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Capítulo 39: Uno, dos y tres.


Cornwall, Inglaterra.

Presente.


El domingo pasó rápido. Por la mañana la familia se reunió y fuimos a la iglesia. Desayunamos en Mora's con las amigas de mamá al salir. Para ese entonces ya todos en la casa sabían que mi relación con Patrick había terminado, así que Anastasia Van Allen retomó el papel de casamentera y empezó a emparejarme con cada hijo, nieto o primo soltero de las presentes. Rachel no ayudó a la causa. Con una sonrisa malvada, les dio esperanzas a las mujeres diciendo que probablemente mis gustos encajarían con los de la mitad de los mencionados. Lucius y Nathan fueron más inteligentes y se mantuvieron al margen prestándole toda su atención a George y a Madison. Cuando salimos tras acordar una merienda con ellas el martes en Dionish, mi bolso estaba lleno de números de teléfonos y direcciones como si un coqueteo pudiera empezar diciendo «tu abuela me dijo que te hablara».

─Estás arrasando, chica ─dijo Rachel señalándolo mientras movía las cejas de forma insinuante─. Tienes uno para cada día del año.

─Marie no necesita esos números. ─Nathan salió en mi defensa al notar que estaba a punto de pasarle por encima para saltar sobre la yugular de su esposa. Él estaba en medio de nosotras en el asiento trasero con George─. Pronto encontrará a alguien que valga la pena. ─Sus ojos marrones y tiernos cobraron el matiz serio que los caracterizaba cuando hablaba de cosas que realmente le importaban─. No creo que ninguno de esos idiotas lo sea.

Casi lo amé por eso. Lo habría hecho si lo hubiera dicho en la mesa.

─Bueno ─respondió.

Sonreí al borde de la risa. Era tan celosa que no se daba cuenta de que él estaba salvándola de una pelea de hermanas en la que no tendría consideración de su estado. Tampoco recortaba que ya lo había atrapado dos y media veces seguidas, pero Nathan también era sumamente territorial.

─Cariño, ¿qué haremos mañana para recibir a Loren? ─Anastasia Van Allen desvió la atención de mi bolso a la llegada de los dos hombres mañana─. ¿Lasaña o una parrillada? Le diré a Rafael que haga sus pastelitos de arándanos.

Puse los ojos en blanco─. Es Loren, no un príncipe.

─Es una estrella de cine ─masculló Rachel. Ya no estaba molesta conmigo. Nuestro resentimiento hacia Loren por ser el favorito de Anastasia siempre era capaz de unirnos─. ¿Dónde ponemos la alfombra roja? ¿En el patio o en la entrada?

─Mejor en la carretera. El auto debe pasar sobre ella también.

─¿Cuánto debe medir entonces?

─No sé. ¿Medio kilometro sería muy poco?

─¿Por qué mejor no desde Mawgan? ─El Aeropuerto de Newquay Cornwall quedaba en Mawgan. Eso era quince minutos hasta Newquay, la capital de Cornwall, y una hora hasta Lostwithiel, nuestro pueblo. A diferencia de Newquay y Mawgan, Lostwithiel no daba con el mar céltico─. O podríamos hablar con la aerolínea y pedir permiso para meterla en el avión. Así no ensucia sus zapatos.

─¿Le contratamos una limosina? 

─O mejor un helicóptero...

─¡Basta! ─El chillido de Anastasia hizo que Lucius, que se reía entre dientes, diera un volantazo que nos hizo practicar lo que aprendimos en la Iglesia. Madison empezó a llorar─. Marie, Rachel, las recibí con el mismo amor con el que recibiré a Loren. Dejen de ser dos inmaduras envidiosas. Él es su hermano.

─No recuerdo que me hayas hecho una parrillada.

─Ni yo comer lasaña ─me apoyó Rachel tomando a Madison del asiento delantero. La abrazó y meció hasta que se calmó.

─Tu madre nos recibió con un buen almuerzo ─intervino Nathan, lo que hizo que las dos lo miráramos mal.

«Traidor».

En ese momento George detuvo la discusión. Soltó un gemido antes de llorar más fuerte de lo que Madison lo había hecho. Nathan intentó apaciguarlo, pero solo lo empeoraba. Anastasia estaba enojada con todos a bordo, así que se negó a tomarlo. Finalmente opté por intentarlo yo misma. Cuando el pequeño bulto de piel y balbuceos se acurrucó en mis brazos envolviéndose él mismo en la tela sobrante de mi chaqueta y se calló, todos entendimos que tenía frío y Rachel me pasó una manta para cubrirlo durante el resto del camino a Dionish. A sus ocho meses todavía no hablaba, pero era bueno consiguiendo lo que quería y daba todo para dar sus primeros pasos.

En casa Nathan sostuvo a Madison y Rachel vino por él para acostarlos. Como mamá estaba en la cocina haciendo preparativos con Rafael, el hijo del antiguo cocinero, y papá estaba encerrado en su despacho, decidí subir, meter mis pies en un par de chanclas, coger una toalla limpia y ponerme un traje de baño gris de una pieza con aberturas y tiras. Era bastante femenino y lindo. Y lo más importante: me sentía cómoda en él. Había engordado unos cinco kilos desde que me mudé a Brístol, pero no estaban de más. Al contrario. Los había necesitado para tener algo más que hueso y piel. Ahora poseía unas delicadas curvas.

Y no había sido mi intención que nadie además de la familia las viera.

Definitivamente no Ryan.

─¿Qué hacen aquí? ─les pregunté exprimiendo mi cabello.

Los había visto entrar a la casa mientras nadaba y había salido para recibirlos. Él se veía hermoso de forma varonil y peligrosa en pantalón y camisa con las mangas dobladas en lo codos. Mis piernas temblaron, pero nada tuvo que ver con el frío. En realidad la brisa no me molestaba. Esa era la principal razón por la que corría a envolverme en mi toalla para ocultarme. La otra era que quería tentarlo como él me tentaba a mí. No importaba si mi cuerpo no fuera tan lindo como el de la rubia de ojos verdes que iba con ellos. Ella seguramente era la novia del momento de Loren. ¿Qué le sucedió a la irlandesa? Sonaba serio cuando Rachel me dijo que se había ido a acompañarla a visitar a su familia. Soñé con él sentando cabeza.

Me alegraba no ser la única solterona, sin embargo.

─Decidimos venir un día antes para empezar a trabajar mañana a primera hora ─contestó Loren por los dos.

─¿Mamá ya te vio?

Mi hermano jadeó─. Aún no, gracias a Dios.

─Se siente bastante sola sin ti. Te advierto que querrá recuperar el tiempo perdido. ─Centré mi atención en su acompañante femenina. Era hermosa. La mujer más natural con la que había visto a Loren: piel bronceada, cabello hasta la cadera y nada voluptuosa. Todo lo que había debajo de su vestido negro de diseñador era auténtico─. ¿Y ella es?

─Evan ─respondió Ryan.

«Vaya», pensé.

«No está mudo después de todo».

Le ofrecí mi mano para que la estrechara. Ella lo hizo─. Marie Van Allen.

─Un gusto, Marie. ─Su sonrisa perfecta casi me deja ciega─. Linda casa.

─Díselo a mi madre. ─Le guiñé. Hasta los momentos no me caía mal la idea de tenerla como cuñada. Daría todo porque Loren no terminara con una conejita y estaba segura de que Rachel también─. Te la ganarás si lo haces.

─Lo haré. ─Su sonrisa se hizo más ancha─. Lindo traje de baño, por cierto.

─Gracias. Lindo vestido. ¿De qué marca es?

─Yo... uh... ─Sus mejillas se sonrojaron─. Yo lo hice. Soy diseñadora.

Linda, dulce y con talento. Alcé las cejas y me giré un poco para sonreírle a Loren por su buena elección, pero este me miró raro. No me importó. Si las cosas salían bien entre ellos, Rachel y yo tendríamos nuestra propia estilista.

Intentaría que sí.

─Es hermoso.

─Gracias, eres muy amable. ─Apretó el mango de su pequeña maleta rosa. No la había visto hasta entonces─. ¿Hay un lugar dónde pueda guardar esto?

─Claro. ─Volví a observar a mi hermano─. Loren, ¿por qué no le enseñas la casa? Lo haría yo, pero si entro me dará frío. Sabes que mamá se encarcela con aire acondicionado cuando Madison y George están aquí.

Él miró a Ryan─. Ya debes saber cómo moverte por aquí, ¿no? ─Ryan, que había evitado a toda costa que sus ojos se cruzaran con los míos, asintió─. Entonces ve y enséñale a Evan dónde dormirá. Puede hacerlo en cualquiera de los cuartos de invitados.

─Sí ─dijo y después se dio la vuelta para guiar a la chica dentro.

Le arrugué la frente a Loren cuando estuvieron lejos de nosotros.

─No debiste haber hecho eso.

─¿Qué?

─Enviarla con Ryan no fue caballeroso. Debiste hacerlo tú, no él.

Se encogió de hombros─. Es su trabajo, no el mío.

«Idiota».

Ryan trabajaba para él, pero no era su sirviente.

Palmeé su hombro antes de ocupar asiento en una butaca a su lado. Al fin opté por envolverme en mi toalla─. Bien hecho.

Loren, desprendiéndose de la chaqueta de su traje de negocios similar en estilo al atuendo de Ryan y que los hacía parecer más como un dúo de mafiosos que como empresarios, juntó las cejas.

─¿Qué es lo que hice bien?

─Evan. No es como las otras chicas llenas de silicón con las que te acuestas. Me agrada. ─Sentí cómo mis ojos se achicaron al sonreír─. Podría pedirle que me haga unos vestidos como el que lleva. Estarían hermosos, ¿no crees? Tiene talento. ─Apreté su mano─. Adoraría que su relación pasara de un mes. Dale una oportunidad, ¿sí?

─Sí... ─murmuró─. Sí, Marie, la chica sabe lo que hace. Su vestido es bonito. ─Negó y temí lo peor, pero nada como lo que salió de sus labios─: Pero creo que te confundes, hermanita. Evan no viene conmigo. Evan viene con Ryan.

Me enderecé─. ¿A qué te refieres con que Evan no viene contigo?

─A eso mismo. No viene conmigo. Viene con Ryan ─repitió─. Estás rara.

─¿Trabaja para él? ─Ignoré lo último. Él, a diferencia de Rachel, no conocía mi historia con su nuevo BFF─. ¿Es su asistente o algo así?

─No la he visto «trabajar» con nosotros. Hasta dónde sé, no es más que... ─Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona─. A menos que le pague por eso, no, no trabaja para Ryan. Solo son amigos.

«Amigos». La forma insinuante en la que Loren pronunció esa palabra me dio asco. Mi barbilla empezó a temblar por los pucheros que contenía a duras penas. ¿Evan y él eran «amigos» cuando se acostó conmigo? ¿Yo no era la única siendo infiel? ¿Ella era algo más que su «amiga»? Aunque no tenía el derecho porque no éramos nada y yo había estado haciendo lo mismo con él convirtiéndolo en mi sucio secreto, me sentí engañada, enfurecida y dolida. Me levanté con el propósito de esconderme dónde nadie equivocado pudiera salir herido por acercárseme. Iba ahí a llorar y patalear de nuevo, pero esta vez por haber salido herida y no por herir. Como un robot, le di dos besos en la mejilla a Loren y me despedí para ir a encerrarme en mi habitación. Me resguardé bajo la excusa de un dolor de estomacal y le pedí que hiciera su papel de hermano mayor e impidiera que me molestaran.

A medida que subía las escaleras la opresión en mi pecho se hacía mayor. Ya entendía la razón por la cual el idiota no podía verme a los ojos allá abajo y mucho menos dirigirme la palabra. Yo lo habría sabido con solo evaluar más de cerca su lenguaje corporal o analizar un poco más de lo normal el tono de su voz. Me apoyé en la pared del pasillo al llegar a la cima, escuchando sus risas venir de la habitación junto a la mía, su jodida y hermosa carcajada mezclándose con su risita encantadora, y dejé que las emociones fluyeran libremente desde mis ojos hasta deshacerse sobre la piel de mis mejillas materializadas en agua y sal.

Traición. Rabia. Dolor.

No había peor combinación. Lo sabía por experiencia propia.

Era la segunda vez que Ryan me hacía sentirla.

No habría una tercera.

Me recompuse rápidamente tras dejar salir una pequeña dosis de mi sobrecarga de sentimientos. En mi habitación me deshice del traje de baño y entré en la ducha para desprenderme del cloro y terminar de desahogarme. Al salir me encargué de convertirme en la princesa que solía ser antes de irme a Brístol: sandalias en los pies, un vestido rosa de chiffón y algodón cubriendo las curvas de las que hora atrás me había sentido orgullosa, las mismas que ahora palidecían en comparación con las de Evan, y el cabello completamente suelto. Usé perfume. Me maquillé. Revisé mi reflejo en el espejo una y otra vez, asegurándome de que no hubiera señales de mi pequeña caída, para regresar con Loren y los demás.

Como sospeché, todos estaban reunidos en la sala esperando que empezara el almuerzo. Como pensé, Rachel y Evan se llevaban bien. Eso causó que prefiriera sentarme con Loren en lugar de compartir el gran sofá de Anastasia con el escuadrón que parecía en estar en una cita doble, y que rechazara con una sonrisa hipócrita las invitaciones de Evan de acercarme. Estaba siendo una total perra con alguien que no lo merecía y que me había caído bien cuando pensaba que no estaba con Ryan, pero simplemente no podía soportar verlo con a su lado. Patrick terminó conmigo, pero yo lo habría dejado eventualmente por Ryan. No luché por tenerlo de regreso por Ryan. Todo siempre era por Ryan. Ella no lo quería como yo, nadie lo hacía, y no debía tenerlo.

Solo yo tenía ese derecho.

Pero yo, Marie, era una molestia depresiva y amargada. En cambio Evan era fresca, jovial, dulce como el algodón de azúcar, y en unos años estaría trabajando en la industria de la moda. Por cómo seguía de cerca cada tema de conversación, incluso los del trabajo que involucraban números y métodos que por lo general me hacían sentir excluida porque Rachel sí sabía dominarlos, deducía que también era más inteligente. En resumen, estaba claro quién era el mejor partido.

Cuando se acabó el agua de mi vaso, me levanté y ante la mirada curiosa de todos me dirigí a la cocina. Allí saludé a Rafa. Él, ocupado con la cena como estaba, solo me devolvió el saludo y siguió con lo suyo.

─Marie.

Me di la vuelta inhalando y exhalando para tranquilizarme─. Hola.

─¿Te sientes bien? Loren nos dijo que tenías indigestión.

Rodé los ojos internamente.

¿Por qué tenía que decirlo?

─Sí. Tenía. Ya estoy bien.

─Mmm... Bien. ─Me ofreció una sonrisa─. También me dijo que te gustaría que te hiciera vestidos y sí. Me encantaría sacar algo a partir de tus medidas.

Apreté mi vaso hasta sentir la protesta del vidrio─. ¿Me estás diciendo gorda?

Por segunda vez vi cómo sus mejillas se teñían de rojo.

─No, Marie, nada de eso. Yo solo...

─¿Evan viene de Evangeline?

Evan asintió confundida. Todavía conservaba su sonrisa.

─Sí. Evan es de Evangeline

─Es nombre de princesa ─reconocí en voz alta.

«Princesa».

Al parecer Ryan había conseguido una de verdad.

Comencé a alejarme cuando volvió a ser demasiado. Sabía cuándo llegaba a mi límite y cuándo detenerme. En este momento mi límite era el inicio de la reproducción de momentos en los que consideraba que Evan había estado muy cerca de él. Muy cerca de lo mío. Aunque ella no lo supiera, la ignorancia no la hacía menos culpable de sus actos.

─Marie es nombre de reina ─la escuché decir a mis espaldas.

Me detuve en el marco de la puerta. Sin girarme, dije─: Lo sé.

Nada cambió cuando ambas volvimos a la sala. Ella volvió a su sitio junto a Ryan y yo volví a alejarme del grupo, pero esta vez mi acompañante fue Nathan. Él simplemente observaba a su mujer hablar con los demás con unos despiertos George y Madison a sus pies. Los tres estaban sentados cerca de la mesa jugando a pasarse una pelota aunque George solo la enviara lejos.

─Pensé que nunca lo vería en términos serios con una mujer.

«Al diablo mi vestido».

Me senté junto a ellos en el piso─. Pensé que nunca lo vería con una mujer.

Nathan le dio la pelota de goma a Madison para que le enseñara una vez más a George como deslizarla por el piso. Él sabía que la volvería a enviar lejos o que nos golpearía a alguno de los tres, pero lo hizo para poder centrar al menos la mitad de su atención en mí.

─Rachel no me ha dicho nada, pero sientes cosas por él, ¿no es así?

Reí amargamente─. ¿Es muy obvio?

Nathan se rascó la nuca.

─Lo sé desde que lo vi bailar el día de mi cumpleaños. Ese nivel de pasión... ─Negó haciendo que sus rizos se agitaran─. No es normal, ¿entiendes? Y los demás nos damos cuenta.

─Bueno. ─Presioné mis labios entre sí─. Ya no importa. Esa pasión ya no me pertenece. Evan la tiene. Ya no tengo derecho a reclamarla.

─Puedes luchar por él, Marie.

─No sé si quiera seguir luchando.

En realidad sí quería, pero no sabía si valía la pena.

Nathan sonrió con ironía─. Entonces es cierto, ¿no? Tienen algo.

─Lo tuvimos.

─¿Desde antes de conociera a Rachel?

Aunque era más una afirmación que una pregunta, respondí─: Desde antes.

─Eso lo explica todo.

Fruncí el ceño─. ¿Qué es «todo»?

─El enamoramiento que tuvo con tu hermana era porque se parecía a ti.

Mordí mi labio.

─Oh, sí, me imagino que sí.

Desorientada, me puse de pie y me marché hacia el jardín. En esta ocasión no lloré a pesar de que fuera la más dolorosa. No sabía hasta dónde había llegado ese «enamoramiento» de Ryan con Rachel y no me importaba, el punto era que los dos me habían mentido. Ella estaba casada y con dos hijos. Yo no me habría molestado, o quizás solo un poco, si me lo decía. Lo mismo aplicaba a Ryan. Ni siquiera era el haberse podido sentir atraídos el uno al otro lo que me enojaba porque en ese tiempo yo no estaba en la vida de ninguno, era la mentira. La sensación de que ambos se habían burlado de mí.

─Hola.

─Vete. ─Enfoqué todo mi coctel emocional en él─. No te quiero cerca, Ryan.

─Marie... ─susurró mi nombre con confusión─. ¿Esto es por Evan? ¿Estás celosa de ella? ─Sonrió con cierto deje sádico─. ¿Creías que vendría a ver cómo pasabas el fin de semana con él sin refuerzos? Pues no, princesa, no lo iba a soportar y por eso la traje conmigo. No sé dónde mierda esté tu príncipe azul, pero yo no tengo la culpa de que te haya dejado por alguna de sus pacientes.

─La tienes. ─Otra vez no me molesté en retener las lágrimas. Ryan se echó hacia atrás al verlas─. Por ti no luché por él, Ryan, y me dejó y no por una de sus pacientes.

─¿Qué quieres decir?

─Patrick y yo terminamos.

─¿Qué? ─Entrelazó los dedos tras su cuello y echó la cabeza hacia atrás mirando al cielo─. No me jodas. No me digas que lo arruiné para siempre, por favor. Dejáme... dejáme arreglarlo. ─Me miró e hizo ademán de acercarse─. Lo siento, fui un idiota, le diré a Evan que se vaya y...

─No ─lo detuve─. No hace falta que lo hagas.

Se pasó la mano por el rostro─. ¿Quieres que se quede hasta el miércoles?

─No, Ryan. ─Un sollozo quebró mi voz─. Quiero que tú te vayas de mi vida y no aparezcas nunca más. Ni hoy, ni mañana, ni en unos años, nunca más. No quiero seguir amándote, porque sí. Te amo. Pero amarte es el sacrificio más grande que hecho sin recibir nada más que dolor a cambio. ─Tomó todo de mí no dejarme caer al suelo─. Y ya estoy cansada de que la historia se repita una y otra vez. Pude haber salido con Patrick, sí, pude haberte dejado en un pasado por mis compromisos con alguien más, sí, pero yo nunca te mentí. No te lo dije las veces que debí, ¡pero cada vez que demostré que te amaba fue real! Porque esos momentos sí existieron. Por no pronunciar un par de palabras no puedes negar que conmigo te sentiste amado. ─Barrí las lágrimas fuera de mi rostro con furia─. En cambio tú, maldito seas, traicionas tus propias palabras una y otra vez y ya me cansé. Me cansé de que duela. No solo por cómo terminaron las cosas en Suecia, sino por cómo empezaron aquí en Inglaterra. ¿Cuándo se suponía que me ibas a decir que estuviste enamorado de mi hermana? ─Otro sollozo escapó de mí. Era tan patética. Me quedé esperando una negación suya, que era lo que necesitaba para estar bien, pero me desplomé cuando no la hubo─. Sé que no somos nada más que dos o tres acostones, pero me cansé. Me cansé, Ryan ─repetí retrocediendo de espaldas hacia la casa.

Extendió la mano para tocarme, pero no se lo permití─. Princesa...

─No me digas así. Ya no. No después de que así le has dicho a todas. Está tan sucio como tu amor. 

─Marie, por favor. ─Me alcanzó dando unas cuantas zancadas─. Por favor.

Lo empujé.

─No. A partir de hoy, Ry, he dejado de sufrir por ti.

Y entonces, dejándolo fuera, me alejé.

A final sí hubo una tercera vez.


LLORO ;-;

¿Alguien más?

Este fue el fin. Nos vemos en DP. 

Okno, aún quedan como 10 capítulos más. Pero mi misión es acabarla antes del 9 de Julio para que esté completa para los Wattys, aunque no es por ser pesimista pero no creo que suceda xd

¿Qué opinan del capítulo?

AHORA ES QUE VIENE EL DRAMA :C 

Gracias por sus votos y comentarios. Hasta el siguiente. 

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