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• ❀ • || Songfic 6 || • ❀ •

¡Hola a todos! Vale, primero que nada, una disculpa a todos por no actualizar un largo tiempo. Y a su vez, no poder escribir tan seguido como antes, he perdido la costumbre (y el interés) en seguir escribiendo los song-fics, lo siento.

En segunda, he reescrito este song-fic alrededor de 4 o 5 veces, y ninguno me ha gustado porque sentía que no pegaba con la canción que mi estimada Celestarluna22 ha pedido hace tiempo. Incluso ahora, después de leerlo una y otra vez, el escrito no termina de complacerme, pero he decidido subirlo tal y como está. A su vez, no está terminado. No encuentro como seguirlo la verdad, así que lo siento.

Tercero. Posiblemente ya no suba algo más aquí, así que cerraré pedidos (más que nada porque nadie más ha pedido), y pido disculpas a la chica que me pidió hace tiempo también uno. Lamento no poder escribir más de Inazuma Eleven </3.

Sin embargo, espero que disfruten este pequeño drabble que he escrito. Si tienen dudas, pueden ponerlos en los comentarios, les iré contestando ahí.

[...]


Autor: Luisa Madrigal || Lin Miranda.

Canción: En lo profundo.

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1:30━━━━●───────── 4:09

Las rápidas pisadas de la chica golpeaban la suave alfombra de la habitación, quien iba de acá para allá de forma nerviosa. Y con razón, hoy había una gran fiesta en su honor ya que cumpliría 20 años, y ella era la que recibiría una gran responsabilidad está noche.

Temía que le algo le saliera mal, después de todo, a su lado siempre se encontraba su hermano mayor que le respaldaba la espalda si ella metía la pata sin querer debido a su torpeza. Mas sin embargo en esta ocasión, él estaba en un viaje de negocios, así que no podía acompañarla.

—Vamos Luna, te irá bien —animó su mejor amiga que se encontraba sentada al borde de la cama, y añadió—: Tu hermano te ha aconsejado bien sobre que hacer hoy. Además de que yo también estaré en la fiesta por si necesitarás ayuda en algún momento. —le señaló la chica con una sonrisa reconfortante.

—Aún así Kotomi, temo decepcionar a la abuela si algo me sale mal —contestó Luna comenzando a comerse las uñas, una acción que hacía cada vez que se sentía ansiosa.

Kotomi miró compasivamente a la albina, entendía su ansiedad sobre está noche. Pues esté día ella recibiría sus “bendiciones” y por ende, entraría en una fase de entrenamiento para ser una buena reina en el futuro.

La razón de sus nervios alborotados, es que hace unos dos años antes, su prima Mari… No salió muy bien que digamos. No era una heredera al trono como Sebastián y Luna, pero se esperaba grandes cosas de los Moonlight, ya que era la familia real que gobernaba el país. Así que, se imaginarán que fue algo desastrosa esa noche…

Mari no pudo controlar su bendición, hubo muchos heridos y bajas. Tuvieron que controlarla entre varios miembros con fuertes dotes, o de lo contrario causaría un gran estrago en Moontrix y terminarían eliminados de la faz de la tierra.

—No creo está noche salga como… —negó con la cabeza Kotomi, mientras corregía sus palabras—, tú te has esforzado mucho como para repetir los errores de ella —sonrió animosa Kotomi. Había visto como Luna se había preparado especialmente para esta noche, estaba segura de que todo saldría bien—. Además, sobrepensar no nos anima mucho, ¿Verdad?

—Tienes razón, he entrenado mi cuerpo para este día. ¡Y pensar lo que ya pasó solo me traerá más nervios! —indicó más animada Luna. Acto seguido un lindo rugido proveniente de su estómago, indicó que tenía hambre.

—¿Qué tal si vamos a almorzar? —sugirió Kotomi con una sonrisa mientras se levantaba de la cama, siendo que unos golpecitos en la puerta llamaron su atención. Ambas amigas se miraron a los ojos confundidas, pues no esperaban a nadie.

—Pasa —habló Luna, estando curiosa por sobre quién sería. La puerta se abrió, y de ahí se asomó una figura familiar para ambas chicas—, ¡Damián! ¿Ya terminaste tu misión? —soltó alegre al ver a su primo que tenía varios días sin ver debido a su importante misión, por lo que sin dudar ni un segundo más, ambos primos se saludaron animadamente.

—Si, justo hoy temprano lo terminé jaja —mostró una sonrisa afable el chico. Damián y Luna a pesar de ser familia, no compartían muchos rasgos físicos, a excepción de tono de piel y una sonrisa similar. Mientras que Luna era una chica albina de ojos morados, Damián era un chico de cabellos negros y ojos azules. Se parecía más a Sebastián, el hermano mayor de Luna, y de vez en cuando eran confundidos por hermanos—, además no podía perderme el cumpleaños de mi prima preferida. —le revolvió los cabellos a Luna de forma divertida, siendo que la fémina se quejó entre risas.

—¡Dami! —exclamó Kotomi sonriente, fijándose en una ligera herida que el muchacho tenía en la mejilla—. Oh, estás herido, deberías ir a la enfermería —señaló preocupada, acercándose a tocar suavemente con sus dedos la mejilla herida.

—Solo es una pequeña herida, nada grave, Kotomi —la voz de Damián sonó tranquilizadora, posando su diestra en la cintura de la chica—. Ademas, no quiero ir a la enfermería.

—¿Eh? ¿por qué no? —infló los mofletes la castaña quien sintió la otra mano del varón en su cintura y como él la apego a su cuerpo. Sentía sus mejillas arder por la cercanía, pero tampoco hizo el esfuerzo de apartarlo, a cambio, solo colocó sus manos en el pecho de Damián mientras miraba directamente a sus ojos azules.

—Ejem —tosió ligeramente Luna para capturar la atención de los chicos—, a Damián no le gusta que las enfermeras lo toque, incluso si la enfermera es nuestra prima Danna —comentó sonriente, recordando a la pelirroja, quién tenía un poder extraordinario en la sanación—. Me iré adelantando, los espero abajo, no tarden —se despidió la albina para salir de la habitación, sabía que debía darles su tiempo a los enamorados.

—Oh, uh… —expresó nerviosa Kotomi pues se quedaba a solas con el chico. La fémina era también una maga de apoyo como Danna, así que también entre sus habilidades estaban la de la curación. Miró tímidamente a los ojos azul marino de Damián, quién se encontraba sonriente—. ¿Quieres que te curé yo? —recibió un sí con un movimiento de cabeza por parte de Damián, quién se quedó quieto para curarse.

[...]

—¿Cuándo piensas decirle a mi primo que te gusta? —dijo bajito Luna durante en el almuerzo, haciendo toser a Kotomi, quién la miró de forma amenazadora.

—No… no me gusta Damián —contestó de forma susurrante, una vez que se hubo recuperado de su impresión.

—Ajá, y yo no soy la sucesora al trono.

Kotomi se quedó callada unos momentos, alzando la mirada de su plato para ver enfrente suyo. Ahí estaba Damián, platicando energéticamente acerca de su misión al resto de la familia, en un instante sus miradas se encontraron y rápidamente la castaña apartó la mirada avergonzada.

—Tal vez me guste un poquito —indicó sonrojada Kotomi. Conocia a Luna y a todos sus hermanos y primos desde pequeña, pero no con todos hablaban, pues su grupo de juegos eran conformados por: Luna, y su hermana Wanda, a veces se unián sus primas Shelma y Danna. Jugaba con Mark Evans, Axel Blaze, Silvia Woods, Camellia Travis, Celia y Jude Sharp, su hermano Hibiki y ella—. Pero a lo mejor le guste alguien de su edad… Y creo que a Camellia le gusta Damián desde hace años.

Luna sonrió de forma amarga viendo finalmente que era lo que detenía a Kotomi, se llevaba bien con Camellia y era la más cercana a su primo. Cammy, como le decían de cariño, era muy servicial y no dudaba en ayudar a alguien, también era de un carácter muy dulce. Pero para Luna estaba claro que Damián solo tenía ojos para Kotomi y para nadie más.

—No creo que a él le guste alguien —dijo Luna jugueteando con su comida—, a él le gustas tú —estaba llevándose el tenedor con un pedazo de carne a la boca cuando sintió el silencio en la mesa y las miradas en ella. Volteó a ver a su mejor amiga que se encontraba sumamente roja, casi echando humo, a su vez sintió la mirada llena de confusión, enojó y pidiendo explicaciones de su primo Damián— “«¡Yo y mi habilidad para soltar los secretos en voz alta!»” —se recriminó mentalmente la albina.

—Gracias por la comida —señaló apenada Kotomi, levantándose de la mesa. La confesión la alegraba, pero el hecho que Luna lo dijera en voz alta la hacía sentir muy avergonzada—. Les agradezco que hoy me hayan invitado a almorzar hoy, sus altezas, ha sido un placer —se dirigió a los reyes y padres de Luna. Hizo una reverencia respetuosa y se esforzó a sonreír a pesar de sus nervios—. Debo irme. Si me lo permiten…

—Te acompañaré —sin más, Damián se levantó de su lugar—, sería mal educado que te despidieramos sin acompañarte a la puerta —se excusó el varón, consiguiendo el permiso de los reyes para acompañar a Kotomi.

Luna por su parte, sonrió. Al menos su bocaza no la había metido en un lío… Vió como los dos se alejaban, rozando hombros de vez en cuando. Se alegraba de que ellos pudieran estar juntos… o al menos intentarlo.

Ella tuvo que renunciar hace tiempo a casarse con quién quisiera a causa de su abuela. La abuela Stella ya no era la reina como tal, pero la mayoría de las decisiones lo tomaba ella y su palabra era el punto final de la situación. Apoyaba (o eso daba a entender aunque no lo pusiera en palabras) la posible relación entre su primo y Kotomi, debido a que la chica era de buena familia y que su familia se encargaba del armamento y entrenar a soldados para el reino.

Pero ella… Ella estaba atada a una relación, a la cuál internamente no quería estar, pero que que en palabras de la abuela Stella daría bendiciones enormes a la familia y al reino. Luna quería salir de ese noviazgo de alguna manera, pero a su vez, le dolía romperle el corazón al chico pues se veía que se estaba esforzando por conquistarla: Jude Sharp.

No era un mal chico; pues era inteligente, analítico para los negocios, sabía crear estrategias tanto económicas como políticas, y siempre tenía un plan b por si el original salía mal, a su vez, era amable, un tanto estricto pero compresivo, algo perfeccionista, y trataba de estar siempre sereno, además de un buen atractivo físico. Básicamente lo que la abuela Stella quería, el gobernante perfecto.

A su vez, había más buenas cualidades que llamaba más la atención, cómo que era atento a los pequeños detalles, sabía que cosas le gustaban o no, se acordaba de las fechas especiales y procuraba darle flores en esas ocasiones. El detalle estaba (y era algo que Luna odiaba un poco) es que no era muy cariñoso, en el sentido de que no procuraba darte un beso o un abrazo, o siquiera le dedicaba una bonita palabra de amor o de ánimo. Luna sabía que no podía forzarlo a algo que él no quisiera, pero internamente deseaba que si al menos se iba a casar con él, que la acurrucara en sus brazos mientras se decían palabras de amor al oído y de vez en cuando, unir sus labios en un amoroso y tierno beso.

«¿Es mucho pedir que se abra emocionalmente aunque sea conmigo?»” Pensó Luna mientras “jugaba” a meterle repetidamente el trinche a la carne. No iba a negar que le tenía un gran aprecio a Jude, pero no del tipo romántico que seguramente él esperaba.

—¡Luna! —una fuerte voz llamó a la albina, quién golpeó la mesa con su mano. La mencionada se sobresaltó soltando de inmediato el cubierto para subir su mirada y encontrarse con la de Jude. Con gesto confundido, Luna cuestionó:

—¿Qué pasa Jude? ¿A qué ha venido eso? —se sentía levemente enojada por cómo capturó su atención, pero se lo trago porque no quería hacer un drama frente a todos, así que se forzó a mostrar una sonrisa.

—¿Cómo por qué, dices? Tu abuela te está hablando y tú, jugando con la comida, ¿Que tanto te cuesta prestar atención por primera vez en tu vida? Deja de ser tan distraída —regañó Jude con voz firme. Luna apretó los labios conteniendo así un sinfín de palabras que no serían propios para una señorita que sería la futura reina.

Luna reconocía que a veces se distraía, pero no era excusa como para que lo dijera frente a todos y la dejará en vergüenza… Respiro profundamente, mirando a Jude con cierto recelo, ganas de decirle mil cosas no le faltaban.

—Perdonen, estaba pensando en mi fiesta de esta noche —expresó finalmente Luna, cosa que no era mentira ya que se había sentido muy ansiosa en cómo manejaría la celebración—. ¿Qué me decía Mamá Stella?

Se dirigió cariñosamente hacia la mayor, esperando que aquel apelativo con que la llamaba desde pequeña, apaciguara el posible enojo que ella tuviera. Stella sonrió, conteniendose de mostrar favoritismo con la albina.

—Te estaba diciendo que el vestido que le pedimos para esta ocasión a la señora Heartland, la madre de Suzette, ya está listo. Lo ví antes del almuerzo y debo decir que está precioso —Stella mencionó a aquella modista. No era el sastre que usualmente frecuentaban, pero al parecer un sirviente habló bien de ella y decidieron darle una oportunidad, ya qué al parecer su trabajo era excelente.

—¿Me lo puedo probar?

—Sí querida. Tanto tu madre como yo queremos verte con el puesto antes de la fiesta.

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