𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈
Capítulo número dieciocho.
Kala. 29 de octubre del año 2023.
— Lo sé —responde después de un largo silencio, donde he reprimido el llanto hasta más no poder, mordiendo mis uñas.
— Debemos hacer algo, y ya —digo serena pero, mi voz me delata, y dejo descansar mis manos—. Basta de pérdida de tiempo, Nick, debemos encontrar el lugar ya. —manifiesto en una orden, y escucho cómo suspira sonoramente.
— Está bien Ashley. —vuelve a sonar sin una pizca de broma—. Mañana nos ponemos de acuerdo.
— Perfecto. Hasta mañana.
— Hasta mañana princesa. —se despide en un tono de voz suave, distante, monótono y extraño.
Eso provoca que frunza un poco el ceño.
— ¿Nick? —menciono su nombre con voz baja.
— ¿Mjm?
— ¿Qué ocurre?, ¿Por qué no hay ninguna broma? —señalo, y frunzo más el ceño cuando escucho otro suspiro de su parte.
— Prefiero no hablar de eso Campbell, tal vez mañana mejore. —responde en el mismo tono extraño y noto que respira atropellado.
— Vale... Entonces hasta mañana Nick.
Dicho esto, la llamada se cae.
Qué extraño.
***
Kala. 30 de octubre del año 2023.
Después de haber ido al gym —sin muchas ganas—, y de haberme dado un tiempo para poder relajarme y no pensar a lo loco, he decidido contactar a Nick, ya que no puedo perder más tiempo. Necesito hallar cuanto antes más respuestas, ya que hay cosas que no encajan.
¿Por qué el difunto hijo de Gill, Zay Miller, querría que su hermano muriera?
No entiendo.
Son las 8:23 de la mañana, hace más frío que antes y por ello me he puesto algo más abrigado; unas botas largas negras con algo de terciopelo en el borde, y una blusa negra del mismo tipo, con un pantalón negro, y guantes del mismo color.
Salgo con mi expresión algo contraída, ya que todavía me afecta lo de Gill, y su, frío corazón.
— Buenos días Campbell.
Levanto la vista a penas escucho a Stefany saludar, y le regalo una sonrisa pequeña cerrada.
— Buenos días Stef —avanzo hasta la isla—. ¿Cómo amaneciste? —pregunto mientras coloco mi móvil con el monedero de pierna sobre dicho lugar, y tomo asiento.
— La verdad, preocupada —noto el tono de voz con desgana y como mismo ha dicho; preocupado—. Anoche te... —hace una pausa dudosa de lo que va a decir, y le hecho una mirada atenta—. Anoche te escuché llorar.
Se gira completamente y me mira con las cejas undidas.
«Maldición... Me escuchó».
Muerdo mi mejilla por dentro con fuerza, trago en seco ante el nudo en mi garganta, y pido que las lágrimas que amenazan por salir no lo logren.
— Nunca tuve un caso, así —dejo escapar el aire agitado en lo último, y aparto la vista hacia la pared transparente que da hacia el patio de atrás.
— Siento que te afecte —sige con ese tono preocupado, y cierro los ojos hasta arrugarlos.
— Pero ya —me giro de golpe con una sonrisa falsa esbozada— estoy mejor y Nick y yo vamos a encontrar lo necesario hoy. —sigo sonriendo.
La pelirrubia sonríe triste con franqueza, sus cejas undidas y su expresión de antes.
— Va-vale —tartamudea en un tono extraño, y frunzo el ceño.
— ¿Qué sucede? —inquiero observando su expresión, la cual está asustada.
«¿Asustada?»
— Nada, nada... —ríe sin ganas para luego darme la espalda.
Me estrecho de hombros, y decido esperar a que mi desayuno esté listo, antes, le envío un mensaje de WhatsApp a Nick Wilson, para ponernos de acuerdo.
YO: Buenos días Nick. Espero que estés bien.
Envío el primer mensaje y cuando aparecen las dos palomitas grises, decido copiar el otro;
YO: Disculpa por escribir tan temprano, pero debemos ponernos de acuerdo.
Justo cuando envío el mensaje, aparece debajo del contacto del pelirrojo; escribiendo.
ÉL: Buenos días cenicienta. Estoy mejor como te dije que estaría (carita sonriente)
No puedo evitar sonreír por lo bobo que suena eso.
ÉL: Nos vemos en la dirección acordada, el camino por donde Kales Miller fue en auto. A las 9:20, en la fábrica vieja preciosa.
Ruedo los ojos divertida.
YO: Vale. Nos vemos.
Cierro el móvil, y al ver sobre la isla mi desayuno, no tardo en comerlo.
***
Piso el freno frente a la fábrica, y allí veo la misma moto Kawasaki Onda H2R negra, y como antes, sin Nick por ninguna parte. Solo hasta que apago el auto después de salir, camino hacia la moto ya cerca, y es que veo al pelirrojo salir por la puerta de dicha estructura antigua.
Me regala una sonrisa ladeada con su cara de relajado de siempre, y le devuelvo una espontánea cerrada.
— Buenos días. —saludo acercándome con ambas manos en los bolsillos de mi abrigo negro, y largo.
— Buenos días cenicienta —saluda en su tono divertido de siempre y ante el apodo, suelto una risita leve—. ¿Qué? —inquiere alzando ambas cejas.
Luego se aparta del umbral de la puerta oxidada, y niego ligeramente como respuesta. Se acerca más a mí, hasta que estamos a unos menos de un metro.
Clava sus ojos verdes claros en los negros míos, y por un momento, me vuelvo a perder en ellos. Frunzo el ceño ligeramente incapaz de safar ese contacto visual extrañamente, peculiar.
— ¿Lista para un paseo en moto? —pregunta de repente, en un tono juguetón.
Una sonrisa amplia se me escapa acompañada de un “¡Ja!” retante.
— ¿Por qué en tu moto?, ¿por qué no puede ser en mi auto? —manifiesto mirando con vacilación sus ojos, alzando un poco la cabeza y una ceja.
El pelirrojo resopla con una sonrisa ladeada. Por un momento me pillo a mi misma viendo hipnotizada su manzana de Adán, la cual se mueve anunciando que ha tragado grueso.
«¿Está nervioso?. ¿Qué le pasa?»
Sin aviso previo, se echa a caminar con ambas manos en sus bolsillos, con ese caminado de alguien que se cree la gran cosa. Ruedo los ojos negando ligeramente con una sonrisa divertida esbozada, ante lo nene que se ve.
Alza su pierna izquierda por encima de la moto, toma un casco negro, se lo coloca y me ofrece otro, con orejitas de gato en ellas. No puedo negar, que amé ese casco a penas lo he visto.
Con su vista hacia adelante, sigue sosteniendo el objeto extendido hacia mí. Yo ruedo los ojos, lo tomo, me lo coloco, y me monto detrás suyo.
— Sujétate preciosa, o vas a terminar con tu trasero en el asfalto. —informa en un tono divertido y travieso, para luego, con sus dos manos, colocar las dos mías alrededor de su torso, y yo entrelazo mis dedos.
— Esto no es como en las películas Nick —esfuerzo la voz por la razón de que el casco la ahoga—, amo la velocidad.
— Pues vas a disfrutar el viaje nena.
Dicho esto, enciende la moto, y después de lucirse con el sonido de la combustión, arranca a toda velocidad hacia la casa de Kales Miller.
Claro, por la ruta que cogió en le vídeo.
***
¡Hola lectores!
Bookslove701 les agradece que le hayan dado una oportunidad a esta historia corta🖤.
¿A cuántas les gusta la velocidad aquí?=>
Atte:701.
Besitos, esto se está acabando.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro