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Capítulo 31: presión.

La situación tomó un rumbo que no esperaban. La muerte de Brittany era la solución a aquel dilema de años. O la muerte de ambos, si ella decidía lo contrario. Un miedo absurdo se apoderó de Erin, en el fondo deseaba ayudar, mas no se sentía tan valiente para intentar algo. Además, Duncan había advertido no intentar ninguna jugarreta. Lo cual no sonaba tan descabellado, pues se encontraba casi al borde del abismo. Dos pasos hacia atrás y caerían en el vacío; y aunque no era una gran distancia, el impacto con el suelo acabaría con ellos: o al menos, los dejaría mal heridos. El otro escenario, era que decidiera cortar su garganta.

Nadie pronunció nada ante su pregunta. Ni siquiera la misma Brittany.

Aiden sabía que esa era la voz de alerta; sin embargo, quiso esperar un poco más. Tal vez con un poco de dialogo, saldrían ilesos de esa locura. Desde cierto ángulo, con una navaja no podía lograr gran cosa; aun cuando se trataba de cuatro contra uno. Pero cualquier intento de ayudarla significaba que él no dudaría ni un segundo en acabar con la vida de Brittany.

--Mantengan la distancia -dijo Duncan-. Así como dijiste, Erin.

-Debe existir otra solución -pronunció Theo, tratando de disuadir a Duncan.

Éste lo miró con desconcierto; como analizándolo.

Dibujó una sonrisa ladeada en su rostro y finalmente le respondió.

-Tras años de estar tras las rejas; tras acudir a terapias e ingerir medicamentos, llegué a una conclusión. -Duncan tomó a Brittany del hombro con su mano libre y le habló al oído, casi en un susurro-. Debo acabar contigo. Después de todo, fue ella quien destrozó mi vida -concluyó mirando a los demás-, así ustedes crean otra cosa.

La tensión estaba presente en el ambiente. Se podía tocar, como si de un objeto sólido se tratase. A lo lejos; truenos se manifestaban, dejando claro en el grupo, que la lluvia estaba cerca. Después, aparecieron los relámpagos. Una gran tormenta se avecinaba.

Brittany se mantuvo en silencio. Miraba a cada de sus amigos, a su novio; era como si se hubiera quedado muda; como si alguien le hubiera arrebatado su lengua. Tenía que pensar, actuar. Hace años, cuando sus sospechas de que Duncan pensaba matarla, la primera persona en la que pensó, fue su mejor amigo: Frankie. Le contó sobre aquella situación que originó aquel controversial video, le contó sobre su actitud y el semblante misterioso que en aquellos días Duncan mostró; con él, idearon formas de sabotear sus planes y le pidió a Frankie prometer que, si llegaba ese día, él debía actuar como si nada hubiera ocurrido.

Y así fue.

Ahora, se encontraba en un lugar mejor, como mucha gente se refería sobre estar muerto. En esta ocasión, se encontraba entre la espada y la pared. Cualquier decisión que tomara tendría repercusiones, por lo que, prefirió cerrar la boca y pensar. Pensar en alguna forma de frenarlo; o siquiera confundirlo, cualquier acción que le hiciera olvidarse de ello.

Erin miró al cielo. Se abrazó a sí misma y esperó como marchaba la situación. ¿Sería Duncan capaz de matar a Brittany? La respuesta llegó instantánea. Si ya había ocurrido en una ocasión, podía ocurrir cuantas veces se le ocurriera hacerlo. Era un hombre directo y predispuesto a asumir riesgos y situaciones cualesquiera; sin importar las consecuencias. En el fondo de su mente, una voz le pedía actuar, hacer algo; sin embargo, no era tan fuerte y arriesgada. Con la muerte de Sam, sentía que volvía a ser la chica tímida y sumisa que alguna vez fue, de la cual, mucha gente se aprovechaba de ello para burlarse.

Los minutos pasaban lentos. Tan lentos que parecían detenidos en el tiempo. Ante el silencio que se adueñaba del lugar, Aiden sabía que esa era la señal para actuar, para frenar a Duncan de lo que sea que pensaba hacer.

-¿Y bien? -preguntó Duncan, mirando a Brittany-. El tiempo vuela.

«Debo hacer algo. Debo hacer algo» pensaba Aiden. Al fin y al cabo, estaba en ese lugar para proteger a Brittany, porque sabía que algo malo podía ocurrir y las únicas soluciones que él planteaba, era matar a Brittany u obligarla a que muriera con él, y ante el silencio de ella; esa simple acción, le daba el tiempo suficiente para pensar en una solución alterna a la que tenía en su mente.

-Es ahora o nunca -dijo Aiden en voz baja.

-¿Qué? -preguntó Theo, quien estaba a su lado derecho, el cual, alcanzó a escuchar que Aiden dijo algo, pero no lo escuchó claramente y por ello, hizo esa pregunta.

Sin tiempo que perder, Aiden mandó su mano izquierda a su espalda. Levantó la camisa que llevaba bajo la chaqueta; entre la pretina del pantalón y su espalda llevaba una pistola. Pistola que no dudó en sacar y apuntar con ella a Duncan.

-¡Baja esa cosa y deja en paz a mi novia! -exclamó Aiden, apuntando a Duncan.

El arma era de su padre. Le quedaba de recuerdo por aquellos buenos tiempos como soldado. Antes de fallecer; le dejó a su hijo la pistola que tenía en casa, que debía ser usada para casos especiales. Este era un caso de esos ¿no? Con el arma en sus manos y para evitar problemas, decidió registrarla a su nombre y tan pronto como Brittany le informó sobre la cita, no dudó ni un segundo en llevar el arma por si las cosas salían de control.

-¡Santo cielo! -profirió Erin, sobresaltada.

-Este sería el momento en que buscaríamos una solución más o menos civilizada y... evitaríamos que alguien salga herido -habló Dong Yul, quien, desde su llegada había permanecido en silencio.

-¡Tú, cierra la maldita boca, no tienes nada que ver en esto! -gritó Duncan de vuelta, señalándolo con su mano libre.

-Chicos, él tiene razón -dijo Erin, refiriéndose a Dong Yul-. Hablando hallaremos una solución.

-La única solución ya la planteé -respondió Duncan-, y no me conformaré con menos. ¿Por qué mierda no pueden entender eso? Y tú. -Señaló a Aiden-. ¿Crees que con esa pistolita me vas a espantar? ¿me vas a detener?

-Está cargada, sé usarla -contestó Aiden, sin bajar el arma-. Y, sobre todo, no tengo miedo de usarla. Así que te lo repito otra vez, baja esa cosa y deja en paz a Brittany.

-Y si no la suelto ¡¿Qué?! -gritó Duncan de vuelta.

-Juro que te mato -respondió, sin dejar de apuntándole con la pistola.

Duncan soltó una carcajada.

Una risa que sonaba natural, y a pesar de que reía, estaba muy pendiente de los movimientos que llegara a hacer Brittany.

Jurar.

Erin pensó en la conversación que tuvo en la ceremonia de despedida de Samuel. Había prometido a Theo que ella se encargaría de matarlo. Aunque en la realidad, lo cierto es que no podía, el miedo que se apoderaba de ella le impedía tomar acción en aquella afrenta.

Theo comenzó a temblar. Unas gotas de sudor se vislumbraron en su frente; aun cuando el viento soplaba y el lugar era frio. Su mente le pedía hablar. Le pedía revelar un secreto que muchos años estuvo oculto. Un secreto que solo él y Brittany conocían.

-Yo... -comenzó a decir-. Debo confesar algo. -Las miradas de todos se concentraron en él. Ahora tenía la atención que su mente le pedía-. Yo fui quien le pidió a Brittany ese video -confesó finalmente.

-Theo, no tenías... -dijo Brittany.

-¡¿Qué?! -le interrumpió Erin-. ¿Confiesas eso a estas alturas, cuando estamos en una situación desesperada?

-Yo... tenía que hacerlo -respondió Theo, arrugando su frente. Tenía unos deseos enormes de llorar; no obstante, mantuvo su semblante de fortaleza-. No saben... no saben la tortura que causa llevar ese secreto por tantos años, y... ¡No creí que esto sucedería! Si Brittany muere, es justo que ustedes lo sepan y ella lo confirme.

-¿Eso es verdad? -preguntó Duncan.

-Sí -contestó Brittany, secamente.

-Eres un... -dijo Aiden, se acercó a Theo y con el borde de la culata de la pistola, lo golpeó en su rostro-. ¡Maldito hijo de puta!

Theo puso una mano en su mejilla. Se inclinó un poco y escupió sangre. Se arrodilló en el suelo, derrotado, pensando en que había sido una pésima idea haber hablado.

-Theo, ¿Estás bien? -preguntó Dong Yul, acurrucándose en el suelo junto a él.

-Estoy bien -contestó y le sonrió con sus labios manchados de sangre. Luego miró al suelo y continuó-: Lo hice, porque con ese video podía chantajear a Duncan; pero después, me arrepentí y le devolví el video a Brittany.

-No necesitas justificarte -dijo Erin, entre sollozos-. Ya no sirve de nada cuando la vida de alguien está en juego. ¿Acaso no lo pensaste? -preguntó sin dejar de llorar.

-¡Suficiente! -gritó Duncan-. Ya basta de todo esto. Ese video me vale una mierda, pueden quemarlo, tirarlo a un rio, o metérselo por el... ¡No me importa! -Se vio afectado por el llanto de Erin, y unas finas lágrimas se asomaban por sus mejillas-. Esto se acaba aquí y ahora.

Duncan apretó un poco el cuello de Brittany, pero no lo suficiente como para hacerla sangrar; pero sí, para presionarla y ponerla más nerviosa.

-¡¿Cómo se te ocurre que tengo que decidir?! -gritó Brittany-. Yo no quiero morir, yo no debo morir hoy. Tú te vas a morir -pronunció mirando a sus amigos.

El llanto de Erin se hacía cada vez más fuerte y siguió abrazándose así misma porque el frío que había en aquel lugar era intenso.

Pronto, unas gotas de lluvia comenzaron a caer. Al principio lentas; después, se fueron intensificando. Sus cuerpos se comenzaban a empapar.

-Ya perdí mucho tiempo -habló Duncan-. Esto se acaba ya mismo.

Dio un paso atrás arrastrando con su fuerza el cuerpo de Brittany.

-¡No! -gritó Theo.

-¡Vete al infierno, loco de mierda! -expresó Aiden y un disparó recayó sobre la pierna izquierda de Duncan.

Aquella acción desencadenó una serie de sucesos: Brittany, logró zafarse de su agarre; Theo, observó la situación desde el suelo y simplemente se limitó a abrir la boca, desconcertado; Dong Yul, pensó en correr hasta Duncan y empujarlo, pero simplemente se mantuvo petrificado, sin saber cómo actuar.

Ante el disparo, Duncan encorvó su cuerpo para sostener su pierna; debido a que, ante aquel impacto, un hormigueo se apoderó de su pierna.

Erin, sintió que aquella acción era el empuje que necesitaba para actuar, le arrebató la pistola a Aiden y la sostuvo con ambas manos.

-¡Esto es por Sam! -exclamó, y apretó el gatillo, apuntando a la cabeza de Duncan. Este, cayó al suelo, soltando un golpe seco.

Esta vez quien gritó, fue Brittany; miró aturdida a Erin y luego a Duncan, quien se mantenía bajo abajo.

Theo levantó la cabeza ante el segundo disparo, vio el cuerpo sin vida de Duncan y después, miró a Erin. Tras el disparo, Erin no pudo pronunciar palabra; se encontraba ahogada en llanto, estaba completamente en shock. Tapó su boca con ambas manos para ahogar sus sollozos.

Aiden no podía creer lo que había hecho; estaba manteniéndose de pie, mirando al cuerpo sin vida de Duncan, le arrebató el arma a Erin, aseguró el arma y la guardó entre la pretina de su pantalón y la espalda.

-¡El maldito loco, eres tú! -gritó Dong Yul.

-Esto es una locura -dijo Erin, entre sollozos-. Todos iremos a prisión.

-¡No! -refutó Aiden-. Nadie irá a prisión por culpa de ese cretino. -Señaló con sus manos el cuerpo sin vida de Duncan.

Volteó a mirar a Erin, quien se mantenía a su lado izquierdo; sus ojos estaban rojos por tanto llorar, y sus lágrimas se fundían con las gotas de lluvia, haciendo que su maquillaje se arruinara.

-Es una persona, o al menos lo era -intervino Theo-. No podemos dejarlo aquí, como si nada. Algo debemos hacer.

-Él tiene razón -secundó Dong Yul, ayudándolo a levantar.

-Algo haremos -rebatió Aiden, quien se acercaba a Brittany-. ¿Estás bien?

Intentó tomarla del hombro para que lo volteara a ver; sin embargo, ella sacudió los hombros para evitar su agarre y mantuvo su mirada fija hacia el panorama; al igual que Erin, su maquillaje también estaba arruinado por causa de la lluvia.

-Esto no tenía que pasar -dijo la rubia-. Pudimos persuadirlo... no sé, distraerlo y hacer algo para inmovilizarlo y después entregarlo a la policía.

-¡Nunca hablamos de qué haríamos! -protestó Erin, quien comenzó a caminar de un lado a otro, ya con su llanto cesado.

Aiden mandó sus manos a la cabeza. Tenía que pensar en una solución, una idea tenía que venir rápido por su mente, así como la idea de llevar la pistola. Su idea era usar el arma solo para asustarlo, pero el resultado fue diferente, llevado por el temor de que hiriera a Brittany; decidió soltar el gatillo e inmovilizarlo. Pero ante el disparo que propinó Erin, no sabía qué hacer.

-Salvo tu vida y, ¿Así me pagas? -se quejó Aiden.

-¡Acabas de dispararle! -gritó Brittany volteándolo a mirar-. ¿Cómo quieres que reaccione? Sé que él quería matarme, lo intentó una vez hace años y lo volvió a hacer hoy, pero esa no era la idea. -Volteó a ver a Erin-. Y tú... ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Dónde aprendiste a hacerlo?

-Papá me llevó un día a cazar -respondió Erin, sin levantarse del suelo-. Además, no sabíamos que hacer, porque no sabíamos las intenciones de Duncan.

-Debimos pensar en que, algo así podía suceder -dijo Theo-. Nos dejamos llevar por las emociones. Sobre todo, tú, Erin.

-Bien, no podemos quedarnos a pelear -intervino Aiden, para apaciguar la situación-. Denme unos minutos para pensar, algo se me ocurrirá, y si ustedes tienen alguna idea... pues, sería útil saberlo.

Varios minutos de silencio surgieron.

La sangre de Duncan se dispersaba debajo suyo, empero, el agua de la lluvia hacía que se extendiera por todo el lugar.

-Lo primero será, dejar que la sangre fluya hacia allá -dijo Dong Yul señalando al exterior.

Su idea era que la sangre cayera fuera de aquel piso del edificio a medio construir, para así evitar sospechas y que se metieran en problemas.

-Después de eso -agregó Brittany-, tendremos que enterrar su cuerpo. Nadie sabe que estamos aquí, apuesto a que ni Duncan le avisó a alguien que vendría a este lugar. Cualquiera pensaría que huyó y desapareció. Eso dijo su mamá.

Ante aquellas palabras, miró a cada uno de sus amigos y a su novio; de cada uno, recibió un asentimiento.

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