XI
Era Víctor, Yuuri lo sabía, estaba en el cuerpo de Víctor, viendo lo que veía, sintiendo aquello que su alma no decía. Desde el nacimiento, hasta su final.
Viviendo aquellos últimos momentos de su vida, y los hechos que lo marcaron de por vida.
Un alma pura, un ser extremadamente hermoso, el más hermoso que pudo conocer.
Con todo aquello que el ansió tener en su vida.
Pero con una vida extremadamente dura.
Huérfano, sin recuerdo alguno de sus padres. Adoptado por una adinerada familia que vio en él la copia del hijo que perdieron.
Obligado a ser alguien perfecto, de aquí para allá, en un mundo caro de personas pobres, pobres de alma, pobres de corazón, pobres de afecto.
Tuvo un par de amigos, algunos seres que le brindaron su amistad sincera incluso en los peores escenarios. Pero Víctor no estuvo conforme con ellos, desconfió de ellos, no los valoro a ellos. Vendado por un mundo de oscuridad e hipocresía, no logro reconocer lo falso de lo verdadero, aunque no tenía verdadero amor de sus nuevos padres, que lo convirtieron en la marioneta de su conveniencia, tenia tíos y pocos amigos que le amaban.
Pero no estuvo conforme. Porque también dentro de sí no estaba conforme. Dentro de su ser, ese hombre de intensos ojos azules se odiaba. Odiaba el mundo en donde nació y creció, aquel mundo que le impidió cumplir sus sueños, y a sí mismo por no poder lograr luchar por ellos. Y Yuuri conocía muy bien ese sentimiento de frustración, lo conocía bien porque él vivió ello.
Le grito para que abriera los ojos, que despertara y observara bien a su alrededor, que aunque no lo viera tenia gente que le amaban gente que podría ayudarle, gente que solo necesitaba de su aprobación para entrar a su pequeño mundo, pero era capaz de saltar océanos enteros con el fin de ayudarlo.
No estaba mudo como él.
No era un cobarde igual que él.
Fue una noche de primavera, estaba solo en su habitación, Yuuri entonces escucho ese pensamiento, ese macabro y oscuro pensamiento que se volvió una intensidad dentro de Víctor, no escuchaba nada, no sentía nada, no reaccionaba solo se movía por instinto, se decía que no tenía nada más y que no tendría que perder nada, pues de igual modo nadie le iba a extrañar.
Víctor lo ansiaba, estaba cansado de esa vida no quería seguir en mundo donde no tenía nada ni nadie, donde no se amaba ni lo amaba nadie, donde su voz nadie la escuchaba. Ya no quería sufrir, por eso su vida fue arrebata, pero nada más que por sí mismo. Tomo el cuchillo entre sus manos, y observo largamente sus muñecas, sin dudarlo más avanzo y corto las venas, la sangre corrió lentamente, y su fuerza se iba con ellas, cerrando los ojos para dejarse caer tranquilamente en la oscuridad.
Yuuri gritaba, lloraba y gritaba. No quería que su amor abandonara su vida así, no cuando tenía tanto porque luchar, tanta que iba abandonar tan sencillamente, no era como él, pues su vida fue arrebatada por un evento desafortunado. El podía luchar, pedir ayuda y luchar.
Pero escogió el camino fácil.
Decidió abandonar todo y a todos.
Sin importarle el dolor que causaría.
No la compartía, no lo entendía. Aunque tenían el mismo tipo de resentimiento por no haber llegado a cumplir lo que deseaban, no lo aceptaba, su deseo por vivir era todo, y ese abandono solo le demostró que era débil, tan débil como él, y le dio asco.
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