientras contemplaba la lluvia.
-Puedo pensar que es un ladrón el que se ha llevado mi auto. -Rompió Theo el silencio sentándose en una de las otomanas, vio a Marion dar una calada al cigarrillo y ella le regaló una mirada fría de vuelta-. En parte es mi culpa por dejar las llaves en el auto.
-Yo pienso que es una broma de Brittany -dijo Marion, luego de unos minutos-. Es decir, desaparece el cuerpo de Brittany, desaparece la camioneta. -Suspiró-. No logro entender que sucede. -Dio nuevamente una calada a su cigarrillo.
-Yo sigo pensando en el ladrón -insistió Theo-. No me logra convencer la idea de una broma. ¿Acaso esperas que salga de algún lugar diciendo que jugó con nosotros?
-Estamos en medio de la nada -le refutó la chica con una mirada amenazante-. Yo tampoco entiendo qué sucede, si es una broma... -Dio una calada a su cigarrillo-. Es una broma bien elaborada y la peor del mundo.
Theo centró su mirada en su amiga, analizándola. Se veía realmente devastada por todas las emociones recibidas en la noche. La muerte de Frankie le había afectado bastante, ella había encontrado, tanto en él como en Theo, amigos incondicionales.
-¿Qué tal va todo? -preguntó el chico para mantener su cabeza en otro tema. Marion lo miró como si no entendiera a que se refería-. Es decir, con lo referente a tu padrastro.
Marion y Theo eran confidentes entre ellos, no dejaban ningún tema suelto. Era la misma relación que ella tenía con el difunto Frankie. Quería a sus amigos, a cada uno en su forma en particular; pero con ellos dos, había logrado forjar lazos tan fuertes que no se podían describir. Theo no había tocado el tema de su padrastro abusador desde hacía mucho tiempo, no era un tema que le enorgulleciera hablar; de cualquier forma, algo dentro de él pedía con creces saber cómo había estado la situación en casa de Marion. Su vida era bastante compleja.
Theo, nunca tuvo problemas dentro de su familia, salvo algunas riñas comunes que se presentaban entre padres e hijos por diversos factores. Los padres de Theo, le dieron la mejor educación, le proporcionaron -a pesar de sus ocupaciones- el amor y comprensión suficiente, como para crecer y formarse en un buen ambiente familiar tranquilo. Podría decirse que, en algunas ocasiones, sus padres fueron sobreprotectores; aunque eso, cambió al cumplir la mayoría de edad. A sus diecinueve años, continuaba recibiendo el mismo amor, cariño y apoyo desde que era pequeño. Marion en algunas ocasiones bromeaba con él diciéndole que vivía en una "familia perfecta" y realmente pudo haber presumido de ello, pero jamás lo hizo.
-Patrick salió hace dos meses de prisión -le respondió la chica aspirando del cigarrillo mientras miraba hacia el boscoso paisaje que se dibujaba frente a ellos. Un paisaje que se llenaba de oscuridad y gotas de lluvia-. Pero mi madre ha decidido alejarse de él. -Marion dibujó una sonrisa irónica en su rostro, sin despegar los ojos del bosque-. Es lo más saludable para ella, para las dos y, aunque le dolió ese golpe de realidad, ha sido una mujer muy fuerte, estoy orgullosa de ella.
Theo se sentía reconfortado ante las palabras de su amiga, realmente se veía tranquila luego de haber relatado lo sucedido con su padrastro. Se levantó de la otomana y se acercó a Marion; la rodeó con un abrazo desde atrás. Ella miró hacia su lado derecho y sonrió.
-Eres diferente a él -dijo Marion, volviendo su mirada al exterior-. Aunque te digan que eres su clon, eres diferente a Duncan, aun así, tienen algo similar, como si fueran hermanos.
-Somos de diferente familia, para tu información -bromeó Theo-. Tal vez nos parecemos en el hecho de ser ambiciosos y buscar siempre la aceptación de los demás, eso... -Suspiró-. Creo que eso nos hace alimentar nuestro ego y nos hace querer superarnos... querer siempre algo más.
-Eso es estúpido -refutó Marion-. Me refiero a... -Se levantó de golpe quedando a milímetros de él y lo miró a los ojos-. No necesitas la aprobación de los demás para actuar, para existir, para vivir. Eres Theodore Reed puedes hacer lo que quieras. En unos años serás un excelente actor. En dos años te veré en la tele y diré: ese de ahí es mi mejor amigo.
Theo sonrió y sus mejillas se encendieron en calor, dándole un tono rojizo. Su piel parecía la corteza de un durazno. Bajó la mirada tímidamente y volvió a la otomana sin responder a lo dicho por Marion. Siempre tenía la razón.
-Tal vez... tal vez tienes razón -le dijo con una sonrisa nerviosa-. Es lindo que lo menciones, eso es realmente lindo. -Theo estiró la mano para que la chica se acercara para sentarse junto a él-, y no vuelvas a decirme Theodore, en verdad no me gusta. Ven, sé que no es el mejor momento, pero vamos a tomar una copa mientras regresa Erin.
Marion le sonrió mientras se acercaba, apagó lo que quedaba del cigarrillo con la suela de su zapato y lo recogió del suelo, para luego botarlo en la cesta de basura de la cocina. Duncan seguía inconsciente, o por lo menos, así parecía.
≪ •❈• ≫
Tal vez era una idea trillada lo que acababa de decidir Erin, pero ya habían pasado demasiadas emociones para una sola noche. Ella también se veía afligida por la muerte de Frankie, él se había convertido en un gran amigo y confidente. No era momento de llorar, tenía que sacar su lado más valeroso desde lo más profundo de su ser. Caminar en medio de la noche mientras llovía, no solo era una idea trillada, sino arriesgada.
Aunque caminar en zapatos de tacón era complicado a través del camino pedregoso, lo hacía lentamente para intentar no caer y se ayudó, alumbrando el camino con la linterna de su teléfono celular. Ya era tarde, la batería de su teléfono le duraba la mayor parte del día y en cualquier momento su teléfono le enviaría una alerta de «batería baja». Reparando en ello, apagó la linterna y se dejó guiar sólo con su instinto de supervivencia y la luz que le proporcionaba la luna. No era de mucha ayuda esa poca luz; por los largos árboles que se extendían a lo largo y ancho de la casa. Además, su cuerpo comenzaba a empaparse por la lluvia.
Parecía desconcertante la idea de que alguien se hubiese desplazado en un terreno tan amplio y hurtara la camioneta de Theo. También, el hecho de que sus amigos le comentaran que el cuerpo de Brittany había desaparecido. Todo ello le llenaba su cabeza de muchos interrogantes.
-¿Quién pudo haber hecho eso? -preguntó en medio de la oscuridad y la soledad que le rodeaban, como esperando a que alguien llegara y respondiera su pregunta.
El camino parecía más complicado conforme iba avanzando y no se dio cuenta en qué momento el camino comenzó a empinarse. Estaba descendiendo. No sabía qué era más complicado: si el caminar entre el suelo mojado y en algunas porciones fangosas o intentar ver a través de la lluvia y la poca luz que le rodeaban.
-Brittany... -susurró, como si al pronunciar su nombre ella apareciera y le hiciese compañía. Por un momento, por su mente se aproximó la idea de que, seguramente Brittany sabría qué hacer en un momento como ese.
Empero, Erin era una chica inteligente y sabía qué hacer: debía caminar unos cuantos kilómetros cuesta abajo, hasta un punto donde pudiera tener la suficiente señal para poder llamar a la policía y alertarlos de la situación que sucedía en la casa.
Encendió la pantalla del celular; conforme más avanzaba cuesta abajo, la señal iba aumentado. Pensó en que ya estaba lo suficientemente lejos como para poder llamar, o tal vez, si caminaba unos metros más hacia abajo... Estaba decidida por la segunda opción que le daba su mente -seguir caminando un poco más-, mantuvo sus ojos en la pantalla mientras descendía. Continuó caminando concentrada en la barra de «señal» y no se percataba del terreno mojado que tenía frente a ella.
Tras dar el siguiente paso con su pie izquierdo, resbaló cayendo de espaldas contra el suelo y aunque había caído sobre césped, su cabeza aterrizó en un trozo de madera que le hizo soltar un leve gruñido antes de cerrar los ojos y quedar tendida en el suelo aturdida.
≪ •❈• ≫
Marion no dejaba de revisar la hora en su teléfono. Tal vez la señal no llegaba, pero las manecillas del reloj no se detenían. Los minutos seguían transcurriendo. Parecía que la hora se quedaba petrificada en el mismo punto, parecía que el tiempo se desplazaba más lento de lo usual. Y era extraño que ella se preocupara por eso, ella no era de preocupaciones, pero se trataba de una amiga. Se trataba de Erin, ella era como una hermana menor. La pequeña, inocente y frágil Erin. Suspiró.
-Ya lo sé -le dijo a Theo, como si le hubiese leído la mente-. Está tardando en llegar.
-¿Crees que deberíamos ir a buscarla? -preguntó Marion-. ¿Habrá sucedido algo?
-Lo mejor que podemos hacer ahora es calmarnos, ella sabe lo que hace.
-Vamos a buscarla, tengo un mal presentimiento -insistió la chica, con un tono de voz chillón.
Theo asintió con su cabeza y comenzó a salir de la casa, no sin antes darle un último vistazo a Duncan y al cuerpo sin vida de Frankie. Marion también los veía a ambos. Duncan seguía inconsciente; respiraba lento y Frankie estaba cubierto por la manta, era una visión bastante lamentable.
-Deberíamos acomodarlo mejor -sugirió Marion.
Su amigo se dio cuenta de que las palabras de ella eran ciertas y entre los dos acomodaron el cuerpo de Frankie en el sofá, haciendo que quedara sentado. Con su mano, Theo cerró los ojos de Frankie, su piel estaba húmeda y helada. Luego lo cubrió con la manta para evitar la visión tan aterradora que tenían de su difunto amigo.
-Vamos por Erin -insistió la chica.
-De acuerdo, no tardaremos -le reconfortó Theo y tomó a la chica de la mano, ella no vio molestia en que la tomara de la mano-. Debemos estar juntos para cuando despierte, aun no sé qué haremos cuando eso suceda, pero ya pensaré en algo.
-Yo también estoy pensando en ello -agregó Marion.
Theo comenzó a incrementar la velocidad de su caminata, como si estuviese dando un trote suave. Él llevaba botas, mientras que la chica lleva zapatos de tacón, lo cual le dificultaba un poco más a Marion, correr con ese calzado.
-Ve más despacio -pidió ella.
-No puedo hacerlo, debemos ir rápido -le respondió Theo-, no sabemos qué pasará mientras vamos por Erin.
-¡Detente! -demandó la chica tratando de soltar el agarre de su amigo.
Theo se detuvo y la miró.
-Tengo una idea -le dijo-. Súbete a mi espalda.
-¿Qué? -cuestionó la chica confundida.
-Te llevaré a caballito -contestó Theo-. Así iremos más rápido.
Marion rio por lo bajo. Ir sobre la espalda de su amigo no era una idea que se le hubiese ocurrido a ella, pero sonaba razonable. Theo era fuerte y atlético, podía con el cuerpo delgado de ella. Sin tiempo que perder, se subió sobre la espalda de Theo.
En la distancia, bajo la poca luz que propinaba la luna, vieron a Erin levantándose del suelo torpemente.
-¿Qué ha pasado? -preguntó Marion, a la vez que se bajaba de la espalda de Theo.
Erin se levantó del suelo acariciando su cabeza. Inspeccionó el lugar con su mirada, como recordando donde se encontraba. Detuvo su mirada en sus amigos a pesar de la lluvia.
-¿Qué hacen aquí? -cuestionó Erin al verlos.
-Vinimos a ver qué había pasado contigo -respondió Theo.
-Tardabas en llegar -agregó Marion.
-Me resbalé -refutó Erin y señaló el trozo de madera que reposaba a sus pies-, y me golpeé en la cabeza con aquel tronco. Estoy bien, no fue tan grave. Me duele, pero ya pasará.
-¿Llamaste a la policía? -preguntó Marion.
-Estaba por hacerlo, pero... -respondió Erin, mientras tecleaba en su teléfono al 911-. No debieron venir sabiendo que Duncan aún está en casa con el cadáver de Frankie.
-Continúa inconsciente -manifestó Theo-. Nada pasará.
El teléfono pitó un par de veces en el oído de Erin. Luego apretó en la pantalla la opción de altavoz, haciendo que el pitido lo escucharan todos a la vez. Con una mano sostuvo el teléfono mientras que, con la otra mano, cubría la pantalla de las gotas de lluvia.
-Buenas noches, se ha comunicado con el novecientos once ¿Cuál es su emergencia? -respondió una mujer.
-Buenas noches, necesitamos una patrulla enseguida, un amigo está muerto -habló Erin, luego se detuvo en la mirada de Marion que le recordó más sucesos que habían pasado a lo largo de la noche-. Una amiga está desaparecida y la camioneta de mi amigo... -Miró a Theo-, parece que se la han robado.
-De acuerdo señorita, me puede informar ¿en dónde requiere la patrulla?
-Casa Thompson, 17957 por la ruta Porto Marina.
-Señorita, ya enviamos una patrulla a ese lugar, pero no hemos recibido el reporte con los detalles que acaba de nombrar. Me confirma, por favor, usted mencionó ¿un muerto, una chica desaparecida y un vehículo robado?
-Así es -respondió Erin, con nerviosismo en su voz y muchas preguntas en su cabeza.
-¿El asesino se encuentra con usted? -preguntó la mujer de la policía.
-No, me encuentro con dos amigos -dijo Erin y dirigió su mirada a Theo y Marion.
Theo hizo una señal de silencio con su dedo.
-No digas que está atado -susurró él.
-¿Cuál es su nombre señorita? También me puede informar si conoce la identidad del presunto asesino -pidió la mujer de la policía.
-Mi nombre es Erin Burke, el asesino se llama Duncan Foster. Salimos de la casa. Él se encuentra adentro.
-De acuerdo, señorita Burke, he tomado su reporte y como le he informado, en cualquier momento llegará una patrulla de policía con una ambulancia, en caso de que el señor Foster aparezca, marque nuevamente y me quedaré con usted en línea para que me informe de la situación.
-Gracias -respondió Erin y cortó la llamada, mantuvo una expresión seria.
-¿Qué fue eso? -preguntó Marion, con una mirada horrorizada mientras se mantenía en pie con los brazos cruzados.
Alrededor de ellos, la lluvia se fusionaba con una leve ventisca.
-Una patrulla ya fue enviada -dijo Theo-. Alguien hizo la denuncia. ¿Quién pudo ser?
-Tal vez Duncan se despertó y se quiere entregar -sugirió Marion-. ¿Brittany? Aunque resulta una idea extraña teniendo en cuenta que pensábamos que era una broma entre ella y Duncan.
-¿Cómo explicas lo de la camioneta? -intervino Erin-. No pudo desaparecer porque sí.
-Debemos volver -declaró Theo preocupado y tomó a Erin con su mano derecha y a Marion con su mano izquierda, para así poder ayudarlas a caminar cuesta arriba, de forma que no cayeran mientras caminaban. De esa forma, resultó más fácil volver.
De vuelta en casa, pudieron darse cuenta que el ambiente había cambiado. Había una tonada suave de música clásica en el equipo de sonido. Señal de que la luz había regresado. La chimenea de nuevo se encontraba encendida. No repararon en el momento en que se apagó y la volvieron a encender, o si se mantuvo encendida toda la noche. La importancia recaía en que era un ambiente misterioso. Solo la luz de la sala de estar se encontraba encendida y el resto de la casa permanecía en total oscuridad. Frankie aún seguía en su sitio, sentado y cubierto con la manta. Duncan no se encontraba, solo la silla rota y las sogas sueltas en el suelo. Duncan había escapado.
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