Único
Un pequeño especial que venía pensando hace dos meses pero que no me puse a escribir hasta hoy, quiero agradecer a mi siempre confiable gemela QueenEclipsa28, por la ayuda que me dio en algunas de las ideas de propuestas.
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Si la relación ha llegado lo suficientemente lejos como para pensar en matrimonio, nadie sabrá mejor que uno mismo sobre qué tipo de propuesta le hará más ilusión a su pareja.....
Ya completamente establecidos, era oficial que ahora vivían juntos y era hora de dar el paso final.
Hina corría hacia su departamento altamente emocionada; Kentin le había enviado un mensaje avisando que ya habían llegado y la esperaban. Entró apresurada, mirando hacia todos lados en busca de su pequeño bebé.
Una mole de color café apareció desde el otro lado del pasillo en cuanto cerró la puerta, arrojándose con brutalidad sobre ella, empujándola contra la madera y tratando de llenar de babas su rostro.
—¡Cookie!
El enorme pastor alemán ladraba y saltaba de felicidad de verla; detrás de él, Kentin se acercaba con tranquilidad, el cariño notándose en su sonrisa.
—Está contento de verte.
—Awww yo también me alegro mucho de verte, Cookie —dijo arrodillándose a su lado mientras rascaba sus orejas y bajo su barbilla—. Ahora seremos una familia los tres.
El sonrojo en las mejillas de su novio la enterneció, pero aún más, adoró la sonrisa repleta de felicidad que le dio. Siguió acariciando unos segundos más al animal, fue cuando sintió el crujir de papel en su collar.
—¿Pero qué...?
En el collar de Cookie, un pequeño papel enrollado colgaba precariamente. Tomándolo en sus manos, lo desenrolló; en él, una caligrafía torpe y bastante absurda había sido trazada, como si un niño pequeño la hubiera hecho.
Aturdida, dirigió sus ojos cafés hacia su novio en busca de respuestas. Aquello la sorprendió aún más.
Frente a ella, sentado en cuclillas y sosteniendo un anillo de plata con brillantes en los costados y una piedra cuadrada de amatista en el centro, Kentin la observaba nervioso.
—Bueno...pensé que dado que íbamos a ser como una familia...podíamos serlo por completo —dijo sonrojado—. Entonces....¿Qué dices, quieres...casarte conmigo?
La chica lo miró durante unos minutos, procesando aquello que ocurría en el pequeño apartamento que compartían. Minutos que fueron una tortura para Kentin. Hina sintió sus ojos arder producto de las lágrimas que luchaba por contener, y con una sonrisa formándose en sus labios, se arrojó sobre él en un fuerte abrazo que los tiró al suelo.
—¡Sí! ¡Sí, sí, sí, mil veces sí! —gritó extasiada, con los ladridos emocionados de Cookie a coro.
Angella se hallaba acostada en el sillón del apartamento mientras leía un libro, a su lado en el piso, Evan veía un partido de fútbol.
—¿Sabías que Kentin le pidió matrimonio a Hina? —preguntó de repente la chica.
—Ah sí, me pidió que lo acompañara a comprar la baratija —respondió sin apartar los ojos de la pantalla.
—¿Cuándo vas a pedírmelo?
—¿El qué?—. La chica, harta de que no le prestaran atención, tomó el control remoto y apagó la televisión, ganándose una queja de parte de su novio— ¡Angella!
—Dije, que cuándo vas a pedírmelo.
—¿Estás hablando en serio? —cuestionó rodando los ojos, pero al ver la seriedad de su novia, se dio cuenta que hablaba muy, muy en serio—. ¿Quieres casarte conmigo? ¿De verdad?
—No estaría preguntándolo si no quisiera.
Evan la observó, analizando sus expresiones, intentando saber si era una especia de trampa o algo así. Finalmente al ver que ella no cambiaba su expresión, dijo—: Puedo comprar unos pasajes de avión, estaríamos mañana en la noche en Las Vegas.
—¿De verdad?
—Sí —respondió tomando el teléfono y marcando al aeropuerto—. Hola...Air France, sí...quiero dos boletos para Las Vegas....mañana. Dos días, ida y vuelta...lo que tenga disponible —dijo hablando con la línea, sus ojos se clavaron en los de ella, quien no había dejado de observarlo con una sonrisa—. ¿Me pasas la billetera?—. Angella le entregó la billetera, sintiendo que cada segundo que pasaba era más real—. Muy bien, los retiraremos en mostrador, muchas gracias.
Una vez que colgó, ambos se observaron conteniendo el aliento, sin poder creerse que estuvieran a punto de cometer esa locura.
—Tengo que hacer un bolso —dijo ella.
—Ya, necesito comprar un anillo —respondió él tomando su abrigo y saliendo del apartamento.
—¡Quiero una esmeralda! —gritó la chica, recibiendo una carcajada por parte de su novio desde el pasillo del edificio.
El after estaba a todo lo que daba, el concierto había sido un completo éxito y ahora quedaba solo divertirse.
Skyler estaba agarrada al brazo de Castiel, ambos sentados en los sillones tomando cerveza y disfrutando de su momento juntos. Este concierto había sido uno de los más importantes de su carrera, y ambos estaban emocionados por lo que implicaba para el futuro del pelirrojo.
—Ven conmigo —susurró tomándola de la mano y dirigiéndose hacia el balcón.
Sky había notado hacia días que su novio estaba pensativo, lo atribuyó al concierto pero ahora, al ver su expresión seria, pensó que era algo más; y no estaba segura de como sentirse a eso.
El balcón estaba vacío, la música retumbando a través de las puertas de cristal. Castiel se apoyó en el barandal, que daba una preciosa vista hacia la ciudad.
—¿Qué ocurre, mi amor?
—He estado pensando mucho en nosotros.
La chica sintió como si la sangre se le congelara, su cuerpo tan tenso que llegaba a doler; poniendo una sonrisa ligeramente falsa, dijo—: ¿A qué te refieres?
Castiel se mantuvo en silencio, observando las luces a la distancia, sin percatarse de la ansiedad que su novia sufría.
—Se podría decir que poco a poco mi carrera va estableciéndose, y estoy muy satisfecho con eso pero...
—¿Pero...?
—No me siento completo —dijo mirándola a los ojos—. Y no lo estaré hasta que seas mi esposa.
Skyler lo miró boquiabierta, sin poder creerse lo que él acaba de decir. Finalmente, una leve sonrisa se fue apoderando de sus labios, casi como si le costara mucho contenerse.
—¿Me está haciendo una proposición, señor? —preguntó burlona.
—Cállate y solo dí que sí —respondió atrayéndola hacia él en un abrazo cariñoso.
—Ah, ¿Entonces no tengo decisión en esto? ¿No vas a hacerme la pregunta como corresponde?
—No lo necesito hacerlo, sé lo que vas a responder.
—¿Tan seguro estás eso?
—Estoy seguro de lo que tenemos, de que es real y que nada va a separarnos. Esto solo es un mero trámite y siendo sincero, nunca lo contemplé como algo que quisiera para mí, al menos hasta que te conocí. Quiero pasar por todo lo que implica una boda, solo si estás tu eres la que camina hacia mí.
—Supongo que entonces tenemos una boda que planear —dijo enternecida por sus palabras y luego soltó una carcajada al recordar algo—. Tus fanáticas van a estar histéricas.
—Si son mis fanáticas, se harán a la idea y estarán felices por nosotros —argumentó sacado una pequeña cajita de terciopelo negro, abriéndolo para que viera su contenido—. ¿Quieres que me ponga de rodillas?
—No, como dijiste, no lo necesitamos —respondió sacando el anillo de oro con un diamante rosa en el centro y colocándolo en el dedo meñique de Castiel.
Michi caminaba divertida con los ojos vendados. Lysandro le había dicho que irían a un lugar a pasar el día pero en cuanto habían llegado, le había colocado una venda en los ojos y la había guiado por todo el camino a pie.
Ella no estaba segura de qué estaba pasando pero igual él siempre encontraba una manera de sacarle una sonrisa. Sentía el pasto rozando los costados de sus sandalias, y el aroma a mar llegando a su nariz. La fresca brisa chocando contra su piel calentada por el sol. Caminar tomando su mano, era una maravilla que sin importar el tiempo que pasara, nunca dejaba de encantarle.
—¿Cuánto falta?
—Ya casi —murmuró deteniéndose, y colocando sus manos sobre sus hombros para ubicarla donde quería—. Mantén los ojos cerrados.
—Esta bien —respondió encantada. No sabía que pasaba, pero siempre amaba las sorpresas de su novio.
Sintió la venda siendo despojada de su rostro, pero mantuvo los ojos cerrados tal como él había pedido. Y esperó.
—Ábrelos.
Michi abrió los ojos con lentitud, dejando que se acostumbraran al brillo del sol sobre ellos, y fue maravilloso.
Estaba parada sobre una pendiente que daba a la playa, debajo de ella, miles de piedras y troncos habían sido colocados formando una frase que había sido decorada con flores.
Sintió sus ojos llenarse de lágrimas mientras no podía contener la sonrisa. Se giró hacia su novio, quien estaba arrodillado con la clásica cajita de terciopelo rojo y un anillo con una gema de lápiz lazuli en forma de rosa brillaba en su interior.
—¡Sí, sí, claro que sí! —chilló feliz, mientras se arrodillaba frente a él para besarlo.
Maggie sabía bien lo que quería, y eso, era pasar el resto de su vida con el chico de cabello negro y ojos azules. Pero Armin no era lo que se dice muy entendido de temas de relaciones pero no le importaba, ella lo amaba así como era.
Y sabía que si quería que su relación pasara al siguiente nivel, ella era la que debía dar el paso. Uno de los vídeojuegos favoritos de Armin era Eterney Warriors 2 y era justo lo que necesitaba.
Había tenido que pasar semanas antes de poder manejarlo a la perfección, necesitaba ganarle a como diera lugar, y no es como que el chico fuera un oponente fácil. Cuando lo consiguió, se creó un nuevo perfil con un seudónimo muy especial y esperó paciente a que él terminara su trabajo, en el momento en que lo vio sentándose en su computadora y preparándose para jugar, ella se escabulló a la otra habitación e ingresó también.
Durante lo que casi se sintieron como horas, jugaron juntos, él sin saber que se trataba de su novia en la habitación contigua. Podía escucharlo desde el otro lado de los auriculares, instándola a conversar al principio, cosa que ella se negó a hacer. Fue una lucha bastante reñida, en la cual, todos sus esfuerzos valieron frutos.
—¡Maldición! —lo escuchó insultar, arrojando los jostie con frustración. Maggie contuvo una carcajada al ver como el chico seguía insultando después de la paliza monumental que acaba de recibir en su juego favorito—. ¡No puedo creerlo, me ganó alguien que usa un nombre tan ridículo como "Quieres casarte conmigo?"
—Si quiero, mi vida —respondió risueña por el micrófono.
El jadeo que sintió del otro lado fue suficiente para hacerle saber que finalmente había comprendido que es lo que había sucedido. Quitándose los auriculares, tomó la pequeña cajita rectangular y esperó paciente.
Solo unos segundos después, la puerta se abrió con un estruendo, revelando a Armin bastante agitado por las carreras y una expresión de absoluto shock.
—¿Quieres ser mi segundo jugador? —preguntó mostrando el interior de la cajita, donde dos sortijas plateadas con las letras Player1 y Player2, descansaban cómodamente, ante los ojos estupefactos del chico.
Una carcajada salió de sus labios, tomándola entre sus brazos, la hizo girar mientras la llenaba de besos.
—Claro que quiero, preciosa —dijo abrazándola con tanto amor—. Pero que sepas que acabas de arruinar mi sorpresa de 10 meses de trabajo.
Al parecer, ella no era la única que quería pasar al siguiente nivel.
Morena supo que algo raro ocurría cuando al salir de sus clases de la mañana, se encontró a Rayan parado en la puerta de la universidad. Estaba apoyado contra su coche, esperándola.
Le dijo que iban a ir a almorzar juntos, un almuerzo romántico. Sin embargo, el camino se hacía cada vez más y más largo, yendo incluso por la carretera.
—Amor, el restaurante quedaba por esa salida.
—No, iremos a otro lado.
—¿A dónde? —preguntó sonriendo curiosa.
—París —respondió correspondiéndole la sonrisa.
—Entonces...me estás raptando hacia París.
—Así es.
—Pero no tengo ningún bolso o algo.
—Mira detrás.
Morena se quitó rápidamente el cinturón, cruzándose hacia el asiento trasero y arrojándose sobre el espaldar para ver hacia el maletero del auto, viendo dos maletas.
—¿La mía es la blanca? —preguntó emocionada abriéndola y encontrándola repleta de ropa nueva—. ¡Ahhh, me encanta, mi amor! ¡Muchas gracias! —gritó volviendo a su asiento y besándole la mejilla.
Después de algunas horas, llegaron a París. Se instalaron en un pequeño hostal y salieron a deambular por las calles de la mágica ciudad de las luces. Fue un viaje inolvidable, Morena quería atesorar esos bellos recuerdos por el resto de su vida.
Al caer la noche, cenaron en un barco privado que navegaba por el Sena, y disfrutaron de las luces de la torre Eifel a la distancia mientras bebían champán.
—Esto ha sido maravilloso —dijo suspirando enamorada mientras se apoyaba en el hombro de su novio.
—Me alegro que te haya gustado, pero aún hay una sorpresa más.
—¿Más?—. Confundida, se giró hacia donde Rayan señalaba; una marquesina brillaba en la oscura noche, con las palabras "Cásate conmigo" en ella—. ¡Oh por Dios!
—Sé que la diferencia de edad entre nosotros es bastante grande y que a tu edad, lo que más se desea es disfrutar de la libertad que te da la vida, que casi no encajó en tu mundo, pero no quiero cortarte nada de eso, al contrario, quiero acompañarte, crecer y construir contigo todo un mundo nuevo —dijo arrodillarse ante ella y sacando de su saco una cajita roja de terciopelo, presentándole un anillo de oro rosa con una gema de topacio—. ¿Quieres ser mi esposa?
—Sí, definitivamente sí —susurró, tomándolo por la chaqueta y acercándolo a ella para besarlo.
Mikka miraba embobada a su novio, le encantaba observar lo feliz que era en la cocina. Nada lo hacía sentirse más realizado que aquello, y ella amaba verlo feliz.
Regresando la vista a su computadora, siguió trabajando teniendo de compañía el sonido de las canciones que Hyun solía poner cuando cocinaba, moviendo la cabeza al son de las melodías, ambos disfrutaban su día a día.
Su relación había crecido con tanta facilidad, con tanta rapidez; es tan especial encontrar a alguien con quien conectes de una forma única y con la que sientas tanta comodidad de ser uno mismo. Así se sentían ambos, por eso es que realmente Hyun no pensó demasiado en aquello; él sabía lo que sentía por Mikka, sabía lo que ella sentía por él, estaba seguro de su relación y hacia donde iban.
No tenía verdaderas razones para dudar de su amor. Y pensando en todo ello, no dudó ni un segundo cuando le entregó la taza de café a su novia, quien la recibió gustosa.
Nadie preparaba un café como él, con tanta dedicación y esmero. Incorporó el azúcar y se dispuso a tomar la pequeña cuchara de plata que estaba a un costado, en el platito; y fue cuando la vio.
La corta pero tan hermosa frase grabada en el interior de la cuchara.
Pasmada, sin poderse creer lo que leía, levantó la vista en busca de su novio; quien se hallaba parado frente a ella, sosteniendo en sus manos un delicado anillo de oro y cuarzo rosa.
—¿Te casarías conmigo?
Sin poder pronunciar palabra, simplemente asintió, dejando que le colocara el anillo en su dedo. Hyun se inclinó por encima de la encimera, dándole un suave beso, intentando transmitirle en él, todo lo que sentía por ella.
Sobra decir que la maravillosa idea de todos sus amigos de pedirles matrimonio a sus novias, solo fue un desastre para Nathaniel.
Él de verdad deseaba pedirle a Ania que fuera su esposa, pero tenía un pequeño e insignificante problema. Cada vez que lo intentó, Ania siempre encontraba la forma de sacar las propuestas de los demás como motivo de conversación.
—¡No puedo creerlo! ¡Felicidades, estoy tan feliz de que se vayan a casar! —había gritado emocionada al teléfono mientras hablaba con Skyler.
Nath había planeado pedírselo durante la cena, tal vez poner el anillo en una copa de champán y hacer la propuesta; sobra decir que el llamado de la mejor amiga de su novia para contarle que Castiel le había pedido matrimonio en la terraza de la fiesta después del concierto arruinó sus planes.
Luego había sido Kentin y su idea de usar a su perro. Angella y Evan huyendo a Las Vegas sin decirle a nadie, y mandando las imágenes de recién casados. Rayan secuestrando a Morena y llevándola a París para proponerse por medio de un cartel gigante durante un paseo en bote en el Sena. Hyun grabando su propuesta en una cuchara y dándola mientras ambos estaban en casa (al final, era una variante de su idea original). Lysandro escribiendo el mensaje en la arena. Maggie fue en este caso la que se le adelantó, pero ella se le adelantó incluso a su propio novio.
Cómo si fuera poco, en una de todas las veces que lo intentó, descubrió que Ania era alérgica a la plata y el anillo que había comprado para ella, era de plata. Y cuando intentó preguntarle sobre qué clase de anillos le gustaban (en realidad estaba tratando de averiguar qué podía comprarle que no le diera alguna reacción alérgica, lo último que necesitaba era que ella acabara con ronchas mientras hacía la propuesta)
¡Oro y zafiros! Eso era lo que debía comprarle, pero tenía un problema. Había gastado todos sus ahorros en el primer anillo...también en la cantidad desproporcionada de propuestas fallidas. Al menos Ania no había mostrado sentimientos sentirse apartada por ser la única de sus amigas que no se había comprometido.
Sinceramente, no sabía si eso era bueno o malo para su propuesta.
—A este ritmo nunca voy a poder pedírselo —se quejó con las manos en la cabeza.
Esa tarde estaba en la comisaría, Erik a su lado lo veía con una sonrisa de lástima. El pobre chico estaba cada vez más impaciente, y ninguna de sus ideas daba los resultados esperados.
—Creo que te estas sobre-esforzando —dijo entregándole una taza de café—. Cuando me dijiste que querías casarte te pregunté si era una decisión que habías tomado pensando muy bien lo que querías; porque casarte joven no siempre es la mejor decisión, yo soy una prueba de eso. Pero tú estabas decidido, la amas tanto que sabes que lo único que quieres es estar con ella por el resto de tu vida y parte de eso, es porque ya sabes lo que es vivir sin ella. Entonces, si tanto quieres hacerla tu esposa, no lo pienses tanto sobre cómo hacer la propuesta perfecta. No necesitas un anillo caro, ni una idea original, mucho menos esperar al momento perfecto; solo necesitas preguntárselo, si la amas y ella a ti, cualquiera sea la manera en que lo hagas, será mágica.
Afuera la tormenta se había desatado, un rayo resonó por toda la oficina y como si de un milagro se tratara, Nath supo lo que debía hacer.
Ania había quedado de verse con sus amigas en un café para hablar de los temas de boda de cada una, había muchas cosas que planear y sería más cómodo para todas hacerlo juntas. Se habían sentado en unos sillones al lado de la ventana, la lluvia caía cada vez con más saña. Su teléfono vibró, era un mensaje de su novio.
"Aunque todos digan que es imposible, no puedo imaginar la vida con alguien más que no seas tú a mi lado"
No entendía a qué venía aquello, pero le sacó una sonrisa que atrajo la atención de sus amigas. Tan ensimismadas estaban en leer el mensaje, que los golpes de nudillos contra el vidrio las sorprendieron. Aún más, las sorprendió encontrarse a Nathaniel del otro lado de la ventana, parado bajo la lluvia sosteniendo un cartel con el dibujo de una sortija en él.
Ania no dudó un segundo en salir corriendo de la cafetería, arrojándose sobre su novio sin importarle ni siquiera la fuerza de la lluvia.
—¡En el idioma que quieras! —dijo contra sus labios—. Yes, oui, da ¡Sí!
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Sí, puse muchas referencias a otras propuestas (otras ni siquiera de matrimonio) que siempre me han encantado.
La propuesta de Evan y Angella, pertenece a Abby y Travis de Maravilloso Desastre (mi gemela me dijo que le recordaba a ellos)
La propuesta de Rayan y Morena, pertenece a Nikki y Alex de Perdona quiero casarme contigo (cosa que me inspiró en el nombre del libro) y que me hizo acordar a ellos.
La propuesta de Nath y Ania está inspirada en una de las muchas que salen en el vídeoclip Andas en mi cabeza (que originó todo esto hace como dos meses) y que es una de mis favoritas. La respuesta de Ania, es de Gabriella de High School Musical 3 (siempre me encantó esa respuesta y necesitaba algún día usarla en algo)
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