Capítulo 1/ Como si tuviera alas...
Conducir sin rumbo fijo no es algo que suela hacer. Más bien, nunca lo hace, pero hoy, él mismo es quién está sin rumbo. Perdió su eje. Perdió todo.
Se detuvo al costado de la ruta. Emprendió camino a pie hasta el acantilado. La brisa oceánica exhaló en su cara y pudo sentir en ese soplido marino, la sal pegándose en la comisura de su boca.
Jimin tocó sus labios, un torbellino de sensaciones se agolpó en sus sienes. Empezó a caer en una espiral de recuerdos hermosos que trastabillaron con la dantesca realidad que debe asumir.
Él había confiado en los profundos ojos café de su amado, se embriagaba en ellos, durante tres años solo vio a través de sus hermosos ojos redondos, pero descubrió de la peor manera, que además de hermosos, eran engañosos.
—Tus ojos mienten Jungkook, ellos mienten por ti —musitó Jimin— detrás de ellos te encuentras agazapado para dar el zarpazo mortal.
A estas alturas del pensamiento insano, JM era incapaz de discernir si lo ocurrido con su pareja era definitivo o solo un momento más.
Ellos llevaban tres años de relación estable y exclusiva.
Fueron años de una pasión avasallante, se amaron por cada rincón de la casa, mantenian agotadoras jornadas de sexo. Sexo salvaje, del bueno, del lindo, del que deja sin aliento, sexo con amor, sexo del mejor. Respirar la piel del otro y conocer cada centímetro de ella era una necesidad de los jóvenes amantes.
Pero, los chicos empezaron a sentir el peso de lo cotidiano.
La convivencia es una homicida silenciosa que se filtra por las rendijas de una relación y se la fagocita de a poquito.
Después de mucho hablar entre ellos habían llegado a un acuerdo de tomarse un tiempo, en un intento de fortalecer su relación. Solo era un pequeño tiempo. El amor nunca estuvo ni en duda, ni en juego, ellos sabían que se amaban, pero en ese momento, tomar una pequeña distancia parecía una interesante opción. Y eso hicieron, de común acuerdo, establecieron un tiempo en el que estarían separados para reencontrarse con otros aires.
Dos semanas después de la decisión, Jungkook tuvo un acercamiento con su ex. Un chico trigueño, de ojos oscuros con el que había tenido un fugaz amorío antes de conocer a Jimin.
Dos semanas.
A las manos de Jimin llegaron fotos de contenido sexual entre su novio y el ex de su novio...
Sintió, literal, que el alma se le partía.
Dos semanas.
JK lo llamó a sabiendas de que las fotos habían partido del móvil del chico en cuestión. Él era quien se lo había enviado a JM con obvias intenciones Non Sancta.
Jimin respondió el llamado de su novio pero no podía decir ni una sola palabra. Solo lloraba. Se sintió roto. Sintió culpa por haberse permitido ese tiempo de distancia entre ambos.
—Sé que estamos separados —dijo Jimin con una voz chiquita —supongo que no puedo llamarlo engaño, pero dentro mío siento que eres un traidor.
—Déjame explicarte, Mimi. Por favor escúchame. Te juro, te lo juro por lo más sagrado que tengo que esas fotos no son lo que parecen, te jur....
—¿No dicen eso todos los traidores? —Interrumpió Jimin— Es triste descubrir que el tiempo que nos habíamos dado corrió veloz para ti, Jungkook —Continuó diciendo un Jimin tan lastimado como decidido.
—No es la primera vez que él se interpone entre nosotros, hemos discutido por él, y tú me llamabas paranoico. Dos semanas Jungkook, tan solo dos semanas te llevó arrojarte a sus brazos. Para mí este es el fin.
Eres desleal. Desleal conmigo y desleal contigo.
Desleal con nuestra historia.
Tú continúa como desees, Jungkook. No me da el alma ni el cuerpo para seguir con esto. Sé feliz con él. Adiós.
Cortó la llamada.
Los intentos de comunicación por parte de JK fueron en vano. Jimin nunca más respondió a nada. Ni a un mensaje, ni a un llamado, nada en las redes, nada de nada.
Se sumió en una tristeza profunda. Cortó relación con sus amigos y su familia.
De su casa a los ensayos y viceversa.
Vivía cómo podía. Sacar a su amado de su sistema no parecía posible. Su olor estaba en toda la casa, en sus sábanas, en su ropa que aún colgaba en el placard compartido. Cada noche abría esas puertas y acercaba el rostro a las camisas de JK y las olía, y ese inocente acto desencadenaba un llanto tan profundo que sus cuerdas vocales se cerraban provocandole espasmos en la respiración. Así cada noche. Antes de quedarse dormido y con sus ojitos extenuados de tanto llorar, abrazaba la almohada y susurraba: Maldición Kook, te extraño maldito traidor, me muero de amor.
Los recuerdos no piden permiso para golpear. Llegan, irrumpen, se instalan, desarman... la brisa marina acarició nuevamente a su rostro y lo sacó de sus pensamientos.
Jimin se puso de pie y se acercó peligrosamente al borde del despeñadero.
En ese momento sintió que debía tomar una decisión definitiva y él sabía claramente cuál era.
Levantó sus brazos al costado de su cuerpo y como si tuviera alas, las batió dulcemente.
Miró hacia el cielo grisáceo, su vista se nubló y su cuerpo inerte se desplomó al vacío.
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