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🥀 Capitulo 12.

La mudanza resultó sencilla a pesar de todo. Mew y Suporn acomodaron todo antes del atardecer de ese día, terminando cansados. El descanso de ambos con la compañía de Gulf fue en el patio trasero, con el viento del casi verano llenando sus exhaustos cuerpos.

–Cariño, ya debemos hacer la cena. - Avisó la mujer a su hijo con una sonrisa. Supornsiempre tan alegre y energética como siempre.

El llamado bufó, dejando su pequeño y casi escaso descanso atrás, levantándose para ir detrás de su madre. Gulf lo observó cuidadosamente, aún bebiendo de su jugo en caja sabor cereza. Notaba el cansancio en los movimientos del hombre.

Gulf tomó el extremo de su camiseta negra antes de que cruzara el marco de la puerta trasera, haciéndolo voltear casi por completo y ver confundido a su pequeña persona. Soltó una risita tímida, dejando su caja de jugo en el suelo y volviendo a mantener la espalda recta, alzando un poco la cabeza para poder ver mejor al más alto.

-Tu descansa, yo ayudaré con la cena, ¿Sí? - Pidió con su suave voz, sus ojos dorados encontrándose con los miel del más alto, sintiendo la intensidad de la mirada.

Le regaló una sonrisa con las cejas levemente arqueadas, casi nada, que trasmitía su cariño y preocupación con un sólo gesto. Mew fue el primero en cortar el contacto visual. Gulf sostuvo la expresión pese a eso.

El mayor asintió cerrando los ojos luego de un momento, viéndose aún más cansado que antes, a los ojos del menor. Mew había hecho la mayoría del trabajo ese día, por lo tanto se merecía un descanso, además él también debía aportar en algo y que no pusiera en riesgo su embarazo. Preparar la cena no era la gran cosa de todas formas.

–Está bien, pero con cuidado. - Hablo serio, casi arrugando el ceño.

–Lo tendré, tu sigue descansando, Suppasit.

Así hizo, tomando asiento en el pasto una vez más. Gulf caminó hasta la cocina respectivamente. La cena estuvo lista en poco tiempo, Suporn yendo hacia el patio trasero para levantar a Mew, pues al parecer se había quedado dormido en el pasto dónde lo dejaron.

- Huele delicioso... - Dijo en un bostezo, estirando los brazos hacia arriba, su camiseta negra alzándose por la acción y mostrando sus abdominales marcados.

"¿Acaso hace ejercicio y yo no lo sé?"

Gulf mordió su labio nervioso y apartó la vista tratando de disimular el calor en su cuerpecito. Lo cuál fue fácil con Mew tan cansado y somnoliento. Posó su pequeña mano en la notoria curvatura de su vientre por sobre el jersey celeste mientras que la otra servía como abanico para su acalorado rostro, dirigiendo su atención nuevamente hacia la mesa, donde los platos y cubiertos estaban donde deberían.

Asintió para si mismo desde la cocina cuando todo estuvo listo. Tomaron asiento al rededor de la mesa, y comieron con tranquilidad.

El reloj marcó las diez de la noche, y Gulf supo que era hora de dormir cuando los platos, cubiertos y ollas estuvieron limpios y siendo guardados por Mew. Suporn secó sus manos con una pequeña toalla, despidiéndose de los hombres y dirigiéndose a su habitación cansada por el ajetreado día.

Gulf siguió a Mew cuando él empezó a subir las escaleras, luego de apagar todas las luces y asegurar la puerta y ventanas. Pronto llegando en frente de una puerta marrón bastante común, pero Mew se quedó quieto, observándola con nostalgia sin dignarse a abrirla.

Podía recordar las veces que cruzó aquella puerta, hace tanto tiempo y casi toda su vida. Recordaba cuando llegaba exhausto de la universidad, abría aquella puerta y se tiraba a su cama, cansado pero satisfecho. Nunca creyó que extrañaría tanto esa puerta, su habitación, su hogar.

Cerró los ojos y abrió la puerta decidido, Gulf siguiéndolo con cuidado.

- Acuéstate, iré al baño.

Gulf asintió, Mientras Mew daba media vuelta saliendo de la habitación.

Con cuidado se recostó, no pudiendo reconocer el olor tan característico que siempre lo acompañaba cuando se va a acostar, que por esos casi cinco meses había estado grabado en su memoria, y entonces recordó que era una cama nueva comprada por el último salario de Mew.

Cerró los ojos, volteó su cuerpo hacía la pared y trató de dormir, pero no pudo. Aún algunas cosas rondaban su curiosa cabeza. La forma en la que Mew se quedó observando aquella simple puerta, como si fuera algún recuerdo precioso; lo mismo pasó en el jardín, Mew se quedaba perdido viendo el lugar. Esa mirada también estuvo cuando sus dedos pasaron por las rayas marcadas con algún objeto filoso en el pasado junto algunos números, como si pudiera volver a recordar los momentos.

Lo que más llamó su atención fue la manera en la que limpió esa lágrima casi invisible de su mejilla al ver su habitación vacía, como tratando de disimular el dolor. Gulf no entendía. A lo largo de su estadía con mew visitaron esa vieja casa tantas veces, nunca lo vio de esa forma. Algo pasaba con el hombre y debía saber qué era, la curiosidad y preocupación abordaban su pequeño cuerpo.

Cerró los ojos una vez más cuando el sonido de unas pisadas rondó el ambiente, algunas cosas moverse y un peso hundiendo la cama a su lado, tan cerca como siempre.

-¿Estás despierto? - Preguntó en un susurro, dándose la vuelta y encontrándose con un pensativo hombre de ojos miel pegados al techo, con las manos detrás de la cabeza resaltando los músculos en sus brazos y las piernas cruzadas.

–Lo estoy.

-¿Puedo preguntar algo?

Mew giró su rostro hasta el más pequeño, notando sus dorados ojos observándolo, sus manos juntas entre su mejilla sonrojada y la almohada, sus piernas ligeramente flexionadas dejando ver su esbelta figura y la camiseta blanca alzada dejando ver un pedazo de su abultado vientre.

El sonrojo apareció en Gulf cuando tuvo la atención de Mew. - Tu... ¿Estás bien?

El hombre pareció confundido frunciendo el entrecejo.– ¿A qué te refieres?

Gulf se puso algo nervioso, mordiendo su labio un momento y luego hablando. -Te siento muy nostálgico, Suppasit. Te vi observando la casa con bastante tristeza también, ¿Acaso no quieres estar aquí porque te recuerda a algo? Sólo quiero saber si estás completamente bien con todo esto.

El mayor volvió a pegar la vista en el techo y por unos minutos no dijo nada, Gulf avergonzado trato de darse la vuelta pero sus movimientos fueron parados por la voz del hombre.

–Estoy bien con respecto a la mudanza. Sólo que me es inevitable no recordar mi juventud antes de conocerte, las veces que cruzaba esa puerta cada que llegaba de clases, o cuando la cerraba por haber discutido con mi madre. Son muchos recuerdos, nunca pensé volver aquí luego de haber sacado todas mis cosas e irme contigo a aquel departamento, ¿Sabes? No pensé volver a dormir en esta habitación la vez que me dijiste que estabas en cinta. Pero al parecer las cosas cambian.

Antes de conocerme, porque conocerme fue tu peor error, pensó.

Cerró los ojos, no debía llorar ahora, porque él no lo dijo con esa intención de dejarle la culpa a el.

- Estoy bien. -Dijo cerrando los ojos, como tratando de convencerse a sí mismo.

Minutos pasaron con ambos en silencio, un momento donde ninguno decía nada pero estaban bien con eso.

- Cambiando de tema, siempre me pregunté qué te llevó a estudiar medicina.

Mew respondió casi en un suspiro.

–Siempre me llamó la atención el tema. Trabajé duro y pude obtener una beca, aunque solo la estudié poco tiempo.

–Poco no son seis años, Suppasit.

–Nunca me dijiste que querías estudiar.

Gulf mordió su labio inferior nervioso por unos instantes. - Educación, supongo.

La curiosidad llenó un pequeño espacio de los ojos del mayor, volteando a verlo. Gulf lo entendió, como siempre, sin que él dijera nada. Cuando abría los ojos un poco más que de costumbre, sus cejas de juntaban casi nada, su labios se fruncían y sus ojos buscaban lo suyos. Pequeñas cosas que Gulf sabía su significado.

- Siempre me gustaron los niños y me considero bueno tratando con ellos. - Sonrió tímido.

Mew asintió.

- Serías bueno enseñando, eres muy cálido e inteligente. –Una vez más su vista se dirigió al techo. - A mi siempre me atrajo la medicina por su complejidad.

- ¿Especialidad?

- Nunca lo pensé muy bien.

Fue el turno de Gulf para asentir, aunque el otro no lo viera.

- Kao siempre dijo que cardiología  me vendría bien, pero yo...

- ¿Kao? - Preguntó interrumpiéndolo.

–Sí, él fue mi mejor amigo casi toda mi vida. Y hasta mi primer gusto– Formó una mueca. Siempre pensé que era algo más que un gusto, pero no fue así al parecer. Sólo algo pasajero.

-¿Sabes? Mi... Mi primer gusto fue Max, mi primera relación y primera vez. –Sus mejillas se volvieron rojas, lo cuál no pasó desapercibido por Mew.

-¿Max, tu obstetra? - Sintió una presión en el estómago. Eran celos.

-Sí, él.

Su rostro se puso más serio que de costumbre, se tensó al escuchar el nombre de aquel tipo que, descaradamente, había coqueteado con Gulf en su consulta aquel día. Y estaba seguro que muchos días más sólo que sin su presencia.

¿Cómo puedo estar celoso de eso?

Elevó la vista, sonrojado y tímido por la intensa mirada del hombre. La duda y molestia perforándolo.–Éramos prometidos. Max y yo ya estaríamos casados a estas alturas.

Max era pareja de Gulf cuando ellos se conocieron, con el alcohol en su organismo, y las prendas haciendo mal tercio. Por lo cual, fue una infidelidad por parte de Gulf.

- Tú fuiste mi primera vez. - Confesó el mayor.

–Ya me lo habías dicho, ¿Recuerdas? - Dijo divertido por el sonrojo del hombre contrario.

El ambiente volvió al silencio. Mew suspiró como pocas veces hace. Y pensó... El oji-dorado acababa de confesarle un secreto que tenía peso en su relación.

¿Debería confesárselo?

Entonces, el recuerdo de aquel hombre entre sus brazos, besándose apasionadamente, demostrando el deseo más no el amor, lo azotó con fuerza y, con cuidado, giró su rostro hacia Gulf una vez más.

Debo confesarlo.

O no podría seguir viviendo con el extraño sentimiento de culpa.

-Kao es el chico con el que trabajaba. - Empezó. - Era por quién tan distraído estaba, era por él que los platos se me caían. -Gulf lo observó, esperando algo, Mew sentía eso.

- Yo lo vi... Aquella vez que fui a dejarte tu almuerzo, lo vi, pero no sabía su nombre. –Dijo, mirando alguna parte de la habitación, ya no a él. Y sonrío sin ganas. - Pero ya no importa.

"No importa porque de todas formas tienes derecho a sonreírle a los demás más que a mí, está completamente bien..."

- No es todo... - Negó. - Yo lo besé.

Gulf creyó haber escuchado mal, mirándolo incrédulo, no podía ser cierto.

- ¿Qué?

¿Mew besando a otro hombre?

- Besé a Kao.

Se quedó sin palabras, aturdido. Sintió como si su corazón hubiera crujido, pero era el único que lo había oído.

¿Mew enserio lo hizo?

Sentía ese dolor tan espeso en su cuerpo, se hizo más pequeño al lado del hombre, mirando un punto alejado. Puede que quizás su relación no haya empezado por las mejores acciones o palabras. Quizás no sientan lo mismo y no haya la confianza suficiente, pero siempre quedó claro el respeto que se tendrían ambos.

Gulf pensó que eso nunca sería roto, aquel acuerdo que relación ambos hicieron al comenzar su por convivencia. Gulf pensó mal, se equivocó al dar ello por sentado.

–Lo siento, Gulf...

Pero no hubo respuesta, ni un llanto, ni un grito, ni una sola palabra. El menor seguía callado, con sus cabellos tapando su bello rostro y sus ojos apagados, las facciones neutras.

Gulf no le respondía.

Fue en ese momento donde sintió dolor por haber lastimado a Gulf. Fue cuando se dio cuenta que la había regado. Fue cuando pareció darse cuenta de sus sentimientos, por un momento.

— Gulf... Perdón. — Intentó en un susurro.– Perdóname, sé que he roto nuestra confianza.

No hubo respuesta. No hubo molestia ni tristeza, sólo un sentimiento de vacío dentro del menor. Mew pareció ver sus ojos dorados tan radiantes verse grises y opacos. Entró en pánico. Abandonó su postura, y con sus manos elevó el rostro del menor, que lo miraba sin interés.

La única cosa que había aprendido de él, era que no solía mostrar su tristeza tan abiertamente. Cuando se sienta mal irá a encerrarse en algún lugar cercano y llorar hasta que se le pase, salir y volver a sonreír como antes.

Si antes no tenía la plena confianza del menor, ahora sabía que sería mucho más difícil poder saber cuando se sienta mal, angustiado o molesto.

¿Qué había hecho? Ya no podría protegerlo como debe. Cerró sus ojos con fuerza y acercó su rostro al del menor, desesperado, juntando sus labios. Un beso tan lento que no llenaba su desespero.

Gulf no le correspondía.

- Perdón... por favor...

Gulf cerró sus ojos y se separó, dándose la vuelta, dejando a un confundido y angustiado Mew. ¿Quién podría culparlo? A nadie le dan un manual cuando se está enamorado. Mew no sabía que sentir o que decir, sólo sabía que dolía, y no supo como, pero se quedó dormido y cuando esto pasó Gulf salió de entre la mantas hacia el baño más cercano.

Lloró toda la noche y volvió a su habitación al amanecer



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