🥀 Capitulo 22.
–Mew, es una buena idea, además Gulfi es muy capaz.
- Puede pasarle algo, mamá. No quiero que esté en un lugar que no conoce solo por tanto tiempo, y-
- No eres su padre, deja de preocuparte tanto, cariño.
–No puedo. -Murmuró apenado, sus mejillas teñiéndose de un tenue naranja.
Gulf trataba de no intervenir en su pequeña discusión, sólo se limitaba a sonreír pues era divertido. Mew tenía una mirada seria pero un puchero en los labios y Suporn lo regañaba con los brazos cruzados y frunciendo un poco su nariz.
Aunque Mew no quisiera, estaba decidido. Gulf ya había decidido lo que quería y Suporn lo apoyaba, así que era suficiente.
Él entiende que Mew quiere protegerlo, pero algunas veces suele ser sobre-protector. Como ahora.
- Terca.
- ¡Terco tú!
Gulf se carcajeó un poco, Mew suspirando y rindiéndose, cruzado de brazos se recostó en el respaldar del sillón. Suporn iba a decir algo, seguramente alguna broma por la forma en la que sus labios se elevaban, pero su mirada se desvió hacia la puerta y unos pasos se acercaron.
Buenos días, Suporn.
–Hola, Doctor Sali.- Sonrió, con un extraño brillo en los ojos.
-¿Como se siente? - Se acercó a revisar las máquinas que señalaban los signos vitales de Suporn.
- La tos persiste, pero me siento mejor. — Asintió con el hombre a su lado, mirándola con una gran y brillante sonrisa.
Era atractivo, pero parecía algo mayor.
- Bien, eso es bueno, pero aún debemos hacerte otros exámenes. - La mujer asintió y el hombre se dirigió Gulf y Mew que los veían a ambos. - Les pido que salgan un momento, ¿Sí? También hay que dejarla descansar a solas.
Mew asintió desconfiado y Gulf acarició su espalda. –Estará bien– le susurró.
Se levantaron con cuidado del sillón y pronto se encontraban en la cafetería, listos para tomar su bien merecido desayuno. Pero claro, en medio de la comida Mew no pudo dejar de lado aquel tema.
- No te sientas obligado a ir, de todas formas mamá no trabaja sola, es un negocio con sus amigas del vecindario, sus socias. –Le dió un sorbo a su café.
- Lo sé, y no, no me siento obligado. - Le sonrió.
Mew suspiró. - No quiero dejarte allá por tu cuenta, no sabemos qué clase de peligros hay y no deberías hacer muchos esfuerzos de todas formas...
- Primero, estás siendo muy paranóico. No es la mejor zona pero tampoco es peligrosa. Segundo, Max dijo que estaba fuera de riesgo.
Mew lo miró y suspiró rendido, dándole un mordisco a su emparedado. Con el ceño fruncido y la mirada en la mesa.
Gulf tomó su mano y negó con una sonrisa divertida.– Eres muy sobre-protector. No estoy hecho de cristal, Mew.
- Es mi deber. - Pronunció con su típica mirada seria.
Gulf se estiró hasta dejar un suave beso en los labios de Mew. - Eres muy tierno, cariño.
Mew se sonrojó y desvío la mirada, sintiéndose cohibido.
Gulf solía ser el más cariñoso entre los dos, por lo tanto le robaba besos dónde sea y como sea. Siempre con su linda sonrisa y suave voz que dejaban embobado al de ojos miel.
- Muy lindo también.
Mew lo miró con las mejillas coloradas y el ceño fruncido.
- No digas eso.
-MewMew. - Lo llamó de forma melosa.
Mew sabía lo que Gulf quería hacer con sus palabras. Y lo estaba logrando.
- Muy, muy guapo.- Dejó un beso en su mejilla y Mew sólo pudo relajarse ante el tacto cálido. -¿Ya no estás molesto?
Negó luego de unos segundos, murmurando. "Ya no lo estoy".
Sabe como tocar mi punto débil, pensó Mew.
Carraspeó y observó los lindos ojos dorados del menor, a la espera de su respuesta. –Si es tu decisión, voy a aceptarla aunque me preocupe. Pero quiero una sola condición, ¿Si?
- Bien, dilo. –Le dio un sorbo a la bebida caliente entre sus manos.
–No me sentiré tranquilo si no te llevo por la mañana y te recojo por la noche los días que debas ir.
Gulf lo pensó y al final sonrió. - Me parece bien, trato hecho.- Ambos juntaron sus manos en un suave apretón y siguieron con lo que quedaba de la comida en la mesa.
Cuando terminaron dieron un par de vueltas por el hospital y su lindo jardín hasta volver a la habitación de Suporn
Pasaron una noche tranquila, cumpliendo su palabra y quedándose a dormir.
A la mañana siguiente regresaron a casa y luego de un buen desayuno, un par de besos y demás, Mew llevó a Gulf hasta la puerta de la misma tienda de telas y trabajos de confección. Pronto estuvieron ambos dentro del pequeño lugar.
Gulf observó las máquinas de coser, estantes con telas llamativas y hermosas en las paredes. Sonrió ansioso detrás del gran cuerpo del oji-miel, pero con sus dedos entrelazados.
- ¡Pero si es Mew! - Escuchó los pasos de tacón. Y luego de cuero de su pareja fue rodeado por unos brazos femeninos que lo soltaron casi al instante. –¡Has crecido tanto!– Chilló.
- Oh, el hijo de Suporn. - Escuchó una voz diferente, más rasposa y calmada. — ¿Como has estado? Estás tan alto.
- Bien, muy bien. -Mew sonrió levemente dando una pequeña reverencia ante las señoras. - Buenos días a todas.
–Buen día, querido. - Otra voz más. — Hace mucho no te veíamos por acá. Era una voz suave.
¿Cuántas mujeres más habían? ¿O eran sólo tres como hasta ahora? Gulf no podía saberlo, Mew le obstruía la vista.
- Sí, no pude venir a visitarlas. Lo lamento.
- ¡Para nada, no te preocupes! - La primera mujer exclamó, tomando sus mejillas y apretándolas con cuidado. Mew rió. —¿Y qué te trae por aquí, eh?
- ¿Nos contarás el porqué Suporn no ha estado en la tienda?
- ¡Sí! Cariño hemos estado timbrando a su celular ¡Y no responde!
-¿Acaso pasó algo malo? Dinos que no
corazón...
- Justo a eso venía, tía. — Mew jaló la mano de Gulf con cuidado y lo trajo a su costado, revelando su pequeña y embarazada figura.- Pero antes, les quiero presentar a Gulf, Gulf Kanawut, mi pareja y...
- ¡Que tierno es! - Gulf observó a la mujer con voz enérgica, apesar de su edad. Sobre zapatos de tacón anaranjados y una blusa del mismo color. Parecía tener una personalidad burbujeante y una sonrisa animada. Se acercó y apretujó su rostro con sus tersas manos. Gulf soltó una pequeña risa.– Y está en cinta, que lindura.
- ¿Tú eres Gulf? Suporn nos ha contado mucho de ti.- Una mujer de ojos caídos y arrugas amistosas se le acercó. Era la más bajita de las tres mujeres. Tenía una voz muy suave. - Eres tan lindo como ella dijo. - Asintió a sus propias palabras. - Soy Kim Hae-sook.
- Un gusto en conocerla.– Hizo una pequeña reverencia al igual que Mew hizo, pero él posaba sus manos en la parte baja de su sobresaliente vientre. Hae-sook notó esto muy tierno.
Una mujer, la más alta y de voz rasposa pero calmada le sonrío tan sólo un poco. Cabello muy corto y una piel bien conservada, quizás la menor de las presentes.
- El gusto es nuestro, Gulf. Yo soy Son JinSul pero puedes decirme Jin. - Puso una mano en su pecho como señalándose, y con la otra mano trajo a la de voz animada. - La mujer revoltosa que ves aquí es mi esposa, Son YeJin. Tiene cuarenta años pero se comporta como si tuviera diez.
–No soy revoltosa, soy divertida. - Le sacó la lengua y se cruzó de brazos.
Gulf tomó del brazo a Mew y le sonrió.
–Un gusto, Jin y YeJin.
- Nada de eso, ¡Eres como de la familia! Dinos tías.
–Oh, de acuerdo, tía.- Sonrió tímido, pegando su mejilla al fuerte brazo del más alto, que le sonrío como tonto y al observar las miradas divertidas de las mujeres sobre su persona carraspeó.
— A lo que venía. Pues verán, Gulf ayudará aquí en la tienda tomando el puesto de mamá mientras ella regresa. Y no se preocupen, Gulf sabe manejar la aguja y el hilo, mamá le enseñó de todo un poco, lo básico.
Las tres mujeres se miraron entre ellas confusas, y YeJin preguntó:- Algo pasó, ¿No es así?
Mew intercambio miradas con Gulf y suspiró. Le contó todo. Se lo tomaron bien, pero la sorpresa y angustia de que su socia, su amiga cercana, que Suporn sufría de tuberculosis estuvo presente en sus rostros.
- Ahora puedo entender. Tenía el rostro más delgado y hasta mareos... ella decía que no era nada. — Hae-sook dijo, con una mano en el pecho y otra en el rostro. Parecía tener los ojos acuosos.
Esa mujer, tan terca como siempre. — Jin sujetó la mano de su esposa y la ayudó a sentarse, sintiéndose mal. Era la más cercana a Suporn. - Pudo habernos pedido ayuda antes de invertir tanto dinero en las remodelaciones... - Se lamentó.
-¿H-hay algo que podamos hacer, cariño? - Preguntó YeJin.
- Por ahora no. - Formó un mueca y miró el reloj digital en la pared a su izquierda.
Se le hacía tarde.
Pero sin duda iremos a visitarla, YeJin, así que no llores. - Hae-sook le dió palmaditas en la cabeza a la mencionada, quién se apegó al tacto como un cachorro, sorbiendo la nariz y con una mueca extraña en el rostro.
Gulf sonrió enternecido.
- Me temo que debo ir al trabajo y ordenar un par de cosas. - Rascó la nuca de su cuello. ¿Está bien si Gulf se queda hoy?
-Sí, puedo ser de ayuda. Ayudaba a Suporn cuando llevaba el trabajo a casa. - Sonrió sin mostrar los dientes.
Jin se le acercó y posó una mano en su hombro. — Por mí está bien, serás nuestro aprendiz.
El menor asintió emocionado. Tan trasparente como siempre.
El hombre más alto da un paso hacia atrás y atrae a Gulf para despedirse. — Vendré a recogerte por la noche, ¿Sí?
YeJin interfirió. - Oh, no, tenemos un auto, podemos dejarlo sano y salvo en tu casa.
Mew parpadeó indeciso, pero asintió. Confiaba en ellas, las conocía de prácticamente toda su vida. Aunque desearía llevarlo por su cuenta, viajaría más seguro y cómodo en el auto de YeJin y JinSul.
Gulf vió su rostro y con una sonrisa que escondía sus bellos ojos dorados, besó con cariño su mejilla. El oji-miel sonrojándose al instante.
-Te veo en la casa, MewMew.
–Te veo en casa, bebé.
Yéndose de ahí sonrojado y dejando a Gulf aún o más colorado que él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro