TREINTA Y NUEVE
MARATÓN 2/3
Recta final
― ¿Q- qué pasa...? ― Preguntó Jungkook desorientado.
― Levántate, ¡Arriba! ― Ordenó el oji-dorado.
JiMin lo sacudió y trató de quitarle las mantas que abrigaban a Jungkook, más este arrugó el entrecejo y se dió vuelta sobre el colchón para seguir durmiendo.
― Vamos, levántate, te tengo una sorpresa. ― Dijo con flojera. ― Jeon. ― Llamó aburrido pues no le hacía caso.
― Quiero... seguir durmiendo. ― Dijo en un bostezo a lo que enfadó a JiMin.
El menor se acercó un poco más y le dio una fuerte palmada en la espalda asustando al mayor que saltó en la cama.
― ¡JiMin!
Al menos ya se había levantado.
Jungkook sujetaba con cuidado de la cintura a JiMin mientras bajaban del autobús. Sí, ya no usaban el auto prestado de Baekhyun, la gasolina para este era cara, no les quedaba más que movilizarse con el trasporte público, como antes.
Habían vuelto a lo de antes.
― ¿Me puedes explicar porqué estamos aquí? Deberíamos estar en casa. ― Bostezó aún con el sueño en su sistema. ― Deberías estar descansando en la cama, bebé.
JiMin se giró para sonreírle mientras acariciaba su gran barriga. Jungkook suspiró con una sonrisa y se acercó a él para acomodar la bufanda alrededor de su cuello y tomar su mano libre. Sus manos entrelazadas se sentían tan cálidas, cosa que contrastaba con el clima de esta reciente temporada.
Ya empezó el invierno.
Ambos giraron para ver al frente donde se encontraba la tienda de las tías a tan solo metros. Jungkook arrugó la nariz sin entender qué pasaba mientras JiMin reprimía una sonrisa divertida.
Habían globos alrededor de la entrada de la tienda, diferentes decoraciones en los ventanales, había una mesa afuera y encima de esta lo que parecían ser pasteles y diferentes postres, todo esto era rodeado por personas charlando y caminando de aquí para allá. Extrañado Jungkook divisó un cartel que lo hizo alzar las cejas en sorpresa.
"Venta de postres"
"Recaudación de fondos"
Jungkook volteó a ver a JiMin, pidiendo respuestas con la mirada. El de ojos dorados tocó su hombro con cariño. ¿Era lo que estaba pensando?
― Es una recaudación de fondos para Julie, para pagar su tratamiento. ― Dijo dedicándole una mirada tranquila.
Parpadeó confuso y volvió a ver hacia el lugar.
El sueño se le fue con completo.
Las tías atendían y charlaban con las personas alrededor de la tienda. Fácilmente podía calcular unas veinte personas en el lugar esperando para comprar. Luego regresó su vista a él incrédulo.
― Fue idea de las tías, quisieron ayudar a pagar el tratamiento de Julie por que vieron que no podíamos... ― Dijo apenado. Alzó la vista. ― Es muy lindo de su parte, ¿No?
Jungkook se le quedó viendo y aún sorprendido sonrió. Era una sonrisa emocionada y JiMin compartía el sentimiento.
― No lo puedo creer... Es tan repentino...
― Lo sé, lo sé. ¡Cuando me lo dijeron no lo podía creer!
Jungkook relajó su sonrisa, se sentía pleno. Era genial recibir buenas noticias por las mañanas.
― ¡Chicos! Que bueno que ya están aquí. ― YeJin apareció sobre sus tacones amarillos y vestido floral.
Ambos voltearon a verla.
― Hola YeJin. ― Saludó JiMin.
La mujer asintió y miró divertida a Jungkook. ― ¿Sorprendido, eh? Supongo que Minie ya te contó todo. ― Soltó una risita cuando Jungkook tímido asintió. ― Vengan, vengan.
Señaló detrás suyo y giró para empezar a caminar con JiMin y Jungkook detrás suyo, mirando todas las decoraciones de forma curiosa.
― ¿Cómo están, chicos? ― Hae-sook les sonrió amable, mientras le entregaba un trozo de pastel a un niño con su mamá. ― Gracias por su compra. ― Le dijo a la mujer.
― Descuide, es lo menos que podía hacer por Julie, ella ha hecho mucho por todos. ― Se despidió tomando de la mano a su hijo y retirándose del lugar.
Con sus ojos verdes vió a la mujer irse junto al niño, estaba sorprendido por las palabras de esa señora.
― ¿La señora solo vino por mi mamá? ― Jungkook preguntó curioso.
― ¡Pues claro! Es la señora que vende aquí en frente. ¡Julie es muy querida por aquí! ― Exclamó YeJin mientras tomaba unas galletas y las ponía en una bolsa para entregarle a un cliente.
Sabía que su mamá era querida por muchos en la comunidad de vendedores y clientes, también por sus vecinos, pero realmente no había sido consciente de ello hasta hoy. Ahora que lo veía bien, habían personas de su vecindario ahí colaborando, dando su dinero para el tratamiento de su madre porque ella se había ganado el respeto y cariño de todos.
Era una mujer increíble.
― Yo... No lo puedo creer. ― Soltó una risa nerviosa. JiMin palmeó su espalda con cariño.
― Julie ha hecho mucho por todos aquí. ― Habló JinSul con su característica calma. ― El año pasado hubo una inundación terrible por acá, y tu mamá se ofreció para ayudar. En la boda de una de sus vecinas le hizo un vestido de novia sin costo alguno pues la chica no tenía dinero para pagarlo. También en el incendio que hubo a principios de este año, ella brindó todo su apoyo al señor de al lado que vende zapatos. Ella es...
― La mejor. ― Completó Jungkook con una sonrisa triste, con la mirada baja y los ojos llenos de lágrimas.
― Cariño, no llores... ― JiMin limpió una lágrima del rostro de Jungkook.
El hombre estaba avergonzado, pero era inevitable. Su madre era un ángel, se merecía todo lo bueno del mundo, estaba agradecido por tenerla en su vida.
― Pero que tierno. ― Hae-sook apretó su mejilla derecha con cariño.
Jungkook limpió sus lágrimas rápidamente, y sorbió su nariz ahora rojita.
― Toma. ― JinSul le tendió una servilleta y con eso el hombre se limpió los rastros de llanto.
JiMin acarició su cabello oscuro y acomodó su chaqueta marrón, cuidándolo del frío mientras lo veía a los ojos con ternura.
Se ve tan tierno, pensó.
― Muchas, muchas gracias. ― Hizo una reverencia a las mujeres quienes soltaron risitas, estaban enternecidas por el oji-verde.
― Ya, ya, está bien. ― YeJin lo abrazó y acarició su cabello como a un cachorrito.
Jungkook se avergonzó pero aceptó las palmaditas en su cabeza.
El atardecer calló, la venta de postres había terminado y las personas se retiraban del lugar.
― ¡Adiós, hasta mañana!
Mañana volverían a hacer tal actividad, aunque la ganancias de ese día habían sido muy buenas y casi llegaban a la mitad del pago para el tratamiento de Julie. Uno o dos días más con aquella colecta y sería suficiente. Era sorprendente, lo fue para todos al revisar el dinero ganado por la venta y las pequeñas donaciones que recibieron.
Jungkook y JiMin se irían de ahí con una gran sonrisa, estaban por cruzar la calle para tomar el autobús de regreso a casa.
― ¿Cuánto falta, eh? ― Preguntó sonriendo con ternura frente a la gran barriguita de JiMin. ― Hola bebitas preciosas. ― Saludó.
El oji dorado suspiró. ― Diez días, falta muy poco. ― Dijo nervioso.
JiMin siempre es tan transparente, no oculta sus emociones, pensó Jungkook.
― Tranquilo, todo saldrá bien. ― Alentó JinSul con una mano en su hombro.
JiMin puso su mano encima. ― Gracias, yo también espero que todo salga bien... ― Relajó los hombros y acarició su pancita con cariño.
Jungkook sentía su pecho cálido por tal hermosa imagen. JiMin sonreía con las mejillas sonrosadas, acariciando la casita de sus bebés, con las mujeres tan atentas a su alrededor, todos sonriendo.
En su vida tenía muy buenas personas en quién confiar.
Jungkook imagina que será el doble de feliz cuando nazcan sus hijas.
― ¡JiMinie! ¿Cuándo haremos el babyshower?
¿Baby... shower? Oh.
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