"toc-toc"

En la habitación se podían escuchar los golpes a la puerta.

—Shu, más te vale que salgas—gritó alguien mientras golpeaba más fuerte la puerta—no puedo creer que hayas tenido el descaro de haber traído un niño alfa, eres un Omega dominante inútil, con qué derecho haces algo sin preguntar.

El joven se fue levantando lentamente ignorando las palabras que gritaba.

—¿Dónde mierda estoy?—comentó viendo hacia todos lados encontrándose con un niño abrazándose a él, como si tuviera miedo a que me alejará—¿no se supone que estoy muerto?—susurro, para pellizcarse la mano en un intento de comprobar si era real o un sueño.

—Si me sigues ignorando no va a terminar en una simple paliza—volvió a gritar aquella persona—dios, ni siquiera me sirve como omega para casarte, con tu cuerpo—suspiró el joven tenía un cuerpo desarrollado para ser un omega y eso complicaba la búsqueda de pareja y más si el contrario se negaba.

—eso dolió—sobo su mano en donde se pellizcó—y esa vieja loca quien se cree—suspiró levantándose a abrir la puerta, pero antes de llegar, pudo ver su reflejo en el espejo—no mames—se acercó lo suficiente para ver todas sus facciones—Que carajos, no me digas que esto es una reencarnación—comentó sarcásticamente—muy gracioso, seguro estoy alucinando.

El joven se acercó y al abrir la puerta una señora mayor de ojos azules y pelo negro lo miró con desdén.

—devuelvelo de donde lo encontraste—comentó refiriéndose al niño que se encontraba en su cama.

—¿por qué lo haría?

—Shu Sasaki, ¿crees que algún alfa te aceptará con un niño?, ya me complicas las cosas al ser un omega dominante con un cuerpo desarrollado, que hace sentir inferiores a algunos alfas, no sigas agregando problemas.

El joven frunció el ceño, no entendía muy bien la situación pero no quería abandonar al niño, no cuando se había aferrado a él con tanta inocencia.

—No lo haré—afirmó.

—Shu...—la señora suspiró y miró al joven frente a ella—vete, ni siquiera eres mi hijo, eres un bastardo nacido del engaño de tu padre, así que vete y no vuelvas a pisar está casa.

—eso haré—comentó, pero la verdad no sabía en dónde estaba y ahora sería echado, lo único que entendió es que por más loco que sonara esto era una reencarnación.