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Capítulo 42: Compañía inesperada.

Brístol, Inglaterra.

Presente.

Esta vez no me quedé atrás. Cuando supe hacia dónde se dirigía, la seguí. Habríamos estado en el mismo vuelo si no hubiera costado tanto sacarle la información a Loren. El idiota era un hueso duro de roer en materia de alcohol. Necesité dos botellas y media de whisky para que su metabolismo lo animara a soltar las respuestas que tanto quería oír. No salí inmune. Para que eso sucediera tuve que beber a su lado, por lo que no me marché del pueblo de la infancia de Marie hasta después de haberme dado una ducha y cambiado de ropa. Cuando llegué al Aeropuerto de Newquay su pequeño avión estaba saliendo. La impotencia hizo que terminara discutiendo con inmigración sin sentido y gastando todo lo que había en mi bolsillo en un taxi hacia Brístol. No dormí hasta estar en medio camino.

Pensando que quizás estaría dormida cuando llegase, fui a mi apartamento en lugar de ir directamente al suyo y terminé de tomar mis respectivas horas de sueño. Cuando me desperté una jodida migraña no me dejaba en paz. Eso y el que esta vez sí estaba perdiéndola. La primera vez fue ella quién se rindió sin motivo, pero esta vez yo se los había dado una y otra vez. A penas la vi de nuevo debí haber movido cielo y tierra para tenerla de regreso, pero en su lugar le había dejado el camino libre al príncipe de mierda, la hice engañarlo y lo jodí una y otra vez con ella en vez de dedicarme a amarla como ella me amaba. Estaba claro quién había madurado y quién no.

Mientras yo planeaba darle celos con otra, ella lo había dejado por mí.

Mientras me abría su corazón de la forma más sincera, yo le ocultaba cosas.

─Joder ─murmuró Gary cuando por fin le expliqué toda la historia de inicio a fin. Era hora de que supiera quién me había hundido hasta el infierno en un pasado, pero también quién era responsable de traerme a la vida en el presente─. Ryan, odié a esta mujer sin saber quién era por lo que te hizo. Cuando viniste de Suecia eras alguien completamente diferente, pero....

─¿Pero?

Pasó una mano por su cresta multicolor─. Pero hasta yo mismo me doy cuenta de que deberían dejar el puto pasado atrás si es que quieren ser felices. Y eso jodidamente no lo pueden hacer si no tienen un cierre, ¿entiendes? Deben contárselo todo. Apuesto que ni siquiera le has preguntado el verdadero motivo por el que te dejó, ¿no? Porque si te quería tanto como decía, no creo que te hubiera abandonado tan fácil.

─No. No lo he hecho.

Palmeó mi espalda─. Entonces anda. Ve. No pierdas el tiempo conmigo. ─Se levantó de la butaca con un enérgico salto. Me di cuenta de que no era el único saliendo cuando me fijé en su vestimenta de calle: pantalones desgastados, camisa no del todo abotonada al estilo latin lover y mocasines. Iba de nuevo a ese club de salsa, supuse─. Si quieres nos vamos juntos. Llevaré a Eduardo a almorzar. Tenemos tiempo sin salir.

Sonreí al mismo gesto tonto y enamorado en su rostro.

─Vamos.

De camino nos detuvimos en una ferretería por petición mía. El encargado me observó atentamente antes de despachar. Al salir arrojé la bolsa en la basura antes de entrar de nuevo al coche.

«Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas», pensé.

Gary cantó su mierda pop. Ese fue el precio que tuve que pagar para que me llevara en su nuevo auto a lo de Marie. Me deseó suerte y amenazó con venir a hacer el trabajo sucio por mí si ella no me escuchaba antes de irse. Agradecí que el vigilante me dejara entrar sin hacer demasiadas preguntas, aunque también me preocupé por la seguridad de Marie. Siguiendo la dirección que Gary me dio tras consultarlo con Rachel, llegué a su puerta y toqué. Eran ya las tres de la tarde, así que debería estar en su casa a menos que hubiera decidido salir a dar una vuelta. A falta de su hermana y el accidente con Hugo, que le impedía ensayar con ellos, no tenía trabajo en la tarde. Me abrieron más rápido de lo que pensé, pero no fueron sus hermosos cafés los que hallé al otro lado. Fueron dos pares acaramelados los que me recibieron.

─¿Mags?

─¿Ryan? ─Sonó tan sorprendida como la mía de verme allí─. ¿Qué haces aquí? ─Sus mejillas se sonrojaron con violencia cuando dirigió su mirada a los cinco metros de cuerda enrollada en mi brazo─. ¿Vienes a ver a Marie? Si es así... ella no está, pero no creo que se moleste si la esperas en la sala. Este es Willy. ─Sonrió acariciando la cabeza del niño de seis o siete años que se aferraba a su pierna─. Todo está bien entre ustedes, ¿no? ─Asentí─. Adelante. Pasa. Te haré un té si quieres.

Hice ademán de entrar, pero a medio movimiento me sentí mal por mentirle a la chica. Marie se enojaría con ella como el infierno si me descubría sentado en el sofá como el puto imbécil que estaba evitando ser, por lo que en vez de violar su espacio nos impresioné a los tres preguntando─: ¿Qué tal si vamos por un helado?

─¡Sí! ─respondió el niño antes de entrar, buscar su abrigo y salir. Lo irreal de del momento aumentó cuando tomó mi mano y haló de ella con entusiasmo─. Vamos, vamos, ¡Mags adora el helado! ─Su sonrisa de dientes torcidos se me hizo contagiosa─. ¡Yo sé dónde queda, señor! ¡Vamos!

Su hermana, supuse, puso los ojos en blanco─. Se supone que no debes hablar con extraños. ─Lo imitó entrando y saliendo con un juego de llaves con un llavero de felpa. «¿Qué hace Hello Kitty en las llaves de Marie?», me pregunté─. Vamos. No creo que Marie no tarde en llegar o que seas una amenaza... ─Sus párpados se entrejuntaron cuando su atención regresó a la cuerda─. ¿O sí lo eres?

La lancé dentro del apartamento antes de que la puerta se cerrara del todo.

─No. No lo soy.

─Bien.

¡Mags, apúrate, el helado se va a derretir!

Willy me haló dirección al ascensor. Pulsó el botón hasta que las puertas metálicas se abrieron. Dentro de él pareció darse cuenta de que estaban en un espacio bastante reducido con alguien que no conocían a la perfección, por lo que se arrimó más hacia Mags con actitud protectora sin dejar de observarme con curiosidad. Tenía el cabello negro, la piel ligeramente pecosa y ojos de lémur. Usaba una camisa de Cars que aún tenía la etiqueta del precio y un pantalón de algodón con zapatillas blancas. Todo se veía nuevo.

También juraba que Mags estaba usando uno de los vestidos de Marie.

─¿De qué sabor quieren? ─les pregunté cuando los tres estuvimos frente al cajero─. ¿Fresa? ─Willy arrugó la nariz mientras hacía muecas de asco─. ¿Ron con pasas? ¿Limón? ¿Naranja? ¿Galleta con mantecado?

─Chocolate ─dijeron los dos a la vez.

Suspiré sacando los billetes para pagar del bolsillo de mis vaqueros.

Típico.

«Te ofrecen el mundo y tú solo quieres estar en ese lugar en el que ya sabes que estás a gusto», pensé.

─Tres copas de chocolate y una de vainilla, por favor. ─Esperamos pacientemente a que el chico lleno de acné, tembloroso por Mags, terminara de servirnos─. Gracias.

En la mesa Willy se sentó entre su hermana y yo, quiénes quedamos frente a frente. Antes de empezar a comer mis dos helados, dividí el de vainilla en tres y le repartí una porción a cada uno. Mags, que al principio no lucía muy feliz con ello, sonrió al notar el contraste. Lo dulce de un sabor te permitía disfrutar más del ligero toque agrio del otro. Willy, en cambio, no hizo caso a la filosofía del sabor y devoró por igual todo lo que encontró en su copa. Mags le limpió varias veces el rostro con una servilleta.

Aproveché una de esas ocasiones para hacer la pregunta del siglo─. ¿Qué hacían solos en casa de Marie? ─Hice una pausa antes de decidir añadir─: ¿Está ella bien? ¿Suelen visitarla o es la primera vez?

─Bueno... ─murmuró Mags─. Pensé que Marie ya te había contado, pero veo que no. ─Apretó la mano de su hermanito mientras la emoción en sus ojos de bebé se apagaba. Lo envió a buscar chispas de chocolate antes de seguir─. Mi madre intentó suicidarse, Ryan. No tenemos más familia salvo ella, unos tíos que nos rechazaron y Marie se ofreció como guardián. ─Por un momento creí que iba a llorar, pero por fortuna halló la fuerza para no hacerlo. Me sentí aliviado. No hubiera sabido qué hacer─. Será nuestra tutora temporal.

A pesar de que me sacó de juego, mi mente actúo desencadenando los conocimientos que tenía sobre servicios infantiles─. ¿Desde cuándo fue esto?

─Desde esta mañana. Tuvo que hacer bastante papeleo para que nos dejaran venir con ella sin hacer toda clase de evaluaciones que se podrían simplificar con una firma de mi madre... ─Su mandíbula se desencajó─. Pero ella sigue rehacía a reaccionar. Está despierta, pero actúa como si no quisiera estarlo.

Solo me costó girar la cabeza noventa grados para encontrar a un agente observándonos y tomando nota sin discreción. Soltando una cadena de maldiciones que de ser escuchadas no harían más que empeorar la situación, tomé la mano de Mags y llamé a su hermano antes de salir con toda la calma posible del local. Dos manzanas luego los niños empezaron a darse cuenta de que nos seguían. Mags solo apretó mi mano en entendimiento. Willy, en cambio, manifestó su miedo de forma más ingenua e infantil.

─¡Señor, ese otro señor nos sigue! ─gritó enseñándole los dientes como un pequeño tiburón y apresurándose más que Mags y yo─. ¡Corran!

─No, Willy, todo está bien ─lo intentaba tranquilizar sin éxito─. Todo está bien. Todo está bien ─repetía aunque ella misma estuviera llorando─. Estaremos bien, ¿entiendes? Todo estará bien.

A solo unos pasos de entrar de nuevo al edificio, su hermano se derrumbó de la misma manera soltando su agarre del mío para correr. No lo hizo hacia Mags o hacia mí, que por una extraña razón no me había soltado durante el camino de ida o de regreso de la heladería, sino hacia Marie acercándose hacia nosotros con bolsas de comida, productos de aseo y con logos de tiendas de ropa. Quise ayudarla con ellas, pero me lanzó una mirada de advertencia que me dijo tanto que no quería que lo hiciera como que ella también había identificado al agente de servicios sociales siguiéndonos. No era normal que se los hubieran dado tan rápido. En casos como este los niños recibían vigilancia supervisada hasta que se confirmara que estuvieran del todo bien y la integración era despacio, poco a poco, a menos que el padre o la madre con responsabilidad parental cedieran directamente la tutela. Conociendo a Marie, optó por llamar a Lucius y pedir favores a cargos por encima de los corrientes para tenerlos. Acción que no harían más que levantar más sospechas en torno a su petición desinteresada de hacerse cargo de un par de niños. En un mundo lleno de interés, la bondad no era pasada por alto. Ni siquiera por las autoridades encargadas de proteger dicha bondad.

El que un extraño fuera visto con ellos tras haber estado solos en un departamento, a su suerte, no era bueno. Marie tenía mucho que aprender.

─Marie, lo siento, no debimos salir. ─El niño se aferraba a ella como si hubiera alerta de tsunami y ella fuera el árbol con raíces más profundas─. Pero quería que Mags comiera. A ella le gusta el helado, ¿me comprendes? No quiero que se enferme como mamá. ─Empezó a llorar─. No dejes que nos lleven.

Con un brillo de determinación que nunca había visto en ella, Marie dejó caer las bolsas y lo abrazó de vuelta tras arrodillarse para quedar a su altura─. No dejaré que eso pase, Willy. No los van a separar. Fue mi culpa por haberlos dejado solos, pero se veían tan cansados y necesitan tantas cosas. Lo siento. ─Besó su frente y envolvió su mano con la suya al levantarse. Willy la ayudó con las bolsas como yo no pude hacerlo─. Volvamos adentro. ─Inhalé con fuerza cuando pasó junto a mí. Su aroma... ─Todos ─dictó echándome un vistazo.

La seguí como un jodido enfermo, pero antes le eché un vistazo al agente. El alivio me inundó al reconocerlo como uno de los nuevos pasantes del departamento social que conocí cuando fui a ocuparme del niño malcriado de la academia. Él, por otro lado, se vio angustiado. Yo había comido varias veces frente con su jefe, uno de los mejores amigos de David y de los que se opusieron a mi despido injustificado.

Yo no era Lucius o Loren Van Allen, pero también tenía mis contactos.

HOLA 

Estoy que me duermo. Dos noches en vela es demasiado, no me sorprendería si a media nota zZzzzZz...

En fin, ¿qué tal el capítulo? 7u7 ¿Se lo esperaban?

¿Para qué creen que el loquisho compró la cuerda? Me huele que sea para lo que sea, va a terminar colgado como piñata con ella. No sé.

Recueden unirse a "Leemos a Osc" en Facebook y pasarse por mi historia "El infierno empezó contigo".  Tiene romance y un poco de erótico (un poco bastante xd). Lo disfrutarán. Lo prometo.

Gracias por sus votos y comentarios. Nos vemos el próximo fin de semana.


O antes...


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