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🥀 Capitulo 11.

Sus vacaciones habían terminado. No extrañaba esto. Su espalda volvía a tener ese dolor en la parte baja, estaba matándolo. Odiaba que su espacio de trabajo fuera tan pequeño. ¿Quizás el antiguo lavaplatos habría sufrido lo que él? ¿O él era el único enorme que no cabía? Bufó.

Tuvo que aguantar todo hasta su descanso, tuvo qué. El receso dio inicio luego de una pesada mañana, había estado casi repleto de platos, vasos y cubiertos como no recordaba antes, para su fortuna o desgracia el restaurante comenzaba a tener cierta popularidad.

Abrió el envase con cuidado revelando su almuerzo. Su estómago pareció rugir con desespero, demostrando lo impaciente que estaba por probar aquel almuerzo. Sin esperar más sacó los cubiertos de su mochila, empezando a casi devorar su comida.

Hasta que una voz lo interrumpió a sus espaldas.

–Hola, es bueno tenerte de vuelta, Mew.– Saludó con una de sus suaves sonrisas.

Mew colocó le la tapa al envase de color blanco con flores pintadas por el mismísimo Gulf. La escondió en su mochila aunque no haya terminado de comer y se muriera de hambre. Le daba vergüenza comer frente a otras personas, y más si aquel chico estaba a su alrededor.

Hola, Kao . - Le regaló una pequeña sonrisa. - No diría que es muy bueno para mí, mi espalda me está matando.

El chico asintió comprensivo, sentándose a su lado, pasando su brazo por los hombros de Mew. -¿Sabes? Deberías ir al doctor, podría empeorar.

-Lo sé... Pero no hay tiempo. Llegó acá de mañana y salgo de noche, llego a casa para cuidar de Gulf y a hacer la cena juntos, luego dormir para volver aquí. Ya sabes.

- Entonces quizás debas pedirle permiso a mi tío, hasta yo podría ayudarte.

Mew asintió cansado, pasando un brazo por su cuello masajeándolo.

–Estaría perfecto, gracias Kao.

El chico mostró un pequeño sonrojo y sonrió. -¿Sabes? Estaba pensando... ¿Qué tal si salimos a tomar un café luego? - Preguntó confiado y con las mejillas sonrosadas, sus ojos brillando de anticipación.

Mew lo pensó, rompiendo el contacto que tenía con el chico y asintió con cuidado. - Bien. Pero que sea sólo un momento, necesito llegar a casa temprano, ¿Okey?

El chico sonrió aún más grande, se podía ver la emoción en él, a pesar de ser un hombre sofisticado con zapatos caros parecía un niño entusiasmado. - Bien, me parece perfecto.

Jugueteo con el cabello largo de Mew por un rato hasta que se levantó. - Te veo en la noche... Y por cierto, te ves bien con el cabello largo.

Mew pareció sonreír de lado, soltando una risa nasal y levantándose del asiento, tomando su mochila y volviendo al fregadero.

-¿En que tanto piensas, Suppasit...?-Pregunto adormilado Gulf desde la cama, observando al mayor mirarse durante un largo rato en el espejo.

- En mi cabello. - Respondió aún sin despegar la mirada de su reflejo, toqueteando su largo cabello.

- A mi me gusta así, Suppasit, porque ahm... Te ves muy lindo.

Sonrió sin siquiera darse cuenta. El halago que recibió del menor en la mañana antes de irse se sintió bien. De los labios de Gulf sonaba más cálido, más dulce y más puro.

Dirigió su vista a su almuerzo y lo volvió a destapar para terminarlo por completo. Todo volvió a trascurrir como siempre, igual de cansado y aburrido, hasta la hora de su salida donde Kao lo esperaba afuera.

–Sube, tonto.– Usó uno de los apodos que le tenía en la universidad.

Ambos rieron. Mew abrió la puerta de copiloto, entrando al lujoso automóvil rojo y colocándose el cinturón por precaución.

- ¿A dónde iremos?, Tu eliges.

–Ah, cualquier lugar está bien.

- Vaya, gracias por las indicaciones eh. - Respondió irónico pero con una sonrisa en el rostro restándole seriedad. Una vez más se les escapó una risa.

–Bien, lo siento... Hay una cafetería aquí cerca, doblando la esquina hacia la izquierda.

Kao asintió con una pequeña sonrisa. -¿Sabes? Mis padres me han dicho que sólo trabajaré en el restaurante de mi tío hasta fin de mes. — Bufó. —No los entiendo.

Mew dejó de ver por la ventana las frías y oscuras calles de Bangkok, para dirigir su atención al chico.- Quieren que seas responsable, aunque bien tengas todos los lujos y ninguna carencia.

- ¿Aquí a la izquierda?

- Si.

-Pues no lo sé... Sé que no soy el chico responsable que debería de ser, pero trabajando con mi tío no me favorece en nada, más bien, estoy quitando un puesto de trabajo a alguien que quizás lo necesite.

–Esto te ganas por escaparte de tu casa y comprarte una jirafa.

- Esa jirafa era todo mi mundo, pero mis madre la devolvió al zoologico, ¡Ahora solo puedo ir a visitarla allá! - Dramatizó. - Pero debes tener razón, ahora por todo eso mis estudios como Doctor están en pausa. Los actos traen consecuencias.

Los actos traen consecuencias, eso es más que cierto y Mew lo sabe.

- Estoy de acuerdo. - Responde pensando en cierto chico de ojos dorados.

Volvió su vista hacia la ventana desinteresadamente, observando las personas transitar con sus hijos, parejas o padres. A los pocos minutos estaban dentro de la acogedora cafetería, con cafés y algunos bocadillos en su mesa.

–Tienes buen gusto, debo admitirlo Mee. Este lugar es genial.

Mew sonrió. - Gracias.

–Cuéntame, ¿Cómo está Gulf?

- Bien... Pero su embarazo es delicado, tiende a cansarse rápido si no duerme lo suficiente y cuando tiene malestares llora todo el día. - Responde.

- Ya veo... debe ser muy difícil para él–Empatiza con el chico.

- A veces siento que no debería dejarlo solo en casa.

- ¿Temes a que le pase algo?

- Más que todo.

Kao asintió, tomando su mano por sobre la mesa y sonriéndole. - Tranquilo, estará bien. Suele pasar que los donceles tengan embarazos delicados, mi primo tuvo ese caso con su pareja pero al final él salió bastante bien..

Mew asintió no muy convencido. No se perdonaría si a Gulf llega a pasarle algo y él no está para ayudarlo. No puede permitir ningún daño hacia Gulf o las bebés que lleva en su vientre. Simplemente no puede permitirlo.

–Yo pago.

Mew asintió, metiendo las manos en sus bolsillos, esperando a que Kao pague la cuenta.

–Gracias.

El chico asintió y le indicó subir al automóvil rojo. Yo te llevo a tu casa– Vamos.

-No es necesario, apenas son las nueve, descuida.

-¿Seguro?- Mew asiente. - Bien.

Sus ojos se conectaron. Poco a poco fueron conscientes de la tensión entre ambos, los recuerdos en su vida despreocupada de adolescentes los azotó; todo lo que pasó antes de que Mew se fuera con Gulf, antes de que se separaran. Antes de todo.

Kao sonrió y empezó a jugar con la bufanda al rededor de su fino cuello. Se acercó hacia Mew y abrió los labios para decir algo, más nada salió y bajo la cabeza. El oji miel suspiró.

–Ya me tengo que ir, Kao..

El chico no espondió. Sus cabellos negros de movían con el frío viento. Entonces ninguno atrevió a moverse, o a separarse, sus miradas se hicieron intensas y sus alientos chocaron.

Un beso apasionado se formó entre ellos.

Mew pasó una mano por la nuca del chico y éste se aferró a su camisa de trabajo. Pasaron segundos en dónde se devoraban el uno al otro, en medio de la vereda, con fervor. Sus cuerpos se separaron agitados, sus respiraciones duplicadas y sus pupilas dilatadas.

Mew no reaccionó.

Hasta que las ruedas del carro del chico lo despertaron de su trance. Cuando asimiló lo que pasó sintió que había hecho algo horrible, tuvo la necesidad de lavarse la boca, quiso correr con todas sus fuerzas. Sentía culpa y no entendía bien el porqué.

Mientras avanzaba hacia su hogar, el recuerdo de aquel momento lo carcomía por dentro, le quemaba y eso no le gustaba.

¿Hacia quién? Hacia Gulf.

Aunque su relación no sea más que de convivientes por las niñas en el vientre del menor, había un cariño y un respeto por la persona que será padre de tus futuras hijas. Tenía ganas de gritar porque algo que no le gustaba, se sentía completamente incorrecto, como una traición.

¿Traición a una relación de convivencia? Muy en el fondo sabía que eran más que eso. Es tan confuso, son cosas que él nunca experimentó y que nunca creyó conocer.

[...]

Cuando llegó a casa y el silencio lo recibió suspiró como si eso fuera a calmar su molesto corazón. Corrió hasta la habitación, no porque quisiera hacerlo, sus piernas lo desobedecieron y su rostro se arrugó en tristeza, no quiso hacerle casi a mostrar esa máscara indiferente y calmada ante casi cualquier situación.

Ahora no podía, necesitaba el calor de Gulf.

Sólo cuando tuvo su dormida, pequeña, frágil y cálida anatomía entre sus fuertes brazos fue cuando su corazón dejó de molestarlo. Latía con tranquilidad, como usualmente hace. Besó su frente y sus mejillas, hasta besó su nariz y se detuvo frente a sus labios rojos y algo resecos.

No pudo evitar sentir esa sensación en su pecho cuando sus labios se tocaron en un suave beso. Se sentía tan puro, tan encantador, con tanto cariño y una sensación de calidez dentro suyo. Sus labios hormigueantes, sus dedos temblorosos, su cabeza hecha un garabato y su cariño saliendo disparado.

Se separó con cuidado, dejándole un último beso antes de cerrar sus ojos con cuidado, sintiéndose tranquilo. La primera vez que los había tocado fue aquella noche de pasión donde se devoraron la boca el uno al otro.

Aquella, su primera vez, y aunque nunca lo admitió ahora lo hacía. Su primera vez desde siempre, la primera que tocó a Gulf, la primera que tocó a un hombre de esa forma, la primera fue tan especial y hasta ahora la única. El único hombre con el que tuvo tal contacto y por el que ahora sabe que está atrapado es Gulf.

Puede admitirlo, quizás no del todo, pero una parte suya no se imagina sin el chico de ojos dorados y sonrisa resplandeciente.

Por eso al día siguiente renunció a aquel trabajo.




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