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• ❀ • || Songfic 4 || • ❀ •

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ılı.lıllılı.ıllı.

Autor: Justin Timberlake.

Canción: Mirrors.

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1:30━━━━●───────── 8:03

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✿↯:indice

꒰◌; Introducción.

꒰◌; One-shot.

꒰◌; Curiosidades.

꒰◌; Palabras finales y agradecimientos.
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•こんにちは•

•ᴷᵒᶰ'ᶰᶤᶜʰᶤʷᵃ•

⚘·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  · ✿ ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·  ·⚘

Pedido de: asdfghjklnp


¡Minna ohayou! ^^~

Antes que nada, esté es un songfic que tiene cómo protagonistas a varios ocs, pero sin duda se hara mención a uno que otro personaje de Inazuma, al fútbol y las técnicas que se poseen✨

¡Disfruten la lectura!

¡Kotomi fuera!(?)

Pd: Intenté probar un nuevo tipo de narración, bastante diferente al que uso. Espero que les guste, y sí se les hace más fácil leer de está manera, háganme saber en los comentarios, ¡De esa forma saber sí continuar o no con está nueva narración!

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Te detuviste a medio campo, apoyando tus manos sobre tus piernas agotadas por tanto correr. Respirabas agitada, soltando jadeos en busca del preciado oxígeno que tanto te hacía falta.

Estabas en uno de los entrenamientos del equipo Raimon, y sin duda, varios ya estaban bastante agotados después de darle alrededor de cien vueltas al bien cuidado campo de fútbol de la escuela.

—¡Otra vuelta más, Sofía! —te exigió la entrenadora a cargo, Hitomiko. No tenías nada en contra de la fémina, pero el tono exigente y órdenes misteriosas hacían que echaras humos de forma literal.

—Voy. —respondiste de forma algo baja, nadie sabía el por qué tenían que correr alrededor de la cancha. Y, sí bien podría decirse que era para aumentar su resistencia física, ya era el tercer día consecutivo que lo llevaban a cabo, siendo que algunos integrantes del equipo ya habían empezado a quejarse.

Sentías como tus cabello negros se pegaban a tu frente debido al sudor que recorría tu rostro enrojecido producto del calor. Y tus ojos marrones se posaron en una cabellera ondulada y azabache, que estaba a unos metros delante de ti.

Sonreíste de forma divertida, acelerando tus pasos hasta llegar a la espalda familiar para ti. Sin previo aviso, palmaste de forma brusca al jovencito que se encontraba delante tuyo. Tratarse sin tacto era como te llevabas con tu mejor amigo, pero no contabas con la reacción del contrario.

—¿¡Qué te sucede Sofía!? —exclamó el japonés, deteniéndose para girarse y mirarte con enfado. —¿No puedes hablarme de forma civilizada?

El hecho de que tu compañero haya alzado la voz, capturó la atención de todos siendo que sus acciones no iban a pasar desapercibidas por los demás. Inmediatamente pudiste apreciar como la sangre subía a tus mejillas en forma de vergüenza, no estabas acostumbrada a que todos posaran la mirada en ti debido a tu reservada personalidad.

—P-perdón, no pensé que iba a molestarte Hibiki. —te disculpaste con el asiático, observando fijamente aquellas orbes de un color azul marino intenso que te hipnotizaban— No volverá a pasar.

Formaste un surco suave en tus labios, era la única manera en que podrías sacar tu nerviosismo, y para relajar el ambiente que habías creado por no medir tus acciones. El varón pareció sentirse incómodo por su reacción tan poca amable que tuvo hacía ti y cómo tú tono de voz le hizo encender sus luces de alerta, causó que su semblante se relajara.

—¿Te pasa algo Sofía? —cuestionó con preocupación el ojiazul, cambiando el tema, empezando a trotar siendo que lo imitaste antes de responder.

—E-estoy bien. —dejaste soltar un suspiro de tus labios rosas, aunque tu respuesta era una verdad a media.

Acomodaste uno de tus mechones detrás de tu oreja, desviando tu mirada evitando los ojos de tu acompañante, dándote cuenta cómo los demás habían vuelto a correr mientras que las gerentes soltaban palabras de ánimo, viendo entre ellas a la melliza de Hibiki y la mejor amiga de la chica.

—¿Sí? Kotomi me ha mencionado que te has sentido bastante decaída en estos días. —insistió Hibiki, mientras que recordabas el día en que te sentiste mal por algunos problemas y te desahogaste con la hermana de tu amigo, siendo que fuiste consolada por Kotomi y Luna, las dos mejores gerente que conocías.

—Um, es verdad. —respondiste unos segundos más tarde— No he tenido un buen inicio de semana que digamos.

Soltaste una risita nerviosa, terminando la última vuelta que te habían pedido. Te dirigiste a las bancas para dejarte caer en estas para descansar, cerrando tus ojos.

—¡Buen trabajo! —oíste como una voz melodiosa y agradable llegó a tus oídos, por lo que abriste un ojo para ver que era Kotomi, una castaña bastante linda que te extendía un bote de agua.

—Gracias —murmuraste extendiendo tu mano hacia el líquido vital, percatandote también de que Luna, la amiga más cercana de la melliza de tu mejor amigo te daba una toalla.

Con timidez les dedicaste una sonrisa a ambas, estas dos chicas te trataban con mucho amor que te causaba querer espachurrarlas en un abrazo. En silencio, tomaste la toalla para secar el sudor de tu cara y dejarla sobre tus hombros, procediendo ahora a tomar agua.

—¿Vas a intentarlo? —susurró de forma suave, pero con preocupación la castaña sentándose a tú lado.

—Así es Kotomi. —asentiste levemente, recordando el asunto delicado que tenías.

Habías escapado de casa hace unos días, tu madre era excelente, pero lo que hizo aquella noche te lastimó tanto física cómo emocionalmente. Y eso se lo habías ocultado a tú mejor amigo, ya que él había hecho mucho por ti, librandote de muchos líos.

—Podemos acompañarte. —Luna, una hermosa albina de ojos morados sostuvo tu mano, dándote valor— Kotomi y yo no queremos que te lastimen de nuevo, y entre tres gritamos más ¿No?

La muchachita guiñó de forma divertida, lo que causó una leve carcajada en la castaña y en ti. Sin más, notabas como varios ya se iban a los vestidores y ya era hora de que tú también te cambiaras.

—Ahorita vengo, me cambiaré. —les avisaste a Kotomi y Luna, quienes se despidieron de ti con un ademán y una sonrisa.

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Regresabas al campo de fútbol con el uniforme de la escuela Raimon, notando los pasillos vacíos y como en la cancha de pasto estaban tres figuras familiares para ti, siendo que aún varios del equipo observaban con sorpresa y curiosidad a las jugadoras.

—¡Una vez más! —exclamó el portero moreno, con su usual emoción estando más que preparado para bloquear los goles de las chicas.

—Aquí voy Mark —respondió Luna, tirando el balón hacia arriba y como ella daba un potente saltó con elegancia, dando un par de vueltas en el aire tal como una bailarina que había pulido sus habilidades por años, siendo que una potente voz salió de los labios de la ojimorado— ¡Cañón de mil estrellas!

Tus ojos cafés admiraron como las estrellas que rodeaban a Luna se juntaron en la pierna derecha de la fémina, pasándolo al balón en un poderoso tiro, dejando una ligera estela con pequeños destellos.

Endō, quién era el mejor portero que te habías topado, le estaba costando detener el tiro de su pareja a pesar de que estaba usando su Mano Demoníaca. Unos segundos más tarde, el balón entró a la portería dejando a un castaño bastante cansado.

—¡Así se hace Luna! —exclamó Kotomi, acercándose a su amiga albina, envolviendola entre sus brazos.

Estabas sorprendida de ver a la joven en acción, no sabías que la peliblanca tenía una técnica que causaba que el portero y capitán del Raimon le costara parar, y expresaste tu admiración empezando a aplaudir junto con los demás, acercándote a las bancas con lentitud.

—Eso fue genial. —soltaste en un murmullo, al estar a lado de Hibiki, quien asintió.

—A pesar de que es defensa, Luna tiene un buen tiro, quizás por eso es delantera de vez en cuando. —dijo el joven, siendo que le dedicaste una mirada confundida. No estabas enterada de que la chica realmente era una jugadora, siempre la veías ayudando a las gerentes.

Hibiki posó sus ojos azules en ti, tal vez percantandose de tu rostro confundido, por lo que río un poco llevando su mano a tu cabeza para revolver tus cabellos negros.

—Es cierto, no estás enterada. —el azabache sonrió un poco, dejandote aún más confundida y con dudas— Antes de que te transfirieras aquí, Luna y Kotomi formaban parte del equipo, pero por petición de la entrenadora ellas dos tuvieron que dejarlo y ayudar a las mánager.

—¿Por qué? —ladeaste tu cabeza, no estabas conforme del todo con la explicación de tu amigo, quien con paciencia tomó aire y continúo.

—No sé los detalles, pero al parecer quiere que los chicos aumenten sus habilidades.

Asentiste ligeramente, si Luna era defensa, era posible que no dejará que nadie anotará gol o se acercara a la portería. Solo habías visto su habilidad de tiro, pero te daba la sensación de que sus habilidades como defensa eran más fuertes.

—¿Qué posición es Kotomi?

—¿Uhg? Ella es centrocampista y defensa.

Abriste tus ojos con asombro, nunca habías visto a la castaña jugar, pero si ella y la albina se juntaban en la defensa, es posible que crearán la ilusión de un muro indestructible alrededor de la portería. Ahora en tu mente, todo había encajado y entendiste las razones de la entrenadora Hitomiko.

Posiblemente ella se dio cuenta de la gran confianza que los chicos tenían en su defensa, que empezaban a descuidar sus habilidades. Y por ende, la entrenadora decidió quitar ese "tropiezo" para aumentar más el talento de todos.

—¿Nos vamos? —se acercó a ti Kotomi, quien sostenía tu maleta. Y, al estar cerca de su mellizo, te hizo apreciar sus facciones similares que ellos dos tenían, siendo que formaste una sonrisa.

—Claro, cuando tu hermano deje de hacer su típica cara de halcón. —tomaste tu mochila, acomodandola entre tus hombros escuchando las suaves risas por parte de Kotomi y de Luna.

—¿Mirada de Halcón? —preguntó el pelinegro un tanto desconcentrado, por lo que, aguantando la risa respondiste.

—¡Sip! Tu rostro siempre luce algo así. —trataste de imitar la expresión del japonés, alzando una ceja, volviendo tu mirada dulce en una amenazante e hiciste con tus labios una mueca de entre enojo y desaprobación, algo que no era tan alejado de la realidad.

Ante esa pequeña parodia de tu mejor amigo, no pudiste resistir la carcajada y reiste junto con Kotomi y Luna, las cuales sostenían su estómago.

—Bueno, nosotras vamos a hacer un mandado antes de irnos a casa. —declaró la melliza de Hibiki, tomando tu brazo suavemente.

—¡Vale! Solo que no lleguen muy tarde o me comeré la cena. —advirtió el azabache, mientras que te despediste de él con un adiós, siendo escoltada por las dos féminas que te iban a acompañar a ver tu madre.

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Te sorprendía la seguridad que había en la ciudad Inazuma, ya que, hasta un sobreprotector como lo es Hibiki, dejaba ir a su hermana sola por el lugar. Pero en estos momentos, no te interesaba eso, tú mente solo estaba llena de cómo ibas a confrontar a tu madre.

—«¿Debo decirle algo cómo, "¡Mamá! No tolero que metas a tus amigos en la casa. No tengo nada en contra de que quieras divertirte o tener una relación, pero respeta la casa de mi padre y respetame a mi también"?»

Acariciaste un poco tu barbilla, estando pensativa. Te parecía bastante acertado y no le estabas faltando el respeto a la mayor, sólo esperaba que todo fuera cómo en tu mente.

—¿Cuál de todas estas casas es tu hogar? —te cuestionó Luna, cruzando sus hermosos ojos morados como galaxias en los tuyos, sintiendo un ligero nerviosismo ante el contacto visual.

—A-ah sí... Es la casa de aquí enfrente. —señalaste la casa humilde de un color rosita melón de dos pisos.

Sin añadir palabra alguna, las tres se dirigieron con total calma a la casa que por herencia te pertenecía. Al estar ya enfrente de la puerta de madera, dudaste un poco sobre entrar sin avisar o tocar antes.

Dirigiste tus ojos cafés hacia las dos muchachitas que estaban esperándote unos pasos atrás, eso te infundía cierta confianza, ya que no estabas sola en esto. Respiraste profundamente y contuviste el aliento por unos segundos, procediendo a abrir la puerta sin previo aviso.

—¡Ya llegué mamá! —exclamaste, viendo que el interior de la casa estaba bastante oscuro.

Extrañada, te adentraste a tu casa, escuchando risas desde el segundo piso, lo que te dio mala espina. Nerviosa, te paraste en el primer escalón y con una voz más fuerte llamaste a tu madre, oyendo cómo las carcajadas cesaron.

—¿Mamá? —un leve jadeo se escapó de tus labios, mientras ensachabas tus ojos al reconocer los murmullos masculinos que se encontraban desde la segunda planta.

—¿Está todo bien, Sofía? —oíste a Kotomi preguntar desde afuera. Tal vez ellas querían ver cómo se desarrollaba todo, pero al parecer el hecho de que te detuvieras le causó preocupación.

Sentías tu garganta seca, y a la vez, podrías presenciar cómo a tus piernas les estaba faltando las fuerzas, indicando que en cualquier momento podrían fallar y terminar en el suelo. No sabías porque tus abusadores estaban con tu madre, a pesar de que la mayor había visto todo lo que pasó esa noche.

Escuchaste pasos acercarse, lo que causó que dieras unos hacia atrás, sintiendo como tus nervios se convertían en ansiedad, siendo que ese hecho no pasó inadvertido para tus amigas que se encontraban afuera esperándote.

Tus orbes cafés vieron aquellos hombres en el otro lado de la escalera, que atormentaban tus noches de sueños, siendo que tu madre tenía una sonrisa para nada inocente. Tenías un sinfín de preguntas, pero de tu boca no salía palabra alguna.

De repente, sentiste algo cálido en tu mano que llamó tu atención, y al observar, era la castaña que te había ido a acompañar, teniendo una seria y firme expresión en su rostro, empezando a hablar por ti.

—Señora Juárez, es un placer conocerla. —saludó Kotomi en un perfecto español, cosa que te sorprendió, ya que no sabías que la nipona supiera tu idioma— El día de hoy, Sofía vino a hacer las paces, no sé los detalles de sus problemas familiares, y no soy nada para usted cómo para entrometerme, pero sin duda la presencia de esos hombres está incomodando a mí amiga, ¿Le importaría que ellos salieran para que usted y ella hablen a solas como buena madre e hija que son?

El valor de Kotomi te asombró, siendo que poco a poco se te iba contagiando esa valentía que estabas viendo frente a tus ojos. Soltaste el aire que habías contenido por varios segundos, sintiéndote más aliviada y con decisión miraste a tu madre en espera de una respuesta.

—Me niego. —contestó fríamente la mayor dejándote helada, nunca te había hablado en ese tono— En primer lugar esa basura a la que tú llamas amiga, no es mi hija, por mí que la hubieran violado y más.

Esas palabras fueron cómo un par de estocadas a tú corazón, y sin perder el poco valor que habías recolectado, abriste tu boca para hablar.

—¿¡Cómo te atreves!? —fue lo único que pudiste formular, era un gran shock lo que habías escuchado. Pudiste sentir tus ojos arder, pero el calor de la mano de Kotomi te hizo tragar tus lágrimas para escuchar así la respuesta de tu madre.

—Es simple, no te quiero en mi vida nunca más, solo eres un dolor de cabeza. —la mujer sonrió plácidamente, notando que estabas conteniendo tus lágrimas, siendo que le causaba placer ver tu sufrimiento— Soy bastante feliz con estos hombres que me hacen gritar todo el día y toda la noche.

—¡Sinvergüenza! —dijo mordiendo su labio inferior Luna, que había llegado a tu lado. Las blancas mejillas de la ojimorado se habían puesto rojas por la rabia, las habladurías de tu madre, sin duda la estaba sacando de sus estribos.

—En fin, parece que hacer las paces no será posible. —murmuró Kotomi en japonés, apretando tu mano provocando que posaras tu mirada en la chica, siendo que la fémina te jaló para salir de ahí seguidas por Luna.

—¡Odio a tu mamá! —exclamó Luna y con razón, las palabras que soltó la víbora que tenías por madre haría enfadar a cualquiera.

Suspiraste, te sentías avergonzada de que esto tuviera que pasar, y enfrente de tus preciadas amigas. Sin decir nada más, te marchaste de ahí, después de todo, era tema zanjado y ya no tenías nada que hacer en ese lugar.

3 meses después.

Te encontrabas de camino a casa de Luna, ya que la fémina había organizado una fiesta por haber cursado el año, y cómo la albina vivía en una mansión, había espacio de sobra. Tu cabello se agitó por el repentino soplo de aire, siendo que se te vino a la cara tus cortos mechones marrones, recientemente te lo habías cortado ya que te hartaste de tenerlo largo.

«Hoy será una gran noche.»

Sonreíste para tus adentros, y entonces escuchaste un ruido extraño provenir de unos arbustos. Eso te asustó, ya que prácticamente venías sola, y aunque no anochecía del todo, tus sentidos se habían puesto alerta por cualquier cosa.

—¿Hola? —murmuraste, acercándote al arbolito enano que se movía de una forma muy rara, pero sin perder la precaución.

Silencio.

Ladeaste tu cabeza, quizás solo era tu imaginación que te estaba haciendo una mala jugada. Así que olvidando ese pequeño incidente te giraste para seguir tu camino, cuando sentiste que unas manos te tapaban la boca y te jalaban hacia atrás, sin duda, aquellos brazos que te rodeaban eran más fuertes que tú.

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—Sofía ya se tardó. —murmuró Hibiki, viendo la pantalla de su celular, que indicaba las 20:00 hrs y se suponía que tenías que estar ahí antes de las 18:00 hrs. No te había ido a buscar, ya que, conociéndote, él tenía dos opciones:

1- Te quedaste dormida.

2- Te habías retrasado comprando lo que se te había pedido.

Lo segundo era muy poco probable, ya que conociéndote, eras del tipo que no dudaba en pedir ayuda aunque en ocasiones te costaba pedirla. Pero, esta vez no tenía ningún mensaje disculpándote por tu retraso, siendo que siempre eras alguien comunicativa.

—Sin duda tengo que ir a ver qué le sucedió. —el pelinegro se giró viendo a su gemela preocupada.

—No contesta mis llamadas por más que lo intenté... —los ojos azules de Kotomi se veían llorosos, y tomando una bocanada de aire procedió— Temo que le haya pasado algo.

—Será mejor ir ahora, le diré a Sebastián que los acompañe. —ofreció Luna, cosa que Hibiki no rechazó y, él salió de la mansión acompañado de Kotomi, escuchando como la música de la fiesta se iba apaciguando conforme se retiraba de la mansión.

Los gemelos estuvieron esperando unos minutos antes de ver una limusina estacionarse enfrente de la entrada, y notar que el conductor no era más que el mayordomo y en el asiento del copiloto se encontraba el hermano mayor de Luna. Sin esperar un segundo más, los hermanos se subieron al lujoso automóvil, en busca de algún rastro tuyo.

Pasaron buscándote en toda Inazuma, y al no encontrarte, decidieron ir a la policía para reportarte como desaparecida... Pero sinceramente los meses pasaron eternamente para tus amigos que se preocuparon por ti.

A los seis meses, te encontraron al lado de un lago fuera de la ciudad Inazuma, pero no recordabas el cómo habías llegado ahí, y mucho menos a tus anteriores amigos. Y, aunque accediste regresar a aquella ciudad para averiguar el porqué no recordabas nada, no encontraste algún indicio de que alguien quisiera hacerte daño.

Y la verdad, nunca la descubrirás, debido a que tus atacantes habían huido de aquel país nipón en el que habías sido dejada totalmente abandonada, pero siendo acompañada por tus mejores amigos.

*♡'Curiosidades'♡*

1-A diferencia de mis otros tres songfics, me he desviando bastante del mensaje original que transmite la canción (;-; sorry)

2-Quería colocar un final malo (si señores xd más malo y sad que el de ahora), como que Sofía había sido encontrada muerta en el lago, o que había sido vendida a un mafioso fuera del país.

3-Tal como en el punto uno, el mensaje de la canción era cómo uno se veía en el espejo y solo encontraba defectos, pero alguien (cercano y importante para ti) te ayudaba a ver las virtudes que tú no alcanzabas ver porque tú autoestima no era la mejor y siempre te comparabas con los demás, pero terminabas viendo que ellas eran mejor que tú y eso te hacía sentir inferior. Ese alguien, te motivaba a no hacerlo y poco a poco te sacaba de tú depresión y te hizo apreciarte, superando así las adversidades que tenías. Sí, refleje algo totalmente distinto en este OS, pero... Supongo que mi inspiración no era la mejor.

4-Como podrán haber notado, hice mucha referencia a "Dos mundos distintos" de Luna uwu, cosa que me gustó ya que de esa manera le daba lógica al OS.

5-:') admito que me estaba desesperando por no conseguir un final apropiado o que no se estaba apegando a la canción, pero, siento que al menos una mínima parte se vió reflejada (??

6- Como notaron, Luna llama a Mamoru, “Mark” a pesar de que siempre uso los nombres japoneses (a los que estoy más acostumbrada) y eso se debe a: Luna es de otro mundo, y al ser de origen español, ella está acostumbrada al doblaje español se excuso con que era un apodo para Endo y demás integrantes del Raimon.

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Holaaa a todos xD

Como siempre, es un placer traerle un Songfic (? Aunque está vez con retraso. Pido perdón por eso :') ya que, no empecé muy bien abril xD y un par de cosas me hicieron perder la inspiración y la motivación para escribir.

Y, aparte de perder mi motivación, me puse a leer novelas ligeras para desviar mi atención de aquel asunto, por lo que, terminé alejándome de mi objetivo que era escribir. Quizás algo de ese estrés influyó en esta escritura... Perdón :(

Fiu, Pero dejando eso atrás, espero que lo hayan disfrutado ^^ y que sinceramente no haya ningún inconveniente, si notan algún error pueden decírmelo, ya que de esa manera mejoro.

¡Hasta la próxima!

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