Maldito Bosque
El vestido blanco de Marina está todo sucio y harapiento, ha sido desgarrado por los espinosos arbustos del bosque prohibido. No debió haber entrado a esos parajes, pero lo único que le quedaba se había perdido en ese oscuro y terrible lugar.
-¡Tonito! -dice Marina en gritos que desgarran su garganta- ¡Tonito...!
Ya casi no le quedan fuerzas para continuar, la larga caminata durante la noche han consumido casi toda su energía. Mira hacia arriba y a través de las ramas de los árboles percibe que se acerca el amanecer. Se dispone a gritar una vez más cuando llega dónde un enorme árbol centenario. Lo que buscaba está frente a ella colgando de un largo hilo baboso que lo envuelve.
-¡Tonito! -dice y se echa a correr en su ayuda.
Corre lo más rápido posible utilizando sus últimas energías. Casi logra darle alcance, pero una araña gigante se interpone en su camino. Su imagen se refleja en los disímiles ojos de la araña quedando perpleja por unos segundos, pero la imagen de su querido hijo victimizado por ese terrible monstruo la sacan de su estupor y lentamente se agacha recogiendo un pedazo de madero como arma, tiene una de sus puntas filosa.
Tonito se despierta desorientado, mira de un lado a otro y cuando ve a su madre grita y se sacude pidiendo ayuda. Al moverse los hilos dan aviso a la araña y está se abalanza hacia él, pero Marina la ataca sin miedo enterrando su arma en los ojos del monstruo que se retuerce de dolor.
Marina desata a su hijo con rapidez y juntos emprenden una fuga desesperada.
-¡Corre Tonito, corre! -dice Marina sin dejar de mirar atrás como la araña se deja de retorcer y les comienza a perseguir- ¡Corre hasta que lleguemos a los límites del bosque, pronto amanecerá y estaremos a salvo!
-Mamita, tengo miedo -dice el pequeño niño con lágrimas en los ojos.
Marina lo toma de la mano y corre ayudándolo a ser más rápido. Solo unos metros más y estarían a salvo, libres de aquella pesadilla. Ya están cerca de la libertad cuando algo tira de uno de los pies de Marina. Un hilo pegajoso la agarra y la comienza a jalar a los colmillos de la araña.
-¡Mamá! -dice Tonito sin saber que hacer.
-No regreses Tonito -dice Marina con lágrimas-. ¡No regreses, huye! Yo te sigo bebé... ¡Corre!
Tonito la mira, ve la determinación de su madre a que cumpla lo que le pide, y sin mirar atrás corre hacia los rayos del sol, a su salvación mientras Marina deja que su hijo se marche con la esperanza de volverla a ver.
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