Capítulo 2/ Con la luna de testigo
Como cada día desde que se separaron, Jungkook hacía guardia, sin que nadie lo notara, en la puerta de la casa que Jimin habitaba. La misma de la que él salió hace meses y a la que nunca más pudo regresar.
Allí se quedaba varias horas del día y otras tantas de la noche, porque fue la forma que encontró de estar cerca de él, era su manera de imaginar que se encontraba dentro del hogar de ambos y le ayudaba, además, a soportar esta separación desgarradora.
Solía quedarse en su auto hasta avanzada la noche, cuando la última luz de la casa se apagaba e intuía que su pequeño Mimi ya descansaba.
La luna silenciosa había visto llorar a Jungkook cada vez que él se retiraba.
Él fue culpable de esta separación. Lo sabía y no se lo perdonaba. Le dolía haber lastimado a la persona que más ama en esta vida. No podía volver el tiempo atrás. No podía deshacer lo que pasó aquella maldita noche en que se emborrachó y besó a aquel chico.
Sí, lo besó, besó a su ex. Un ex insignificante, y sin ningún peso emocional en su vida. Pero se dejó llevar por el alcohol, por la música, y porque ese trigueño, en ese momento, era el mismísimo diablo encarnado. Ese jodido beso le costó la relación con el amor de su vida.
No podía volver el tiempo atrás, ojalá pudiera.
Solo le restaba esperar a que el tiempo, aliado del olvido, se comportase como siempre lo ha hecho y sanase las heridas que él mismo provocó, para al menos, intentar tener un acercamiento con Jimin, quién había levantado una barrera impenetrable entre ambos.
No contestaba sus llamados, no respondía sus mensajes, lo había bloqueado de cuánto sitio tienen en común. En los ensayos donde indefectiblemente se cruzaban, él no le dirigía la palabra, y nunca, pero nunca más, volvió a hacer contacto visual con él.
Jungkook moría de dolor. Lo ama. No sabía cómo decírselo. No sabía cómo hacer para llegar a él.
Por eso montó esa especie de vigilancia, para estar cerca y cuidarlo.
Como cada mañana, JK se dirigió a las seis y treinta horas, a esperar a que Jimin saliera, él conocía sus horarios, sabía que era la hora que abandonaba la casa para ir a ensayar o a grabar.
Pero al llegar no vio su auto. Era la hora que él llegaba siempre. ¿Jimin salió antes? ¿A dónde? Que extraño. A las siete, Hobi le confirmó que JM no había llegado al ensayo.
La preocupación se instaló en todo su cuerpo. ¿Dónde está Jimin?
Manejó sin lugar fijo, no sabía adonde ir. No sabía qué hacer.
Tenía mal presentimiento, sabía que algo no andaba bien, se lo decía el cuerpo.
Tomó su móvil y decidió rastrear la ubicación del celular de Jimin. Años atrás habían instalado la App en cada uno de sus dispositivos, solamente para rastrearlos en caso de pérdida o robo. Esta era la ocasión, ¡Bendito el día que la instalaron!
Listo, divisó en el mapa donde estaba su Mimi, no podía creerlo ¿¡Qué hace allí!?
Literalmente, voló en el auto, lo dejó al costado de la ruta para llegar al acantilado al que solo se accede a pie.
El corazón se le detuvo en el pecho.
Tuvo la sensación de que lo que ocurría frente a sus ojos, estaba pasando en cámara lenta. Vio a Jimin ponerse de pie y hacer un movimiento como si quisiera tomar vuelo, extendiendo sus brazos al firmamento.
Sintió que la sangre se le hacía hielo y corrió a toda velocidad para llegar hasta el ángel alado.
El viento golpeaba el bello rostro de Jimin. JK a corta distancia, pudo ver cómo los brazos de su amado, rebotaron de golpe al costado de su cuerpo, su cabeza, sin tener dominio alguno cayó hacia atrás provocando que el joven, desvanecido, perdiera el equilibrio justo encima del precipicio.
Un grito desolador se le encajó en la garganta.
Las manos de JK lo tomaron con fuerza jalando con potencia la pequeña cintura de Jimin hacia su propio cuerpo, provocando que ambos cayeran de espaldas sobre terreno seguro.
Lo abrazó con ternura, Jimin seguía desvanecido, Jungkook lloraba desconsoladamente. Lo había salvado de una muerte segura pero el joven rubio no reaccionaba a ningún estímulo.
Jimin fue recobrando la conciencia de a poco, abrió sus ojitos, miró a su ex tan cerca de su cara, no entendía nada de nada, Jungkook sonrió con sus ojos llenos de lágrimas al verlo despertar.
—¿Qué pasó? —susurró JM— ¿Qué haces aquí?¿Como supiste donde estaba??
—Rastree tu móvil y vine corriendo.
—¿Por qué estamos en el suelo?
—Casi te caes por el precipicio. Te acercaste peligrosamente y por un momento pensé que ibas a arrojarte... Pero al acercarme te vi desmayar y corrí a abrazarte.
—¿Arrojarme? Oh.. no, no. ¡Qué locura! Estoy triste JK, ya lo sabes, pero jamás haría nada que me lastimara tanto. Una caída desde allí sería mortal. ¿Realmente me crees capaz de algo así?
—No, Jimin pero te vi de lejos tan peligrosamente cerca del abismo que me asusté de muerte...
—Me siento vacío, Jungkook, pero no estoy tan loco. Obviamente, tuve otro desmayo —reflexionó JM.
—¿Cómo que "otro desmayo"? —preguntó Kook sin entender bien.
—Llevo varios días con desvanecimientos repentinos. El médico dijo que es estrés y mala alimentación, pero yo sé que solo se trata de mi alma rota —y agregó:
—Me salvaste...
—No te dejé caer...
—Salvaste mi vida, ahora por favor, salva mi corazón, Jungkook. Estoy tan triste y tan solo, que siento que me cuesta respirar.
—Me siento igual, Mimi ¿Que hacías aquí?
—Necesitaba pensar, necesitaba salir de las cuatro paredes de la casa que me asfixian. Manejé sin rumbo y llegué aquí, a nuestro sitio especial. Este lugar es donde nos besamos por primera vez ¿Recuerdas?
—Cómo olvidarlo. Ese beso cambió mi vida para siempre, Jimin —Jungkook hizo una pausa para decir aquello que lleva clavado en su alma desde la separación— Necesito que sepas que lo que pasó con mi ex, fue el peor error de mi vida. Fue el beso más amargo que he dado, un beso vacío, sin sentido, un estúpido beso que me ha costado lágrimas y sangre.
—Sí, claro, solo un beso... —Jimin sonó sarcástico.
—Sí, Jimin, fue solo un beso. No tuve nada más con él.
—Perdón que lo ponga en duda, Jungkook, no te creo.
—¿Por qué dudas? Te juro que no le toqué un pelo...
Tomó el mentón de Jimin.
—Mírame, Jimin, no estuve con él de ninguna forma. No dormí con él...
Jimin jugaba con la arena bajo sus dedos. Se encontraban sentados uno frente al otro pero Jimin no podía mantener su vista sobre Jungkook.
—¿Por qué, Jungkook, por qué estuviste con tu ex?
—No tengo excusas, Jimin, más que admitir que el alcohol y la noche me vencieron...
—¿Como se hace para confiar de nuevo?
—No lo sé, mi amor. Pero te pido que me des una oportunidad para demostrarte que te amo...
Jimin levantó su rostro para mirarlo a los ojos.
—Me has evitado todo este tiempo, Jimin. No me has dejado que te explique ni que te pida perdón.
—No quería escuchar excusas, Jungkook, estoy herido y triste. Tan triste que a veces siento que voy a desaparecer en lágrimas.
—No me digas eso, amor...
—Es verdad, Koo.
—Solo sé que esa estupidez me llevó perderte, y te juro que nunca voy a perdonarme por eso. Me arrepiento profundamente. Te extraño tanto mi amor, perdóname por favor....
Jimin acercó su boca a los labios de su amado y lo besó dulcemente. Un beso delicado, un beso que después de tantos meses era como saborear el cielo mismo.
Jungkook respondió al beso tímidamente y poco a poco se fue transformando en pasión. Mordió los labios de su niño hermoso, quería comerlo. Lo saboreó, lo respiró.
Cuando ya pensaba que un encuentro así no volvería a ocurrir, la magia se produjo nuevamente y se entregó por completo a este sentimiento en toda su plenitud.
—Te amo Jimin —le jadeó al oído— te amo, te amo, me estoy muriendo sin ti. Tú eres mi universo.
Jimin tomó el rostro de su hombre...
—Yo también me estoy muriendo sin ti. Intenté de todo para sacarte de mi sistema y no he podido. Te amo... Te extraño tanto, que duele.
De la pasión pasaron al llanto profundo, uno lloraba sobre el cuello del otro, el dolor que habían sufrido todo este tiempo, buscaba las maneras de sanar desde adentro. Este era el momento en que sus corazones decidieron reencontrarse y ninguno de los dos dejaría pasar la ocasión.
Volvieron a besarse, se produjo un delicioso intercambio de fluidos de lágrimas y saliva. El sabor de uno pasó directo a la boca del otro.
—Te amo —Se dijeron al unísono.
—Perdón —dijo Jungkook— Perdón para siempre, mi amor. Lo siento...
—Koo, es muy difícil perdonar, más difícil aún es olvidar. Intentaré perdonar, de hecho, creo que ya lo he hecho, pero no puedo prometer olvidarlo fácilmente.
Por primera vez después de tantos días de angustia, Jimin era capaz de ordenar pensamientos y sentimientos y ponerlos en palabras.
—Este tiempo sin ti comprendí que mi vida sin tu amor no tiene sentido. Elijo que estés conmigo.
Tomó las manos de su chico y acarició sus tatuajes.
—Estando acá arriba me di cuenta de muchas cosas, una de ellas es que la vida es demasiado corta como para arriesgarse a vivir sin amor.
Jimin levantó la mano tatuada de JK y la llevó a su mejilla para acunar su rostro sobre ella, en busca de un "auto mimo" mientras hablaba.
—Hoy iba a acercarme a ti para que habláramos un poquito. Te he visto cada noche y cada madrugada montar guardia silenciosa frente a casa y eso... Eso no tiene sentido, tú afuera sufriendo y yo adentro muriéndome por tenerte... ¿Qué sentido tiene eso?
—Ningun sentido, mi amor.
—Entonces... quiero terminar con esto, basta, basta de vivir mal, basta de alejar de mi vida al amor de mi vida... Regresa a casa, Jungkook, regresa a mí, por favor.
Jungkook lo atrajo hacia él, y lloró sobre sus labios los "te amo" más hermosos.
Salieron del acantilado, tomados de la mano y con los corazones radiantes.
Avisaron a la empresa que se tomarían el día.
—Vayamos a casa —Insinuó Jimin y besó la lágrima que dejó escapar su conejito.
Regresaron a su hogar.
Jungkook suspiró a penas atravesó el umbral. La casa olía a cielos. Había soñado con este momento tantas veces que había perdido la cuenta.
Jimin lo tomó de la mano y subieron al cuarto que ambos compartieron por tres años.
Jimin lo atrajo hacia sí, JK miró su boca con deseo, los labios carnosos de su Mimi, eran el pecado hecho materia.
Sus respiraciones entrecortadas por el deseo podían escucharse desde cualquier rincón de la casa.
JK le quitó la ropa, se sentó a la orilla de la cama y atrajo a su amor entre sus piernas. Lo besó con locura, lo besó como si fuera la última vez.
—Amor, he soñado tanto con esto que creo que me voy a morir ahora mismo —dijo JK mirándolo a los ojos.
Jimin respondió a esas palabras recorriendo con su boca, cada centímetro de la piel de su kookie.
Las horas pasaron frente a sus narices sin que ellos las notaran, porque solo había una necesidad, fusionar sus carnes y sus pieles para dar paso al vigoroso conjuro que se produce entre dos almas destinadas al reencuentro.
Sus cuerpos danzaron al compás de la lujuria hasta hacerlos estallar en espasmos de jugos y elixires.
Tras la convulsión sensual, se durmieron abrazados no sin antes entrelazar sus meñiques y jurarse amor eterno.
—Te amo, Jimin.
—Yo más, Jungkook.
Los hermosos amantes se durmieron.
La luna, testigo silenciosa de este amor, parecía sonreír colgada desde el oscuro cielo de agosto.
FIN
Caracola
Agosto de 2021
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