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Capítulo 12: Sonríe.

Estocolmo, Suecia

Pasado

Era un hada sin alas. Dibujaba un rastro de luz, invisible pero perceptible, en cada rincón del escenario que tocaba. Marie se movía como si poseyera la capacidad de flotar. Durante su número la gravedad dejó de existir. Sus pasos eran trazos sobre un plano que no la opacaba.

Nada podría hacerlo.

Me introduje en el espacio entre telones y me acerqué lo más que pude para verla. Los adjetivos que se me venían a la mente para describir su danza eran insuficientes y parecían estúpidos cuando los intentaba aplicar. No estaba siendo un idiota, estaba siendo humano. La fascinación por lo precioso e imposible formaba parte de ello. No había sido testigo de algo similar con anterioridad.

Ella era lo más cercano a la perfección que alguna vez hubiese tenido la oportunidad de ver.

Su compañero, por más bueno que fuese en lo que hacía, no la alcanzaba. Él era un instrumento más. No me enojé pero sí recordé mi irritación ante la idea de que estuviese acompañada en el bar.

No podía sentir celos de la utilería.

Debido a mi cercanía fui el primero en felicitarla cuando su rutina acabó. No lucía sorprendida de verme pero sí complacida. Lastimosamente no fui la única persona que se acercó para hacer lo mismo. Le di su espacio mientras otros lo hacían. Algunos con abrazos, otros con palabras y los más jodidos atrevidos con besos en su suave mejilla.

Anoté a los putos italianos en mi lista negra.

Fui paciente y me fui arrimando hacia ella a medida de que la zona a su alrededor se despejaba. Agradecía que Broken y los demás estuvieran demasiado ocupados como para darse cuenta de mi posición cerca de la morena. No estaba para mierdas.

― ¿Sorprendido? ―inquirió sin dejar el puesto de pie junto a su compañero.

¿Sorprendido?

¿De qué? ¿De ella? ¿De verla? ¿De cómo bailaba?

―Sí. ―A Marie le debió gustar mi respuesta; una sonrisa de oreja a oreja centelleó en su rostro―. ¿Por qué no lo mencionaste?

Ella alzó sus cejas y le dio un vistazo a su pareja, arrastrándonos a un diván tras su asentimiento. Ya habían sido congratulados por todos, ya eran libres de andar por la sala.

― ¿Por qué no lo hiciste tú? ―Se sentó y mordió el sándwich de atún y orégano que tomó en la mesa de aperitivos―. No me puedes juzgar por el mismo crimen que tú cometiste. No tienes la moral para hacerlo.

―No te estoy juzgando, te estoy preguntando. ―Tomé asiento a su lado―. Y si me hubieras preguntado te hubiese contestado, no atacado con otra pregunta.

Sus mejillas adquirieron un rosado natural que no tenía nada que ver con el maquillaje que cargaba encima.

―Lo siento. ―Me miró y supe que jamás me acostumbraría a lo grande que eran sus ojos, nunca podría no prestarle la atención que merecían―. Quería tomarte con la guardia baja, era mi turno. Pero... yo nunca imaginé que también estarías bailando.

― ¿Me viste? ―No todos tenían la posibilidad de presenciar el acto de los demás. No dejaban que todo el mundo subiera de los camerinos. Ella movió la cabeza en una silenciosa afirmación―. ¿Cómo?

―Hay un balcón ―dijo tragando otro bocado, comía lento y de a poco―. Pude colarme y ver.

Arrugué la frente. Se suponía que nadie debía subir a menos que viniese su turno.

― ¿No te dijeron nada?

―Nada.

Esperé a que terminara de comer para seguir indagando en ella. No hice nada más que enternecerme mientras tanto. Se veía tan dulce y hermosa dentro de su traje. Los colores de las flores que adornaban su tutú, moradas y azules, hacían que su piel resplandeciera por sí sola. Tuve que observarla bien para confirmar que no estaba usando ningún tipo de producto. No podía creer que fuera real.

Era lo más frágil y bonito que hubiese pisado Suecia.

― ¿Y bien?

― ¿Bien qué? ―La sonrisa volvió a su precioso rostro.

― ¿Qué te pareció?

Achicó los ojos al reír.

―Lo hiciste bien, Henry. ―Mi segundo nombre escapando de sus labios sonaba bien, muy bien―. Me gustó y no soy fan de la salsa, prefiero lo clásico. Pero estuvo genial, votaré por ti. Sonríe.

―Tú tampoco lo hiciste mal. ―La alagué y complací a la vez―. ¿Es la primera vez que participas en un concurso?

―No, no es la primera vez ―respondió acurrucándose en el diván, luchando por encontrar una cómoda posición bajo la incomodidad de su tutú.

Quise liberarla de él.

― ¿Entonces?

―Bailo ballet desde pequeña, he tenido clases de otros estilos de baile pero es lo que más me gusta ―dijo―. Naturalmente he participado en algunas competiciones. ¿Tú?

―Lo mismo. ―Le ofrecí una servilleta cuando se empezó a sacudir la comisura de los labios con la mano―. ¿Te pusiste nerviosa allá afuera?

― ¿Tú no? ―No respondí―. Henry, me mata saber que hubo medio millón de personas esperando algo de mí. Es un sacrificio que tengo que hacer para bailar, sin embargo.

Busqué un argumento con el cuál iniciar un debate.

―Puedes bailar sin que esas personas te vean, Marie.

―No es lo mismo ―dijo.

― ¿Por qué no?

―Porque no. Sería egoísta no compartir mi baile con los demás.

Retuve como pude el hormigueo en las puntas de mis dedos.

Estaba enfermo por tocarla.

―Eso me suena más a un gran ego que a humildad.

Recostó su frente contra el respaldo.

―Es la verdad. ―Me di cuenta de que pestañeaba cuando se ponía seria―. De nada sirve tener algo, saber algo, si no tienes alguien con quien compartirlo.

― ¿Qué pasa si no es así? ―Seguí impulsándola a hablarme con su educada y dulce voz―. ¿No vale la pena?

―Puede valer la pena ―susurró―, pero no sería divertido.

No obtuve más de ese tono inteligente y sexy. Sad nos interrumpió al venir y avisarnos sobre los resultados. No lo darían hasta el día siguiente, podíamos irnos.

Marie y yo nos levantamos al saberlo. Ella se despidió con un lento movimiento de mano. No aparté mis ojos de su menuda figura hasta que descendió a los camerinos. No la seguí.

No sería tan acosador.

Ya cada pareja de nuestro equipo había salido a escena y cada uno de ellos quería celebrarlo. La única que lucía medio nerviosa y cabizbaja era Teresa, pero su expresión chispeó cuando Sad mencionó que tenía el lugar perfecto para ir a festejar y relajarnos. Iríamos al Amber Lager. Bajé a buscar mi mochila y ropa, cambiándome lo más rápidamente que pude. Quería ir pero nada de ello tenía que ver con la cerveza roja o los impecables baños subterráneos.

― ¡Ry! ¡Mueve tu culo, va a empezar a llover! ―Ginger, que era una chica que se tardaba un tiempo considerable al cambiarse, me esperaba junto a los otros―. ¡Te dejaremos!

Con una mirada le di a entender que no me interesaba que lo hicieran y pataleó antes de susurrarle algo a Broken que hizo que dejara de caminar; lo estaba obligando a esperar por mí.

Eso debía ser un jodido infierno para él.

― ¿Está seguro de que no ha salido? ―le pregunté de nuevo al vigilante del Dramaten.

―No ha salido, estoy seguro ―contestó―. Sé de quién hablas, muchacho. Una blancanieves es difícil de olvidar. ―Se reía entre dientes. No protesté, yo también lo habría hecho. Sabía que mi descripción de Marie había sido surrealista, pero él entendía y a fin de cuentas eso era lo que importaba―. Voltéate, allí va tu princesa.

Hice lo que indicó y me encontré con una morena luciendo un abrigo marrón y zapatos altos. Arrastraba una pequeña maleta de piel. Le dejé una pequeña propina al hombre y troté a su lado.

Caminaba rápido.

―Marie.

Ella no reconoció mi voz al momento. Tuvo que mirarme para reconocer quién estaba a su lado. Me dio otra sonrisa al hacerlo. Estaba particularmente feliz y amigable.

―Hen...

― ¡Ry! ―Las cuerdas vocales de Ginger se romperían, lo presentía―. ¡¿Vienes?!

Ya estábamos lo suficientemente cerca de ellos como para no gritar salvajemente. Negué.

― ¡Espérenme allá!

Esta vez haló a Broken con ella y los demás la siguieron. Sad me dio dos pulgares alzados y se dio la vuelta para imitarlos.

Marie esperó a que se alejaran para dirigirme la palabra.

―Son un gran grupo.

―Lo somos. ―Le di la razón―. ¿Te puedo acompañar?

Dejó escapar una sutil carcajada. Se reía de forma baja y regulada, linda.

―Ya me estás acompañando, Henry.

―Cierto. ―Me agaché para tomar el mango de su maleta y robarla―. Pero puedo irme si así lo quieres ―dije―, lo que por supuesto que no es el caso.

―Eso me suena más a un ego grande que a humildad ―me citó sin suprimir una sonrisa.

Comenzaba a creer que la curvatura de sus labios se había hecho permanente.

―Es evidente que disfrutas de mi compañía, princesa.

― ¿Por qué lo dices?

―Ni al bailar te vi sonreír así.

Fui sincero, no engreído.

―Definitivamente es un ego grande. ―Metió las manos en sus bolsillos. Estábamos cerca―. ¿Irás a pasar el rato en el bar o sólo me acompañarás?

Su expresión mientras preguntaba me aturdió. Ella esperaba una respuesta en particular y parecía no saber cuál. Y si ella no lo sabía yo menos.

Me arriesgué y jugué al azar.

―Podemos ir al bar y ponernos cómodos, pero también puedo dejar esto en tu apartamento primero. ―Alcé la pequeña maleta. No pesaba, pero las posibilidades de que fuera ella quién la subiera a mi partida eran grandes. Marie era una tacaña y terca mujer con aires de superioridad e independencia. Dudaba que aceptara mi ayuda una vez estuviésemos dentro―. Tú dime.

―Me gusta tu plan.

La miré con incredulidad.

― ¿Quieres hacerle alguna modificación?

―No, es perfecto. ―Abrió la puerta para mí cuando llegamos. Maldije la delantera que me llevaba por caminar rápido―. Llama al ascensor, buscaré la llave.

Se alejó tan deprisa que no alcancé a responderle. Así mismo le ganó al ascensor. Estuvo a mi lado antes de que él estuviese más allá del tercer piso.

Busqué en el fondo de ello cuando el par de puertas metálicas se separaron.

― ¿Por qué tan apurada?

―No me gusta perder el tiempo ―arrastró las palabras.

Ninguno de los dos aportó algo más a la conversación. Subimos en cómoda calma hasta su piso. Estaba en la séptima planta y era muy grande para una sola persona a pesar de tener una única habitación.

Le pedí un vaso de agua, sediento, para evitar el disgusto de que me mandaran a beber mierda en el Amber Lager.


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Hola.

He estado algo enferma desde el fin de semana anterior y he tenido unos deberes que atender porque sí. No sé si me dará tiempo de hacer un #DOble para compensar mi ausencia (dos caps en un fin), pero iré a por ello, estaré avisando por la página. También actualizaré "Antes de encontrarte", una nueva mini-historia que ya va por el segundo cap, así que las invito a leer.

Ganadora de la dedicación: @LizaAtMidnight *Le lanza pétalos* ❤️. Su comentario ha sido uno de los más bonitos que he leído.

Pregunta para ganar el próximo capítulo: No habrá, esta semana lamentablemente no. (Osc planea darle una dedicación a alguien especial). Pero como siempre me encantará leer sus opiniones.

Feliz fin de semana, gracias por sus votos y comentarios.



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