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Capítulo 11: no te olvides de mí.

Por lo general, Aiden era quien sufragaba los gastos cuando salían juntos.

Él no escatimaba en gastos con tal de ver feliz a Brittany, situación que hacía sentir en ella, la sensación de que él cumpliría cualquiera de sus caprichos por más absurdo que fuese. Sobre todo, que ella no podía gastar ni un centavo en él o en alguna situación para los dos. Salvo que se tratara de algún regalo que a regañadientes él aceptaba.

En aquella ocasión era inevitable, Aiden había recibido críticas positivas respecto a su exposición de arte, lo que significaba que su graduación se encontraba a días de ser una realidad.

Por su mente, resonaron las palabras de Marion: «pudo ser cualquiera, incluso tu querido Aiden», eso no significaba nada. Eran simples conjeturas o sospechas infundadas. El simple hecho de que ella pensara que Aiden fuese el culpable, la agobiaba, después de todo era su amiga. Una gran amiga.

Brittany sacudió su cabeza, no quería pensar en ello, Aiden era un buen chico: respetuoso, responsable, con sentido del humor y un gran artista. Además, Marion los había presentado, resultaba irónico pensar que su novio quisiese sabotear la exposición de su amiga.

La música rebotaba de una pared a otra, las personas bailaban sin parar, otros saltaban.

-Vuelvo en un minuto -dijo Brittanny al oído de Aiden-. Necesito ir al baño.

Se abrió espacio entre la multitud, pero detuvo su marcha en dirección al baño cuando casi chocaba con una chica envuelta en lágrimas que corría en dirección a la salida del lugar mientras iba evitando a la multitud de personas.

Aquella noche, Brittany había decidido invitar a Aiden a una disco de la ciudad, hacía mucho tiempo que no salían a beber y bailar; resultaba ser el momento propicio para celebrar la graduación de su novio.

Finalmente, llegó hasta una habitación pequeña que correspondía al baño y entró a uno de los cubículos desocupados.

La pequeña habitación contaba con cuatro cubículos y los otros tres estaban ocupados.

Mientras evacuaba, vio una sombra pasar frente a ella, acompañada de un taconeo. No le dio mucha importancia. Seguido a ello, dos sombras más junto a un ruido de pasos se mezclaron con el sonido del agua que corría en los retretes contiguos.

El baño resulta el mejor sitio para que tus ideas vuelen, para que miles de pensamientos fluyan y para crear miles de situaciones en tu mente.

Así es como llegó a sus pensamientos que realmente no conocía muy bien a Aiden. Desconocían cosas uno del otro, a veces, le restaba la menor atención: pero en aquellos breves minutos, llegó a la conclusión de que aún había cosas que conocer de cada uno, hasta hace pocos días había descubierto que Aiden odiaba el sushi.

Tras prestarle unos minutos de atención a aquellas nimiedades, salió del cubículo y se encontró frente a ella con un mensaje -a modo de pregunta- en el gran espejo del baño, escrito con labial rojo:

«¿También le arruinarás la vida a él?»

De entrada, el mensaje parecía un poco confuso, pero tras leerlo nuevamente, sintió que aquel mensaje era para ella. ¿Para quién más sería, después de todo?

Él ¿se refería a Aiden? una sensación de miedo la invadió. Sintió que aquel mensaje no era muy claro ¿Quién era "él"? El mensaje se prestaba para muchas interpretaciones. Con sus manos temblorosas, sacó su teléfono celular del pequeño bolso que llevaba en sus manos y tomó una foto al espejo, aunque en el espejo ella se veía reflejada, el mensaje se podía leer claramente.

Asustada, miró a los otros cubículos; uno de ellos seguía ocupado, los demás estaban vacíos y con la puerta ligeramente abierta.

Salió a paso rápido del baño, esquivó personas y se sentó en la mesa reservada en donde Aiden miraba hacia la pista de baile. Luego centró su atención en la recién llegada y le dedicó una sonrisa.

-¿Todo en orden? -quiso saber Aiden.

-Sí -respondió ella, con una sonrisa forzada.

-No lo creo, luces... te noto extraña ¿estás segura de que estás bien?

Aiden se levantó de su silla, se acercó a ella y la tomó de las manos.

-Dime la verdad -pidió el hombre, insistente.

-En realidad no me siento bien, quisiera irme ya.

-No llevamos mucho tiempo aquí ¿ya quieres irte? -protestó él.

-Lo sé. -Brittany lo besó en los labios-. Lamento arruinar tu celebración, pero... quiero ir a casa, luego te compensaré.

Él asintió frustrado e hizo que la chica se levantara de la silla.

Cruzaron a través de la ola de personas que llenaban el lugar y, ya en la calle, esperaron a por un taxi para que Brittany llegara a su casa y luego, él iría a la suya.

≪ •❈• ≫

A la mañana siguiente, tan pronto abrió sus ojos, sintió que la habitación se mecía de un lado para otro y sentía que su cabeza estaba por explotar, sentía como si algo dentro de su cabeza golpeara las paredes de su cráneo protestando por salir.

La noche anterior, le había dejado una sensación extraña; aquel mensaje en el baño seguía dando vueltas en su cabeza, por un momento, la compañía de su novio le hizo olvidar ese altercado, pero en su mente, daban vueltas y vueltas muchas preguntas ¿pudo ser una broma? ¿Quién bromearía de esa forma? A la única persona a la que podría hacerle daño sería a Aiden. ¿Tal vez a Theo?

Mandó sus manos a su cabeza como si sintiera una terrible jaqueca. Aspiró fuertemente el aire de su habitación, soltó un suspiró y de un brinco se levantó de su cama.

Se levantó más temprano de lo usual, entró al baño y tomó una ducha con agua caliente. Miles de ideas pasaban por su mente mientras el agua caía por su cuerpo. Si cerraba los ojos, más le invadían aquellas situaciones en las que no quería pensar. Salió de la ducha, se vistió para ir a la universidad y bajó a la primera planta.

Al bajar, pudo notar el silencio que invadía el recinto, se quedó mirando hacia un gran cuadro de Jackson Pollock que descansaba junto a la chimenea: -un montón de manchas entrecruzadas de colores vivos sobre una base de manchas a blanco y negro-. Nunca pudo entenderla; aun así, se trataba de una costosa obra de arte abstracto que le daba a la sala de estar un aire moderno y fresco. Podría tratarse de un día común y corriente; sin embargo, algo no marchaba bien y así lo sentía. Tomó hacia su derecha y se sentó en la isla que separaba la cocina del comedor.

-¡Oh cariño, lo siento tanto! -exclamó Alicia, la madre de Brittany, una mujer que surcaba los cuarenta, vestía bastante estilizada y elegante para tratarse de un día viernes.

-No entiendo -soltó Brittany, confundida, mirando hacia su lado izquierdo por donde había aparecido su mamá.

-Estoy buscando mi cuaderno de diseños, parece que en el viejo estudio no se encuentra -habló, como si no hubiese escuchado a su hija-. Recuerdo que lo saque anoche cuando vinieron los Warren, pero... -Se tocó la cabeza como si tuviese dolor de cabeza-. Esta mente mía, a veces me traiciona. Britt, cariño, supongo que esperas a que Cecile te sirva el desayuno; me temo que ha sufrido un infarto esta mañana, la ambulancia vino y se la llevó al hospital. Tal vez no escuchaste la ambulancia porque estabas dormida o duchándote.

-¿Qué? -preguntó nuevamente, debía aterrizar a la realidad-. Espera, ¿está bien?

-Un infarto. Eso dijeron y no sé cómo se encuentra, seguramente está con su familia, imagino que con ella en el hospital -La mujer se encogió de hombros-. De cualquier forma, prepara tu desayuno y ve a la universidad.

La mujer se acercó y le plantó un beso en la frente.

-Hay una exhibición en el centro en una hora, es una pena que tengas clase -agregó Alicia, mientras bebía un poco de café-. Acabo de prepararlo, por si gustas. Solo no olvides desayunar, necesitas energía para el examen.

Brittany recordó que tenía un examen a la tercera hora, sonrió a su madre y se acercó al refrigerador. Las provisiones estaban escasas. Le diría a su madre más adelante que hacía falta abastecer el refri. Pensó en beber un poco de leche, pero luego optó por el café que bebió su mamá.

-Pierde cuidado, comeré algo en la universidad -le respondió Brittany, terminando el café de un solo sorbo.

Marcó a sus amigos, pero ninguno contestó. Necesitaba desahogarse, contarle a alguien lo de la noche anterior. Mandó un mensaje a Marion para contarle lo sucedido y tras unos minutos, no obtuvo respuesta y sin tiempo que perder, se dirigió a la universidad.

≪ •❈• ≫

Casi llegando al edificio una notificación de WhatsApp llegó a su smartphone, al instante, no le dio importancia. Esperó hasta estar en el salón de clases para verlo. Un corto mensaje de Marion que le dejó una gran sensación.

«hablé con los chicos, nos vemos en Verve. Hasta la noche».

Sonrió para sus adentros. Solo tendría que lidiar con la rutina del día y aquel examen que tendría en unas horas.

El tiempo tiende a pasar lento cuando estás ansioso, cuando necesitas ir a un baño y/o cuando recibes una noticia y debes lidiar con ella. Esa semana, Brittany era un manojo de nervios, no solo tenía que lidiar con la "semana de exámenes", sino que últimamente no veía a Aiden. Temía que la relación se enfriara o que él descubriera algún aterrador secreto y la mandara a volar.

-¿Me escuchaste? -preguntó una chica de lentes y cabello corto.

-Lo siento, estoy un poco... -se disculpó Brittany.

-Distraída -le interrumpió su compañera-. Puedo notarlo.

Brittany asintió.

-Te pregunté si me podrías prestar tus apuntes de la clase del maestro Peters, en el examen no me fue bien.

-Entiendo, siento que no me fue tan bien como esperaba. -Revolvió entre su mochila y le pasó un cuaderno argollado-. No sé si te sirva, pero...

-Gracias -contestó su compañera, mientras recibía el cuaderno-. Una chica me ha dicho que tienes buenos apuntes. -Sonrió su compañera y reveló una dentadura perfecta.

-Ya -contestó Brittany, casi sin ganas y desvió su atención a su teléfono, que acababa de emitir un pitido-. Debo atender -terminó exhibiendo su celular.

«Estamos en Tam O'Shanter, te esperamos».

Un mensaje de Eugene Thompson: el padre de Brittany. No entendía cómo pudo escribirle si se suponía que estaba fuera de la ciudad y lo que más le llamaba la atención, era el hecho de que la citaran en su restaurante favorito en la ciudad.

Brittany sabía que sus padres no contestaban mensajes de WhatsApp; había chats que duraban días sin ser contestados. Sin cuestionarse el porqué de su mensaje, respondió con un: «ahí estaré». Sonrió, pues pasaría tiempo con sus padres y ella cumpliría con la cita. ¿Cuándo fue la última velada entre padres e hija? No lo recordaba y no reparó mucho en ello. Así que decidió asistir, después de todo, las cosas con Aiden... después pensaría en ello.

Había mensajeado a Aiden para almorzar juntos, pero nunca contestó. Supuso que estaría pasando hojas de vida o lidiando con algún asunto familiar; no pensó demasiado en ello, tomó un taxi y se dirigió al destino que le había mencionado su padre.

Tam O'Shanter a simple vista se veía como una rústica cabaña de las montañas en medio de la gran ciudad; una combinación fuera de lo común. Su aspecto campestre era muy atractivo y, por supuesto, contaban con comida deliciosa. En su interior, se veía mucho más moderno, sin perder esa esencia de lugar campestre.

En una mesa al fondo del restaurante se encontraban Alicia y Eugene, los padres de Brittany, con su porte refinado y pulcro que los caracterizaba. Ella parecía contarle algo, pero en cuanto vio a su hija, terminó su intervención hacia su esposo.

-¡Qué gusto tenerte aquí para almorzar! -expresó Alicia, con una sonrisa y se levantó ligeramente para plantar un beso en la mejilla de Brittany.

-Debo decir que me ha sorprendido que hayas contestado el mensaje -agregó el señor Thompson-. Me alegra bastante, nos alegra bastante a tu madre y a mí -continuó con una sonrisa, para luego levantarse de su silla, besarla en la mejilla y apretarla hacia su cuerpo en un abrazo.

-Realmente iba a comer algo con Aiden, pero no me ha respondido -explicó Brittany, sentándose junto a su padre.

-¿Todo está bien entre los dos? -cuestionó Alicia.

-Sí -contestó secamente-, eso creo. De todas formas, pasar tiempo con ustedes es bueno de vez en cuando, casi nunca tienen tiempo.

-Oh, hija -comenzó a hablar Eugene-. Han cancelado la celebración de cumpleaños de Rita, la pobre se ha enfermado ¿puedes creerlo? Enfermarse en tu cumpleaños debe sentirse...

-Terrible -le interrumpió Brittany con ironía.

-Exacto -continuó él-. Aun así, no alegra tenerte aquí. Tu madre se ha escapado de la exhibición.

-Al parecer durará un poco más -intervino la mujer-. Pero nos dieron un espacio para comer algo, así que decidí llamar a tu padre y le dije: cariño, escríbele a Brittany, tal vez se anime a acompañarnos.

-Y aquí estoy -dijo Brittany, con una sonrisa forzada-. En la noche me veré con los chicos.

-Bien -soltó Alicia, dándole un sorbo a su bebida.

Un mesero se acercó a la mesa para pedir la orden de Brittany.

-Nosotros ya hemos pedido, cariño -habló Eugene-. Pide el filete, dicen que está para chuparse los dedos. Le hemos dicho que tú vendrías, así que lo traerán todo el pedido al mismo tiempo.

Brittany asintió y siguió el consejo de su padre. Alicia, nuevamente tomó la vocería para continuar con su relato. Le comentó a su esposo e indirectamente a Brittany, acerca de la exposición, la mujer señaló que, el evento marchaba a las mil maravillas; sin embargo, una chica se cayó en el escenario. Al parecer se había enredado con su vestido -y según comentaba Alicia-, ni podía caminar bien.

La velada transcurrió mejor de lo que Brittany esperaba, el señor Thompson también había pedido filete de res y su esposa había optado por comer pollo. En algunas ocasiones, dejaban de comer para hablar sobre algún tema diferente: acerca de su agenda en los próximos días y sobre las vacaciones de navidad que muy pronto se acercaban. ¿Cuánto tiempo faltaba para ello? «Tres meses exactos», reparó Brittany, mientras engullía su comida.

≪ •❈• ≫

Brittany llegó hasta Verve: el café favorito de ella y sus amigos. Sobre la Avenida Melrose estaba su destino; bajando del taxi, pudo ver la cantidad de personas que entraban y salían del lugar. Éste contaba con dos áreas: la interna y la externa. La segunda, para aquellos que disfrutaban de beber café al aire libre. Una mesa en el área externa se encontraba ocupada por Marion y Erin. Brittany se acercó y las saludó efusivamente con un beso en la mejilla.

-Theo está trayendo las bebidas -avisó Erin.

-¿Qué ha pasado? -quiso saber Marion-. Llamaste insistentemente a cada uno y... según el mensaje que me enviaste, decía que es algo importante.

Brittany asintió, mientras ocupaba una de las sillas, quedando en medio de ambas chicas. Mientras Theo llegaba, ella preguntó a Marion sobre su exposición de la graduación; según comentó, la policía estaba trabajando arduamente en la búsqueda del culpable de dicho crimen y que asistiría a la ceremonia de graduación, luego de haber expuesto convincentemente cada uno de sus pinturas, sin importar que estuviesen arruinadas.

-El resultado fue excelente, les gustó la técnica, los colores... todo en conjunto, me cuesta creerlo. -Marion sonrió con timidez-. Puede que haya sido un drama, pero quien haya hecho eso, debe pagar ante las autoridades, ante mí. Con un trabajo así no se debe bromear.

-Lamento la tardanza -expresó Theo, llegando a la mesa con una bandeja que contenía cuatro bebidas calientes-. Te pedí un amaretto -indicó, dirigiéndose a Brittany y tras dejar las bebidas sobre la mesa, la saludó cortésmente con un beso en la mejilla.

-¿De qué se trata todo esto? -preguntó Erin-. Realmente me preocupa.

Brittany sacó su teléfono celular y exhibió la foto a sus amigos, mientras explicaba de qué se trataba.

-Encontré este mensaje en el baño de chicas en la disco a la que fui con Aiden, no había nadie más en el baño, o bueno... había un baño ocupado y vi varias chicas entrar, pero... de una u otra forma, siento que el mensaje iba para mí.

-¿También le arruinarás la vida a él? -leyó Marion y le lanzó una mirada escéptica-. ¿Arruinarle la vida a quién?

-¿Aiden? -agregó Theo, y tomó un sorbo de su café.

-Eso es lo que no sé, es la única opción que tengo a la mano, no trato con muchos chicos de la facultad y mi otra opción es...

-Yo -pronunció nuevamente Theo y se cruzó de brazos.

-No te haría daño, no te haré daño -enfatizó Brittany, quien notó como Theo no dejaba de mirarla cruzado de brazos-. Sé que en el pasado estaba con muchos chicos, llevaba una vida de libertinaje, era consentida, era una arpía, era...

-Una perra sin corazón -le interrumpió Marion y ante la mirada inquisitiva de Erin, alzó los hombros.

-Lo sé. -Suspiró Brittany-. Pero a lo que voy es que... cambie tras el juicio de Duncan y con la llegada de Aiden, me he esforzado por ser una mejor versión de mí misma.

El grupo quedó callado al ver como Brittany pronunció el nombre de su ex amigo recluido en prisión y no dijeron nada. Hasta que Erin rompió el silencio.

-Si crees que alguien te quiere sabotear deberías llevar esa foto ante la policía.

-¡No! -contestó automáticamente-. Averiguaré por mi cuenta, pueda que parezca una broma, pero no es así. Siento que no es así, así que... -Brittany alzó los hombros-. Debo intentarlo, así parezca paranoia o solo una tontería.

-De todas formas, sabes que cuentas con nosotros, eres nuestra amiga -dijo Marion.

Brittany desvió su mirada a Erin y esta sonrió, miró a Theo y él asintió. No sabía con certeza de qué se trataba esa curiosa foto, pero sabía que contaba con la ayuda de sus amigos y llegaría hasta las últimas consecuencias sobre su origen.

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