No sabía cuánto tiempo había trascurrido. Yuuri sentía morir por muy irónico que sonase, vagaba y vagaba, por aquel espacio de luz infinito, y tal como su nombre, por más que lo recorriera no alcanzaba a ver nada, a escuchar nada, a sentir nada. Estaba solo en un espacio desconocido sin saber qué hacer, quería llorar pero las lágrimas no salían, su pecho conforme caminaba parecía oprimirse aun más desde que llego a ese horrible lugar.

¿Acaso era una especie de castigo por algo que hizo o no hizo durante su corta vida?

No llego a cumplir los 24 años.

No se caso, no tuvo hijos, nunca pudo declararse a su amor de la infancia, no pudo agradecerle a su madre y padre por todo lo que hicieron, no pudo consolar ni ver a su hermana pisando el altar.

Nunca pudo... decirles lo mucho que los odiaba por la decisión que ellos tomaron arbitrariamente por él.

Nunca pudo.

Ni podría.

Incluso en la muerte, alguien podría cargar con tal resentimiento, incluso para seres tan queridos como lo fueron su familia.

Porque eso nunca fue lo que él quiso.