Despertar
—Sabes perfectamente que esa bruja nos maldijo y te lo tomas con absoluta calma.
Mi amiga ya empezó a reclamar otra vez. Hoy me sentía especialmente agotada. Habíamos recorrido ya medio continente en medio año, sin hallar ningún rastro del hijo del demonio. Éramos un grupo de mercenarias comunes y corrientes hasta toparnos con la bruja, quien nos encargó la tarea de encontrar al hijo de un demonio cuyo nombre ya olvidé, mientras nos ordenaba esto, nos lanzó alguna clase de hechizo que nos advirtió que no desharía hasta que cumpliéramos nuestro deber.
—No le veo la desventaja a ser invencible cada vez que peleas, no creo que sea exactamente una maldición, Vanesa —le expliqué en tono cansado.
—Algo nos posee cada vez que nos ponemos a luchar, no es algo normal. Nosotras siempre supimos defendernos, pero ahora cuando percibimos algo de amenaza, nos transformamos en algo más.
Su mirada estaba cargada de preocupación.
—Por eso vinimos aquí, para buscar ayuda. Espero que la aprendiz pueda ayudarnos. Por cierto, ¿dónde están las demás?
Éramos un grupo de cinco, Vanessa, las gemelas, Tamara y yo. Las gemelas estaban siempre encima de Tamara.
—Bueno... —Vanesa se ruborizó repentinamente. —Las gemelas se fueron con Tamara a un cuarto, cuando fui a verlas escuché sonidos extraños, así que vine sola. Bajó la mirada con vergüenza, pobre chica.
Me impresionaba el hecho de que las gemelas aún no se aburrieran de Tamara, ya habían hecho que una compañera desertara antes, pero hacía dos años ya que seguían en ese trío amoroso, por lo que quizás Tamara había domado a las gemelas, que por cierto podían ser insaciables, recuerdo que se amanecían con Carla, pero todo se complicó cuando comencé a gustarle a Carla, quien finalmente decidió irse. Pero gracias a ella supimos de la aprendiz que nos podría ayudar.
—Iré por unos tragos, ¿vienes? — Me preguntó Vanesa. Negué con la cabeza, estaba cansada, no tenía ganas de "ir de cacería". Cada vez que Vanesa escuchaba a las gemelas y Tamara gemir de placer, iba a buscar un amante con quien pasar la noche, no importaba si era hombre o mujer, lo hacía para quitarse la imagen mental de las gemelas, me confesó una vez. Quizás Vanesa quería estar en el lugar de Tamara, pero estoy segura que eso no funcionaría.
Al día siguiente, desperté desnuda con Vanesa y otras dos chicas en la cama. Me senté en la orilla de la cama tratando de recordar. Me dolía un poco la cabeza, pero me esforcé para recordar. Vanesa entró en medio de la noche a mi cuarto, con estas dos chicas, venía con una botella que según las chicas contenía afrodisíaco, antes de que pudiera negarme, Vanesa me hizo tomar un trago a la fuerza, luego me besó. El líquido calentó mi garganta y el resto de mi cuerpo.
—¿Así que esto es lo que quieres, Vanesa? — la besé otra vez. Ella simplemente se aferró a mí, se sentó encima mío y siguió besándome, hasta que logró arrancarme la poca ropa que tenía, yendo directo a mis pechos, chupando suavemente mis pezones, arrancándome suaves gemidos contra mi voluntad.
—Esto es lo que siempre he querido — siguió succionando con devoción mientras su mano bajó a buscar esa humedad que crecía en mí. En ese momento noté que las otras dos chicas estaban en lo suyo justo al lado nuestro.
No quería seguir recordando. Vanesa seguía durmiendo, mientras la observaba volvían los recuerdos nubosos sobre mí.
—Te amo —me dijo, mientras sentía su cuerpo ardiendo bajo el mío, mirándome fijamente a los ojos. —Siempre había querido decírtelo. — Por toda respuesta la besé profundamente, deleitándome en su boca, mientras hundía mis dedos en esa cavidad asombrosamente húmeda. Separé nuestros labios levemente, y murmuré: —También te amo Vanesa, amo cada parte de ti.
Me llevé una mano a la boca, como si pudiera callar lo que dije la noche anterior. Obviamente estábamos bajo el efecto del afrodisíaco, ¿pero si todo era verdad?
Como no sabía si Vanesa iba a recordarlo todo, desperté suavemente a las chicas, que aceptaron irse silenciosamente. Parecían divertidas con mi preocupación.
—Algún día nos agradecerás lo que hicimos por ti —dijo una entre risillas.
—A veces no te das cuenta de que lo que necesitas está justo frente a ti —dijo la otra.
—Sí, sí, ya entendí, ya váyanse —contesté malhumorada. Y como por arte de magia, apenas se cerró la puerta tras ella, Vanesa despertó. Por suerte me había vestido.
Me sonrió dulcemente, de una manera que jamás lo había hecho. Como tampoco jamás me había afectado hasta ahora, algo se removió en mi interior, su sola mirada me conmovió.
—Si intentas aparentar que nada ocurrió, no insistas —me dijo —No me arrepiento de haber liberado mis sentimientos— me miró de la cabeza a los pies y se rió.
—¿Por qué estás tan lejos, me tienes miedo?
Me acerqué y me senté en la esquina de la cama, lo más alejada posible. La confianza con la que hablaba Vanesa me asustaba. Yo no me sentía segura sobre lo que sentía para nada.
—Pero, ¿no te duele la cabeza? —le pregunté. Nuevamente fijó su mirada en mí, aunque siempre lo hacía, ahora me ponía nerviosa. Era como si hubiera liberado algo en mí que estaba enterrado profundamente en mi alma.
—No, ya he tomado ron con afrodisíaco antes, ya no me afecta como al principio. Anoche estaba un poco borracha y no medí las consecuencias. En realidad nunca pensé que tendría el valor de hacer lo que hice anoche. Pensé que debía ir a una taberna más lejana a ti, pero no pude o no quise. Siempre te quise, pero, hace un tiempo, me di cuenta que estaba enamorada de ti, ya no era solo admiración, era deseo, ya no era sólo mirarte, era contemplarte con placer. Incluso algunas veces soñé contigo... — bajó la mirada ruborizada antes de continuar —...pero tú seguías actuando como siempre, cuidando de mí, como si fuera tu hermana.
—Pero no lo eres —le dije, acercándome a ella instintivamente, para finalmente poder posar mi mano en su mejilla. Miré sus ojos llenos de amor un rato que me pareció eterno, mientras mi mano se movió repentinamente a su cuello, y la empujé hacia mí para besarla. Siempre me había negado a enamorarme, pero no pude evitar amar a Vanesa. Siempre intentando cuidarla, ya sea de los peligros de ser mercenaria o las demás personas, siempre estuve ahí para ella, así como ella siempre me respaldó en cada decisión que tomaba. Es la compañera que siempre quise, ¿qué estaba esperando, a qué le temía? Nos separamos con la respiración agitada, el corazón latiendo furiosamente. Entonces lo dije.
—Te amo Vanesa, perdóname por ocultarlo.
Apoyé mi frente contra la suya tiernamente. Me sentía feliz. Era como si mi pecho se desbordara, una sensación extraña. Vanesa sonreía también.
—Lamento que nuestra primera vez haya sido así, pero realmente lo disfruté — se disculpó. Yo me reí.
—Entonces debemos hacer recuerdos que superen lo de anoche.
La miré con lascivia. Mordísu cuello, haciéndola gemir despacio. Me quité la ropa de un tirón, memolestaba. Contemplé el maravilloso cuerpo de Vanesa. Quería fundirme en ella,ahogarme en su olor, su sabor y sudor. Quería que fuéramos una, y así fue. Yanos preocuparíamos de la misión más tarde. La vida es muy corta como paradesaprovechar la oportunidad de hacer el amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro