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Capítulo 22: Reunión de mujeres.

ANABELLE:

─Bonita ─dijo Louise pasando su manita regordeta por mi cabello.

─Gracias, pequeña. ─Como pude le hice cosquillitas en el estomago. Rió y se retorció junto a mí. Era tan linda. No podía esperar tener la mía propia. Haríamos tantas cosas juntas. Como, por ejemplo, torturar a Loren y pasear a Megan─. ¿Por qué no está en la guardería, Luz? ─le pregunté a su mamá mirándonos desde la silla para los familiares. Las demás chicas y Sophie habían ido por comida a la cafetería. En cuestión de minutos me dejarían salir. Ya una enfermera había venido a entregarme mi dieta libre de toxinas y vitaminas─. Seguramente se divertiría. Créeme, por mucho que te duela dejarla desde peque a largo plazo es lo mejor. Te ahorras muchos... ─¿Cuál era la palabra? ¿Berrinche? ¿Llantos? Me era complicado decirlo cuando la mayoría solo lloraba porque sentían miedo─. Problemas al momento de dejarla. A los niños mayores se les hace más difícil, aunque Louise debe estar acostumbrada a jugar con otros. Siempre está con sus primos, ¿no? ─La miré. Ella asintió y escondió su carita de ángel en la almohada, sonriendo─. Es tan linda.

─Gracias, Anabelle. ─Luz sonrió como toda una mamá orgullosa. Usaba una sencilla camisa blanca y una falda larga de gitana, su cabello rubio suelto. Parte de la belleza de Louise era suya─. No la he llevado porque quiero pasar todo el tiempo que pueda con ella. Mi trabajo no es tan pesado como el de las chicas. Puedo llevarlo a casa. Además, tengo la fortuna de estar casada con este maravilloso hombre que disfruta tanto de ser papá. ─Sus ojos verdes se alumbraron al hablar de él. La entendía. Me pasaba lo mismo con Loren, aunque seguramente, por lo que había oído, su amor llevaba toda una vida desarrollándose─. John me ayuda un montón. Louise se ha cansado de usar su cara como lienzo. Suelen apoderarse de mi estudio cuando me descuido. ─Soltó una risita─. Por el momento estamos felices disfrutando de ella tanto como podamos. ─Se levantó cuando Louise empezó a incorporarse para saltar de la cama. La tomó en brazos antes de que hiciera un clavado. Su pequeña hija se acurrucó contra ella, sus ojos cerrándose. Estaba tan cansada luego de comerse el resto de la nutella conmigo. Mis dedos seguían pegajosos─. Quizás dentro de dos años pueda, pero ahora mismo... no me imagino un día con un par de horas sin ella.

─Espero tener un final feliz remotamente parecido al tuyo.

─Lo harás. ─Se acercó para apretar mi mano─. Dios, Ana, conocí a Loren cuando aún estaba soltero. ─Negó─. No era ni un tercio del gran hombre que es por ti. Te ama. Lo amas. La parte difícil ya está hecha. ─Se encogió de hombros─. Sé que en este momento puede parecer justamente lo contrario. ─Asentí. En este momento amarnos parecía lo fácil, sobrellevarlo era lo complicado─. Pero cuando lo hayan superado, te darás cuenta de que no es así. ─Se meció a sí misma para dormir a Louise─. Este tipo de problemas solo se superan si hay verdadero amor de por medio. Esa es la verdadera prueba.

─Tienes razón ─reí, las esperanzas de su discurso, en contraste con el de Marie, también cierto, haciendo mella en mí. Ella era justo lo que necesitaba─. Siento que he metido a un montón de personas en esto. ─Mis mejillas se sonrojaron─. ¿Es normal que todo el mundo sepa qué ha sucedido? Se siente extraño. No me malentiendas, adoro el apoyo, pero toda la vida pasé por mis problemas sola. Loren debe sentir la comezón de la conspiración en su nuca cada vez que lo nombramos.

Puso los ojos en blanco.

─No te creas. Todas aquí nos enteramos por nuestros maridos, a excepción de Rachel, que se enteraron por Loren. Ellos son las verdaderas reinas del drama. Estaba con Marie, llevando a Louise a clase de yoga infantil, cuando Ryan y John llamaron al mismo tiempo. ─Ladeó la cabeza, una expresión de calidez en su rostro─. Apuesto todo lo que tengo a que en este momento están reunidos todos.

─¿Bebiendo?

Jadeé cuando Luz asintió. Loren era un aficionado al alcohol en sus momentos buenos, era algo de lo que no había podido desprenderse, lo que entendía ya que prácticamente estaba acostumbrado a beber vino con sus tres comidas desde niño y la mayoría de las veces era inmune a sus efectos, pero en los malos... no lo conocía en los malos.

─John mencionó su nueva adquisición de e-bay.

Arrugué la nariz. Mi mente estaba en otro lado ahora, pero Luz era lo más parecido al alivio que había sentido en toda la tarde. A partir de ahora sería mi chica favorita para recurrir después de Rachel. Siempre tan calmada y dulce, justo lo que mi bebé y yo necesitábamos.

─¿Por qué está obsesionado con e-bay? Creo que contagió a Loren.

─No lo sé. ─Su rostro se puso serio─. Cada semana nos llega una caja diferente. Creo que descargó la aplicación en su teléfono y es en lo que se entretiene cuando está en el baño. ─Reímos fuertemente. La imagen mental de eso me causaba tanta gracia─. ¿Loren también pide cosas por ahí? No lo sabía.

─Sí, pero en su mayoría solo es ropa para ambos. Bueno, para mí.

─¿Ves? ─Sus ojos sorprendidos me dieron ánimos─. Antes no hacía nada por el estilo con otras chicas. Era algo distante y mujeriego, en realidad.

Las comisuras de mis labios se curvaron con indecisión. La verdad eran pocas las cosas que sabía sobre el Loren antes de mí, a excepción de su historia familiar y los anécdotas felices. Sabía algunos secretos turbios, como que nunca le dieron la opción de dedicarse a algo más que al negocio familiar y ciertas caídas en las drogas de adolescente, consecuencias de su pasatiempo, las carreras ilegales, pero nada más a parte de ello. Él, en resumen, solo me vendió sus partes buenas. Las políticamente correctas para el estereotipo de la familia perfecta. Pero, recordando sus palabras con respecto a la adopción y a la fertilización in vitro, eso no parecía ser lo único, ni lo real, ni lo que verdaderamente quería para sí mismo. La casa, los niños, el beso después del trabajo... ¿qué era si no se trataba de eso?

─Eh... ¿hay algo más que puedas decirme acerca de él en ese tiempo?

Luz hizo una mueca.

─Creo que no hay nada que valga la pena contar, Ana.

─¿Ninguna mujer importante?

─No. Solo chicas obsesionadas con él. ─Sus mejillas se sonrojaron─. Es muy lindo.

Sonreí─. Lo sé. Por eso pregunto. Me cuesta creer que no haya una mujer importante en su vida antes de mí. No estaría en lo absoluto celosa si me dijeras. ─Era cierto. Cuando vi el dolor en su rostro al saber que habíamos tenido una pérdida, parte de la seguridad en nosotros que había perdido volvió. No había mayor evidencia de su amor por mí que mi poder para herirlo y viceversa─. Solo quiero saber. Curiosidad.

─No soy la más indicada para contestar tus preguntas. ─Se sentó de nuevo. Louise soltaba pequeños suspiros en sueños─. Conocí a Loren por Rachel cuando tuvo a Madison con Nathan. No sé nada de él antes de eso, solo que estaba obsesionado por las rubias de Playboy con silicona y los barriles de cerveza.

Mi sonrisa desapareció cuando bajé la vista a mis senos.

─Aún tiene barriles de cerveza en casa, pero...

─No las necesitas ─me cortó adivinando mis pensamientos de bisturí y prótesis.

─¿Después del bebé?

Arrugó la frente.

─No, por favor, luces bien tal y como eres. ─Se enderezó, una cara pensativa adornando su expresivo rostro de artista─. Podría pintarte si quieres, así podrías ver lo linda que eres si eso es lo que necesitas.

Sentí el calor concentrarse en mi cara.

─No es necesario. Solo bromeaba.

─No me molestaría. ─Se encogió de hombros─. Todo con tal de que no seas una más que arruine su cuerpo por nuestras estúpidas inseguridades de mujer.

─Oh, Luz, eso sería fantástico. ─Mi labio inferior empezó a temblar producto de todas las sensaciones vividas el día de hoy, desde la felicidad de saber que dentro de mí crecía una vida, mi pequeño milagro, a mi discusión con su papá─. Gracias.

─Seguro nos las pasaremos bien haciéndolo ─me animó.

─Por supuesto que sí.

─Empezaré a preparar el fondo. ─Se veía sinceramente emocionada por la idea─. Quedará tan lindo que Loren terminará colgándolo en su sala.

Hice una mueca.

─Ahora como están las cosas, creo que si le regalaría la Mona Lisa original terminaría en el sótano. ─Me desinflé como un globo que, después de estar en lo más alto, es pinchado con una aguja─. No quiere verme. Ni siquiera soportó estar conmigo y con el doctor para saber del bebé. Lo peor es que tiene toda la razón y no puedo, ni pretendo, obligarlo. Le daré el espacio que necesita.

─Estoy de acuerdo con el espacio siempre y cuando no te alejes. Tienes que estar ahí para él en este momento. Está pasando por lo mismo que tú pasaste, Ana, y tú más que nadie sabe lo terrible que es pasar por eso sola. ─Afirmé─. Con respecto a la Mona Lisa, eres mucho más atractiva que ella. No creo que sea capaz de negarse a mirarte todo el día si pudiera. Además, sería un buen regalo de reconciliación.

─¿No sería un poco egocéntrico?

Negó─. En lo absoluto. Ellos adoran la idea de entregarse por completo a nosotras. Someterse a su amor ─dijo sacando a la luz su lado dominatrix─. De adolescente solía meterme en la mente de John dejando dibujos nuestros en su casillero. Cada vez que intentaba superar nuestro amor prohibido ─se burló con una risita malvada que parecía provenir más de un conejito con gripa que de la villana que decía haber sido─. Encontraba uno nuevo y se le hacía imposible dejar de pensar en nosotros. Era como jugaba con su mente para tenerlo comiendo de mi mano.

─Eras malvada ─reí.

Pobre John.

─Estarás en su cabeza cada vez que lo vea, Ana. Ningún par de siliconas podrán contra todo lo que representas para él. ─Bajó la voz─. No es por etiquetarlas, pero las secretarias suelen ser un poco... melosas, así que hice un desnudo de mí misma para John. Está colgado en su oficina. ─Sonrió como una niña confesando una travesura─. Es lo mejor que he podido a hacer para combatir a las rompehogares, aunque mi amor no se deja, muchas veces ha llegado a casa preocupado por sus insinuaciones, confesándose, sé que están allí... ─Entrecerró los ojos─. Observando. Esperando para atacar. Mirándolo.

─Supongo que eres un golpe a su seguridad cuando te ven allí guindada.

Asintió.

─Sí. Aunque intenten demostrar lo contrario, son más inseguras que nosotras. ─De nuevo una risa, intento de malvada, escapó de sus labios─. Admito que me puse un poco más de pecho y menos estrías, pero quedé fantástica.

Reí de nuevo. Era genial. ¿Cómo no había tenido una charla así con ella antes?

Era una especie de sopa de pollo para el alma.

─Estoy segura de que sí. Esas zorras no podrán contra...

─Rachel, ¿sabías que hoy era la reunión secreta de los gatitos para apoderarse del mundo? ─Marie entró sosteniendo una bolsa que me ofreció. La ab+ rí. Gemí. Dentro había un delicioso sándwich con pepperoni que llevé a mis labios. Mamá no venía con ellas─. Solo falta el azúcar para que esté lista la convención de la ternura. No sé qué intentan tratando de parecer rudas.

─¿De qué hablaban? ─preguntó Rachel sentándose junto a mí.

─De las secretarias de nuestros chicos.

Los ojos de Marie brillaron con sed de sangre. Se acercó a mí.

─Hace tiempo quería tener una charla contigo.

─¿Ah, sí? ─Le di otro mordisco a mi sándwich. Limpié la salsa que manchó mi rostro con una servilleta─. ¿Sobre qué?

─Como sabes, a pesar de que Ryan se ha independizado, él y Loren trabajan juntos.

─Ajá.

─Así que voy al menos tres veces a la semana a visitarlos.

─Ajá ─insistí en que fuera al grano.

─Y...

─¿Sí?

─Creo que hay alerta de zorra en la oficina.

Dejé de comer. Sabía que Loren no me sería infiel, él no sería capaz, aún después de lo sucedido, pero... Dios. Ahora empezaba a entender lo divertido de tener un grupo de amigas para hacer la cacería. Incluso Luz parecía estar de acuerdo con todo el asunto de los retratos subidos de tono.

─¿Qué quieres que haga al respecto? ─pregunté en lo absoluto picada.

Confiaba demasiado en él en ese aspecto. Marie sonrió.

─Solo pretendo que te des cuenta de que si no haces algo al respecto para recuperar a mi hermano, Anabelle, te prepares para el montón de tentaciones que hay allá afuera. ─Chasqueó─. Muchas de ellas con las piernas abiertas.

Me enfurruñé.

─No me pondré celosa. No caeré en tu juego. Recuperaré a Loren a mi manera.

─¿Y eso es? ─preguntó con una ceja arqueada.

Alcé el mentón.

─Dándole espacio, teniendo paciencia, estando ahí para él para cuando quiera que hablemos, entendiéndolo ─dije con plena convicción, una que desapareció cuando tres rostros inseguros se enfocaron en mí─. ¿Qué?

─Eso es una mierda y lo sabes ─soltó─. Loren no es un niño, Belle, es un hombre. No necesita ser entendido. Necesita ser tomado en cuenta. Golpeado si es malditamente necesario. ─Suspiró─. Conozco a mi hermano, Anabelle, sé cuán enamorado está de ti, pero también sé en lo que puede convertirse si ese amor se voltea o desaparece. El vacío que dejará en él será profundo y empezará a hacer locuras para intentar llenarlo.

─¿Estás insinuando que debido a que no le dije que perdí a nuestro bebé...? ─Mi rostro se contrajo con dolor. Estaba a dos segundos de romper mi voto de paz y echar a Marie de la habitación. Ya había tenido suficiente de sus reclamos─. ¿Tendrá una especie de justificación para engañarme? Eso es desagradable. En este momento creo que no es lo que no necesito escuchar. El bebé...

Rachel negó, cortándome.

─No, Ana. ─Su expresión era mortalmente seria─. Lo que Marie quiere decir es que si eso llega a pasar, aunque se está enfocando en la parte de las mujeres para molestarte, es que ellas son lo último en lo que te debes preocupar si Loren cae. ─Su mandíbula se apretó─. Solo conoces la versión buena que ha estado construyendo para ti durante estos tres años, pero... pero hay facetas de él que, abandonadas como están en lo profundo de su mente, siguen allí. ─Miró a Marie─. Es eso lo que realmente le preocupa a Marie, ¿no?

Marie refunfuñó un sí.

Mordí mi labio─. Chicas, lo siento, pero después de lo que pasó no sé si pueda influir sobre él de la misma forma. Lo decepcioné.

La mayor de las Van Allen bufó.

─Tan irónico como suene, aunque seas tú quién lo arrojó al vacío, eres la única que puede salvarlo de volver a ello. Te darás cuenta de la gravedad del asunto cuando lo veas por ti misma. Creo que no crees todo este drama porque no has pasado por ello antes. ─Empezó a recoger sus cosas─. Tengo que irme, Anabelle, Suzanne tiene un recital. ─Se acercó para darme dos ácidos besos en la mejilla─. Me preocupo por mi hermano. Solo eso. No es personal. Espero que el bebé y tú estén bien.

Tragué.

─Y yo.

─Lo estarán ─me apoyó Luz desde su silla.

Cerré los ojos. Esperaba que sí.

LOREN:

La voz de Nathan, Ryan y John estaban en segundo plano. Atrás de mis penas. Cualquier maldita cosa que me dijeran pasaba desapercibida. Estábamos en la casa del ex poli bebiendo lo nuevo que John pidió de e-bay, alguna maldita botella que no conseguía llevarme tan lejos como quería estar de la realidad. Lo único en lo que podía pensar era en cómo podrían haber resultado las cosas si me hubiera permitido estar para ella en primer lugar, cuando supo de nuestro bebé, y después para consolarla. Luego de que Anabelle decidiera no compartir una verdad tan grande como esa conmigo y de que yo la descubriera por un tercero que ni siquiera tenía algún tipo de relación con nosotros, el tipo que había estado construyendo durante estos tres años se sentía como una máscara. La amaba. Eso no cambiaría. Jodidamente no me veía pasando un solo día sin ella. Sin sonrisa. Sin su forma de arrugar la nariz cuando algo no le parecía correcto.

Lo que sí había cambiado era mi seguridad de que ella me amara a mí.

A Loren.

No al príncipe que labré para ella.

ANABELLE:

Rachel era, en esta ocasión, el chófer que Loren designó para nosotras. Nos metió en su auto familiar, a mí en el asiento copiloto y a ella detrás, luchando por espacio con la silla de bebé de George, cuando me dieron de alta a las cinco de la tarde. Para ese entonces había logrado parecer una persona de nuevo. Usaba un conjunto deportivo que Luz trajo para mí de la tienda del hospital, mi cabello estaba recogido en una trenza que me hicieron Marie y Louise para levantarme los ánimos mucho antes de que se fueran a la cafetería, la pequeña la adornó con pequeños pasadores de florecitas que había en su pañalera, y había lavado mi cara y cepillado mis dientes a fondo. No era la Anabelle de antes, pero ahora al menos tenía el honor y el derecho de decir que era su sombra.

─No termino de entender por qué vamos a su casa ─refunfuñó mamá desde atrás─. Sé que estaremos mejor en la tuya, Ana.

─Estos chicos necesitan arreglar sus diferencias, Sophie ─le dijo Rachel tras el volante, un manos libres en su oreja─. Además, ¿no era lo que querías? ─Me guiñó─. Ver a Ana formando una familia. Ya tienes un pequeño Young en camino.

─Sí. ─Por el retrovisor la vi enfurruñarse contra la ventana─. Pero en este momento preferiría tenerla en casa, sin estrés, para cuidarla mejor. Loren debería verlo de la misma manera. En este momento la paz no está asociada a cualquier situación entre ellos. Son como una bomba a punto de explotar en cualquier momento.

No pude quitarle la razón, pero aún así llevé mis manos a la parte baja de mi abdomen, justo sobre mi vientre, sintiendo la necesidad de proteger tanto a mi bebé como a su dolido padre, la verdadera víctima. Como dijo Marie, estar embarazada no me eximía de la culpa y la única con el poder para repararlo era yo ya que la única que había actuado mal aquí era yo. Como Loren se comportara de ahora en adelante sería la consecuencia de mis acciones, pero si había algo de lo que estaba segura al cien por cien, era que él nunca haría nada para lastimar a nuestro bebé o de que me engañaría. Eso era algo que mamá debía entender o admitir.

No me sorprendió que de las cinco mujeres que estuvimos reunidas en la habitación de hospital, seis contando a la pequeña Louise, Sophie fuera la única en negarse a la idea de mudarnos temporalmente. Incluso Marie, dolida y reacia como estaba con respecto a mí, lo había visto bien. No podía obligarla a venir conmigo, al igual que no me veía capaz de rechazar a Loren, así que dije que podía quedarse en mi casa mientras arreglaban su apartamento si quería, lo que solo la hizo entrar en cólera y decir cosas como que Loren no le permitiría cuidarme, que nadie más que ella sabía lo que un embarazo significaba, aún cuando Rachel y Luz estaban presentes y la habían superado en número, la primera con una pérdida, ni qué decir de Anastasia. Mamá simplemente estaba exagerando y llevando las cosas a otro nivel, deformándolas, para que se hiciera lo que ella creía que era lo mejor. Esto no significaba que fuera una mala persona, no, pero tampoco era la forma más noble y sincera de comportarse. Estaba agotada, física y emocionalmente, así que cuando llegamos al edificio de Loren y mamá empezó a quejarse de nuevo, exploté.

─No conviertas nuestra pelea en alguna excusa para apoderarte de mí de nuevo, mamá ─le dije, mis mejillas sonrojadas por la mirada de Rachel. A pesar de que sus ojos brillaban con aceptación mientras me ayudaba a salir de su auto, no dejaba de ser vergonzoso tener espectáculos de este tipo frente a las personas. Este era el segundo en un día. Esperé a que se fuera, besando mis mejillas y deseándome suerte, para continuar─. No dejaré que vuelvas a tomar el control de mis decisiones. Pasó con Brandon. Según tú era el hombre perfecto. ─Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. Seguramente ya estaban acostumbrados─. Por el deseo de complacerte terminé perdiendo gran parte de mi juventud buscando mi príncipe azul en él. Soporté tanto por ti. No pasará de nuevo. Ya no soy una niña a la que puedes manejar.

Palideció. No me importó. Tenía mis propios problemas justo ahora.

─Anabelle...

Levanté la mano.

─Puedes irte. Te prestaré mi departamento el tiempo que quieras. Ninguna de las dos tiene que forzarse a sí misma dentro de una situación en la que no desea estar. ─Alcé el mentón─. Si piensas que Loren no vale la pena, adelante. No te voy a rogar que lo aceptes. Ya estoy bastante mayor para tomar mis propias decisiones y creo que esto es algo que ya habíamos dejado atrás hace mucho. No va con este tiempo y espacio.

─Solo no quiero que salgas herida ─murmuró.

Mi rostro se relajó.

─Lo sé, mamá, pero no es algo que puedas evitar. ─Apreté su hombro con mi mano. Ya estábamos dentro del ascensor. Al parecer no se iba a ir─. El único consuelo que tendré si me lastimo es que ha sido tomando mis propias decisiones, no las de otros. Si decides acompañarme en esto, será bajo ese concepto. Pase lo que pase, yo lo habré elegido.

─Es difícil para mí, Ana. ─Tragó─. Es como ver que conduces directamente hacia una pared de concreto. ─Me abrazó una vez entramos. Gracias a Dios nuestra relación no había llegado al horrible punto en que yo le devolviera las suyas y el las mías─. Está bien. Me quedaré y lo haré lo mejor que pueda. Sé que Loren encontrará la forma de ajustar nuestros horarios para que esté contigo cuando él no. ─Su rostro permanecía agrio, no seguro, mientras hablaba. Nos dirigimos juntas a la habitación de Loren. Era donde estaban mis cosas y donde dormía cuando me quedaba. En vista de que lo buscamos por toda la casa y no lo encontramos, me acosté en su cama─. Recuerda que serás mamá, Ana. Ahora no solo se trata de ti. ─Me ayudó a arroparme. Mi cuerpo seguía en malestar, pero en comparación con las últimas semanas, sabiendo el motivo de todo, estaba mejor. Seguía sintiéndome cansada, mis párpados pesados, y estaba segura de que necesitaba mucha energía para lo que se avecinaba, por lo que tomando su almohada y acurrucándome contra ella, su aroma colmando mi nariz, me dejé llevar una vez Sophie apagó la luz y desapareció. Le había indicado el sitio en que dormiría, uno de los cuartos de huéspedes, y probablemente me imitaría.

Tenía razón. Ya no solo se trataba de mí.

Esa era la razón por la que estaba aquí.



NO TENGO INTERNET desde el jueves pasado. No tuve luz por 24 horas. No tengo agua desde hace un mes. El carro me está dejando botada en todos lados. Les tengo dos capítulos más. Los subiré cuando pueda. Ya tengo el próximo casi listo.

Gracias por sus votos y comentarios.

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