Capítulo 9: El salto.
ANABELLE:
Loren no era como los demás. Se notaba a lenguas que veía a las mujeres con la mente abierta a una infinidad de posibilidades permitidas por su físico y posición, era absurdo negar lo evidente, pero no era arrogante o desagradable con su coqueteo. Las veces que llegué a sentirme víctima de él, fuera su actitud a propósito o no, siempre me dio libertad para respirar. Realmente pensé que era un milagro de la excentricidad hasta que conocí a su familia. Me bastó con estar unos segundos junto a Anastasia Van Allen y su glamur para concluir que la forma en la que fue criado, para ser un caballero, tuvo que ver. No se trataba únicamente del objetivo de meterse en un par de pantalones.
Lo comprobé cuando Nathan, John y él ayudaron a cada chica en apuros a llevar su equipaje a su vehículo correspondiente mientras esperábamos por Marie a la salida. Se veía adorable haciendo fuerza y maldiciendo en su traje de tres piezas. Suspiré. Los tres eran hermosos, pero había una carga de chico travieso en él que lo hacía más llamativo.
─¿No es un encanto?
Me abracé a mí misma cuando una corriente de aire envió escalofríos por mi cuerpo─. Sí. Hasta los momentos puedo decir que hizo un buen trabajo con él. Se ha portado bien conmigo.
Anastasia sonrió.
─Hasta los momentos.
Asentí─. Nunca se puede estar segura.
─Chica inteligente. ─Soltó un suspiro lleno de cansancio─. Sería feliz si una como tú estuviera con él. Estoy tan desesperada que no sería demasiado exigente. Solo quiero nietos.
Bajé la mirada hacia mis zapatos para ocultar mi alzamiento de cejas.
Por lo que Loren me había contado acaba de hacerse abuela de dos. Más los dos que ya tenía y el que venía en camino iban cinco, ¿cómo era que quería más? Era peor que mamá encendiendo velas a sus santos para resguardar mi fertilidad.
─¿Cómo son las chicas como yo?
Hizo una mueca.
─Simples. Felices como un cachorro con cualquier cosa que les lances. ─Me ofreció una sonrisa que interpreté como disculpa─. Lo siento si te ofendí, Anabelle, pero es cierto.
─No lo es ─refunfuñé.
Me gustaba pensar en mí misma como un ser humano.
─Oí que tienes novio, ¿no?
─Sí. Se llama Brandon.
─¿Eres feliz con él?
Asentí─. Tenemos problemas como cualquier otra pareja, pero sí.
─¿Dónde está ahora? ─Achicó los ojos en dirección a su hijo─. No quiero sonar grosera o egocéntrica otra vez, pero mi hijo es una tentación. ─Se irguió como una madre orgullosa. Jadeé. La familia de Loren no se cansaba de hacer insinuaciones sexuales en nuestra dirección sin pudor. ¿Cómo era que podían ser personas recatadas de sociedad hablando así?─. ¿Brandon sabe de su «amistad»?
Negué.
─No, no sabe. Estoy esperando que regrese de su viaje de negocios para presentarlos. ─La idea me hizo estremecer─. Seguramente se llevarán bien.
Los ojos oscuros de Anastasia brillaron sin razón aparente.
─¿Habías venido antes al teatro? ─Moví la cabeza de un lado a otro─. Te ves hermosa, ¿te habías arreglado el cabello así antes? ─Tocó los rizos de mi moño─. Es un lindo peinado. Al natural siempre se ven mejor. Seguro te lo hiciste tú misma.
Arrugué la frente. Esto ya se sentía como un interrogatorio, ¿a qué se debían tantas preguntas? Sabía que para ellos era una novedad tenerme allí con la plena convicción de que Loren y yo nada de nada, pero no era una rata de laboratorio. No solo había sido Anastasia, sino Rachel, Cleo y el sujeto llamado Diego también. Miré a la madre de Loren en búsqueda de motivos maliciosos o de molestia de que una mortal estuviera rondando a su hijo, pero no encontré nada. Solo curiosidad y genuino interés.
Tampoco se trataba de cualquier persona ahora, sino de la madre, así que decidí responder pese a mi incomodidad interior.
─Es la primera vez que lo hago. Nunca tuve una razón para arreglarme así.
─Te ves hermosa ─repitió abrazándose a su abrigo de miles de libras─. Una mujer necesita tener razones para tomarse la molestia de arreglarse. Me alegra saber que no lo haces por cualquiera. Qué suerte tiene Loren de no ser cualquier hombre. ─Alzó los hombros como si fuera un asunto sin remedio─. Estoy feliz de que tu novio sea un bastardo. Mi bebé no lo tendrá tan difícil. ─Me dio una última sonrisa antes de salir corriendo hacia Marie tan rápido como sus tacones lo permitieron. Sus pestañas postizas eran realmente hermosas─. Lo bueno de los cachorros es que son fieles. Estoy conforme con su decisión.
Gruñí.
─¿Todo bien?
Me di la vuelta y ahí estaba él. Se veía confundido. Su frente estaba un poco sudada por el trabajo social. El traje negro de tres piezas, un clásico, se ajustaba tan bien a él que parecía haber sido hecho a la medida. Enfoqué mi mirada en su rostro cuando empecé a observarlo demasiado.
─No, nada está bien.
Loren sonrió al bajar la mirada hacia mis manos en puños.
─¿Quieres contarme qué es lo que va mal o quieres golpearme?
Inhalé. Por más tentadora que fuera la idea, mis principios e ideales iban en contra de la violencia.
─¿Te dejarías golpear?
─No es lo que acostumbro, pero me encantaría ser tu sumiso ─ronroneó.
─¡Loren!
─¡Madison! ─escuché gritar a su sobrina a la lejanía.
Rodé los ojos.
Él soltó una risa─. ¿Qué te puedo decir? ─Se encogió de hombros─. Soy una persona muy amada y protegida. Si me golpeas fuera del dormitorio seguramente te ganarás muchos dislikes. Te estoy protegiendo con esa sugerencia. ─Empujó mi hombro juguetonamente─. Pero ya, en serio, ¿qué pasa contigo? Luces como si quisieras apuñalarme con el cortaúñas que llevas en el bolso. Pensé que estábamos bien con toda la mierda de ser amigos, ¿hice algo mal? ─Juntó las cejas con deje molesto─. ¿Mi familia se portó mal?
Mis mejillas se sonrojaron. De repente me sentía estúpida por haber querido acusar a todos por creer que estábamos juntos, pero era algo que me molestaba. Lo que no sabía era si me enojaba porque me estaba intentando convencer a mí misma de lo contrario, de que Loren no me atraía, o porque simplemente no me gustaba la presión.
Decidí tomar la vía fácil y cambiar de tema, decisión que apliqué tanto en el exterior como en el interior de mi mente.
Me crucé de brazos─. ¿Qué hacías revisando mi bolso?
Esta vez fue él quien lució contrariado.
─¿Buscando M&M's?
─Loren...
─Fuiste al baño. Tardaste demasiado. Estaba preocupado de que tuvieras una crisis femenina. Pensé que te dejaste una cosa importante. ─«Como un tampón», pensé─. Pero apareciste y todo marchó bien. Es lo que debería hacer un amigo, ¿o no? Debería ser capaz de cuidar tus espaldas.
Desencajé la mandíbula. Mis mejillas se sintieron todavía más calientes.
Esa parte de la amistad, aunque esencial y bastante práctica, no me gustaba.
─Gracias ─susurré.
─¿De nada? ─preguntó abrazándome fuertemente─. ¿Qué es lo que te enoja?
Le devolví el abrazo. Ya me estaba acostumbrando a ellos─. Nada.
─Belle ─insistió.
─Todos creen que soy tu novia.
─¿Eso es malo?
Separé mi cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos.
─Lo es.
Me estremecí al sentir su mano acariciando suavemente mi espalda.
─Hablaré con ellos ─murmuró despegándose de mí para luego tomar mi mano en la suya─. Ven, vamos a adelantarnos, debemos apresurarnos o no habrá casa donde llegar.
Reí corriendo lo más rápido que pude hacia la Hummer.
Me sorprendí al no hallar al chofer, Kenny, dentro. No quería pensar que Loren hubiera sido capaz de despedirlo a mitad de la noche. Fue un alivio conocer el motivo al ver a Marie montarse en el asiento trasero cargando varios ramos de flores y muñecos de felpa. El asiento copiloto se sintió como volver a casa cuando lo ocupé. Desde él la felicité por el gran trabajo que hizo. De verdad quedé impresionada cuando Loren me señaló a ella y a su chico como su familia.
─En mi opinión merecían el primer puesto ─dijo Loren.
Por el retrovisor vi cómo Marie se encogía de hombros. Aún lucía el precioso maquillaje con el que salió al escenario. Su vestuario, sin embargo, había sido reemplazado por un conjunto deportivo con el eslogan de la marca de vinos de su familia. Mags, de quién era tutora temporal, había estado usando uno igual.
─La otra pareja lo hizo bastante bien. No me quejo.
─Si tan solo me hubieras dejado intervenir...
─Si te hubiera dejado intentar comprar a los jueces probablemente me habrían descalificado por soborno ─lo cortó ella─. Prefiero ganarlo por mí misma, Loren. No necesito de tu actitud gánster. Gracias.
─Eso no decías antes ─gruñó de vuelta.
─¡Tenía doce la última vez que te lo pedí!
Loren se deshizo en risas de una forma que me hizo temer por nuestras vidas─. Ese hombre se pasó el fin de semana de su vida solo por darte unas décimas. Su esposa le pidió el divorcio después de eso.
─Loren ─jadeó Marie─. Cállate.
─¡El semáforo está en rojo! ─grité cuando, en efecto, Loren aceleró para adelantársele a un camión que venía en sentido horizontal.
Tuve arcadas después de su maniobra. Saqué mi cabeza por la ventana para tranquilizarme con aire fresco. Hoy habíamos comido demasiado y ahora ese «demasiado» estaba luchando por salir de mi garganta.
─Hey, cachorra, ¿estás bien?
Me sonrojé al recordar las palabras de Anastasia y agradecí a todo lo celestial que no estuviera presente. Esta escena sería una fuente inagotable de material para hacerme bullying. Volví dentro con calma para no volver a las náuseas. Me avergoncé al comprobar que Loren redujo la velocidad para concentrarse en mí. Le hice señas de que todo estaba bien antes de acurrucarme en el asiento para procesar mi repentino malestar.
─¿Ves lo que haces? ─lo regañó Marie.
─No fue mi culpa.
─Lo fue, idiota. Deja de manejar como si tuvieras un palo en el culo.
─¡No hables así!
Gemí. La camioneta se detuvo en el estacionamiento cuando por fin encontré mi posición cómoda. Me bajé con miedo a estar teniendo un episodio de vértigo. Por suerte mi mundo volvió a su lugar cuando pisé tierra firme. También sentí que se enderezó un poco más cuando Loren entrecruzó su brazo con el mío. Un nudo se instaló en mi garganta al pensar en Brandon.
Esto no estaba bien.
─Anabelle... ─Nos detuvo antes de que estuviéramos envueltos en preguntas de nuevo─. Fue increíble compartir esto contigo. Tenía tiempo que no me divertía tanto. No solo hablo del teatro, sino de del día en general. Desde las compras hasta este punto. ─Apartó su mirada grisácea y vulnerable de la mía─. Gracias.
Tomé su barbilla para que viera en mi rostro que todo iba bien.
─Puedo decir lo mismo ─susurré─. Gracias.
LOREN:
─Joder ─murmuró Ryan cuando entró en el ascensor. Entendí el alivio en su mirada cuando me asomé y vi los preliminares de una porno gay protagonizada por su hermano y su novio, Gary y Eduardo, desarrollándose en el lobby. «Maldición». Esos dos estarían encerrados conmigo en el siguiente viaje─. Es muy pronto para estar cansado, ¿no crees?
─Somos una familia grande y todos están gordos. ─Eso iba con Kevin, pero decidí dejárselo claro por si no entendió─: En especial tú. ─También con George chupándose el puño entre los brazos de su abuelo─. Y tú.
─Loren... ─La dulce voz de Anabelle captó mi atención. Seguía viéndose enferma. Cuando estuviera libre de ser el botones, porque al parecer Rachel no tenía en su agencia el puto personal para la tarea, le llevaría una taza de té─. ¿En qué piso vives? Creo que me voy a desmayar. No recuerdo que sea tan arriba.
Ryan contestó por mí─: Son treinta y dos. En teoría vive en el treinta y uno. Hizo una adaptación a dos departamentos de dos pisos diferentes para tener una especie de casa. ─Me tensé cuando Ana se sonrojó por su guiño─. En las alturas porque así no se siente responsable por las plantas de un jardín.
─No tiene paciencia para la crianza. Ya lo has notado ─soltó John.
─Eso es porque estabas medio inconsciente cuando te traje a la Lordcueva y bastante entretenida cuando te fuiste ─le recordé en voz baja que pretendía ser alta. Disfruté viendo como su cara se convertía en un tomate─. ¿También has olvidado en qué habitación dormiste? ─Me despegué del tablero para acercar mis labios a su oído─. ¿Cómo roncabas desnuda contra mí? ─Sonreí cuando palideció─. Veo que no.
El pitido del ascensor la salvó del resto de las palabras que tenía pensadas para ella, pero no de Lucius siendo un grano en el culo como todo el tiempo desde que tengo memoria. Me tensé al ver cómo llamaba su atención con un gesto desagradable. Ella no era como mis hermanas o mamá. No era su tipo de mujer.
«Joder».
─¿Quién eres?
─Anabelle Young ─se presentó a sí misma ofreciéndole la mano. Él la tomó luciendo confundido. Mi estima por ella creció por su respuesta indiferente ante la intimidación de mi padre─. Trabajo en el jardín de infantes de Madison. ─Lo noqueó con una de sus sonrisas de buena samaritana─. Lo sé, señor, sé que desentono aquí. Fue Loren el que insistió en que lo acompañara a ver a su hermana. Lo conocí en el parque. Hemos salido un poco después de eso. Sabe que me gusta mucho el ballet y que nunca lo vi en vivo hasta hoy. ─Eso era un patético resumen de nuestros encuentros─. Marie es estupenda, por cierto. Y tiene unos nietos adorables. Me encantaría felicitarlo por la linda familia que tiene. ─Ladeó la cabeza mientras las comisuras de sus labios se curvaban más. Sus ojos se hicieron asiáticos─. Debe estar orgulloso.
Lucius, por otro lado, nos noqueó a todos correspondiéndole.
─Lo estoy. ─Rodeó su cintura haciendo equilibrio con George del otro lado. La alejó de nosotros llevándolo dentro─. Entonces, Ana, ¿te puedo llamar así? Mi esposa no me deja. Se llama Anastasia, pero no me deja abreviar su nombre, ¿cómo es que una dulzura como tú terminó involucrada con un imbécil como Loren? Es una rareza. Sus mujeres son más...
─¿Exóticas? ─la escuchamos completar.
John silbó─. Mierda.
─Doble mierda ─dijo Ryan.
─Mierda infinita ─murmuré bajando de nuevo hacia el lobby.
Dos viajes más, uno con la pareja del año y sus insinuaciones de un trío y otro con Luz que bajó por el bolso de Kevin, fue el precio que tuve que pagar para poder entrar a casa. Allí me tomó más de media hora encontrar a Anabelle. No porque hubiera muchas personas, solo invité familia y amigos cercanos, sino porque desapareció. La hallé en su recamara, donde dormimos, acurrucada sobre el colchón con su celular en mano. Se veía llorosa. Nada como la pequeña pelirroja vibrante que se fue guindada de Lucius media hora atrás. Me senté en la esquina junto a ella. Su cabello estaba hecho un desastre.
─¿Qué pasa?
─Nada ─respondió cortante haciéndose un ovillo.
Desencajé la mandíbula.
─¿Crees que me quedaré satisfecho con esa respuesta?
Se apretó más contra sí misma─. Es lo que hay.
─No es suficiente ─repliqué alcanzando su celular.
No soy del tipo metomentodo, pero joder que quería saber qué le pasaba para intentar solucionarlo. Mi intención al tomarlo era ver quién mierda llamó o envió un mensaje con malas noticias, no encontrarme con una foto del que supuse era su novio, un rubio metrosexual, besándose con una chica brasileña junto al Cristo Redentor. Almacené sus facciones dentro de mi mente.
Maldito bastardo. Era verlo en la calle y dejarlo sin dientes.
Anabelle se enderezó para quitármelo. Se lo di, más no dejé que se alejara de nuevo. Lo impedí envolviendo mis dedos alrededor de su antebrazo. La opresión en mi pecho creció al identificar rastros de lágrimas en sus mejillas. Encajé su rostro entre mis palmas. Después de embriagarme con sus ojos rocé mis labios contra su barbilla. Su piel era exquisitamente suave. Olían tan bien.
─¿Esa mierda es lo único que impide que te bese?
Anabelle me respondió con un puchero─. Loren...
─¿Sabes? ─La acerqué más─. Me acabo de dar cuenta de que no quiero ser un maldito príncipe por más tiempo. ─Mordí la zona dónde estaba su hoyuelo─. Es más divertido ser yo mismo.
Y la besé.
Separé sus labios con los míos sin encontrar oposición o resistencia. Eso me impulsó a envolver su lengua con la mía tan bien como podía hacerlo. Su sabor era una combinación mentolada de crema dental y chocolate, similar a mi elección de helado predilecta, que me volvió loco. A lo largo de nuestro beso no dejé de preguntarme por qué no lo había hecho antes. Quizás así no se hubiera sentido tan mal con el engaño.
─Para ─jadeó cuando nos separamos a recobrar el aliento.
Sus mejillas estaban más sonrojadas que nunca. Lucía sin aliento y para nada triste. Al ver que mi técnica para hacerla sentir mejor funcionó, claramente le hice puto caso. Enredé mis dedos en su cabello y la halé de vuelta hacia mí suavemente pero con insistencia. En esta ocasión hice que se inclinara hacia atrás, recostándose, para poderme ajustar encima de ella. Su falda no fue tan difícil de subir como lo fue bajar sus bragas. Acaricié su muslo antes de ir por ellas, pidiéndole permiso, y actué cuando los entreabrió para darme acceso. Repasé su la línea de su sexo con las yemas. Estaba húmeda.
─Anabelle ─gruñí contra su cuello─. Estás tan mojada, nena.
─Loren...
─¿Qué?
─Por favor. ─Se retorció debajo de mí─. Sigue.
─En eso estoy. ─Solo necesitaba una pausa para recordar que esto era para ella, no para mí─. Dame un momento. Desconoces el alcance de lo que quiero hacerte.
Se frotó contra mi mano─. Enséñame.
─No estás preparada ni para la mitad de ellas, Belle ─le advertí.
─Enséñame ─repitió.
─Bien ─accedí con un maldito nudo en la garganta─. Dime lo que te gusta. ─Moví mi pulgar contra su botón. La única razón por la que se dejaba hacer era su ex, porque esperaba que rompieran, por lo que no era un secreto que estaba siendo su pañuelo de lágrimas. Aún así sus gemidos conmigo eran tan auténticos que dolía en mis huevos escucharlos─. ¿Así?
Arqueó la espalda─. ¡Sí!
Sumergí la punta de mi índice dentro de ella. Sentí la opresión de sus paredes en mi polla cuando lo apretó. Me iba a matar. Estaba tan jodidamente apretada que lo único en lo que podía pensar era en cómo se sentiría estar en su interior.
Lo moví sin dejar de besarla y, mucho menos, estimular su clítoris.
─¿O así?
─Así ─lloriqueó─. Más.
Junté mi frente con la suya─. Como quieras.
Durante los siguientes diez minutos fui espectador en primera fila de la frustración de toda una vida siendo liberada. Sus gemidos fueron tantos que el recuerdo de ella diciéndome que era rígida, rígida mi polla, se convirtió en una mierda absurda. Si Anabelle no había tenido la oportunidad de inhibirse en la cama era única y exclusivamente debido a la falta de un buen acompañante. Me regocijé de serlo cuando la vi terminar en mi mano entre aullidos y movimientos pélvicos. Limpié mis dedos en las sábanas tras retirarlos. Quién durmiera en la alcoba debería cambiarlas. Rodó y se enderezó en la otra esquina, subiéndose las bragas lejos de mí, sin darme la oportunidad de proveerle algún gesto postcoital. La imité.
─¿Te sientes mejor?
Tardó en responder─. No.
─Belle...
Se levantó─. ¿Me llevas a casa?
La miré sin entender, pero me maldije mentalmente por hacer un movimiento equivocado al volver a distinguir lágrimas saliendo de sus grandes ojos verdes. Alcancé su abrigo en el suelo, lo coloqué sobre sus hombros e hice sonidos con las llaves en mi bolsillo. No sabía qué más hacer.
─Vamos.
Asintió─. Voy por mis cosas.
─Hijo de puta ─me dije cuando la vi salir de su habitación con actitud decaída.
Algo me decía que ya no estábamos bien.
Hola, chamas ♡
Ha pasado tiempo, creo que dos semanas, desde la última actualización. Lo que sucede es que comencé la uni, curso primero de Medicina, así que las materias me tienen loca. Ya tengo el primer quiz y debo estudiar full :c Es por eso que he tardado. Después de presentarlo, el 7 de noviembre, traigo maratón. Ahora tienen capítulo auspiciado por Henry Ramos Allup y la MUD. Gracias a las manifestaciones es que he podido escribir.
Chicas de las dedicaciones, ya se las doy.
Para ganar la próxima dedicación: la dinámica la haré por Younow. Sí, por Younow. He estado buscando formas de ser más cercana con ustedes y probé Younow. Me gustó porque es más sencillo que Youtube. Ese día que hice la publicación estuve en vivo, casi que comiéndome los mocos y todo el mundo viendo, por una hora. Conocí a algunas de ustedes y la pasamos bien. Estuvo chévere.
Y la convocatoria es para este viernes a las 5:00 PM Venezuela. No solo hablaré de mis libros, sino que discutiré activamente la situación actual de mi país según mi POV. Es algo de lo que no puedo dejar de hablar. Si este medio me permite aportar un granito de arena en lo que se refiera al cambio, lo explotaré al máximo. Si eres extranjer@ esto te servirá para que más o menos tengas una idea de lo que es el día a día de cada venezolano. Al menos desde mi punto de vista que todos sabemos que es el más dramático y romántico. Si eres venezolan@, esta es mi forma de decirte que no estás sol@.
Gracias por sus votos y comentarios.
L@s aprecio un montón.
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