Único
Este exquisito one shot es original de 2Yeonista todos los créditos le pertenecen a ella.
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Sana jamás ha sido alguien que se destaque por buscar
conquistar a cualquiera que llame su mínima atención.
Si bien había estado casualmente con varias mujeres,
no era algo que sucediera increíblemente seguido. Todas
eventualmente venían a ella, Sana no hacía más que dar sonrisas simpáticas y largos temas de conversación.
Pero aquello había cambiado cuando vió aquellos ojos
miel.
Kim Dahyun no era más que otra chica alegre, extrovertida y rebelde más. Amante de las fiestas,
carismática y siempre de lado de su mejor amiga. Era una
chica bastante popular entre hombres y mujeres.
Y Sana no iba a negar que ella estaba en la lista de
mujeres que habían llamado bastante su atención.
Con aquel cuerpo de buenas proporciones, ese cabello
rubio y esa atrevida personalidad, llamaría la atención de
cualquiera, y Sana no se quedaba atrás.
Pero era algo bastante distinto a las otras chicas que
captaban su atención.
Dahyun no parece querer ser la que se acerque primero.
Muchas veces intercambiaron miradas traviesas en medio de los pasillos, o merodeando por cualquier lugar donde se encuentren.
Esas miradas no eran simples saludos. Aquel brillo
juguetón en los ojos de la rubia se lo decía a gritos.
Pocas veces habían intercambiado más de un par de
palabras.
«Hey, se te cayó algo» había dicho aquella alta y atractiva
chica.
Cuando Sana volteó, sus ojos bajaron al escote de la
chica y como éste dejó poca cosa a la imaginación cuando la rubia se agachó a recoger el papel del suelo.
Las mujeres de ahí en su mayoría no eran voluptuosas.
Pero Dahyun lo era. Era robusta y bien dotada.
Lo que Sana daria por hincar el diente en esa jugosa piel de sus muslos era impresionante..
Esos muslos que estaban al descubierto por la falda que
usaba.
Dahyun no era muy de faldas. Sana lo agradecía,
pues, las pocas veces que la veía en ellas; lo único que
quería era esas estilizadas piernas de modelo alrededor de su cuello.
«Deberías ser más cuidadosa, ¿Es esto un ensayo?» había
continuado cuando se levantó. Ojeando el contenido del
papel, Sana notó como relamía de formna exquisita sus
labios. Aquella lengua los humedeció con lentitud, como si supiera y disfrutara que esas pequeñas cosas causaban
en Sana.
Esos labios rojos y brillantes eran su mayor tentación.
Luchaba con mil demonios internamente por no tomar su
rostro y besarla hasta quedarse sin aire.
Una sonrisa simpática salió de esos atractivos labios.
No había podido decir nada, lo nico que quería era
empujarla contra la pared y cogerla hasta ver esos ojitos
llenos de lágrimas de placer.
Esa sonrisa "inocente" en sus ojos se reprodujo en la
escena en su mente dónde tomaba a Dahyun de
espaldas. Acariciando una de esas enormes tetas,
disfrutaba de su arrogante sonrisa entre muecas de placer.
Sana sabía leer muy bien a las personas. Esa sonrisa
no solo era amabilidad. Esos labios juntos curvados hacia
arriba no demostraban más que una mueca juguetona.
«Si, lo es. Gracias, Kim» fue lo que Sana logró responderle
tras lograr escapar de las fantasías que se reproducían
en su mente. Fantasías donde ambas eran protagonistas,
dónde Dahyun se entregaba por completo a ella sin
dudarlo, siempre con esa actitud burlona.
Justo cuando pensó que una invitación iba a salir de la
rubia, ya sea a salir juntas, alguna fiesta o algo que permita que se acerquen, Dahyun le dió una sonrisa y giró sobre sus talones para retirarse con un elegante y atractivo andar.
Sana no sabía si Kim la provocaba para que fuese ella
quien se acerque o si lo hacía solo para burlarse de ella y
dejarla colgada por las ganas.
Pero algo era obvio: en los cruces de miradas y las sonrisas traviesas había un enorme deseo que hace que solo sean ellas hasta que alguna aparte la mirada.
Sana no sabía cuánto aguantaría el retorcido juego de
Dahyun antes de perder el control.
Aunque, con Dahyun, pareciera que nunca lo tuvo.
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De un momento a otro Dahyun disfrutaba más su cabello rubio que de cualquier otro color.
Ese fue otro dato que Sana descubrió al toparse casualmente con Dahyun otra vez.
Varias veces se encontraban y solo hablaban trivialidades
un par de minutos antes de cada quien volver a tomar su
camino.
Pero Sana ya estaba aburrida de eso. Ya quería algo
más, quería invitaciones atrevidas, susurros sugerentes.
Necesitaba mucho más y sabía que aquella rubia también, pero ninguna daba el paso.
Aquel dato que había descubierto en la conversación
casual solo le dió ganas de enredar sus largos dedos en
ese cabello y tirar de él mientras su otra mano disfrutaba
su interior. Ver esas hebras rubias pegadas a un rostro
jadeante lleno de sudor y ella misma apartar esos cabellos mientras oía dulces gemidos salir con esa voz tan atractiva y sexy.
Dahyun le sonreía como si supiera perfectamente lo que estaba pensando.
Era obvio que Dahyun sabía perfectamente la tensión
que había entre ambas. Eso fue algo que a Sana
también la impresionó un poco. Lesbianas abundaban
en el campus, si. Pero tampoco eran muy obvias, no se
acercaban así y por ocultarse suelen tardar mucho en
hacer evidente la tensión entre ellas.
Con Dahyun esa tensión se notaba desde el primer
momento. Cualquiera que las viera intercambiar miradas
notaría que ahí había un deseo sexual increíble.
Pero ninguna cedía a él.
Ambas sabían que en otras circunstancias, a penas se
cruzaran la una con la otra en algún lugar medianamente
solitario, empezarían un encuentro bastante candente.
Pero sorprendentemente aquello no había pasado aún a
pesar de haber tenido las oportunidades en bandeja de
plata.
Cómo en ese momento.
Sana no quería oír a Dahyun hablar de su cabello,
quería oírla gritar de placer y alabar lo bien que mueve sus
dedos dentro de ella. Quería verla en su cama, desnuda,
sudando y jadeando, ver si sigue con esa sonrisa y actitud
burlonas luego de dejarla con las piernas temblando.
Frotarse con ella, hacerla tocarla. Quería de todo, solo con
ella.
Cada noche esa fantasía se reproducía en su mente. Cada noche intentaba imaginar el cuerpo de esa mujer de la forma más precisa que podía. Imaginaba estar en la cama con ella durante toda la noche.
Aquellas fantasías eran sofocantes. El deseo que sentía
hacia Kim Dahyun era asfixiante. Si no llegaba a
drenarlo de algún modo, terminaría ahogada.
Y solo quería ahogarse en esas enormes tetas que
resaltaban cuando traía ropa deportiva. En esa deliciosa
raya que se marcaba a través de su escote.
Necesitaba hacer algo al respecto ya.
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—Ahí está ella.
Sana levantó la mirada de su vaso mientras seguía
bebiendo del whisky en él. Mina le codeó nuevamente para Ilamar más su atención.
Ya sabía que Dahyun iba a estar ahí, así que para nada
se impresionó de verla ahí, apoyada en la barra, charlando
con su mejor amiga.
El estilo de Kim es otra cosa que la hace desearla con
una enorme pasión. Con sus pantalones elegantes, sus
chaquetas, tops, y zapatos bajos de tacón; Dahyun
resaltaba con elegancia, diversióny carisma. Su atractivo
era increíble, su cuerpo era perfecto para su estilo y Sana lo admiraba.
Apoyada en la barra con bebida en mano, Dahyun reía
con su amiga. Usaba una cacheta de cuerina que ahora
estaba sobre sus codos y usaba un top de tirantes blancos.
La chaqueta dejaba sus hombros al descubierto, igual que el perfil de sus pechos, esos pechos grandes que parecían ser sofocados por la ajustada tela blanca. Su rubio cabello acariciaba sus hombros con ondas naturales y hermosas, sin duda alguna.
Sin darse cuenta, Sana había tomado toda su bebida de un sorbo mientras admiraba a la rubia de lejos.
—¿Quieres más? —preguntó Mina mientras tomaba su vaso y volvía a colocarle hielo.
Sana finalmente quitó sus ojos de Dahyun y miró a su amiga para asentir a su pregunta.
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Dahyun volteó nuevamente, suspiró con hartazgo y
rodó los ojos al ver a Sana solo servirse una bebida más.
Tomó un sorbo a la suya y siguió fingiendo que escuchaba la parloteadera de Momo.
Sin embargo, la japonesa si había notado como su amiga
volteaba hacia la mesa de Minatozaki y Myoui varias veces así que paró la historia que contaba.
—¿Cuándo piensas dejar de jugar a las miraditas —cuestionó con exasperación—. No la mires así, creeme que después irá a coger con esa tipa al salir de aquí.
Dahyun rodó los ojos y volvió a tomar de su bebida.
—Cuando doña inalcanzable se de cuenta de que no puede vivir sin tenerme en su cama —se encogió de hombros y se terminó la bebida al tercer sorbo—. En dado caso, ella estará en la mía.
—Cortesía de la casa —el camarero ofreció a Dahyun. Una bebida parecida a un mojito bien decorada.
Pero Dahyun apartó el vaso con su mano.
—Vi de reojo lo que le pusiste, no quiero estar contigo y
tampoco quiero tu bebida de mierda para drogarme.
—rechazó con dureza.
El hombre le dió una mala mirada, susurró algún que otro insulto misógino mientras se llevaba él mismo el vaso.
Momo rio. Desde que Dahyun había puesto la mira
en aquela morena, rechazaba brutalmente a cualquiera.
¡lncluso a ella misma! Le ha costado mucho robarle un par de besos a la coreana últimamente.
Dahyun jamás fue alguien promiscua, pero tenía sus
deseos y necesidades a pesar de nunca darle mucha
importancia.
Sin embargo, Sana era un deseo y una necesidad a la cual le era imposible restar importancia. Y sabía que a ella le pasaba igual.
Llamó a Nayeon, la anfitriona de la fiesta, para pedirle algo más que beber, una vez la alegre coreana accedió y fue a buscarle una bebida, su mirada no tardó en ir de nuevo a aquella mesa.
Sus ojos de encontraron con los contrarios, aquellos que
no siquiera podía apreciar su brillante color por las luces
del lugar y la distancia. Un escalofrío recorrió su cuerpo y
relamió sus labios.
Sin embargo, el delicioso contacto visual se corto cuando
la rubia coreana se había acercado para darle su bebida.
Agradeció y tomó un sorbo, volviendo su atención a Momo.
La japonesa a su lado hizo una mueca. Era frustrante ver
cómo ninguna simplemente se acercaba. Sin embargo,
Dahyun no le hacía caso a nada de lo que decía.
Cuando Dahyun volteó a mirar a la mesa quien sabe ya
por cuánta vez, frunció el ceño al no ver a Sana juntó a
su amiga y rodó los ojos. No la consiguió con la mirada en
ningún lado así que solo suspiró y se levantó para caminar
hacia el baño.
Logró pasar por en medio de la gente, rechazó un par de
propuestas para bailar y subió las escaleras de la casa
Im, alejándose así del montón de gente, el humo
de cigarro, el olor a alcohol y todo aquel ambiente caótico.
Caminó a paso tranquilo por el largo pasillo, el sonido de
sus tacones resonaban y lograban camuflar los sonidos
obscenos que provenían de un par de habitaciones.
Consiguió la puerta con un papel pegado que indicaba que era el baño. Revis su bolso para asegurarse de tener lo necesario para retocarse el maquillaje. Llevó su mano al pomo de la puerta, pero antes de poder si quiera tocarlo, la puerta del baño se abrió.
Sana se paró en seco al notar una presencia ajena para
no chocar al salir y abrió los ojos y mordió su labio inferior
al ver a la rubia frente a ella.
Dahyun la miro, aprovechó que estaba bastante cerca,
la luz aún encendida del baño y las de los pasillos si le
permitan ver esos ojos marrones con pupilas dilatadas
que la miraban fijamente, ese cuerpo lleno de cuervas
acentuadas por el ajustado vestido negro y su moreno
cabello algo desordenado que caía por sus hombros y
escote.
Antes de que el silencio se tornara más tenso, Dahyun
consiguió voz para hablar.
—Hey, hola, Sana —saludó. Recuperó su ánimo al
encontrarse frente a la mencionada, su actitud carismática había vuelto y eso a Sana le aceleró el pulso.
—Oh, Dahyun. ¿Qué tal todo? —cuestionó lo más
tranquila que pudo mientras cerraba la puerta del baño a
su espalda.
Dahyun hizo una mueca y rodó los ojos—. Aburrido,
realmente —se encogió de hombros—. Nadie llama mi
atención y solo he recibido bebidas sospechosas toda la
noche.
Sana maldijo internamente cuando los brazos de
Dahyun se cruzaron por debajo de sus pecho,
acentuandolos más. Luchó lo más que pudo que su mirada no bajara.
Falló y Dahyun lo notó, pero la rubia prefirió sonreir un
poco, apretar los brazos y fingir que no la había visto.
Sana rió un poco— ¿Bebidas sospechosas?
—Realmente a veces me asustan los hombres —comentó y Sana le dió la razón.
—No estoy muy lejos, realmente también se me está
haciendo algo aburrido —Sana agregó— Esa chaqueta..
Realmente te queda bien —halagó con una sonrisa y
disimulando su mirada en el escote de la rubia.
Dahyun sonrió, contenta por el cumplido.
—Me da algo de calor. Pensaba quitármela y —miró a Minatozaki de reojo— bailar un poco. Quizá así no me aburro tanto —continuó.
—¿Te acompaño?
Aquellas palabras fueron la llave de Dahyun para ser feliz.
Era la primera vez entre tantas miraditas, insinuaciones
discretas y manoseos visuales que una invitación salía de
alguna de las dos.
Si bien hubiese preferido que aquella morena la invitara a
alguna de las habitaciones de huéspedes de Im, se encontraba satisfecha por aquellas dos palabras que habían salido de ella.
Dahyun asintió con su sonrisa, esa sonrisa que Sana
conocía muy bien, algo ladeada, con mirada discreta pero
insinuante si te das cuenta.
—Claro, vamos —dijo y tomó la mano de Sana para tirar
de ella y llevarla a paso rápido hacia abajo—. Dejaré mis cosas a un lado.
Tra recibir un asentimiento de la morena, Dahyun fue
hasta donde se encontraba antes junto a Momo. Quitó su
chaqueta de cuerina y la dejó en la mesa junto a su bolso.
Momo le miró con el ceño fruncido y Dahyun guiñó.
—Cuida mis cosas, preciosa, ya vuelvo.
El mal humor que cargaba la rubia pareció haber
desaparecido y Momo lo agradeció. Le restó importancia a todo y siguió hablando con la pequeña pelinegra de buen busto a su lado.
Fue a la mesa de Minatozaki, dónde está estaba tomando un sorbo de un vaso que acababa de servirse.
—¿Me das? —cuestionó la rubia, había venido bastante poco y necesitaba más soltura y ambiente para sumergirse en este con Sana.
La morena asintió y rellenó el shot para entregárselo a
Dahyun, quien lo tomó de un solo sorbo antes de dejarlo en la mesa y tomar la mano de la otra chica.
Se adentraron en la pista, había bastante gente, no
suficientes para estar todos apretados pero si la suficiente para pasar desapercibidas.
A penas llegaron al centro del lugar, Dahyun rodeó los
hombros de Saba con sus brazos. Normalmente, Dahyun le sacaba a Sana unos cuantos centímetros, sin embargo, Sana esa noche usaba tacones un poco más altos que los de ella, así que estaban a la misma altura.
Las grandes manos de Sana se posaron en la cintura ajena e inmediatamente se acercó más a la rubia, está suspiró ante estos movimientos cerca de su oreja, causándole escalofríos.
Las manos de Sana eran inmensamente atractivas, y
tenerlas fijas apretando sus caderas sin dudas fue algo que le causó un par de escenarios indecentes.
Streets de Doja Cat inundó por completo el lugar a través de los altavoces y Sana sintió como si el destino les estuviese jugando a favor.
Sus cuerpos se juntaron y Dahyun volvió a suspirar junto
a su oreja. Sana deseaba fuertemente que el contexto
fuese diferente.
—Mmh... —murmuró la rubia— me gusta mucho esta
canción.
Inmediatamente captaron el ritmo, sus cuerpos se movieron juntos. Las manos de Sana se colocaron firmemente sobre las caderas de su contraria, sintiendo en sus palmas el suave movimiento al compás de la música. Los brazos de Dahyun se soltaron y en medio de lentos movimientos, sus manos acariciaban de forma deliciosa su cuello y hombros.
Sus rostros cerca, sus respiraciones mezcladas, agitadas, algo sudadas, era una situación increíblemente excitante para ambas.
La mirada de Sana bajó con descaro hacia los pechos
contrarios, ajustados por aquel top blanco que tanto
resaltaba a la falta de la chaqueta, se veían jugosos, quería tocarlos de algún modo. Solo los vio moverse y rebotar al son de los movimientos de la rubia.
Dahyun se dió la vuelta y tomó las manos de Sana para
evitar cortar el contacto, hizo a la morena tomarla de las
caderas de nuevo a la vez que bajaba para restregarse
descaradamente de espaldas a Sana.
Bien, ya se había dado cuenta que no había admirado lo
suficiente el culo de Dahyun.
Moviéndose al ritmo que marcaba la rubia, sus cuerpos se juntaron, los pechos de Sana pegados deliciosamente a la espalda de Dahyun y el culo de Dahyun restregándose
descaradamente contra la pelvis de Sana.
Las manos de Sana se atrevieron a subir, tocaron ese
abdomen semi marcado y algo sudado, al descubierto. Y paró en seco al descubrir el terreno que se encontraba más hacia arriba.
Tomó firmemente la cintura de la rubia y tuvo el atrevimiento de pegar su nariz a su cuello. Olisqueó el rico aroma de su perfume mezclado con el sudor del ambiente caluroso, olía a flores, a pasión, a hormonas ya una mujer que necesitaba ya mismo bajo sus sábanas.
La mano derecha de la rubia fue hacia ella, se enredó en los oscuros cabellos de Sana y la pegó más a ella, evitando que pudiese separar su nariz de su cuello.
Al sentirla empujar un poco más, Sana tomó el
atrevimiento y plantó un beso en su cuello. Dahyun
retuvo un gemido ante ello y la acercó de nuevo. Sana volvió a besar su cuello, pero esta vez fue lento y húmedo, sin dejar de moverse al compás de la musica. El sabor del sudor mezclado con el de su piel era increíble, aquella probada a esa exquisita piel fue una probada de pecado de la cual quería más, mucho más.
La otra mano de la rubia acariciaba su muslo, atreviéndose de vez en cuando a subir un poco por debajo de su vestido, casi encontrándose con su trasero desnudo. Uso esa mano para tomar una de las de Sana y posarla en uno de sus senos.
Y ahí Sana sintió que iba a perder el control.
Apretó el seno de Dahyun, besó su cuello otra vez y su
otra mano tanteó terreno debajo de su pantalón de vestir.
Dahyun sintió que se iba a derretir ahí mismo, la calidez
de la mano en su pecho era increíble, necesitaba tenerla
manoseándola sin tapujos. Necesitaba estar en la cama en esa misma posición, una mano en su pecho desnudo, su boca besando su cuello y su otra mano tocando su mojado centro.
Imaginarse la escena no era mucha ayuda. Dahyun
mantenía los ojos cerrados y seguía intentando seguir el
ritmo de la música para no dejarse llevar por los manoseos de la morena.
Cosa que se hizo más difícil cuando esta buscó debajo de su corto top, lamió su cuello y tanteó su pubis.
Normalmente le daría mucha vergüenza ese enorme descaro delante de tantas personas, pero realmente estaba mojada y disfrutaba mucho de la presencia de la morena.
Pero no todo es para siempre. La canción acabó, la gente se separó y a dura penas ellas hicieron lo mismo.
Dahyun acomodó su top y se volteó a ver a la cara a
Sana.
—Eres buena bailarina —halagó con un guiño y una sonrisa
insinuante y Sana le sonrió de vuelta.
—Bailar contigo me anima a hacerlo bien —tomó su cintura y pegó sus cuerpos nuevamente—. ¿Quieres otra canción?
—Me parece perfecto.
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Se suponía que la noche debía terminar con sábanas
mojadas, sudor y respiraciones agitadas.
Pero cuando se separaron cada una a beber algo, cuando
volvió a buscarla, Sana se encontró con que Dahyun y su amiga se habían ido. Estaba muy molesta.
Definitivamente lo de Dahyun era un juego retorcido. En lugar de drenar un poco el enorme deseo de ambas, fue como darle una pequeña probada a un fruto y ahora querer mucho más de este que antes.
Deseaba a Dahyun mucho más que antes, y no entendia porque simplemente se había ido. Era más que obvio que Jeongyeon también lo quería. Así solo quisiera provocarla, Sana notó en sus gemidos retenidos y suspiros de placer por toques mínimos la otra noche que Dahyun lo deseaba tanto como ella.
¿Por qué mierda seguía con este estúpido juego?
Sana intentaba descifrar a aquella rubia mientras
caminaba por los pasillos desiertos de la universidad. Su
humor era una mierda y aquello se notaba a kilómetros, y digamos que a nadie le agradaba una Nayeon de mal humor.
Oh, y mala idea para Dahyun pasar por ese pasillo justo en ese momento.
Al verla, una mezcla de molestia y felicidad por verla se
plantó en la morena.
—Hola, Sana.
"Hola, Sana" una mierda.
Tomó con brusquedad la muñeca de la rubia y la arrastró
consigo a una pequeña puerta, el almacén del conserje.
Se adentró con ella y cerró la puerta para empujar y pegarla a la única pared que no tenía productos de limpieza.
—¿Qué te pa-..?
No pudo decir nada, los labios de Sana ya estaban sobre los suyos.
Antes de reaccionar, corresponder o hacer cualquier cosa; la mano derecha de Sana subió rozando todo su cuerpo hasta llegar a su cuello y tomarla de él.
Sus labios se separaron y, en medio de la oscuridad, Sana pudo ver el deseo reflejado en los ojos de la rubia, en ese brillo, en esa mirada que rogaba por ella, en como parecía entregarse a ella con sumisión solo con su mano alrededor de su cuello.
Sana sintió molestia, molestia que fue hasta su manoy
apretó más el cuello de la contraria, haciéndola jadear.
Estaba molesta. Dahyun ahora se encontraba en entera sumisión hacia ella, Por qué había huido la otra noche?
—¿S-Sana... Unnie?
Casi parece que había accionado algún interruptor de
sumisión.
—¿Por qué te fuiste? ¿Por qué nunca te atreves a acercarte?
Finalmente había reaparecido esa irritante sonrisa ladeada en el rostro de la rubia. Sin embargo, la falta de aire no le permitía hablar, cosa que Sana notó y aflojó el agarre en su cuello.
—¿Por qué nunca te habías atrevido a acercarte? —devolvió la pregunta y Sana frunció el ceño. El agarre en su cuello cesó y Dahyun rodeó los hombros de la morena con sus brazos, dándole aún su característica sonrisa sugerente—. ¿Querias que viniera yo y te rogara para que me metas a tu cama?
Sana tragó grueso cuando la rubia la acercó más a ella.
Sus respiraciones se mezclaron y resultó incluso más
delicioso que cuando lo hacían en medio del baile sugerente.
Sus frentes se juntaron, sus narices se rozaban pero ninguna dió el siguiente paso.
—¿Ves? Ninguna se atreve —Dahyun dijo—, No soy una
cualquiera, Sana. Con mirarme las tetas alguna que otra vez no voy a caer directo a rogar para que me cojas.
—Irónicamente, eres la única a la que quiero oír rogando para que la coja —Sana rió.
Dahyun tomó las manos contrarias y las posó en su
cintura, Sana no tardó en apretarla y juntas
deliciosamente sus cuerpos.
—Tú rogarás que te deje cogerme —sonrió y juntó sus labios con los ajenos.
Sana inmediatamente no se quedó atrás, correspondió el
beso con pasión, finalmente tenía a Dahyun dónde
quería, acorralada, a punto de darse mutuamente lo que
cada una quería de la otra.
Dahyun apretó el abrazo en el cuello de la morena, la
cercó más y su mano fue a enredarse en los largos y oscuros cabellos de su mayor. La noche de aquella fiesta habría dado lo que sea con tal de verla quitándose ese vestido lentamente solo para ella.
Pero sabía que nada ocurriría si no lo hacía ella primero, así que se resignó a la frustración sexual. E hizo bien, la
frustración era tanta que Sana no había tardado en tenerla pegada entre su cuerpo y la pared.
Abrió la boca, se relajó y permitió a la mayor meter
descaradamente su lengua en su boca, gimió mientras sentía su centro húmedo, le encantaba todo lo que estaba
sucediendo, lo había estado deseando durante meses, y era increíble.
La boca de Sana era una delicia, su sabor era exquisito, la forma en la que movía sus labios se acopló a ella
perfectamente y ni hablar de lo deliciosa que era su lengua.
Sana metió una sus manos debajo de la blusa de
Dahyun, tanteó terreno hasta conseguir ese molesto
sujetador que le incomodaba el paso. Sin separar su boca de la ajena, sus dos manos fueron a la espalda de la rubia para así desabrochar su sujetador y dejarlo flojo. Una vez con el paso menos obstruido, se permitió subir la mano hasta ese terreno que tanto deseaba ver y sentir.
La piel pura y expuesta del pecho de Dahyun era suave, grande, le encantaba. Lo apretó y amasó lentamente, explorando su contextura y disfrutando los gemidos de Dahyun en su boca.
Sana bajó su otra mano por el culo bien formado de Kim y se dió cuenta de un pequeño detalle que no había notado.
Dahyun estaba usando una falda.
Sin dejar de juntar sus lenguas ni de apretar su pecho,
Sana subió esa falda cómo pudo con su otra mano y tomó el muslo desnudo de la rubia para subirlo e invitarla a abrazar su cadera con su pierna, cosa que Dahyun hizo. Sana acarició esa suave piel, jugosa, las piernas de Dahyun eran increíbles y no podía esperar a tenerlas en su cuello.
Dahyun se tuvo que separar de los labios ajenos cuando
Sana dejó una fuerte palmada en su muslo, el sonido seco resonó entre las pequeñas cuatro paredes y Dahyun movió inconscientemente sus caderas cuando su centro palpitó.
Sana notó esto y sonrió ampliamente. Tenía a Dahyun dónde quería y parecía un sueño, una fantasía.
—Deseabas esto tanto como yo, ¿Verdad?
Dahyun relamió sus labios llenos de saliva y tardó un par de segundos en recuperar el aliento.
—Te deseo desde hace mucho tiempo. Deseo esto como no tienes una jodida idea.
Sin dejara Saba decir nada, con su mano aún enredada en sus morenos cabellos; Dahyun la acercó para volvera fundirse en un candente beso mientras Sana pellizcaba de forma deliciosa su pezón.
Ambas sabían que no podían hacer mucho más, faltaban
pocos minutos para que las clases volvieran a iniciar, para
que el conserje entre a buscar algo o para que noten sus
ausencias.
Pero, ¿Cómo era posible parar? No podían, eran meses de
deseo acumulado, de acercamientos frustrados, de
necesidad de conocerse a fondo de forma fisica. El momento había llegado y no eran capaces de alejarse, no con Sana finalmente tocando una de esas enormes tetas como deseaba hacerlo, con una de esas largas piernas en su cintura, esa rica lengua jugando con la suya y ese coño a escasos centímetros de su pelvis que debe estar igual de mojado que el suyo.
Sus labios eran incapaces de separarse, cuando lo hacían,
sus lenguas seguían juntas, la saliva desbordaba de las
comisuras de sus labios, el sonido húmedo de sus bocas
moviéndose con descuido era lo único que se escuchaba, los jadeos y gemidos retenidos eran deliciosos y la causa de la extrema excitación que ambas poseían. Se necesitaban, eran dos animales hambrientos que habían conseguido comida luego de meses.
Pero lamentablemente el tiempo no se iba a detener para
ambas quedarse ahí todo el tiempo que necesitaban para
drenar todo ese deseo. Cuando una de las manos de Sana iba a atreverse a tocar la parte más íntima de Dahyun, muy a lo lejos se escuchó el timbre que anunciaba la reanudación de las clases.
Sana masculló un par de insultos y Dahyun rió ante
esto. La rubia le dió un último beso antes de empujarla y
poder acomodar su ropa. Fue difícil mantener su postura
nada perturbada y divertida cuando sintió sus bragas
completamente mojadas. Estaba hinchada y palpitante
debajo de aquella tela, era doloroso, pero intento mantener su firmeza.
—Supongo que nos veremos después, Sana —sonrió cuando terminó de volver a abrochar su sujetador y acomodar su camisa.
Antes de que la rubia tomara el pomo de la puerta, Sana tomó su muñeca y la acercó a ella otra vez.
Cuando Dahyun pensó que iba a tener otra vez esos labios sobre los suyos, Sana habló.
—Tienes una boca increíble, Dahyun. No puedo esperar a
tenerte debajo de mi y obligarte a chuparme toda la noche —murmuró y aquello hizo que las piernas de Dahyun flaquearan más de lo que ya de por sí lo hacían por su excitación.
Y, antes de quedarse ambas ahí hasta que alguien las
descubra, Dahyun logró huir del cuarto del conserje.
Sus piernas temblaban, el calor corporal la hacía tener una fina capa de sudor, su centro aún palpitaba y podía sentir la lengua de Sana en su boca aún. Jamás se había sentido más excitada, jamás había necesitado tanto de alguien que simplemente se la cogiera o simplemente llegar y masturbarse y terminar menos satisfecha que antes.
Necesitaba a Sana, necesitaba terminar lo que habían
empezado, necesitaba hacer algo, las clases serían una
eterna tortura.
Y, sin dudas, lo fueron.
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Sana pensaba que logrando un avance como ese, podría drenar un poco del increíble deseo que sentía por
Dahyun.
Que ingenua.
Hoy Dahyun tenía un muy revelador escote, sí. Una gran fortuna para Sana.
Su lengua lamía aquella provocativa raya que se hacía en
medio de esos pechos, grandes, provocativos, todo el día
estaban rogando por ser lamidos por ella en palabras de
Sana.
Dahyun recogió su moreno cabello detrás de su cabeza para que no la moleste en su labor. Observó atentamente y disfrutó cada segundo esa caliente humedad que la recorría.
No podía soltar tranquilamente sus jadeos, podría aún haber alguien dentro de los baños y no era para nada conveniente. Pero no podía resistirse.
—¿Te encantan mis tetas, Sana? —cuestionó casi en un
susurro con una sonrisa. Sana asintió aún sumergida en aquellos grandes senos—. Puedes sacarlas y chuparlas,
preciosa.
Tras oír esas palabras, Sana se enderezó y subió la blusa de la rubia, quien levantó los brazos. Sana agradeció internamente a cualquier astro que la haya puesto en aquella situación y quitó la blusa ajena y no tardó en quitar también su sujetador.
Su boca se secó repentinamente al ver los pechos de la rubia, grandes, firmes, redondos y con pezones medianos de un tono rosado increiblemente provocativo.
Sana no tardó en bajar a la altura de uno de estos mientras sostenía ambos con sus manos. Los admiró durante varios segundos, eran los pechos más hermosos que había visto nunca, sin dudas superaban sus altas expectativas.
A Dahyun le causaba una mezcla de orgullo y excitación
tener los ojos de Sana tan fijos en sus senos, sus pezones se encontraban completamente erectos e incluso algo
dolorosos por ello.
—Eres un sueño, Dahyun.
Y la boca de Sana atrapó uno de sus pechos en su boca. Empezó a succionar y a disfrutarlo como si fuese la única vez que podría comer esas deliciosas tetas. Dahyun cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás, sus pezones estaban muy sensibles y las mordidas y fuertes chupadas de Sana la tenían al borde. Esa lengua caliente y húmeda en la piel de su pezón, esos dientes dando algún que otro apretón, esos labios succionado en busca de dejarle algún chupetón.
Cuando creía que no podía estar más excitada, venía Sana a descubrir alguna nueva zona erógena para volverla loca, pues nunca había sentido mucho tocando sus pechos mientras se masturbaba, pero, ahora que Nayeon mostraba abiertamente su deseo hacia ellos, no faltaba ninguna sesión de autoplacer dónde imaginaba a Sana cautivada con sus tetas mientras movía sus largos dedos en su vagina.
Necesitaba más, los momentos robados entre clases no eran suficientes, los toqueteos y besos húmedos no eran
suficientes. Necesitaba más, mucho más. Necesitaba ver a Sana, verla desnuda, escucharla gemir también, estar
abierta para ella en la cama, sentir su lengua recorrer otros lugares.
La necesitaba por completo.
.
.
Sana no sabía precisamente que hacer.
Era obvio que ambas ya necesitaban mucho más de lo que podían hacer dentro del campus, una semana así era mucho para ambas.
El fin de semana llegaba y Sana se negaba a estar dos días enteros sin poder ver, besar y tocar a Dahyun.
Ninguna de las dos había hecho alguna invitación, de por sí, todos sus encuentros eran sin invitación de por medio. Pero ahora era distinto, ninguna podría aparecer de la nada en casa de la otra.
Se sobresaltó al sentir una mano sobre su hombro que rodeó este para abrazarla desde ahí, pero suspiró con satisfacción al sentir a su lado a esa alta rubia que tanta locura le causaba.
—¿Fin de semana ajetreado? —cuestionó al tomar el paso
junto a la morena.
Sana negó.
—No realmente —se encogió de hombros—. No hay mucho que hacer.
—Entonces podrías quedarte conmigo.
Sana detuvo el paso repentinamente volteó hacia la
menor. Esta la soltó y sus ojos se encontraron.
—¿En serio?
Dahyun asintió.
—¿No quieres ir? —cuestionó sin ninguna muestra de que le afectara, pues sabía que Sana moría por ir con ella.
—Sí, sí quiero.
Dahyun le dió una sonrisa victoriosa y evitó empezar a
saltar de emoción. Finalmente tenía a Sana dónde quería y, Jesús, que se quede todo el fin de semana sería lo mejor que podria pasarle.
.
.
Sana era un remolino de emociones cuando estaba frente a la puerta del departamento de Yoo.
¿Qué iba a pasar? ¿Cómo iba a pasar? ¿Fue buena idea venir?
Quizá pensaba mucho con las hormonas cuando se atrevió a venir, pero se le era imposible rechazar la oportunidad de dos días enteros con Dahyun en su cama.
Finalmente consiguió el valor de tocar la puerta con sus
nudillos. Los segundos de espera se le hicieron eternos, pero finalmente la puerta se abrió.
Dahyun le dió una amplia sonrisa mientras se hacía a un lado para que pasara. Usaba un simple salto de cama
morado y el departamento tenía simples luces ambientales.
El lugar era pertecto para una persona, no era muy grande, pero si bastante acogedor. Sana lo observó durante varios segundos, aunque más que analizarlo, solo estaba evitando a Dahyun. Estaba nerviosa.
—Puedes dejar tus cosas acá —señaló un pequeño mueble al lado del sofá.
Sana la miró y asintió. Dejó sus cosas en el mueble y
acomodó su cabello con nerviosismo.
—Puedes sentarte, ¿Quieres comer algo? —Dahyun
cuestionó mientras caminaba hacia la cocina y abría el
refrigerador.
«A ti» Sana tragó grueso. Se sentó en el sofá e intentó
calmarse, no lograba entender por qué se sentía tan
nerviosa. Ambas sabían a lo que venían, pero su corazón no dejaba de latir de anticipación y nervios.
—Estoy bien, tranquila.
Sana tomó un buen vaso de agua y caminó hacia ella.
Rodeó el sofá y Sana sintió que se iba a desmayar cuando Dahyun se sentó en su regazo, frente a ella.
Dahyun era bastante alta, más que ella, pero se veía
increíblemente atractiva esa diferencia de altura desde la
posición, sus piernas abrazando las suyas, su pelvis pegada a la suya. Era un escenario de ensueño.
Dahyun desató el salto de cama y este se abrió. Sana abrió la boca para lograr soltar un poco de aire retenido cuando vió la simple pero atractiva lencería de Dahyun.
El rojo sin dudas era perfecto para esa suave y pálida piel. El sujetador apretaba sus pechos de forma deliciosa, las
siluetas de sus pechos se marcaban de forma tan deliciosa que deseaba pasar su lengua por ahí, además que la transparencia del encaje no dejaba nada a la imaginación esos pezones que tanto amaba tener en su boca. Su plano abdomen con esos abdominales semi marcados y esas diminutas bragas de encaje.
Sana tragó grueso, era increíble todo lo que esa mujer le hacía pensar, sentir y desear.
Ahora, más que nunca, la deseaba desde lo más profundo de su pecho.
—¿Estás segura que no quieres comer algo?
Sana relamió sus labios y luchó por levantar la mirada a sus ojos. Al lograrlo sintió un enorme escalofrío por toda su columna vertebral.
Se atrevió a llevar sus manos hacia la cintura desnuda de
Dahyun, quien suspiró profundamente y cerró los ojos
ante el tacto en su piel desnuda. La atrajo más a su cuerpo y sus torsos chocaron. La cercanía volvió el ambiente mucho más caliente, sus respiraciones mezcladas y la vista de cada una en los labios ajenos.
—Creo que tengo un pequeño antojo de una rubia —y una
sonrisa ladeada que hizo a Dahyun sacar su característica sonrisa burlona.
Las manos de Dahyun tomaron el rostro ajeno y juntó sus labios con los contrarios, ambas se deshicieron en suspiros en medio del beso. Los brazos de la rubia rodearon el cuello de Dahyun y Sana se atrevió a jugar con el borde de sus bragas.
Las manos de la rubia se enredaron en los cabellos largos y morenos de su contraria. Disfrutó las largas hebras
acariciando sus manos, causando cosquilleos y una
sensación de pasión e intimidad al no recibir ninguna queja de parte de la mayor.
Por otro lado, Sana paseaba sus dedos por el borde de la tela, causaba escalofríos en la contraria. Las manos de
Sana eran el paraíso, así que cualquier mínimo toque en su piel hacia a Dahyun desear mucho más de ella.
Sus lenguas se juntaron y aquello fue suficiente para que esa burbuja de pasión se cerrara y cualquier pizca de retención desapareció.
Era el momento. Finalmente ambas podrán sucumbir al
deseo.
Tantas miradas, tantas ganas retenidas, tanta tensión entre conversaciones, tanta negación a dar el primer paso.
Y ahí estaban, y parecía irreal.
—¿Por qué me invitaste? —Sana aprovechó un segundo
para hablar, aún muy cerca de la rubia.
—¿No te ha quedado claro? —Dahyun devolvió con una
sonrisa y besó los húmedos labios ajenos durante breves
segundos.
—Creí que no querías tener iniciativa —Sana comentó
mientras sus manos vagaban por piel desnuda del torso de su contraria.
—Solo quería saber si solo soy una conquista cualquiera para ti. Si te ibas a aburrir de que no hiciera nada y te irías por otro par de tetas —se encogió de hombros.
—Las tuyas son mis favoritas —comentó en medio de una
sonrisa y Dahyun rió.
—Tan romántica —soltó sarcásticamente. Ambas rieron.
—Dahyun, eres la mujer mas atractiva que he visto en mi
vida —Sana afirmó, se separó un poco de la rubia y admiró
su cuerpo—. Tienes mucha razón para ser una chica difícil.
—Si supieras que para ti fui muy fácil —bufó.
—¿Fácil?
—Eres de las únicas tres personas que me han podido tener así.
Sana apretó la mandíbula.
—¿Ah, sí? Y cuál de esas tres personas fue tu favorita —fingió desinterés, posó su vista en sus dedos que jugaban
la fina tela del borde de sus bragas.
—No sé si la conozcas... —dijo, haciéndose la desentendida, mirando hacia el techo—. Creo que se llamaba... ¿Sana Minatozaki? Puede ser.
—No, ni idea de quién hablas —fingió molestia en su voz. La verdad era que aquello le había aliviado, pues para ella,
Dahyun era la mejor chica que podría tener en una cama.
—Es una gran amante de mis tetas, siempre la consigo
mirándolas. Además de que me encantó frotarme con ella bajo la excusa de bailar.
Sana tomó sus muslos con fuerza, sus dedos hundiéndose en la suave piel y acercó más el cuerpo contrario al suyo.
Sabía que lo hacías apropósito.
—¿Creías que no? —cuestionó con su sonrisa burlona.
—No debiste irte.
—Si te consuela, tuve una larga noche imaginando que
estabas en mi cama —comentó en tono risueño.
—¿Haciendo qué? —cuestionó Sana. Su voz volviéndose
cada vez más ronca ante la cercanía de la rubia.
Dahyun fingió intentar recordar algo mientras se apoyaba
sobre los hombros de Sana, abrazándolos. A pesar de su cercanía, Dahyun miraba a cualquier lado fingiendo
pensar mientras Sana miraba su boca.
Deseaba muchas cosas en esa boca, que salgan dulces
gemidos de ella, escucharla rogar por ella, mirarla
chupándola. Incluso quería ver esa burlona sonrisa mientras su cuerpo se retuerce de placer.
—Muchas cosas —la rubia terminó por decir—. No sé si pueda decírtelo todo.
—Vamos, bonita, tenemos mucho tiempo para hacerlo todo.
Ambas compartieron sonrisas cómplices antes de que
Dahyun se enderezara.
—Bien, empecemos. Dí "ah.." —indicó y Sana por un
momento frunció el ceño, pero obedeció.
Abrió la boca y, sin darse cuenta, la rubia introdujo su dedo pulgar en su boca. Inmediatamente captó y cerró los labios sobre ellos.
Dahyun gruñó al sentir la caliente y húmeda cavidad
bucal de Sana. Su pulgar fue chupado y succionado, cada
vez más humedecido de la saliva de la morena, quien
chupaba y lamía como si fuese un excelente manjar.
Sus ojos se encontraron. La mirada de Dahyun emanaba un enorme deseo y placer hacia la erótica escena de Sana chupando su dedo. Sus ojos no brillaban y aquel dulce color miel se había convertido en un profundo abismo negro en el cual Sana amaría sumergirse.
Buscaba la lengua de Sana con su pulgar, está dejó de
moverse un momento para que el dedo le marcara en ritmo y lo que quería hacer. La saliva empezaba a desbordar los labios de la morena, cuando abría un poco su boca hilos de baba la única con el dedo ajeno.
Dahyun sacó su pulgar, acarició un poco los pomposos labios ajenos y lo llevó a su propia boca para saborear la saliva de Sana. Tan deliciosa como encontrarla en su propia boca. Chupó su propio dedo hasta dejarlo libre de la baba ajena bajo la atenta mirada de Sana. Luego buscó la boca ajena para ir de lleno con sus lenguas.
El intercambio obsceno de babas, sus sabores mezclados y las descaradas lenguas buscándose mutuamente fue lo que empezó el profundo ambiente de confianza y deseo entre ambas, un gesto que no a cualquiera le gustaría, no muchos lo disfrutarían, pero ellas lo hacían, la una con la otra debido a la total entrega, confianza y necesidad que sentían la una por la otra.
Oh, por supuesto que se habían agarrado extrema confianza por lo delicioso que encontraban el sabor de la otra, si no, Sana no hubiese aceptado gustosa el escupitajo que Dahyun dejó caer en su boca.
Ambas rieron y se dieron un pequeño toque de labios antes de que Dahyun hablara.
—Bien, eso era un de esas cosas.
—Estoy ansiosa por saber el resto, Dahyun —Sana
sonrió ampliamente y esos dientes sobresalientes se
volvieron la cosa mas atractiva que Dahyun pudo haber visto, aquel detalle que normalmente era tierno, ahora se mostraba en una sonrisa seductora que sin dudas la mojaba.
—Me gusta mucho tu boca, Sana. Me gustaría tenerla en todos lados.
—A mi me gustaría recorrer cada rincón de tu cuerpo con mi boca, Dahyun —devolvió.
Sana le sonrió antes de tirar el salto de cama al suelo y levantarse. Su plan de ser una pequeña risueña se vio interrumpido cuando sus piernas tambalearon debido a lo excitada que estaba, sus bragas y su ingle estaban
completamente húmedas y por un momento titubeó, no se había dando cuenta de lo afectada que estaba hasta ese momento.
Igualmente le tendió la mano a su invitada y ésta sonrió con complicidad antes de tomarla y dejarse guiar hacia la
habitación de la rubia. Cabe destacar que si Dahyun
estaba increiblemente caliente y necesitada, Sana no
estaba muy lejos de estar igual que ella.
Ambas tambaleaban un poco por la molesta humedad y sus débiles piernas, sin embargo, ambas se reían la una de la otra.
Dahyun abrió la puerta de su habitación y ambas
entraron. Dahyun se adelantó mientras Sana se
quitaba la ropa para tomar el control del foco y ajustarlo en un tono rojo oscuro.
Sana sonrió al notar la iluminación en la habitación y, ya
en solo ropa interior, se acercó hacia la rubia que se acostaba sobre la gran cama matrimonial.
—¿Rojo? ¿No es algo típico?
Dahyun se encogió de hombros mientras veía a la morena
colocarse a cuatro puntos sobre ella.
—Rojo es sensualidad, pasión y deseo. Todo lo que emano por ti —habló.
—Puedo decir lo mismo, mi querida poeta.
Y era así. Tirada en la gran cama, con su cabello rubio
esparcido sobre las sábanas y esa lencería roja bajo las luces del mismo color, Dahyun solo despertaba aún más el deseo que Sana sentía por ella. Se veía como el pecado más tentador al cual caer, la dulce personificación de la lujuria.
Y, con mucho gusto, cedería a ella.
Sana bajó directamente hacia su cuello, posó sus labios en el suavemente mientras su mano se atrevía a separar las piernas de Dahyun. Besaba con lentitud y calma el cuello de la rubia mientras su mano viajaba por su ingle, mojada, sus muslos y piel suave.
Se atrevió a pasar su dedo por su intimidad, dió una suave
caricia de abajo hacia arriba, pasando por encima de las
mojadas bragas y Dahyun se retorció, arqueó su espalda y gimió bajito.
Estaba mojada, hinchada, humeda y muy necesitada, tan
solo aquel roce sobre la tela le había causando un escalofrio de placer indescriptible, delicioso.
Sana lamió aquel punto dónde se tomaba el pulso, y
debajo de su lengua sintió como el corazón de Dahyun
latía rápido ante su repentina agitación solo por aquel toque.
Sensible, Sana lo acababa de descubrir y sin dudas lo
amaba.
Porque en ninguno de sus encuentros en pasillos, en baños o salones vacíos, Sana la había tocado, o Dahyun a ella.
Nunca llegaban a algo más que besos húmedos y atención en sus pechos. Ninguna había conseguido tocar tan íntimamente a la otra.
Por alguna razón, sé sintió bien, se sintió mucho mejor que en un encuentro casual cualquiera, más íntimo. Dahyun sentía confianza plena hacia Sana.
Dahyun se estaba entregando a ella.
Y, por primera vez, sintió que se entregaba a alguien de forma genuina, confiaba en Sana como nunca había confiado en alguna otra amante.
Sana se dió cuenta de ello cuando Dahyun abrió más sus piernas y habló.
—Sana —suspiró su nombre— seré tuya.
Sana sintió la sinceridad en esas palabras, así que se
separó de cuello y la miró a los ojos.
Sonrió, pero esa sonrisa fue cálida, fue sincera, tan sincera como sus palabras.
—Tambien seré tuya, Dahyun.
Ahora fue la rubia quien le dió una sonrisa cálida antes de
recibir un largo y sonoro beso en sus labios antes de Sana volver a su cuello.
Sana recorrió con besos y pequeñas lamidas en cuerpo
ajeno, su cuello, hombros y clavículas, hasta llegar a su parte favorita.
Pasó su lengua por en medio de esas tetas apretadas por la tela y Sana maldijo a esta de separarla de los lindos senos de la rubia.
Dahyun notó eso y rió ante el pequeño suspiro
exasperado de la mayor. Llevó sus manos a su espalda, la
arqueó un poco para darse espacio y desabrochó el
provocador sujetador.
Sana agradeció esto y no tardó en quitárselo y lanzarlo al suelo. Miró aquellos preciosos pechos desnudos, pezones endurecidos. Podía jurar que rogaban para estar en su boca.
Y podía decir que solo les hizo un favor cuando atrapó con su boca uno de esos lindos pezones.
Dahyun gruñó y cerró los ojos. Lo increíblemente excitada que se encontraba hacia que sus pezones estuviesen dolorosos y sensibles. Sentir la lengua de Sana sobre estos fue sentir agua sobre la quemadura. Era increíble, amaba la boca de Sana y mucho más cuando esta se encontraba sobre sus tetas. Sana las chupaba y lamía como si fuesen su más delicioso manjar, los chupaba eufóricamente y sus dientes se asomaban de vez en cuando para morder y solo dejarlos más sensibles a su tacto.
Dahyun levó sus manos y las enredó en el oscuro cabello de su amante y la animó a chupar más su pezón, cosas que Sana hizo con mucho gusto.
La mano de la morena volvió a tantear el terreno de antes,
acarició con las yemas de sus dedos la húmeda y suave piel de su ingle. Volvió a pasar su dedos encima de la intimidad de Dahyun, sobre la delgada tela, rozando deliciosamente sus labios vaginales y su sensible clítoris. Dahyun gimió roncamente y arqueó la espalda ante el placer de ambos estímulos.
Debía admitir que varias veces miró las manos de Sana de lejos, a pesar de ser Sana más pequeña que ella, sus
manos eran el mayor deseo de cualquier lesbiana, tan
atractivas, grandes y con venas marcadas, tan perfectas para ser las causantes de no dejarla caminar durante días.
Y por supuesto deseaba cada vez más que lo hicieran por la suave pero placentera caricia que la mayor le brindaba.
—Sana... —jadeó, tócame más, hazlo, por favor —rogó.
Sana sintió un escalofrío de excitación recorrerla.
Dahyun le estaba rogando, era increíble. Esa fuerte,
gruesa y femenina voz se había agudizado pidiéndole que la tocara.
Sana posó su boca en el pezón desatendido y su mano se
adentró por debajo del elástico de las bragas de Dahyun.
Acarició y disfrutó el cosquilleo de la leve capa de vello
púbico que poseía antes de bajar y adentrarse entre sus
labios menores. Dahyun estaba mojada, mucho, sus
dedos se deslizaron fácilmente en su intimidad, disfrutó la humedad que empezó a cubrir sus dedos mientras más la acariciaba y Dahyun empezó a gemir más. Sus gemidos ahora eran más audibles y sin dudas eran el mejor sonido que Sana alguna vez había oído.
La única vez que la escuchó gemir de forma similar fue
cuando usó su rodilla entre sus piernas un momento
encerradas en el baño, pero esos gemidos retenidos no eran ni la mitad de eróticos que los que estaba escuchando en ese momento.
Se separó del pezón endurecido y humedecido, dejó un
último beso en él y se posicionó a la altura del rostro ajeno.
Relamió sus labios al ver el rostro de Dahyun, jadeante, agitada y necesitada mientras sus dedos seguían recorriendola. Gemía calmada, pero el solo sonido era lo mejor que Sana alguna vez había oído. Tenía razón al pensar que sería increíble oír a Dahyun en esa faceta, pues de por sí su voz era increíblemente atractiva.
—¿Tanto querías que te tocara así, Dahyun? —su voz salió
increíblemente ronca, extasiada, cautivada por la escena que presenciaba.
—Si.. —la rubia logró suspirar.
El dedo medio de la morena se posó en su clítoris, y en un
suave toque, empezó a estimularlo, un estímulo que hizo a Dahyun arquear la espalda y apretar las sábanas, estaba sensible y aquella caricia constante, casi en un roce, era increíble, la estaba volviendo loca. Sana la estaba volviendo loca, desde hace ya un tiempo.
Cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás cuando la insistente caricia continuó, elevó sus caderas, flexionó las piernas y un fuerte gemido salió desde su garganta y resonó en la habitación.
Para su fortuna (o gran desgracia), la caricia paró, aquellos dedos siguieron tocando toda su intimidad.
—Eres muy sensible, preciosa —Sana comentó al verla aún agitada e intentando en vano recuperar la compostura—. ¿Te pongo así, Dahyun? ¿Tanto te gusta como te toco?
Sana la sintió palpitar en su mano ante las palabras que acababa de oír, y sonrió ampliamente al dar con un punto débil.
—¿Te gustaría que me hunda en ti, Dahyun? Estás mojada
y palpitas muy rico, pero temo que terminarías muy rápido si me atrevo a cogerte de una vez —sacó su mano de entre las piernas ajenas y llevó aquellos dedos llenos de jugos de Dahyun para llevarlos a su boca y saborearlos.
Pues el sabor de Dahyun era igual de delicioso y adictivo como le había resultado su saliva, chupó sus dedos bajo la atenta mirada ajena y sonrió.
—Me excita saber que estás tan mojada y sensible por mi
culpa —continuó—. Dime todo lo que deseas de mi, Dahyun.
—Por favor, solo chúpame —suplicó casi sin aliento y Sana sonrió.
—No te escuché, bonita.
—Sana, chúpame, por favor, necesito tu boca en mi, necesito correrme en tus labios —chilló.
Sana sonrió ampliamente antes de colocarse entre las
largas y estilizadas piernas de la rubia. Tomó el borde de
aquellas bragas y las quitó con extremo cuidado,
deslizándolas por aquellas piernas. Esas piernas que sin
dudas Sana amaría tener alrededor de su cuello.
Así que, cuando Dahyun quedó completamente desnuda, tomó sus muslos y los subió subiré sus hombros. Dahyun no tardó en captar y cruzó las piernas alrededor del cuello de la morena.
Dahyun suspiró cuando sintió el calor que emanaba la
cercanía de Sana a su intimidad y la respiración de esta
chocar contra su necesitado centro. Inconscientemente la empujó más con sus piernas, impaciente, y Sana sonrió.
—Oh, bebé, ¿De verdad me necesitas tanto?
—Desde hace tanto, Sana...—suspiró.
—Tenemos toda la noche para ayudarte con eso, amor
—tarareó antes de pasar su lengua por toda la intimidad de la rubia.
Un ronco gemido se escapó de la garganta de Dahyun. Si de por sí le encantaba la lengua de Sana contra la suya dentro de su boca, sentir esa superficie caliente y húmeda recorrerla tan íntimamente, sin dudas era de los mayores placeres que había recibido nunca.
Pues esa lengua la recorrió con entusiasmo, Sana saboreo cada gota de la humedad de Dahyun, sintió el cosquilleo de los suaves vellos, el palpitar de Dahyun. Era el paraíso, era el platillo más delicioso que su gusto pudiera percibir.
Y ni hablar de como le resultaba asfixiante y erótico la forma en la que los muslos se apretaban alrededor de su cabeza para empujar más, el aire que lograba respirar era limitado y Dahyun la animaba a continuar y lamer y chupar sin descanso.
En esas cuatro paredes, solo se escuchaban los gemidos
obscenos y descarados de una rubia que recibía aquello que llevaba mucho tiempo deseando, estando bajo la Merced de una mujer que sin dudas había despertado todos y cada uno de sus instintos carnales. Una mujer a la cuál amaba provocar, de la cuál amaba tener esa atención, esa tensión, de la cual amor restregarse bajo la excusa de bailar solo para sentir de algún modo aliviar todo el deseo que sentía hacia ella.
Dahyun nunca fue alguien promiscua, ni una fiel amante del sexo, pero estaría un mes entero en la cama de Sana.
¿Que sentía por ella? ¿Qué pasaría después? No tenía ni la
más remota idea, y tampoco deseaba etiquetarlo. Mientras tenga la atención en todos los sentidos por parte de la morena, podría estar satisfecha siempre.
—Sana... ¡Um! Chúpame toda... —gimió, causando una
sonrisa por parte de la morena pegada a su entrepierna.
Dahyun estaba al borde y eso Sana lo sabía, lo notaba. Palpitaba cada vez más en su boca y sus gemidos eran cada vez más sucios, agudos y fuertes. Sus muslos la apretaban cada vez más y no le importó que le empezara a faltar aire, morro asfixiada entre aquellas atractivas piernas sería su mejor condena.
Una de las manos de la rubia se enredó entre los cabellos
ajenos que sobresalían de entre sus muslos. Arqueó la
espalda y empezó a frotarse más contra la boca ajena,
anunciando que el placer estaba a punto de desbordarse en su orgasmo.
Y Sana estuvo muy contenta de sentir ese orgasmo en su boca.
Recibió cada gota del delicioso néctar que Dahyun
liberaba, aquel sabor era adictivo, era su favorito, podría vivir de beber a Dahyun y nunca se cansaría.
El orgasmo dejó a una Dahyun débil intentando recuperar el aliento, una pequeña capa de sudor adornaba su cuerpo y sus ojos estaban tapados por su antebrazo. Sana se enderezó y se colocó a horcajadas en el abdomen de la rubia mientras quitaba la poca ropa que le quedaba. Asi que, cuando quitó su brazo de su vista, lo primero que Dahyun vio fue a una Sana completamente desnuda encima de ella.
Su boca se secó y tragó grueso, no le había quitado ni una
prenda de ropa a Sana antes, ver su cuerpo completo y
desnudo era algo para lo que no estaba realmente lista.
Porque Sana era la mujer más hermosa que había visto en su vida. Con pechos del tamaño perfecto para su delgada complexión, esos pezones pequeños y marrones, ese plano abdomen, esa diminuta cintura y esas caderas tan atractivas.
Amaba a las mujeres de complexión delgada, y Sana era su favorita.
—¿Te gusta lo que ves? —cuestionó burlona la morena al ver la mirada embobada de la rubia.
Sana pasó con sus dedos un largo mechón oscuro por
detrás de su oreja mientras se dejaba contemplar por la
menor.
Dahyun se atrevió a acariciar ambos muslos ajenos con sus manos, las llevó un poco hacia atrás y acarició el bonito culo de la mayor con sus pequeñas manos.
—Eres tan sexy que me encuentro casi goteando, Dahyun
—bajó un poco su pelvis y su mojada entrepierna tocó el
abdomen ajeno—. Estoy mojada, Dahyun, estoy
palpitando en deseo por ti —tomó una de las manos ajenas e introdujo dos de los dedos de la menor en su boca—. Tócame, cógeme y hazme correrme en tus dedos,
Dahyun. Me quiero retorcer de placer encima de ti y que me observes, que me observes volverme loca por ti —llevó esa mano de dedos ensalivados hacia su entrepierna—. Déjame brincar en tu mano, Dahyun, déjame drenar un poco todo el deseo que siento por ti.
Dahyun podría tener otra orgasmo en ese mismo
momento ante el sexy tono de voz de Sana y sus palabras.
Ni siquiera el anterior orgasmo que había tenido había
evitado que sintiera nuevamente humedecerse.
Pero aquello no le importó cuando deslizó sus dedos por la intimidad de la morena. Sana gimió ante el roce y los
dedos de Dahyun exploraron terreno nuevo. Se adentró entre los labios inferiores de la morena y tanteó aquella entrada que pedía a gritos su atención.
Antes de introducirse en Sana, Dahyun la miró. Su
expresión era increíblemente seductora, esa boca de labios pomposos entreabierta, ojos entrecerrados y la vista fija en lo que pasaba en su entrepierna.
Cuando finalmente dos dedos se introdujeron en ella,
Sana gimió roncamente desde su pecho, no podía callarse, ella misma se movió hacia arriba y hacia abajo para completar una pequeña embestida que la hizo sonreír. Se sentía llena, sentía placer solo por sentir aquellos dedos adentro.
Normalmente, ella era quien tenía las riendas durante el
sexo, pero simplemente estar ahí y recibir placer por parte de esa mujer que había deseado tanto, era increíble, su cosa favorita, lo disfrutaba como nunca. Las pequeñas embestidas que se aseguraban de legar lo más profundo que podían.
Dahyun miraba todo su cuerpo, necesitado, sudoroso,
bañado en el color rojo de las luces. Sana era atractiva,
pero en aquella escena era la mujer más sexy que alguna vez pudo observar. Sus pequeños se movían levemente por cada movimiento, su abdomen se contraía y su cabeza se movía a cualquier lado cada que gemía.
Y, Jesús, los gemidos de Sana podrían ser se entrada al
infierno. Su voz de por sí era algo chillona, así que esos
sucios gemidos salían en agudos chillidos necesitados y
sucios.
Sana acarició uno de sus propios pechos mientras bajaba completamente y disfrutaba los dedos ajenos hundidos en ella, hasta que su cuerpo termbló cuando Dahyun empezó a curvarlos para tocar su punto sensible.
El movimiento de sus manos se hizo insistente en ese único punto y Sana gimió desde lo más profundo de su pecho, sus ojos poniéndose en blanco.
—¡Joder! ¡Dahyun! Así... Sigue, v-voy a... ¡Um! ;Sí!
—intentaba formular algo, seguir con su charla sucia, pero el placer se lo impedía.
—Que sexy te ves, Sana —Dahyun habló y Sana la
miró con pequeñas lágrimas de placer en sus ojos—.
Lloriqueando por mi, ¿No te parece vergonzoso? —su sonrisa burlona apareció, aquella que a Sana la volvía tan loca.
—Me voy a correr.. —habló rápido para que los gemidos no interrumpieran— Dahyun...
—Unnie, me estás apretando muy rico, me gusta mucho tu
caliente vagina.
Sana cerró los ojos con fuerza, intentó concentrarse en no correrse a chorros, intento ignorar las palabras sucias de Dahyun, su ridícula sonrisa y sus dedos que parecían ser unos expertos dentro de ella.
Pero no pudo, no cuando sus jugos cayeron sobre el
abdomen de la rubia, su cuerpo se debilitó e hizo todo lo
posible para no desplomarse sobre Kim. Sin embargo,
Dahyun salió de su interior y abrió sus brazos para
permitirle desplomarse sobre ella.
Sus cuerpos desnudos, juntos, algo sudorosos y sus
respiraciones agitadas. Ambas se estaban recuperando aún, sin embargo, no estaban para nada satisfechas.
Sana se apoyó sobre sus manos para mirara los ojos a la rubia.
—Tenemos dos días para mostrarte lo mucho que te vengo deseando, Dahyun.
Dahyun solo soltó su sonrisa burlona, algo cansada. Sin embargo, estaba más que contenta.
Si tan solo ambas supieran que ese largo fin de semana no hizo si no aumentar el deseo que sentían la una por la otra.
.
.
.
.
Nuevamente gracias a 2Yeonista por dejarme adaptar esta historia.
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