Como el agua y el fuego, diferentes.

Seres capaces de ser perfectos cada uno a su manera, dentro de su propio mundo, dentro de su propia mente.

Cada uno con habilidades extraordinarias para crear y destruir mundos, universos, saliendo desde su imaginación, a través de una palabra o hasta plasmado en un papel.

Pues hay vida en cada uno de sus movimientos, y también muerte cuando no saben controlar todo lo que son capaces de crear, y es que ella siendo agua puede crear tsunamis, puede matar a cualquiera partiendo de un vaso de agua; haciendo su propia tormenta.

Y él siendo fuego, ¿qué más decir? puede arrasarlo todo en un golpe de ira y, sin embargo, controla al máximo cada ápice de su ser para crear en lugar de destruir, controla sus temperaturas para moldear el entorno de forma agradable y perfecta, moldeando la paz a través de sus llamar, incluso intentado mantener la forma del agua.

Y es que todo falla si alguno no se controla, el agua puede extinguir el fuego así nomás, en un haz de luz, en un segundo puede terminar apagando todo, matando ese fuego con el que comparte un amor más allá de los límites.

También si el fuego no se controla en sí mismo puede extinguir el agua, y es que hay temperaturas tan fuertes que terminan evaporándola, pero dentro de todo su ardiente ser él lo sabe, lo asimila y lo calma, porque la ama incluso más de todo lo que es capaz de arder.

Y es así como cada uno en unión perfecta, condensan sus diferencias y las dejan ir al cielo, a formar nubes perfectas, adornando el cielo, como un regalo de las diferencias entre el agua y el fuego.