Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

DOMINICK

¿Qué tanta probabilidad hay en que, precisamente, me encuentre con ella de nuevo? Digo, no soy bueno en la manifestación, de hecho, me ha ido muy mal en ese departamento, pero, vamos, es justo increíble que deseaba volver a verla y ahora está frente a mí. Mi caballerosidad me ha hecho fingir que no recuerdo dónde vive a pesar de que me grabé las calles mientras me alejaba de ahí, pero mi necesidad de saber más de ella ha sido una tortura mental muy cabrona.

Sin embargo, sé que dijo que no, así que me siento frente a ella en la gran mesa, de la aparente sala de juntas. No deja de verme como si esto le hubiera complicado toda la vida en un instante.

—Necesito el empleo, prometo comportarme —me adelanto a lo que pudiera decirme—. Lucinda me recomendó, era mi vecina, lo que te haya dicho de mí sobre mi eficiencia es real y, sobre la otra noche, yo...

—Vale, no te estreses, borrón y cuenta nueva —dice, interrumpiéndome. Me pone enfrente una tablet y deja de hacer contacto visual—. Mira, esta semana será un poco ajetreada, ¿te importaría empezar con esto? Tu oficina es la de al lado a la mía, pídele a Danielle que te guíe.

Ignorándome por completo, gira su silla para responder una llamada. Ni le sonó el teléfono, así que asumo que esta simplemente es mi señal de salida.

¿Borrón y cuenta nueva?

Vale, he de admitir que me lastima un poquito el orgullo escuchar eso, pero tampoco voy a insistir, ella pagará mi salario de ahora en adelante, así que solo debo procurar no meter la pata para que no me despida. No mentí cuando dije que necesito este trabajo, por el momento, en lo que recupero mi bendito puesto... o al menos me lo den en alguna de las constructoras a donde fui a dejar mi curriculum.

—Sí, señorita. —Fingiendo una sonrisa, salgo del lugar y justo me encuentro con las tres mujeres que acaban de salir de aquí hace momentos. Están cuchicheando pero se quedan calladas al verme—. Señorita Danielle, mi...

—Sí, sí, yo te llevo. —Me guía solo un par de metros, señalándome oficina—. Y esa de allá es la de Elaine, de momento la puedes estar buscando en la sala de juntas, estamos en medio de un lanzamiento y nos reunimos ahí. A las doce es el horario de comida. Y creo que es todo lo que te debo informar de momento, si tienes alguna duda, no temas en preguntarnos. ¡Bienvenido a bordo!

Le sonrío y entro a la oficina. Lo primero que hago es sentarme en la silla atrás del escritorio y soltar un suspiro, agotado.

Qué decadente ha sido este proceso, lo único que he de celebrar es que ya tengo trabajo fijo de nuevo. Incluso si considero, desde que Lucinda me lo ofreció, que es reducir mis capacidades demasiado.

Yo tenía asistente, caray, no lo era, de nadie.

—Elaine Montalvo —digo su nombre y siento de pronto una clase de frustración que intento ignorar, decidido a comenzar a revisar qué tengo que hacer en la tablet que me entregó.

Cuando enciendo la pantalla, está justo de salvapantalla el logotipo de la empresa, al desbloquearla, me encuentro con la foto promocional de mi perfume favorito, Libélula, descubriendo que al parecer ella lo ha creado.

Caramba, en serio no puedo creer que la he vuelto a ver, y peor, que ahora vaya a tener que lidiar conmigo mismo porque es mi nueva jefa y debo comportarme.

Aun si su sola presencia me lleve de vuelta a nuestra alocada y merecida noche juntos.

Me pongo manos a la obra. Quizá la situación altere mis sentidos, me descoloque demasiado y sea de algún modo una grosería del destino, pero debo seguir adelante con esto. Necesito este empleo y también tengo que mantenerlo porque las medicinas de mamá no se compran solas y de aquí a que se resuelva mi demanda contra mi despido injusto, pues tengo que comer algo decente.

La maldita empresa se atrevió a darme una miseria por mis años de trabajo, así que tomé la decisión, a lo mejor apresurada, de demandarlos. He sobrevivido a base de pequeños trabajos de reparaciones, algo bueno me tenía que haber dejado mi papá, así que estas semanas, que me parecieron eternas, fueron un milagro poco antes de que Lucinda me ofreciera referirme aquí.

—Eres ingeniero, ya sé, y yo soy maestra de inglés —me dijo, refutando mi queja sobre ser un asistente—. ¿Se te olvida que yo he trabajado en esa empresa y en otras más de asistente? ¿Qué de malo tiene hacer una pausa de tu carrera? ¿Qué de malo tiene ser un asistente, grosero?

Me lanzó la solicitud de empleo que me compró y agregó que era mi problema, pero que al menos le agradeciera el favor. Me sentí mal por ella, porqie hizo el esfuerzo por mí. Siempre hemos sido amigos, mejores amigos, podría decirse, y ella me ha ayudado un poco con mamá y sus achaques.

Al final, acepté este empleo como muestra de mi agradecimiento, se lo dije, pero he de aceptar que definitivamente estoy agradecido de que me lo dieran al final.

Tras un par de minutos, unos veinte, quizá, termino de repasar la agenda y me pongo a revisar otras cosas en la tablet. Hay muchas fotos de perfumes y es rara la que sea de ella con todas las señoritas que trabajan aquí. Hay una completa donde salen todos los empleados, incluida Lucinda. En esta, Elaine trae un vestido color plata muy brillante que la hace destacar entre todos.

Suspiro. Esto va a ser un calvario, ¿no?

***

A medio día, dispuesto a irme a comer, salgo de la oficina y me voy acercando a la salida. Creo que hay un comedor aquí pero me siento un poco desubicado. Ni siquiera me he topado con Elaine de nuevo en toda la mañana y he estado tan ansioso, así que sé que pueda que me la encuentre allá y empeore mi malestar.

No obstante, parece que no puedo librarme más de esto, porque la señorita Danielle me pide ir a la sala de juntas mientras ella y la señorita Ivonne llevan bolsas con su comida justo ahí.

Tomo una gran bocanada de aire antes de entrar.

Elaine está sonriendo mientras habla por teléfono y no se da cuenta que he entrado, porque está mirando al ventanal.

—Siéntate, con confianza —me dice la señorita Ivonne, señalándome una silla justo a lado de Elaine—. Espero no te moleste, pero cuando hay un lanzamiento, hablamos de trabajo mientras comemos, tienes que estar presente.

Me encojo de hombros. En realidad sí me da igual, solo que la sensación de exposición y la desesperación que siento me mantienen temblando por dentro y siento que mi voz saldrá trabada.

Elaine finalmente termina su llamada y da de saltitos.

—¡Sí! —Aun sin girarse, levanta las manos en celebración—. Ya tienen el prototipo terminado, solo tengo que ir a revisar para que inicie la producción.

Sonriente, finalmente se gira, pero borra su sonrisa al verme. No obstante, trata de disimular y aclara su garganta, volviendo a poner una sonrisa, que a mi parecer es más tranquila.

—El martes iremos a la fábrica, Dominick. Ponlo en la agenda, a las nueve de la mañana. —Sorprendido de que se dirija a mí, doy un respingo, que espero que nadie haya notado—. ¿Ya te adaptaste?

—Sí, ya revisé lo que está programado para todo este mes. Todo bien, bella.

Levanta una ceja, haciéndome darme cuenta de lo último que dije. Ni siquiera quiero ver a las demás personas aquí. Sin embargo, cada una parece en su mundo, por fortuna.

—Conseguí el Palace —menciona de repente la señorita Rosalía, orgullosa y esa es mi señal para distraerme con el sándwich que me hice esta mañana que con la mirada amenazante de mi jefa—. El lanzamiento será todo un evento ahí.

—Yo también logré que Berenice decore el evento —celebra Ivonne—. Me lo acaba de confirmar.

—Y el catering ya está cubierto también —habla la señorita Danielle—. Así que sería bueno que le dijeras a Bere que se alíe a ellos para que todo quede acorde.

—Maravilloso, todo está saliendo muy bien. —Elaine vuelve a su felicidad y da un par de aplausos—. El color de esta vez es el rojo, así que espero que ya hayan preparado sus vestidos.

Todas afirman sin quitar la mirada de sus computadoras mientras comen.

A mí hasta pena me da comenzar a comer.

—Necesito que canceles cualquier cita que tenga el miércoles —me dice y bebe de su jugo—. Además de tomártelo como día libre, ¿bien?

—Vale. —Doy un primer mordisco a mi sándwich y todo se siente tan raro y serio.

Estoy tan fuera de lugar, caramba. Aunque he de agradecer infinitamente que mi situación mejorará y mi madre tendrá sus medicamentos. Pero, aunque no lo deba admitir en voz alta, trabajar para esta mujer siento que será una tortura, y no porque sea una mala jefa, que aparentemente no lo es, sino por ya haber conocido la sensación de sus labios y el poder de sus caricias. Y ella fingiendo demencia ahora.

—Nos vemos mañana. —Oigo cómo Elaine se despide de todos afuera de la oficina. Yo eso lo tomo como mi anuncio de salida, mi primer día a terminado, así que preparo todo para irme—. Dominick.

Entra de repente, aclarando su garganta.

—Vengo a hablar contigo. —Cierra la puerta y yo me emociono de pensar en que se ha arrepentido de su mentado "borrón y cuenta nueva".

—Dime. —También aclaro mi garganta, disimulando lo nervioso que me siento.

—No sé si Lucinda te comentó todo lo que hacía mientras trabajaba para mí, así que me gustaría decirte que ser mi asistente es un poco demandante.

Qué vergüenza, me ilusioné por la nada.

—No me dijo nada, perdón, señorita, ¿a qué se refiere con "demandante"? —Intento no verme decepcionado y trato de ser serio y profesional.

Ahora ella parece ponerse nerviosa.

—No, o sea, no harás lo que hacía ella, pero te pagaré igual, así que solo espero que no te preocupes.

Confundido, junto mis cejas, pero no puedo preguntar porque ella vuelve a hablar.

—Lo que trato de decir es que no quiero que vayas a mi casa ni esas cosas, Lucinda a veces me llevaba hasta el trabajo pendiente a casa, y yo no quiero que estés ahí.

—¿Qué pasó con tu "borrón y cuenta nueva"? —me atrevo a preguntar, sin importarme que me pueda despedir por eso. Vuelvo a aclarar mi garganta para disculparme pero de nuevo ella se adelanta.

—¿Crees que es tan fácil? —Se cruza de brazos, tratando de verse fuerte, pero se le nota mucho el nerviosismo—. Sé que no se te olvidó y a mí tampoco, pasó hace diez días. Lo que quiero es tengamos claro que no se repetirá jamás y que debemos mantener distancia. Como mi asistente tienes una lista de requerimientos, pero la reduje.

Me entrega una pequeña lista impresa, en la que vienen tachadas algunas cosas. ¿Qué es esto?

—Nos vemos mañana, señor Di Margo.

Sale de la oficina, dejándome más confundido y decepcionado, avergonzado también, no entiendo nada, ella ya había dejado claro todo esto, ¿por qué recalcarlo?

Doblo la lista y la guardo en mi saco. Tomo la tablet y la meto en mi maletín. Casi corro para poder alcanzarla y decirle que no se preocupe, que ya había prometido que me comportaré, pero parece que ella también salió corriendo porque no la veo por ningún lado.

Resignado, llego a casa y alcanzo a escuchar a mi mamá dar un respindo, enterándome que está en la sala.

—¿Cómo te fue? —pregunta cuando entro a la sala y le doy un beso en la mejilla.

Bien, mamá, ya tengo empleo al fin, la próxima semana te compro tus medicinas, por cierto, ¿ya las tomaste hoy?

Ella asiente, sonriendo. Yo me relajo y me siento a su lado, recargándome en su hombro.

Qué día. Estoy agotado, mentalmente, quiero decir. Lo único más destacable es que ya conseguí empleo pero he de admitir que me afectó mucho el hecho de volver a ver a Elaine. Y saber que se llama Elaine, justo. Digo, no es que sea un experto en el amor a primera vista, pero lo cautivado que esa mujer me dejó será mi constante daga molesta los próximos tres meses, que es mi plan de tiempo de trabajo en esa empresa. Si no es que antes que eso.

Ojalá así sea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro