Mala vida.
Me volví adicto a los pequeños placeres de la vida.
No el azúcar, pese a que mi amor por aquella sustancia era superior a cualquier otra cosa, me forcé a mí mismo a dejarla con la excusa de una mejor vida.
Los placeres que me atraparon fueron lo opuesto a consumir alimentos dulces, o salados, cualquier tipo de comida. Hablo de la sensación de hambre, esas cortas horas donde el estómago se retuerce y pega gritos de dolor, rogando ser alimentado. Me brindaba cierta estabilidad, la sensación de que mi fuerza de voluntad era superior a mis instintos humanos.
La tos que se escurría de flemas tras pasar una noche fumando. El escupir, asfixiarse, hasta sentir los pulmones encogerse e inflarse antes de devolver la masa amarilla cubierta de sangre.
Los pequeños segundos en que se gime tras conocerse a sí mismo. Sin poder pasar una noche sin aquella sensación, siendo preso de su propia fiebre.
Me volví adicto a esos pequeños malos hábitos; eran lo único que me aferraba a la vida.
• • •
Se desborda, gradualmente;
la sangre que brota como lágrimas,
cayendo a chorros sobre el piso.
La decadencia del recipiente al que llamé cabeza.
Me carcajeé, tarde realizando en que ya estaba vacía. Enferma de locura.
Y me partí al ver la herida que mi propia ira causó en mi piel, como si rechazara el cuerpo donde le encerré.
• • •
Vivo del amor
El amor de mis padres,
De las personas
Hacia mi arte
Del amor que se profesa,
como líquido ausente de sabor,
que se concentra bajo mi lengua,
Sueños que se aferran o me aferro a ellos
El amor que pido a gritos,
Que me parte al llamar,
Que se ha vuelto enfermizo,
Como el mal que aprisiona mis huesos
El dolor,
Que condena y prende fuego,
Bajo el rastro de cenizas,
A mis manos exhaustas que apestan al infierno
El amor que me arrebatan a besos,
Sin piedad y con descaro,
Notas que atraviesan el humo de engaños
"Oh, a ti que vives del amor,
Un reto ha sido amarte,
O un acto noble,
Incapaz de concretarse"
Por alguien como tú,
Crisálida pálida,
Que si pide más,
Encontrará la ausencia de sí mismo.
• • •
Falta de sueño, golpes contra el suelo, ausencia de agua en el cuerpo. Las piernas apenas me funcionaban.
La oscuridad cuando me levanté me hizo caer de boca, pero qué risa fue ver la sangre derramada.
De eso se trataba una vida atormentada.
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