Fue solo un instante.

Un desliz.

Un deseo.

Ambos se amaban, no tenía nada de malo que aun siendo almas intentaran demostrarse su amor por medio de gestos, eran humanos, no era nada malo. Solo un roce más allá de sus manos.

Solo un pequeño roce de sus labios.

Nada más allá de eso.

Pero suficiente.

Todo se oscureció, todo se torno frio.

Fuertemente fueron separados, cada uno hacia un extremo, ambos volaron a través de las nebulosas del recuerdo, recuerdos nada gratos, recuerdos de una muerte segura, de un pasado nada lejano, de un triste momento. Pero no eran sus propias muertes, no, eran las ajenas, la del ser que le fue conectado a través de un beso hacia lo más apartado de su ser, aquello que mantuvo escondido en lo más oscuro de su alma. Un recuerdo que no quería recordar en ese momento de luz.

El producto final de su completa unión.