Capítulo 45: Él no.
Brístol, Inglaterra.
Presente.
El resultado de la junta de Willy y Kevin fue desastroso. El cuarto de los juguetes del pequeño estaba hecho un remolino de carros, piezas de puzle y disfraces que su padre tenía en réplicas más grandes. Esa tarde descubrí que el empeño que ponía John en unírsele no solo era para hacerlo feliz. A sus dos años y medio, Kevin ya imitaba las escenas que veía en la gran y pequeña pantalla. Desde que llegamos había soltado unas cuantas líneas con expresión de adulto que hicieron sonreír a una decaída Mags.
─Kevin, cielo, ¿por qué no ayudas a Willy a recoger tus juguetes? Ya casi es hora de la cena. Luego te bañarás y dormirás, pero esto estará desordenado y mami no lo puede limpiar con tu hermanito dentro.
─¿Hablas conmigo? ─citó con su vocecita a Travis Bickle, interpretado por Robert De Niro, en Taxi Driver. Cuando vio que su mamá no se reía, la abrazó─. Mami linda. Limpiaré.
─Eso espero ─respondió Luz sin tono alguno. Tras verlo darse la vuelta y esperar que se alejase para que no nos oyera, me dijo emocionada─: ¡No sé como lo hace! Es tan pequeño todavía. Hablamos con el pediatra porque estábamos preocupados por estarlo etiquetando desde niño, pero nos dijo que lo mejor que podíamos hacer era acompañarlo en cada movimiento que haga. ─Su sonrisa se hizo más hacha, vibrante y llena de luz─. Tendré un actorcito.
Apreté su mano─. No me sorprendería que terminara siéndolo.
Lo vi haciéndole una interpretación a Willy, que reía en el piso al no entender lo que decía y se abrazaba a sus rodillas. A diferencia de Mags, él era muy joven para entender del todo lo que hizo su madre. Su sanación y perdón era más fácil de obtener. Los niños eran así. No pensaban en detalles. Simplificaban. No juzgaban porque no conocían el verbo en sí. Superaban.
─Lo apoyaré en todo.
─No creo que sea necesario que intervengas demasiado ─confesé tomando un sorbo de mi té frío con durazno─. Él tiene tus genes de artista y está desarrollando la personalidad inhibida de John. ─Reí─. No sabes cuánto lo envidio. Amaría ser capaz de hacer lo que sea sin miedo a lo que digan los demás. ─Mi sonrisa se tornó triste─. Sin miedo a lo que yo misma piense.
─Compartimos el sentimiento.
─¿Sí? Creí que era la única.
Asintió─. Sí, Marie, no eres la única que busca la aprobación de los demás. ─Esta vez fue ella la que apretó mi mano─. No debes sentir vergüenza de ello. Si te importa lo que piensen es porque valoras su opinión. Está bien que sea así. No puedes ser tan indiferente de tu entorno. No es saludable. ─Me imitó y llevó la taza de té, el de ella caliente, a sus labios─. Pero tampoco puedes dejar que sean ellos quienes tomen las decisiones por ti. Puedes hacerlas tomándolos en cuenta, pero nada más. ─Juntó los labios como si un debate interno entre decir lo siguiente o no se estuviera efectuando dentro de su mente, lo primero ganó─. Rachel me llamó. Me contó todo. Está preocupada por ti.
No me extrañé. Ellas también eran cercanas.
─¿Te contó «todo»?
─Todo.
─¿Incluso que me mintió de la forma más vil?
─Incluso que te mintió de la forma más vil para no herirte.
─No tiene justificación, Luz. ─Apreté el vaso de cristal con fuerza─. Ella sabía lo mucho que sufrí por él. Conocía mis sentimientos. El hecho de que estábamos... volviendo. ─Mi voz sonó vacía. Ya no podía romperse más─. Ya no puedo verlo sin pensar en ellos dos juntos.
«Ni siquiera puedo pensar en él sin pensar en ellos dos», corregí.
─¿Hablaste con Ryan de eso?
─Sí. Dijo que solo la quiso porque se parecía a mí, pero tú simplemente no quieres a una persona por parecerse a otra. Para comportarse de la forma en la que lo hizo con ella y Madison, debió haber algo más que una fijación enferma, amistad o caballerosidad.
─No. No es así. ─Negó con firmeza─. Si Ryan hizo lo que hizo con ambas, si las apoyó, es porque es noble. Pero nunca, que yo sepa, le pidió un pago a tu hermana. ─Le echó un vistazo al Willy recogiendo y guardando juguetes en un baúl. También a Mags usando su teléfono en una esquina─. Dime una cosa. Cuando te postulaste como su tutora, ¿esperabas algo a cambio?
─Por supuesto que no.
Luz sonrió mientras se acariciaba el vientre─. ¿Ves? Tienes razón. Personas no se enamoran de otras por simplemente parecerse a otras, pero sí ayudan a otras porque simplemente les nace hacerlo. ─Se puso de pie. John, que había llegado recientemente y que nos observaba desde el marco de la puerta, se acercó para ayudarla─. Tú y él son más buenos de lo que creen, Marie. Merecen amarse entre sí. Me lastima ver como siguen denigrándose pensando lo contrario. ─Besó cariñosamente la mejilla de su esposo cuando este estuvo a su lado─. Son buenas personas.
John arrugó la frente─. ¿Quiénes?
─Los vigilantes de la galería. ─Además de su proyecto con Leah, Luz estaba haciendo los preparativos para abrir su propia galería de arte─. Hoy también me ayudaron a bajar cuadros y los colgaron ellos mismos. ¿No son buenas personas? ─Volvió a acariciar su estómago por encima de la tela de su camisa rosa de cuadros─. Ayudan a una pobre embarazada a...
John gruñó─. El embarazo no se te nota demasiado. ─Se detuvo para abrazarla y hacer del momento algo muchísimo más incómodo─. Si lo hacen es porque quieren robar la rosa más bonita de mi jardín.
En lugar de desmayarse como lo haría cualquiera, Luz hizo una mueca.
─¿Una rosa cualquiera de tu jardín? ¿Es que tienes más?
─La rosa más bonita ─repitió frotándole cariñosamente la mejilla con los dedos. Era un hábito suyo. En las tres horas que llevaba ahí lo había hecho por lo menos cinco veces, algunas en las que solo lo hacía, nos sonreía y se iba de nuevo a su despacho─. Y la única.
─Mhmmm...
Depositó un beso en su frente y me miró─. La cena está servida.
─Ya bajamos.
Dejé que siguieran adelante con Kevin antes de dirigirme a Willy. Él solo tuvo que saber el menú, pasta a la boloñesa con albóndigas y pan de ajo, para correr tras los otros tres. Mags fue más difícil de convencer de bajar. Insistía en esperar y comer en el hospital. Su estómago no tuvo que rugir, haciendo que sus mejillas adquirieran un tono rosado, para convencerme de que falta de apetito era la causa. Ella quería asegurarse de que luego pasaríamos por el hospital. Tras confirmárselo, aceptó mi mano y que fuera su guía hasta la mesa dónde tomó asiento junto a mí. Devoramos la comida entre ocurrencias de John y consejos de cocina de Luz, pero en especial entre actuaciones de Kevin. Al acabar fue John quién se encargó de pedir un taxi para nosotros cuando rechacé su oferta de llevarnos.
─Estoy feliz de que hayas venido. ─Luz me abrazó antes de que me montara en el asiento delantero del vehículo─. Por favor, cualquier cosa que necesites, cualquier consejo que requieras sobre... la maternidad, llámame.
Estuve aliviada al oír sus palabras. La tarde había sido un interrogatorio sin fin sobre qué o no hacer─. Lo haré.
─Y Marie ─llamó mi atención por última vez─, piénsalo bien, ¿sí?
No hizo falta especificar que hablaba de Ryan.
─Sí. Adiós, Luz. ─Me despedí con la mano mientras el auto se alejaba. Al darme la vuelta y toparme con dos pares de ojos, mi decisión de llevarlos a diario a ver a su madre flaqueó. Estaban tan agotados por la piscina y lo que vino después─. ¿Tienen energías para ir al hospital?
─Sí. Queremos ver a mami ─murmuró Willy al borde del sueño.
─Me lo prometiste ─contestó Mags con reproche.
─Lo sé, solo quería asegurarme de que querían ir hoy.
─Sí, Marie, sí queremos ─dijo con algo parecido a la rabia─. ¿Cómo no querríamos? Es nuestra madre, no tú.
─Mags ─susurró su hermanito muy despierto de repente.
─Lo sé, Magnolia. ─Volví mi vista al frente─. No pretendo reemplazarla.
─Lo siento ─la oí decir al cabo de un rato, pero no respondí.
Su contestación dolió. No importaba si fuera producto de la presión que había puesto sobre ellos siendo malinterpretada o porque sencillamente estaba harta de todo y quería desquitarse, fue como una bofetada a mis planes con ellos. No podía seguir pensando en nosotros como un trío cuando solamente eran un dúo a mi cargo hasta que su verdadera guardiana volviera. Mags, por más enojada y molesta que estuviera con ella, lo sabía y yo también debería tomarlo en cuenta a partir de ahora. No debía presionarlos demasiado. Más que un representante o un adulto molesto, necesitaban un amigo. Eso era lo que debía ser principalmente para ellos.
Su amiga.
Veinte minutos más tarde, en el hospital, los dejé en la habitación de la señora Shepard mientras me dirigía a echarle un vistazo a Hugo. Cuando toqué la puerta de su habitación me llevé la agradable sorpresa de no encontrarlo. Ya lo habían dado de alta. En vista de ello, de que no quería violar la intimidad de los chicos, me dirigí a la cafetería a por un muffin. Sin embargo, un rubio alto y una morena de la misma estatura, con el cabello lacio largo hasta la cintura y curvas delicadas, me lo impidieron. Los dos estaban besándose contra la pared de uno de los pasillos y usaban uniformes que los identificaban como médico y enfermera respectivamente.
Mi fe en los hombres se perdió.
Era cierto eso de que los más santos terminan siendo los más diablos.
─Sabía que no podías ser tan bueno ─dije en voz lo suficientemente alta como para que me escucharan fuerte y claro.
Patrick, luciendo entre desconcertado y angustiado, se despegó de la chica alta y me miró como si fuera una especie de aparición─. Marie, esto no es lo que crees.
Junté las cejas. A menos que fuera un exótico experimento médico para descubrir la cura contra el cáncer o el sida, no tenía más opción que asumir el hecho de que estaban besándose menos de una semana después de que rompimos. Besándose con pasión en el pasillo de uno de sus sitios de trabajo en la ciudad. Besándose dónde cualquiera pudiera verlos. Besándose con pasión, hambre y desenfreno.
Nada más difícil de comprender que eso.
─¿Entonces qué es? ─pregunté cruzándome de brazos.
─Ella es...
─No pregunté quién es, Patrick, no me interesa. ─Miré a la chica que nos observaba con el rostro completamente enrojecido y sus ojos verdes abiertos de par en par─. Sin ofender. ─Le sonreí a mi ex─. Pregunté qué, si no se trata de ti besándola, es. O bueno, tomando en cuenta lo estúpida que podría ser cualquier respuesta a esa pregunta, prefiero que me digas desde cuándo están juntos. Al menos eso merezco saber. Lo demás en realidad no me importa.
─Querrás decir, ¿qué tan grandes son tus cuernos?
La pregunta de la chica me tomó por sorpresa, pero más lo hizo la culpa grabada en el rostro de Pat. Él era el hombre con el que hubiera terminado de poder olvidar a Ryan, el hombre que consideré demasiado perfecto como para terminar con alguien tan imperfecta como yo, ¿pero realmente hubiera sido la mejor opción de conseguir arrancar al ex-policía de mi corazón? ¿Realmente habría valido la pena acabar con él? La manera en la que abrazó protectoramente a su amante, novia o lo que fuera me dio la respuesta. Ese tipo de cariño no se daba de un día para otro.
Ryan, el idiota imperfecto, me amó. Él no.
Pasando por su lado con total indiferencia, porque ya no sentía la lástima y mucho menos la nostalgia que anteriormente experimentaba al pensar en él, murmuré─. No lo sé, cariño, pero te aseguro que no son más grandes que los suyos.
Buenas noches, amores.
3/3 listo.
Me estoy durmiendo.
♡ Gracias por sus votos y comentarios ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro