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Capítulo 37: Una parte de ti.

ANABELLE:

Mi vestido para la noche era, en resumen, lo más lindo que alguna vez usaría si no llegaba a casarme. Era la primera vez que traería algo tan caro puesto y siendo novia de Loren, lo que me obligó a aceptar cosas como ir de compras a tiendas de marca más de una vez y permitir que diseñadores me tratasen como su muñeca, eso era mucho que decir. Rachel y Marie no habían escatimado en gastos arreglándome para hoy, mi tercera apuesta, poniendo todo de sí mismas en mi apariencia. Rachel había traído desde París una colección privada de un reconocido diseñador para que escogiese qué usar. Marie había seleccionado mi joyería y peinado, secuestrado a Gary por todo un día en mi apartamento para que me arreglara. Mi baño era gigante y había una gran tina para que al menos cinco personas entraran en ella cómodamente, así que antes de vestirme estaba ahí con sales aromáticas de vainilla y coco apoderándose de cada poro de mi piel, Gary y Eduardo a mi lado bebiendo una copa de vino blanco con la que hacían brindis por cualquier cosa.

─Por el helado de banana ─decía Edu.

─Por la última temporada de Gossip Girl.

─¿Anabelle?

─Por... por ustedes ─brindé tímidamente, a lo que hicieron un aw.

Todos estábamos usando traje de baño, por supuesto.

También confiaba en ellos lo suficiente como para no creer que pudieran hacerse pis dentro, pero aún así estaba pendiente de la temperatura del agua por si acaso.

─Por Anabelle y su capacidad para contraer su vagina como un exprimidor de naranjas ─siguió Gary en un momento determinado, apuntando la cámara delantera de su teléfono hacia nosotros.

Me sonrojé.

─Yo no...

─Por Loren y su varita mágica ─dijo Eduardo trasladándose hacia mi otro lado, relamiéndose los labios para el directo de Instagram─. No tan buena como la nuestra o la vagina de Ana, pero sirve.

─Eduardo ─jadeé muerta de vergüenza.

¿Dónde estaban Rachel y Marie? Ah, sí, se habían ido a sus propias casas a arreglarse, dejándome con el par, pero con todo listo sobre mi cama.

─Eso es, pequeña, gime ─respondió guiñando un ojo a la cámara, sacando su mano del agua y lamiéndose los dedos. Gary soltó una carcajada y se inclinó para besarlo después de cortar el vídeo, haciéndolo frente a mí de la manera más dulce─. ¿Qué? ─preguntó cuando lo vi mal─. Estoy ayudándote a darle celos a Loren, lo cual, desde mi punto de vista, es lo que el idiota necesita. ¿Crees que él no lo verá? Me sigue en Instagram y responde casi todas mis historias con corazones. Es un fanático. ─Me ofreció de su vino, a lo que negué. Llevaba dos copas encima que me bebí mientras me hacían las uñas de los pies y estaba aterrorizada con la idea de emborracharme después del capítulo piloto de Las Aventuras del Unicornio. Tampoco le mencioné que posiblemente se trataba de Maddie desde el teléfono de Loren. No quería romper su corazón─. Lo verá y dirá: qué he hecho. Probablemente halándose el cabello y lamentándose por lo estúpido que fue al no darse cuenta de que eres una mujer muy codiciada y de mentalidad abierta que no está en contra de un trío, algo que él... ─La sonrisa en su rostro me hizo reír─. No te puede dar.

Gary puso los ojos en blanco.

─Si mal no recuerdo, tú tampoco.

Eduardo se encogió de hombros, sumergiéndose hasta que el agua tocó su cabello y volviendo a salir en cámara lenta, dejando que esta se deslizara por su pecho. Era rubio y hermoso y probablemente el chico más gracioso y dulce después de John, también un excelente piloto. Amaba a Gary, quién tampoco estaba mal. Era parecido a Ryan, lo que lo hacía grande e intimidante, pero mientras su hermano era rustico y volátil, Gary era paciente.

─No tendría ningún problema en acostarme con Anabelle. Ella es pelirroja ─dijo como si eso me hiciera Afrodita al instante─. Elegante. Distinguida. Dulce. Despierta sensaciones en mi corazón que ninguna de las mujeres que me has presentado inspira si quiera para... no sé, lo más básico.

Gary frunció el ceño.

─¿Qué tienen de malo las mujeres que te presento?

─¡Que de no ser gay no me acostaría con ellas!

─Están bastante lindas.

─Puede ser, pero algunas huelen mal o no tienen sentido de la moda o simplemente están tan desesperadas por alguien que les preste atención que no se dan cuenta de que eres bi sin retorno y que no me dejarás. ─Eduardo ahora luce enfurecido, lo que hace que me hunda como él lo hizo minutos atrás, intentando no dañar mi peinado, y me dirija al otro extremo de la tina para no quedar en medio─. No sé cuántas veces tengo que decírtelo, Gary. Me acostaría con Madonna porque, mierda, es Madonna, pero no me acostaría con alguien simplemente por acostarme. No era promiscuo antes de ti, no lo seré nunca.

─Bueno ─gruñó Gary enfurruñándose─. No debiste aceptar una relación abierta entonces.

─Chicos, saldré antes de volverme una pasita ─murmuré, aunque ninguno de ellos me escuchó, colocándome de pie.

─Gary, ya, no seas exagerado. Estoy haciendo una acotación. ─Edu se acercó a él con una sonrisa de gato─. No me hagas pelear contigo tan cerca de la boda. Me gusta jugar, solo eso, y eso fue lo que acepté, pero me molesta que intentes meterlas en nuestras vidas. Me pongo celoso.

Eso hizo que me detuviera en seco.

─¿Boda?

Gary, ahora luchando contra Eduardo que intentaba hundirlo, me miró con una sonrisa tirando de sus labios.

─¿Rachel no te dijo? Nos casaremos en Fiji en unos meses.

─No, no tenía ni idea ─dije secándome las piernas con una toalla─. Estoy tan feliz por ustedes, chicos.

─Por supuesto que estás invitada. Loren y tú. Todos.

─Será increíble.

Los ojos de Eduardo se alumbraron mientras asentía.

─Rachel está haciéndolo realmente bien. Tan bien que probablemente apareceremos en el noticiero internacional de las bodas gays.

Arrugué la nariz mirando a Gary.

─¿Eso existe?

Se encogió de hombros.

─En Instagram todo es posible.

Preguntándome si Loren vio el vídeo de Eduardo, asentí y salí de la habitación para empezar a alistarme. Cambiarme del bikini a la lencería no fue algo extremadamente difícil. No estaría usando medias ni nada complicado esta noche, solo un tanga azul con encaje en la parte delantera. No porque quisiera, por lo general prefería algo más grande, sino porque así lo ameritaba el vestido. Una vez terminé unté mis axilas en desodorante y el resto de mi cuerpo en aceite de coco. Dejé que este se absorbiera un poco antes de permitirme entrar en mi vestido, el cual era muy similar al verde que usó Léa Seydoux como Madeleine en 007: Spectre, solo que azul eléctrico y con más escote en la parte delantera que en la trasera, donde era nulo, las mangas más delgadas. Amaba cómo le había quedado cuando vi la película con Loren, así que me había probado su antítesis rebelde a penas lo vi, sorprendiéndome cuando me quedó bien. Cada centímetro de seda se ceñía a mi cuerpo como una segunda piel, pero también, a la vez, cayendo como una cascada. Se deslizaba en los lugares correctos, acentuando mis pechos, mis caderas, mi vientre, mi cintura.

Si este vestido no traía de regreso a Loren, no tenía ni idea de qué lo haría. Retirando el gancho que mantenía sujeto mi cabello, lo dejé caer hacia atrás completamente lacio. Ya era tarde, alrededor de las nueve, así que después de entrar en un par de tacones negros con delicadas tiras en los tobillos extendí la mano hacia mi mesita de noche para alcanzar la joyería. Para el cuello tenía un lindo collar bastante llamativo de piedras negras que brillaban como el ónix, el cual quedaba al mismo nivel que la abertura de mi escote y de alguna forma resaltaba el color verde de mis ojos ahumados por el maquillaje de Gary. Mis labios pasaban o no desapercibidos bajo una capa de labial nude. También me puse unos pequeños, casi imperceptibles, aretes a juego. Tenía un bolso negro Gucci para complementar mi atuendo, pero seguramente le pediría el favor a Rachel, la organizadora del baile de recaudación de fondos, de guardarlo.

No quería que nada desviara la atención del objetivo principal.

─Te ves hermosa ─dijo Gary apartando mis dedos del collar para ayudarme a cerrar el broche. Me miró a través del reflejo del espejo, negando cuando encontró mis ojos─. No entiendo cómo no te has rendido después de que te haya rechazado tantas veces, Anabelle. Debes quererlo demasiado o...

─Loren se lo merece ─lo corté dándome la vuelta para enfrentarlo─. Loren estuvo detrás de mí antes de que fuéramos pareja. Loren trabajó duro para que me sintiera cómoda con su familia. Loren, durante tres años continuos, intentó hacerme entender lo mucho que me amaba. Me pidió matrimonio tres veces. Tres veces lo rechacé. Ni hablar de los últimos meses en los que me sentía tan mal conmigo misma que simplemente lo ignoraba sin si quiera tener el valor de mirarlo a los ojos y decirle que no se preocupara, que seguía amándolo, que el problema era yo. ─Alcé la barbilla─. Llámame arrastrada o todo lo que quieras, pero él merece que luche por él un poco más. Me abandonó cuando más lo necesitaba, sí, pero lo hizo después de asegurarse de que podía mantenerme por mis propios pies. Yo ni siquiera tomé eso en consideración cuando lo dejé a penas perdimos a nuestro bebé.

Gary me ofreció una sonrisa cursi mientras acariciaba las puntas de mi cabello. Ya no estaba desnudo, usaba una bata de baño.

─He sentido un Deja Vu en este momento.

─¿Por Rachel y Nathan?

Gary asintió.

─Por Rachel y Nathan. Por Ryan y Marie. Por ti y Loren. Me siento agradecido con la vida por permitirme ver la lucha de todos ustedes por su amor. ─Besó el dorso de mi mano─. Ve, ya es tarde, déjalo con la boca abierta. Edu y yo nos quedaremos aquí para limpiar todo el desastre que hicimos, no sé si quieres que nos quedemos a esperarte o simplemente nos vayamos al terminar. ¿Cuánto duran estos bailes? ¿Tres? ¿Dos horas? Prometo tener listo un kilo de helado si las cosas salen mal.

─Por lo general duran eso, pero...

Eduardo se unió a la conversación.

─Gary, nuestra niña ya creció. Quiere encajar la pieza de su rompecabezas con su otra mitad, déjala en paz ─dijo.

Él sí estaba desnudo.

─Eduardo, por favor...

─Anabelle ─me interrumpió papá, el cual se quedó de piedra al ver a los dos hombres desnudos en mi habitación. Él no había estado en casa en todo el día, así que acababa de llegar. Parpadeó varias veces antes de volverme mirar a mí y no a los chicos. Eduardo se había inclinado para recoger una sábana del piso y cubrirse. Gary a penas aguantaba la risa─. ¿Anabelle?

Enrojecí.

─No es lo que parece.

─Solo vinimos a vestir a su hija para el baile. ─Gary le guiñó uno de sus ojos, los cuales brillaban con apreciación en dirección a sus tatuajes─. No se preocupe. El ganado está a salvo en el corral.

─¡Gary!

Sorprendentemente, papá rió mirándonos.

─No te juzgaré por tu vida sexual agitada, nena, mientras sea con hombres de tu edad y no con alguien con quién podría jugar al golf. ─Me guiñó un ojo como Gary lo hizo segundos atrás. Juraba haber oído a Eduardo suspirar─. Vine a decirte que ya las chicas están abajo esperándote. Iba entrando y las oí gritar. ¿Quieres que te acompañe?

Afirmé.

─Está bien.

Encajando su brazo en el mío, tomé mi abrigo y nos dirigimos escalera abajo hacia la salida. Cuando llegamos a la calle juntó sus labios contra mi frente.

─No estuve presente en tu vida, Anabelle, pero si me dieran a elegir entre haberte visto durante todo este tiempo y tenerte así, frente a mí, escogería mil veces ser capaz de ver en lo que te has convertido. ─Acarició mi mejilla antes de ir por la manija del auto de Nathan, abriéndolo para mí─. Si ese imbécil no es capaz de verte como yo te estoy viendo en este momento, retracto lo dicho en el hospital. No sentiré más lástima por el bastardo y haré su vida imposible así me supliques lo contrario.

─Papá ─advertí, aunque no era que él pudiera hacer mucho en contra de Loren─. Por favor. Déjame manejar esto por mí misma.

─Solo porque lo pides tan amablemente, pero esto es una oferta válida únicamente por un tiempo limitado. ─Me despidió con la mano─. Diviértete, bebé.

Afirmando, entré en el auto, un lindo mercedes del año parecido al de papá que parecía más una mini limusina que otra cosa, encontrándome con las expresiones boquiabiertas de Rachel y Marie y las miradas de admiración y aprobación de Ryan y Nathan. Ellas también se veían muy lindas en su correspondientes vestidos, el de la mayor dorado y el de la menor negro, al igual que sus maridos en su trajes. Me sentía bien no sintiéndome el patito feo por primera vez.

─Si ese vestido no hace recapacitar a mi hermano me temo que nada lo hará ─murmuró Rach con una sonrisa.

Asentí sin estar demasiado alegre al respecto.

Cuando llegamos media hora después entre risas y comentarios sarcásticos de Ryan hacia Nathan por su forma de manejar como una tortuga debido a la costumbre de tener a los niños en el auto, lo primero que hice después de apreciar la decoración del salón del lujoso hotel inspirada en el romanticismo, fue alzar mi mirada y buscarlo activando mi radar. No estaba en las mesas. Tampoco en la pista de baile en torno a una estatua. No en los baños o en el balcón de los fumadores contemplando las estrellas. Ni en la mesa central con el banquete o cerca de la cocina. Una vez lo ubiqué inclinado sobre la barra, luciendo hermoso en un traje entallado negro, con un vaso lleno hasta el borde de licor, el cual se empezó a beber de a grandes sorbos, me dirigí directamente hacia él apartando a las personas que se cruzaban en mi camino hasta que fui consciente de la molesta, muy frecuente últimamente, presencia en vestido rojo ajustado a su lado.

Lena, la mamá de Mike.

Lena, una mujer que a pesar de haber tenido un bebé, lo cual podía, parecía una modelo de Victoria's Secret.

Lena, quién miraba a Loren como si lo quisiera para sí.

Inflando el pecho, retomé mi camino hacia ellos con decisión. Para mi desgracia la respuesta que obtuve de Loren no fue nada lo que esperé. Para lo que me preparé. En lugar de arrojarse hacia mí como lo hacía cada vez que me veía arreglada con la excusa de que no podía ser tan perfecta, se enderezó luciendo tomado por sorpresa y... ¿molesto? ¡Sí! Molesto. ¿Cómo se atrevía? ¿Después de todo lo que había hecho? ¿Después de las uñas? ¿El cabello? ¿El vestido? ¿El baño en vainilla?

─Anabelle ─gruñó más que saludar.

─Loren ─dije.

Lena se colocó delante de él ofreciéndome la mano con una sonrisa de dientes perfectos en su rostro.

─Hola, sé que no nos hemos presentado oficialmente, pero soy...

─Sé quién eres.

─Oh ─murmuró retirando la mano.

Pasando por encima de ella, lo miré a él.

─¿Podemos ir a un lugar retirado para hablar?

Hizo una mueca.

─No creo que sea buen momento, Anabelle. Vine con Lena y no sería muy... ¿amable? Sí, no sería muy amable de mi parte dejarla sola. ─Me apretó el hombro. Loren, el amor de mi vida, me apretó el hombro para consolarme por estar acompañando a otra y no tener ni siquiera cinco minutos para mí─. Lo siento.

─Está bien ─dije y me di la vuelta para irme.

Así de simple.

Por primera vez desde que inicié mi lucha para recuperarlo, mi corazón se rompió a medida que me alejaba. Tenía todo un discurso preparado para decirle, una colección de poemas, ahora simplemente quería desaparecer. Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas que no tuve tiempo de derramar porque un rostro conocido chocó contra mí.

─¿Anabelle?

Mason. Mi doctor rubio y apuesto.

─¡Mason! ─Sin pensar mucho las cosas me arrojé a sus brazos acercando mucho mi rostro al suyo. Podían llamar esta mi última apuesta. No lo iba a besar, había dicho que tenía novia, pero estaba segura que desde dónde estaba Loren parecía que eso era justo lo que estaba haciendo─. ¿Cómo estás?

─Bien, ¿tú? Te ves más animada. Me alegra mucho.

─Bien, bien, ¿qué tal si bailamos? ─No me molesté en esperar una respuesta. Tomé su mano y nos dirigí a la pista, donde sonaba un tango que bailamos improvisadamente─. ¿Qué doctor te operó los labios? ─pregunté como excusa para sostener su rostro entre mis manos cuando la canción terminó. Si giraba el rostro alrededor de la habitación podía ver a Rachel y a Marie mirarme con dos pulgares hacia arriba, lo cual no supe que significaba en ese momento─. ¡Lucen realmente genial!

Mason arrugó la frente bajando mis manos con suavidad.

─Ana, ¿de qué hablas? Son reales. Soy cien por ciento natural. Me ofendes. ─sus ojos brillaron con sospecha─. ¿Acaso Alfred te envió algo... medicinal que no debería ser medicinal en tu caso para la depresión? No pensé que necesitaras eso, pero bien, no estaré en desacuerdo si ese es el caso.

Reí como tonta al intuirlo justo detrás de mí.

Algo me decía que estaba allí.

Ese algo no debía fallar.

─Qué gracioso eres, ¿por qué tienes que ser tan lindo?

Mason alzó la barbilla con orgullo.

─No lo sé. ¿Crees que debería relanzarme como Míster salud de este año en el colegio de Londres?

─¡Por supuesto! ¡Estoy segura de que ganarías! ─exclamé colocando una mano en su brazo mientras nos empezábamos a alejar de la pista, solo que, al dar la vuelta, estuve de frente contra alguien que conocía muy bien.

Alguien que estaba muy enojado.

─Anabelle ─gruñó mi nombre por segunda vez en la noche, solo que esta vez no solo sonaba molesto, sino frenético en todo el sentido de la palabra.

─Hola, Loren ─canturreé a un costado de Mason─. ¿Recuerdas a Mason? ¿Mi doctor? Hemos estado hablando últimamente y es una persona increíble. Completamente... amable. ─Hice énfasis en esa palabra─. Ha sido una agradable sorpresa encontrarlo aquí. Ha hecho mi noche más placentera luego de encontrarme con tantas personas desagradables.

─Me alegro ─dijo simplemente, pasando de mí luego de eso para mirar a Mason─. ¿Me permites, por favor?

─Claro. ─Mason asintió con una sonrisa, sus ojos brillando con comprensión mientras miraba de mí a Lena, de Lena a Loren, de Loren a sí mismo y se alejaba─. Toda tuya, hombre ─le respondió para luego murmurar un criatura malvada en mi dirección y volver con una rubia sentada en una mesa que me miraba con el ceño fruncido.

Dios. Luego me tendría que disculpar con ella.

─No vuelvas a hacer eso ─dijo a penas estuvimos solos atrayéndome a su pecho─. No lo soporto. No lo hagas de nuevo. Nos besamos tan solo hace un par de días y ya permitiste que lo hicieran tres veces, tres hombres diferentes en un día.

Mi ceño se frunció.

─¿Qué...?

─¿Disfrutas de los baños de espuma, Anabelle?

Mis mejillas se sonrojaron.

─No es lo que crees.

Amaba y odiaba tanto a Eduardo en este momento. Ahora eso, el que hubiera visto el vídeo lascivo en mi bañera, explicaba tal vez el por qué había lucido tan molesto cuando me vio.

─¿Ah, no? ─Me haló cerca de su cuerpo, sus manos en mi cintura, lo que me permitió acariciarlo por primera vez en días─. No se trata de lo que crea o no, se trata de lo que vi. De acuerdo a ello tú permitiste que te tocaran, no una, sino tres veces, tres manos en un día, yo...

─Tú también permitiste que ella lo hiciera ─le dije enredando las manos tras su cuello, lo cual se me hizo más fácil que otras veces debido a los zapatos altos. Justo en ese momento la banda sonora de la fiesta empezó a tocar su versión de Photograph de Ed Sheeran, una de mis favoritas, una de las nuestras. Cuando miré hacia la banda vi a Rachel mirándonos con una sonrisa, sus pulgares arriba, gesto que le devolví sin que Loren se diera cuenta. Ahora entendía─. Dejaste que te tocara, Loren, ni siquiera sé cuantas veces.

El destello de arrepentimiento que vi en sus ojos me asustó.

─No es lo mismo.

Alcé las cejas.

─¿No?

─No.

─Tienes razón. ─Loren asintió, pero corté su emoción─. Yo no fui la que terminó con la relación estando en mis cabales. Tú me dejaste. No es lo mismo. Yo pude... haber dejado que me tocaran por despecho.

Loren apretó la mandíbula.

─Entonces lo admites.

─¿El qué?

─El haber dejado que te tocaran.

─Bueno...

Loren no me dejó terminar. Buscando mi rostro desesperadamente con el suyo, conectó sus labios con los míos en el, oficialmente, mejor beso que hemos tenido. Balanceándonos al ritmo de la canción, moví mis labios contra los suyos mientras la letra proseguía, su lengua explorando mi boca, rindiéndome. Haciéndolo rendirse. Rindiéndonos a la única cosa, según Ed, que nos llevamos cuando morimos.

El amor.



Jajaja, qué tal este respiro?

Les prometo que no los volveré a separar por ahora, pueden estar tranquilas, pero sí tendrán que enfrentarse a muchas cosas más antes de tener su final feliz. Ana aún se está recuperando.

Capítulos dedicados a:

1. KatyaCruz1D jajaja holaaa, cómo quedó tu tarea? amo que me leas, Nathan también te ama y Loren igual. 

2. LissaCrLo porque amo tus comentarios. 

3. WandyVallejos_07 lindaa.

Capítulo siguiente para la opinión más acertada sobre Lena.

Las amu, hasta mañana.

Sí, hasta mañana, hice un trueque con mis lectoras del grupo de whatsapp, pueden darle las gracias, donde subiré un cap diario hasta el viernes a cambio de su apoyo con una historia que subiré en otra plataforma en los próximos días. Firma aquí si aceptas.

NO OLVIDEN SEGUIRME EN INSTAGRAAAAM: oscaryarroyo

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