Capítulo 31: Decisiones ya tomadas.
ANABELLE:
Me separé de Loren solo cuando su cabeza estuvo desplomada sobre la almohada, sus ojos cerrados y sus facciones relajadas. Acaricié un poco el costado de su rostro antes de ponerme de pie y bajar a la primera planta donde Marie y papá me esperaban. Me apreté contra mi suéter de lana mientras la sorpresa de verlos jugar videojuegos en el salón de juegos de Loren. FIFA. Compartían un sofá y varias cervezas, por las botellas que había en la mesa. Salté cuando Marie metió un gol y se levantó, celebrando, lo cual se acabó cuando me vio.
─Lo siento, tu visita fue inesperada y en la emoción de verte olvidé mencionar que Lena estaba aquí ─dijo sin ningún rastro de culpa, una sonrisa tirando de sus labios carmesí.
Eso pensé, pero no pelearía con ella por Lena.
Después de todo lo que había hecho me lo merecía.
─No te preocupes.
─Manejaste a la perfección la situación. Por primera vez en tu vida. ─Marie estrechó mi hombro─. ¿Él está bien? Desde que todo esto pasó siempre uno de nosotros se quedaba a hacerle compañía, pero estás de vuelta, así que supongo que puedo ir a casa.
─Estamos bien ─murmuré─. Solo un poco cansados. ─Miré a papá─. No quiero ser desagradecida, pero Loren me necesita. Me quedaré unos días con él antes de regresar a casa.
─Si es que regresas ─gruñó abrazándome, lo cual acepté a regañadientes. No tenía nada en contra de ambos, pero lo que más quería en este momento era subir y acurrucarme junto a mi chico─. Cual sea el resultado que saques de esto, nuestra casa siempre será una opción para ti, ¿de acuerdo? ─Asentí mientras besaba mi frente─. Por cierto, toma. ─Me tendió el sobre que había estado en uno de los canastos─. Imagino que ahora quieres leerla.
Acaricié el borde de papel con mis dedos, negando.
─Puede esperar hasta mañana. La leeré con él o, mejor aún, le pediré que la lea para mí. ─Me centré en Marie, quién por alguna razón me miraba con preocupación. Intenté tranquilizarla─. No te preocupes por Loren. Cuidaré de él.
Marie separó los labios para hablar, pero fuera lo que fuera que iba a decir lo consideró mejor y decidió guardarlo para sí misma.
─Sé que está en buenas manos contigo ─se limitó a decir antes de tomar su abrigo y seguir a papá hacia la salida─. Nos vemos por allí, Anabelle. Me alegra que hayas vuelto a tus cabales. Lo lamento mucho por tu pérdida. Me habría gustado que los resultados fueran diferentes, pero hay cosas que simplemente no podemos controlar. ─Besó mis mejillas cuando nos acercamos a la puerta─. Adiós.
─Adiós ─susurré antes de cerrar y dirigirme a nuestra habitación.
De camino a la cama me quité los zapatos y pantalones. Dejé el sobre encima de la mesita de noche y me acosté lo más cerca que pude de Loren, mi rostro presionado contra su pecho, mi brazo rodeando su cintura, inhalando su aroma como si fuera la última vez que tuviera la oportunidad de hacerlo. Mis piernas enrolladas en las suyas. Lentamente, al cabo de unos minutos de simplemente disfrutar el hecho de estar cerca de él, mis ojos empezaron a cerrarse. Por primera vez en meses y aunque era demasiado pronto, considerando que mi segunda pérdida había sido tan solo un par de días atrás, realmente dormí sintiéndome como alguien preparado para enfrentar el mañana. Solo que cuando abrí mis ojos el mañana no era nada como esperaba.
Los rayos de sol entrando por su ventana fueron lo que me despertó, pero mis ojos se abrieron por el hecho de extender la mano y no encontrarlo. Una sonrisa tiró de mis labios y salté de la cama, el olor de su loción de afeitar llamándome desde el interior de su armario. Cuando entré, mis pasos livianos, lo encontré atando una corbata alrededor de su cuello. Usaba un lindo traje gris hecho a la medida y zapatos de vestir, su rostro completamente afeitado. Se miraba en el espejo mientras lo hacía. No pude evitar perderme en el profundo gris de sus ojos, un tono entre la tormenta y la noche que me hacía perder la cordura.
─Te ves hermoso ─murmuré abrazándolo desde atrás, mi perfil presionado contra su espalda─. ¿Pero necesariamente tienes que ir a trabajar hoy? Pensé que podríamos quedarnos en casa. Hablar. ─Me puse de puntillas para poder besar la línea de su mandíbula─. Simplemente acurrucarnos juntos.
Deshaciéndose de mi agarre sobre él, se giró y tomó mis manos envueltas alrededor de su cuello.
─Tengo trabajo, Anabelle ─respondió.
Hice un puchero. Eso siempre funcionaba.
─¿No te gusta la idea?
─Me gustaría en otro momento, pero las cuentas no se pagan solas y he estado demasiado tiempo ausente en la oficina debido a los últimos acontecimientos. ─Loren se inclinó sobre una de las gavetas de su closet para tomar un juego de gemelos y colocárselos. No los que le había regalado para nuestro anterior aniversario y siempre usaba, sino otros─. Hablé con tu padre esta mañana. Me llamó para preguntarme cómo estabas, Marie le dio mi número, y le pedí que se quedara contigo mientras me pongo al día. No estaré en casa sino para dormir por unos cuantos días ─habló con voz plana─. Está esperándote. Voy un poco tarde ya para una reunión, así que date prisa, por favor.
Di dos pasos hacia atrás, mi ceño frunciéndose.
─Loren...
─Anabelle, por favor, no lo hagas más difícil de lo que ya es. Recoge tu mierda y vámonos ─gruñó saliendo del armario y dirigiéndose a nuestra habitación para recoger su teléfono y las llaves de uno de sus autos deportivos.
Lo hice. Recogí mi mierda. Me puse los pantalones y zapatos. Además de ellos y la carta, no tenía nada más aquí. La tomé y guardé en mi bolsillo trasero tras cepillarme rápidamente los dientes. También peiné mi cabello un poco hacia atrás para descubrirlo de mi rostro. Lucía ojerosa. Demacrada, pero viva. Le di de comer a Megan antes de salir porque Loren ni siquiera había mirado en su dirección.
─¿Por qué siento que me estás echando? ─le pregunté cuando estuvimos en el ascenso
─No lo estoy haciendo, solo no tendré tiempo para ti en los próximos días y preferiría que estuvieras con alguien que mantenga un ojo sobre ti. Tu padre me puso al tanto de la situación, de que quiere tener algo de tiempo contigo y de que no te habías negado, así que pensé que era la mejor opción.
─Él tiene que darme muchas explicaciones antes de que realmente desee pasar tiempo con él ─dije siendo sincera al respecto por primera vez desde que lo había visto en mi habitación.
Loren no respondió hasta que estuvimos en su coche.
─Vamos, Anabelle, conoces a tu madre. Sophie no es realmente una mujer... amable. ¿De verdad lo puedes culpar por querer huir de ese infierno? Desde mi punto de vista el único error que cometió, sin contar follar a su amante sin condón, fue no llevarte a ti con él. ─Había burla en su voz. Indiferencia. Me revolví en mi asiento. Loren nunca me había hablado de esa forma, no sin estar herido por mí en primer lugar─. No seas una arisca. Escúchalo. El hecho de que tu madre nunca haya hablado de lo que sucedió da mucho que decir.
─Lo haré ─dije, mi vista perdida en los edificios a nuestro alrededor hasta que finalmente me armé de coraje y lo vi─. Loren, ¿qué demonios te pasa? Ayer cuando llegué y hablamos pensé que todo se había solucionado entre nosotros, pero entonces me duermo y despierto y ya nada parece estar yendo bien.
Loren apretó el volante con sus manos, sus nudillos blancos.
─Me dejaste, Anabelle ─dijo─. ¿Cómo pretendes que todo esté bien después de eso? Ignoraste mi dolor. Aún si sintiera más inseguridades que tú con respecto a tu amor por mí, nunca sería capaz de ignorarte en tu jodido peor momento así tuviera una lanza atravesándome el pecho.
El aire escapó de mis pulmones.
─Pero ayer, ayer pensé...
─Ayer estaba borracho cuando llegaste. No tomes en cuenta esa o ninguna de las otras veces que me he humillado por ti en los últimos días. ─Sus labios se extendieron en una sonrisa cruel─. Pero te doy crédito de las demás. Porque eso es lo que he hecho desde que nos conocemos, ¿no? Humillarme una y otra vez para que te des cuenta de que vales una mierda, convirtiéndome en un maldito idiota a tu nivel para que pueda entrar algo en tu cabeza y, aún así, sin obtener nada más que tus malditas inseguridades a cambio. Tres años, Anabelle, tres años y aún no crees en nosotros. ─Se detuvo frente al apartamento de papá─. Lo siento, nena, pero hasta aquí llega el paseo. Mi decisión estaba tomada antes de que decidieras medio abrir los ojos y opto por mantenerla.
─¿Tu decisión? ─murmuré sin creer que esto verdaderamente estuviese sucediendo.
No le quitaba la razón en nada, solo que su forma de decirlo era demasiado dura. Bruta e innecesaria. Él, para mí, no se había humillado. Había luchado por lo que quería, a mí, y eso era un acto de valentía. Que lo viera de esa forma me destruía. Había convertido nuestra relación en un chiste. Cuando separé los labios para decirle lo mucho que lo sentía, de nuevo, me interrumpió hablándome con el mismo tono insensible que estaba llegando a odiar con toda mi alma.
─Sí, todo está en el sobre que no abriste. Por favor, sal, llego tarde al trabajo. ─Inclinándose sobre mí, me abrió la puerta. Salí al no poder soportar su mirada insistente sobre mí, aún atónita. ¿Qué mierda estaba sucediendo?─. Adiós, Anabelle, nos veremos por allí ─me dijo antes de cubrir sus preciosos ojos con un par de gafas de sol y acelerar.
Nos veremos por allí.
Eso era lo mismo que me había dicho Marie.
¿Ella sabía que Loren iba a ponerse así?
Desesperada, tomé la carta de mi bolsillo trasero y la abrí. Con apenas visibilidad de su letra debido a las lágrimas, leí.
Amo todo de ti.
Amo cada centímetro de ti.
Pero ahora te entiendo. No puedo perder más de mi tiempo con alguien que no me de la seguridad de que me ame de la misma manera. Solo tenemos una vida y merezco ser feliz tanto como tú. Expande tus alas. Vuela. Encuéntrate. Me habría gustado ser la persona con la que lo hicieras, pero eso es algo que solo puedes hacer tu sola. Aunque es una decisión difícil, siento que ya no hay vuelta atrás y que es lo mejor que puedo hacer por ti. Concederte lo que tu alma pide a gritos. Espacio. Tiempo. Distancia.
Solo no te prometo estar ahí para cuando sepas los motivos por los que me enamoré de ti.
Porque fuiste mi peor y mi mejor apuesta,
con amor infinito,
Loren.
Una vez terminé, me sequé las lágrimas de un manotazo y corrí escalera arriba. Cuando papá abrió la puerta e intentó recibirme con un abrazo, lo esquivé y fui directamente a mi habitación. Pasé el pestillo tras encender mi computadora. Llevaba meses sin escribir algo que no estuviera relacionado con mi propio dolor, pasando por alto el de Loren.
Ahora su carta me había inspirado.
Escribiría mil formas diferentes de recuperarlo y si ninguna de ellas funcionaba, mil formas más. Era mi turno de humillarme, no, de luchar. Mantendría mi palabra. No lo decepcionaría. Encontraría la forma de traerlo de vuelta, de sacarlo del cascarón que había creado. Lo amaba y lucharía por nosotros.
No sé qué me pasa, no puedo dejar de escribir ♡
Ganadora del capítulo: xetereox
Para el siguiente: Jajaja, ¿cómo creen que será todo de aquí en adelante?
Por cierto, con el asunto de las bromas algunas lectoras decidieron quitarme votos y dejar de seguirme, lo cual originó que me preguntara: debería dejar de escribir por eso? o debería dejar de subir porque no me guste alguno de sus comentarios a veces? Lo veo injusto, pero afortunadamente no dejaré de escribir ni de publicar porque son más las que me dan amor.
Gracias por sus votos y comentarios, las animo a salir del inframundo y comentar. Los entes en los que crean y yo hicimos videollamada y me dijeron que ya no tienen espacio.
No sé si decir hasta el lunes jajaja
No olviden ver mi Ig.
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