CINCO
Hace mucho frío. El autobús es simplemente frío. Salieron muy tarde de la casa de la mamá de Jeon.
JiMin envuelve su vientre con la chaqueta que Jungkook le ofreció. No olía a nada característico, algo leve que JiMin logra relacionar con el oji-verde. Y tiene sentido, pues ellos no pueden comprar alguna fragancia o colonia, y la que sus padres les regalaron hace un tiempo ya se habían acabado.
Jungkook está sentado a su lado, con un brazo por sus pequeños hombros, atrayéndolo hacia él para brindarle calor. Jungkook era atento con él. Lamentablemente JiMin adora que lo cuide de esas pequeñas formas. Un remolino en su corazón rodeado de algodones por las emociones nuevas.
Observa por la ventana, escaneando las calles alumbradas por los postes de luz con sus bonitos ojos dorados. Faltaba poco para llegar a su pequeño hogar, en un barrio humilde de edificios escasamente decentes.
― Ya vamos a llegar, Jeon. ― JiMin avisa, alejándose del ligero abrazo que sólo incluye a sus pequeños hombros.
Jungkook sin mirarlo asiente, levantándose del asiento siendo seguido por JiMin. Prontamente llegan a su paradero y bajan del, ahora, vacío autobús. Aun faltan varios metros para adentrarse en las calles y llegar a su edificio. Caminan por la acera, en un silencio incómodo. Sus ojos no quieren encontrarse, y sus cuerpos no piensan en tocarse.
JiMin traga con esfuerzo viendo las calles oscuras del barrio donde vive. Entonces un brazo parece envolver sus menudos hombros y sabe que es Jungkook, otra vez. De repente la inseguridad desaparece, solo siente el calor de Jungkook otra vez en contacto con él. Giran la esquina, desde donde están puede ver su edificio sin mucho esfuerzo. Suspira aún con el brazo del hombre en sus hombros.
― Ya puedes soltarme... ― Menciona apenado.
Jeon lo suelta, pero tan pronto como lo hace entrelaza sus manos. JiMin sabía que él trataba de decirle algo con esa acción. Pero Jungkook es tan difícil de entender con lo poco que muestra, que no sabe que quiere decir. Avanzan unos pasos más.
― Lloraste. ― JiMin no lo vio y Jeon arrugó ligeramente el entrecejo. ― ¿Porqué lloraste? ― Su tono es tan protector como siempre.
Sus bonitos ojos dorados se humedecen y su vista se hace un poco borrosa, su garganta duele y muerde su labio inferior nervioso.
"Todos se dieron cuenta" dijo en su cabeza "Debería haberme aguantado hasta llegar a casa".
Jungkook se da cuenta de su semblante e insiste con calma.― ¿Porqué lloraste, JiMin?
― Lloré, si. ― Dijo, limpiando una triste lágrima que se escapó de la prisión que eran sus opacos luceros. ― Lloré porque... P-porque... Me sentía mal.
― ¿Fue por algo que hice? ― La calma en su voz sólo hizo doler más su corazón.
― No. ― Mintió, las lágrimas al fin alejándose.
JiMin no lloraba frente a nadie. JiMin aguanta y se guarda sus tristes pensamientos o sus melancólicos recuerdos hasta que no puede más y se encierra en el baño a llorar por horas, porque aun no sabe como lidiar con el dolor.
Su corazón rodeado de algodones no sabe cómo lidiar con ello.
― ¿Mamá te dijo algo malo? Si es así puedo hablar con ella.
― Ella no haría eso. ―Respondió. ― Solo me tomó desprevenido, preguntó por nosotros... y por el bebé.
JiMin sintió como Jungkook se tensaba ligeramente con sólo la mención de ese bebé.
― Pregunto por tu trabajo. Y no supe que decirle porque...
― JiMin... ― La voz de Jungkook sonó a advertencia. ― Ya hablamos sobre eso, ese tema ya fue discutido.
El menor bufó. ― No lo hicimos. ― Observó su abultadito vientre. ― Solo evitaste hablar del porqué, en realidad no resolvimos nada y...
― Basta, JiMin. Ese asunto ya fue discutido, deja de atormentarte.
JiMin separó sus manos, ya no quería esa sensación fría en sus dedos entrelazados. Frío pero ardiente. No quería ese contacto tan íntimo y protector que Jungkook solía tener hacia su persona.
Llegaron a su edificio, abrieron la puerta y subieron por las escaleras. Pronto estaban frente a su puerta, y por alguna razón JiMin al sacar las llaves se detuvo observándolas.
"¿Los dejarías?"
"Nunca sería como mi padre, de todas formas"
― Lo escuché...
JiMin introdujo la llave en la cerradura con cuidado. Jungkook volteó a verlo, con una expresión de ligero asombro. Sus ojos al fin se encontraron cuando JiMin giró lo cuerpo. ― Yo también extraño mi antigua vida, Jeon. Nunca pensé que esto me fuera a pasar a mí, y que las cosas fueran tan difíciles.
No dijeron nada más, se observaron por largos segundos, sus miradas ardían aunque los sentimientos por una de las partes fuera frío.
Otra vez ese incómodo silencio. Otra vez esa molestia en su pecho.
―Pero... no me dejes, ¿sí? ― Una pequeña sonrisa triste surcó sus labios. ― Saldremos de esto juntos.
Jeon quiso cerrar los ojos y no ver sus dolidos ojos dorados. Sintió un remolino de púas en su pecho, ¿Qué era eso? ¿Culpa? Tanto él como JiMin eran nuevos en esto. Un corazón duro y frío al tacto, que hizo a un lado las emociones y se sumergió en él y sus estudios. Un corazón rodeado de algodones, que nunca conoció el verdadero dolor pero cree que puede contra él.
"Quieres dejarlos, no quieres ser como tu padre... Pero haces lo mismo que él, ¿te das cuenta siquiera?"
Jeon apartó la mirada y su expresión seria volvió a él. Empujó la puerta con miedo de volver a enfrentar esa mirada dulce y cálida, salpicada de dolor y dudas. No quiere esos remolinos en sus venas, que conducen a todo su cuerpo y su congelado corazón.
Antes de responder a esa pregunta debe de analizar que pone en juego con un Sí, nunca te dejaré o un No, lo siento pero tengo miedo.
Se adentró a la habitación. En unos segundos estaba dentro de la fría cama, dándole la espalda a la habitación. Esperó por JiMin, pero no lo oyó entrar a la habitación, cerró sus ojos y trató de dormir.
Mientras esos tiernos ojos dorados derramaban lágrimas, esas pequeñas manos tapaban su boca, evitando emitir sonido alguno. Cerraba los ojos con fuerza. Su respiración era irregular.
¿Porqué? ¿Porqué dolía tanto?
"En algún momento ese chico saldrá herido y se irá..."
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