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Capítulo 24: Distracción.


LOREN:

Tenía tanto maldito tiempo sin estar tras el volante de la manera en la que me gustaba que casi había olvidado lo bien que se sentía. La última vez fue en Londres, un par de años atrás, cuando Ryan necesitó mi ayuda para poner a salvo a los chicos que él y Marie adoptaron. Mis sobrinos. En ese entonces había estado tan concentrado en la tarea que prácticamente no lo disfruté, así que no debería contar como tal, lo que me llevaba a retroceder casi media década o más, así que podía decir que no corría desde que asumí casi por completo el control del negocio familiar. No dejó de ser divertido e inundar mis venas con adrenalina, pero simplemente entre los viajes alrededor del mundo y el montón de tetas y trabajo por hacer... se había perdido. También era un problema huir de la policía por la noche y pagar los impuestos por el día, todo escapando de la prensa y el ojo crítico de Lucius.

Y tras conocer a Belle la idea prácticamente desapareció de mi mente. No había nada que me llenara más de adrenalina que besar sus labios o lamer su lindo coño pelirrojo. Era una ironía que justo ella, la que me condujo al lado bueno de la calle, fuera la que me empujara al oscuro callejón de nuevo.

El recuerdo de Anabelle semiconsciente en mis brazos, luchando por comer en un estado al que ella sola, por no pedir ayuda, por no confiar en mí como su pareja, se llevó, picó en mi mente. No podía sacármelo. Incluso cuando Mason llegó, la revisó y dijo que todo estaría bien siempre y cuando guardara reposo y siguiera las instrucciones, seguía viéndola luchar para poder tomar un sorbo de sopa de la cuchara. Sus malditos sonidos de agonía mientras vomitaba. Lo mismo pasaba en el trabajo. En la ducha. A cada jodido minuto del día.

¿Dónde había quedado mi radiante chica?

Lo jodido del asunto, de nuevo, era que la única culpable de su desaparición era ella misma y malditamente no tenía manera de hacerla pagar el precio de su propia destrucción. De mi Anabelle, la que tenía sonrisas para mí a cualquier momento del día y no iría con un extraño antes que conmigo, no de la mujer que ni siquiera podía ver porque se estremecería en sollozos, lo que había estado sucediendo desde que la saqué de su habitación y obligué a comer. Patrick, el ex de Marie al que molesté por ayuda y en un pasado jodí por engañarla, también dijo que no era bueno causarle demasiado estrés o podríamos perder a nuestro bebé, por lo que tampoco podía ayudar si eso suponía presionar demasiado. Me sentía como una cebolla para ella justo en este momento sin saber por qué. No merecía esta mierda justo ahora. Fue ella la que me ocultó la verdad.

Nuestra pérdida.

También pensaba en eso. En nuestro bebé.

En cómo hubieran sido las cosas si se me hubiera dado la oportunidad de estar allí para consolarla cuando lo perdimos. En lo bien que me sentiría ahora, no como con un puto agujero en el pecho, si lo hubiera llorado con ella.

Así que cúlpenme por malditamente necesitar una distracción.

─No puedo creer que estemos haciendo esto. Rachel me matará cuando se entere. Le dije que solo iríamos a beber. ─Nathan, jodido jardinero sin bolas, habló mientras salía del asiento trasero del camión de Ryan desabrochando los botones de su chaqueta. Podía ver huellas de sudor en su camisa─. Mierda, de verdad no puedo creer que sea el único que esté preocupado al respecto. ─Como si el universo se hubiera puesto de acuerdo conmigo, una motocicleta pasó frente a él, sobre un charco, ensuciando sus caros zapatos de mojigato─. Loren, ¿a qué agujero de mierda nos trajiste?

Mi mandíbula se endureció. Justo como estaban las cosas, tóquenme un nervio y explotaré. Ryan, fiel, se dio cuenta de ello y codeó a Nathan con una mueca. Estaba usando jeans y una sencilla camiseta blanca por debajo de un chaleco antibalas, la clara señal de que recién había terminado un trabajo importante, probablemente dirigiéndose a casa con Marie y los chicos, cuando llamé. Bueno, en realidad no era tan fiel. Le dije que viniera para que me cubriera las espaldas, no que se trajera a toda la pandilla de sumisos. Diego, también familia de algún modo, dormía dentro. Estaba en pijama cuando lo secuestraron de su apartamento. Era un idiota enfermo que necesitaba pastillas para dormir, así que seguía haciéndolo a pesar de la forma de mierda de Ryan para conducir.

─Estamos bastante cerca de mi vieja casa. Dónde Rachel vivió con Madison los primeros días de su vida. A unos quince minutos al sur. ─Ryan hizo una pausa─. Ella solía caminar por aquí a veces, a esta hora, de regreso a casa con un montón de bolsas de supermercado cuando ni Gary, ni yo, estábamos cerca para un aventón.

El rostro de Nathan perdió color.

─Yo no...

─No me jodas ─interrumpió John estacionando su propio auto, un Bugatti bastante impresionante. Salió de él usando una especie de traje de fórmula uno desabrochado, llamando la atención de todo aquel en un radio de cinco kilómetros. Era la única persona que conocía que podía vestirse de esa manera y verse mínimamente normal─. ¡Realmente haremos algo interesante al fin! No sabes cuánto he estado esperando este momento. Muchas gracias por invitarme, Loren. ─Dejó de hablar para sacar una especie de lonchera del piso del asiento copiloto. Recordé que el hombre tenía un fetish con las actividades extremas─. Luz nos preparó sándwiches y cerveza.

No lo pude evitar. Una sonrisa se extendió por mi rostro. Al fin.

Tal vez no fue tan mala idea de Ryan invitarlo a él.

Nathan podía, en cambio, haberse quedado en casa cuidando de su perfecta familia con mi perfecta hermana que al día siguiente se aparecería en mi oficina para romper mis, ya de por sí lastimadas e hinchadas, bolas.

Nada como el dulce cariño fraternal de Rachel.

─Buena cosa, hombre. ─Ryan tomó una cerveza y un sándwich. Nathan solo fue por el sándwich. Débil. Yo rechacé ambos. Quería estar lúcido para cuando volviera a la pista─. Entonces, Loren, ¿ya anotaste tu nombre de niño rico en la lista? ─Afirmé─. ¿Dentro de cuánto sales?

Miré mi reloj.

─Dentro de unos quince minutos debería estar en marcha.

─Maldición ─gruñó Nathan─. ¿Y si algo te pasa? ¿Y si tienes un accidente y terminamos en urgencias?

Le robé las llaves a John. Él solo sonrió y se hizo a un lado para dejarme entrar. Había pensado entrar al juego con un Aston Martin modificado, pero esta belleza gritaba mi nombre y olía a nuevo.

─No pasará.

─¿No? ¿Eres inmortal? Sé por lo que estás pasando, Loren, no olvides que lo viví con tu hermana. Fue una mierda, pero en este momento harías más quedándote en casa con... ─Encendí el motor y aceleré, callándolo con el rugido del motor.

─Tú no tienes idea de una mierda ─siseé─. Rachel te dejó estar ahí para ella tres veces, maldito idiota, de las cuales recuerdo que negaste una. ─Las facciones de Nathan se enfurecieron. Había sido un golpe bajo, pero me importaba una mierda. Nunca pararía de hacerlo pagar por la basura por la que Rachel tuvo que pasar con Madison─. No te compares conmigo. Yo habría incendiado el mundo con tal de estar allí para ella.

Ryan hizo una mueca mientras Nathan se daba la vuelta, insultándome por sacarle en cara mierda pasada, y John soltó una carcajada mientras habría su... ¿tercera cerveza en dos minutos?

─Bien, esto se está poniendo interesante ─dijo dándose la vuelta hacia Ry─. ¿En dónde se hacen las apuestas? Depositaré algo de fe en ti.

Ryan alzó las cejas.

─¿Cuánto piensas apostar?

─No sé, ¿medio millón? ¿Dos millones? ─preguntó sacando su chequera de uno de los bolsillos de su traje.

Puso los ojos en blanco.

─Eso es demasiado dinero, John. Cinco mil están bien ─dijo.

─Tampoco puedes usar una maldita chequera a menos que quieras que mañana la poli te haga una agradable visita a ti y a Luz durante el desayuno.

─Oh, bueno. Pensé en eso. Loren, por favor, pásame el maletín que está debajo del asiento. ─Lo hice. Pesaba como una mierda. Fuera lo que fuera que estuviera dentro llamó la atención de Ryan.

─¿Qué es?

─Como un cuarto de millón de libras en efectivo ─silbó Ry─. ¿Declaraste eso? No creo que sea legal tener tanto dinero en efectivo junto, es decir, debe ser como mil veces ilegal.

La mirada de John se volvió seria por primera vez desde que lo conocí─. ¿Debo preocuparme por ti?

Las cejas de Ryan se alzaron.

─¿Qué quieres decir?

John cerró el maletín de golpe.

─Dicen que una vez policía nunca dejas de serlo.

─Debes estar jodidamente bro...

No me quedé para escuchar el fin de la conversación que escuchaba de forma mecánica. En otra época, dos semanas atrás, me habría al menos tomado la molestia de fingir. Unos meses antes habría sonreído con mi mente en otra parte. Dos años en el pasado le habría tomado el pelo a alguno de ellos. Ahora mismo solo quería vomitar viéndolos disfrutar sabiendo que cuando llegarían a casa sus chicas estarían esperando por ellos. Anabelle, antes de que se supiera la verdad, ni siquiera disfrutaba del todo de tenerme cerca.

Estaba estacionando, haciendo fila para esperar mi turno, con Hold On de Chord Overstreed de fondo, cuando la campana de partida por fin sonó. Aceleré despacio hasta posicionarme junto a otro par de autos. Eran clásicos modificados para correr tanto como la preciosidad que estaba manejando o más. Un auto fantástico era nada sin un buen conductor, así que nadie criticaba mi elección. Al contrario. Se burlaban de la riqueza que John depositó comprándolo diciendo que lo hizo para compensar alguna carencia de habilidad. Había empezado a llover con fuerza, pero a nadie le importó. Ni a los corredores. Ni a los jefes de apuestas. Mucho menos a los espectadores. Mucho, mucho menos a mí.

Puse primera y aceleré como un diablo cuando la corneta sonó.

Iba ganando. Como siempre.

El tiempo no había cambiado eso, al menos.

Me detuve cinco cuadras después, ni siquiera la mitad del recorrido. Un segundo después de que empecé a frenar sentí la corriente de aire de los dos autos pasándome de lado a lado. Me bajé para ver a Lena llorando histéricamente en pijama mientras una ambulancia cargaba con el cuerpo inconsciente de Mike, prohibiéndole irse con él.

─Lo siento, señora, solo hay espacio para los tres paramédicos ─le decía el chofer mientras cerraba las puertas de metal con un sonoro golpe─. Su hijo necesita esta atención. Por favor, no entorpezca el procedimiento. Puede tomar un taxi para llegar al hospital.

─¡No quiero separarme de él por tanto tiempo! ─gritó sollozando.

─No lo harás ─dije colocando mi chaqueta sobre sus hombros, de nuevo, guiándola rápidamente al lado de copiloto del auto de John. La ambulancia ni siquiera esperó que estuviéramos listos para irse─. Vamos, entra. Puedo hacer que lleguemos antes que ellos.

Lena, aún en shock por lo que probablemente le pasó a Mike, parpadeó y me miró por debajo de todas esas lágrimas.

─¿Loren? ¿Eres tú?

Le ofrecí una sonrisa de mierda que se sintió más sincera que cualquier cosa que hubiera experimentado últimamente.

─Soy yo, lamento decepcionarte ─murmuré con suavidad, extendiéndome para poder alcanzar el cinturón de seguridad y ponérselo. Cerré la puerta y me fui corriendo hasta el lado del conductor─. ¿Qué hospital es?

─St Michael's ─sollozó.

No era la mejor persona para ella en este momento, pero estaba bastante seguro de que era el único, así que fui a través de mi propia mierda y sostuve su mano mientras nos conducía tan rápido como fuera posible hacia el hospital.

─Se pondrá bien. Lo superará.

─Eso espero ─susurró limpiándose los ojos con el dorso de mi chaqueta─. Él es lo único que me queda.

Sin despegar mi mirada de la carretera, tragué.

John acaba de perder un cuarto de millón, Lena podría estar perdiendo a su hijo y yo podría estar poniendo en riesgo lo más valioso que tenía. Era una noche de mierda, pero al menos agradecía haber estado allí para ella.

Sentirse necesitado estaba bien.

Era una distracción. 



Las amo e intentaré subir otro esta semana, más largo, desde el punto de vista de ambos. Necesitaba que este fuera rápido.

Abrazos, nenitas.


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