𝐈𝐈
Capítulo número dos.
Kala. 23 de octubre del año 2023.
Piso el freno del auto frente a la mansión Miller y me doy cuenta de que tenía razón cuando cuestioné que el joven tuvo todo lo que quiso gracias a su trabajo. El cual aún no sé, pero eso solo es cuestión de minutos.
Abro la puerta del auto y la cierro tras mía mientras observo con curiosidad la mansión frente a mí, sin embargo, con los párpados relajados y poca expresión facial.
Hay un jardín enorme a ambos lados y está cercado por mármol, el mismo de toda la casa incluyendo ventanas y techos. Excepto por la puerta que es de un material que no logro definir.
Sin rodeos, miro mi móvil. Ya son las 10:30 de la mañana, hora exacta donde los dueños de la mansión Miller salen a regar las plantas de su jardín.
No por nada me dicen la mejor en lo que hago.
Solo que en esta ocasión mis cálculos parecen fallar, en cuanto mi reloj marca las 10:31 de la mañana y nadie sale por la puerta de material indefinido.
Mi ceño se frunce.
Sin más, me dispongo a dar unos cuantos pasos hacia la puerta del muro que la rodea y chequeo que no hayan cámaras de seguridad activadas para no hacer un escándalo por gusto.
Mientras observo las ventanas del primer piso, algo capta mi vista y la clavo rápidamente hacia donde ocurrió el movimiento; una ventana del último piso, el tercero, donde la cortina se mueve aún con los cristales cerrados.
Había alguien observando.
Deduzco que deben ser el Sr. o la Sra. Miller, por lo que, sin esperar un minuto más, saco mi placa para hacerle saber que no hay riesgo.
Para mi total satisfacción, la cortina vuelve a moverse dejando ver el rostro de una anciana.
Sus cejas están undidas y su expresión deprimente.
Ante eso muerdo mi mejilla. Porque rayos, no sé qué se siente perder a un hijo, pero debe de ser doloroso.
No quiero ser fría ni antipática, pero el tema del amor, pareja, vida feliz, romance, y esas cursilerías son insignificantes para mí. No deseo eso para mi vida. Mas bien quiero dedicarme a tiempo completo a mi trabajo y dejar una huella acompañada con mi libreta personal de notas, donde pueden hacer, como mismo hicieron con mi padre; Un Diario.
Gracias a Dios, nadie ha causado las acciones cursis del estar enamorado, pero si pasara, simplemente lo ignoraría.
No me interesa.
Saliendo de esto.
La anciana asiente en respuesta y cierra la cortina a penas aparta la vista que creo, es para abrirme la puerta. Para mi agrado, la misma se abre y la señora mayor se encuentra parada justo detrás, quien lleva puesto unas ropas cómodas pero no reveladoras. Saca su mano con arrugas y me hace una señal para que entre.
Asiento ante eso mientras abro la puerta de la serca alrededor de la mansión.
— Buenos días Sra. Miller —saludo cordial cuando aún camino en dirección a la puerta, con cautela y sin señales bruscas—. Soy la detective Ashley Campbell —muestro mi identificador nuevamente— y vengo a estudiar el caso de su hijo.
Cuando me encuentro frente a las escaleras que llevan al portal de la casa, me detengo esperando que la mujer de otra señal y mientras tanto, pongo ambas manos en los bolsillos de mis jeans negros ajustados.
— Buenos días Ashley. —responde con amabilidad y me dedica una sonrisa cálida y cerrada que, de alguna manera, me recuerda a mi madre.
— ¿Puedo entrar? —inquiero ladeando la cabeza y mostrando con mi rostro seguridad.
Ante mi pregunta su sonrisa desaparece mesuradamente y su expresión endurece.
— Ya falsas esperanzas por montones me han dado los detectives y policías de todo Washington, joven Kala. —responde lento, pausado, pero a la vez severo y hostil—. No necesito otro granito más a mi aflicción.
Al escuchar esas palabras mi expresión se suaviza, undo mis cejas y tenso algo mis labios, mientras mi corazón se comprime por lo angustiada que se ve.
— Hace tiempo que no han habido noticias, señora Miller —comienzo serena e intentando ministrar confianza y seguridad—. Pero es porque yo no estaba —expongo con confianza—. Vengo de Buff, un pequeño pueblo de Canadá, y si llegara a saber antes sobre lo de su hijo, créame que en menos de dos semanas tendría el caso finalizado y con respuestas. —expongo en un tono sereno, segura de mí posición y le ministro con la mirada comprensión.
La señora mira por unos segundos al suelo, meditando en lo que el silencio abarca toda la estancia, y entorno los ojos pestañando un poco, con los brazos cruzados.
— ¿Me promete que hallará respuestas? —pregunta rompiendo el ambiente lóbrego, aún con su mirada gacha y noto el tono suplicante que emplea—. ¿Aunque ya esté muerto? —su tono de voz decae en lo último y ante eso mi corazón golpea fuerte mi pecho.
Trago en seco.
— Vivo no —mascullo resignada—, pero sí haré pagar al asesino de su hijo y muy caro Sra. Miller. —continúo ministrando confianza en un tono severo dándole a entender que me he tomado a pecho la situación.
Ella alza su vista y choca con la mía.
— Bien —dice por fin, pero sin variar su expresión endurecida—, puedes pasar.
Una sonrisa tira de la comisura de mis labios ante la satisfacción que me da escucharla acceder, como casi todos hacen cada que me dan un caso y lo logro resolver.
Asiento en respuesta y me dispongo a entrar.
Su casa es enorme, entre blanco y negro, pero no vine a observar, vine por respuestas claras que me den pistas y un atisbo de esperanza. La anciana me indica dónde sentarme y lo hago, en un sofá totalmente elegante, de cuero blanco y negro, haciendo un juego de colores precioso.
— Me gustaría comenzar por preguntas un poco personales. —comienzo lento y serena mientras saco mi libreta y el lapicero del moneredo en mi pierna.
— Eso es inusual joven Ashley —comenta en un tono algo divertido que me hace mirarle regalándole una sonrisa.
De repente asiente en respuesta y eso me motiva.
— Mi primera pregunta se debe a la extraña razón por la cual asesinan a un joven de tan solo diecinueve años de edad —digo confiada y en mi posición serena—. ¿En qué trabajaba Kales Miller?
— Bien —suspira pesado desviando la vista por unos instantes para luego mirarme nuevamente—. Fue dueño de la empresa de su padrastro. Cuando tomó el trabajo, solo era una simple empresa de videojuegos vendidos en PlayStore, y al comenzar a trabajar con su propia agenda logró establecer más de diez. No sólo en Washington, sino también más allá de los límites del país. —explica notándose que domina lo que dice y ante eso marco con una palomita en uno de los aspectos de mi libreta.
— Prosiga por favor.
— Usualmente Kales iba todos los sábados a firmar papeles de la empresa a un lugar el cual desconozco su dirección —ante eso frunzo mi ceño y anoto rápido lo que ha dicho, abreviando—, y casi todos los días, a las 9:20 exacto iba a su CaffeeSpress de siempre, su favorito. —sonríe recordando con agrado el pasado y ante eso mi corazón vuelve a apretarse.
— ¿Sí? —le animo a seguir por el silencio que reina de repente.
Ante eso su ceño hace pliegues en su rostro como si se acabara de acordar de algo y noto su mirada confundida y analítica.
— No sé qué pasó en ese Caffee, pero antes de su desaparición volvió tres veces seguidas a la casa enojado, tirando las cosas, maldiciendo y diciéndole palabras fuertes a Gill.
— ¿Su esposo? —inquiero anotando todo lo que ha dicho anteriormente y le miro curiosa.
— Sí. —responde serena.
— ¿Dónde está? —cuestiono mientras le dedico una mirada analítica—. Necesito que esté aquí también.
— ¿Por qué? —su ceño se frunce y noto su confusión.
Natural.
— Puede que él sepa cosas que usted no. —digo tranquila esbozando una sonrisa pequeña cerrada.
— Gill se encuentra en México. —responde con la voz decaída y ante eso entorno ligeramente los ojos—. Su familia mexicana lo ha llamado este finde por alguna situación que desconozco.
— ¿Cree que se deba al asesinato de su hijo? —inquiero mientras analizo sus gesticulaciones.
Su ceño se frunce nuevamente mientras toma aire y clava su vista en mí.
— No creo Kala.
— Por favor llámeme Ashley, la mayoría de las personas lo hacen y aún en las noticias. —le pido regalándole una sonrisa ladeada.
Asiente sin decir nada más y ante eso prosigo con las preguntas anotadas de antemano en mi libreta.
— ¿Cuándo fue que Kales asumió la empresa de su padrastro? —pregunto serena.
— 23 de marzo, hace cinco meses, y dos con quince días de su desaparición. —responde en el mismo tono.
Busco en el calendario; hace dos meses y quince días fue el 8 de agosto y anoto la fecha sin rodeos.
— ¿Cuando fue la última vez que vio a su hijo? —continúo con las preguntas, mirando la libreta y luego me enfoco en su rostro.
— Mi hijo no vivía aquí jovencita —responde entornando los ojos—, pero casi siempre me venía a visitar.
Okey, otro aspecto más.
— ¿Sabe la dirección? —inquiero anotando los detalles en su expresión.
— No —su respuesta hace que le mire incrédula, y hasta curiosa.
— ¿Sabe de alguien que haya trabajado con Kales? —pregunto a cambio con el ceño fruncido.
— Muchas personas.
— Pero me refiero a alguien que anduviere de aquí para allá con él —le corto para hacer presión y conseguir lo que quiero—. Porque trabajadores de la empresa hay muchos. —dejo mi boca en u alzando ambas cejas y le doy una mirada estudiosa entornando los ojos.
— Bueno —tartamudea evitando el contacto visual y parpadea varias veces—, hay alguien que siempre andaba con él. —dice más para ella que para mí y anoto la información.
— ¿Sabe de quién se trata? —inquiero sin variar mi expresión.
— No, pero Gill puede que tenga una idea. —responde segura de sí, esta vez mirándome directamente a los ojos, dándome a entender curiosidad y sospecha a la vez.
Esta es de las mías sin duda.
Le regalo una sonrisa sin mostrar mis dientes cerrando la libreta que se encuentra en mis piernas cruzadas.
— Perfecto —digo sin dejar de sonreír y le guiño el ojo a la anciana frente a mí—. ¿Le parece si mañana vengo?, ¿O hemos terminamos por hoy? —pregunto con intenciones de sacarle algo más y al escucharle suspirar obtengo lo que quiero.
— Hablemos con el Sr. Miller ahora mismo.
***
¡Hola lectores!
Por aquí la escritora Bookslove701.
Les dejo el capítulo número dos, espero que la curiosidad les esté picando los sesos y que continúen su lectura, sin más nada que decir;
Besitos <3
Atte: 701.
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