Capítulo 20
Me despido de Gertrudis con un abrazo rápido, el corazón apretujado y la pequeña maleta que había llevado a mi reluciente departamento esperando por mí en el suelo. El sol ha salido hace algunas horas, pero debido al cansancio me ha costado salir de la cama. Hay personas a las que los nervios los mantienen en vela y otras, como yo, que necesitan que alguien los zamarree para despertarse, una tarea que realizó Milo y que sospecho que disfrutó. Ahora, por culpa de mi sistema alocado, voy con retraso y espero que la vieja Ford no tenga intenciones de quedarse en el camino o todo lo que he hecho habrá sido en vano.
Milo se encuentra en el asiento del copiloto de la camioneta y, al igual que ayer, permanece sospechosamente callado. Creo que después de todo ha comprendido que estoy enfadada con él por lo sucedido, no intenta siquiera soltar una broma de mal gusto para hacerme reír. También debe haberse dado cuenta que me odio a mí misma y eso es mil veces peor.
Ingresamos a la carretera cuando el reloj marca las diez de la mañana y el tráfico se encuentra cargado tal y como lo sospechaba. Sé que debo apresurar la marcha si deseo llegar antes del atardecer a la casa de mi prima para luego partir hacia la granja de mi familia. El viaje no es largo en comparación con otros destinos, el campo del que provengo está solo a un par de horas de distancia; sin embargo, los camiones de carga pesada ocupan la carreta, impidiendo el paso, y el lento andar del automóvil son dos obstáculos imposibles de superar.
—¿Quieres que maneje? —se ofrece el genio, cortando el silencio—. Te ves estresada. No me malinterpretes.
—Estoy bien.
—Pop, puedes pedir ayuda. Te juro que no haré que nos estrellemos ni mi magia echará a perder el motor de la camioneta. Puedo ser útil.
—Estoy bien —insisto intentando sonar calmada porque, enojada o no, se ha ofrecido y debe ser la primera vez en su vida.
—¿Puedo encender la radio?
No contesto, tan solo presiono el botón de encendido de la vieja radio que tarda unos momentos en volver a la vida. No puedo evitarlo y una sonrisa se apodera de mis labios al escuchar una canción que me lleva de regreso a mi infancia cuando todo parecía menos complicado y mi única preocupación era hacer las tareas de la escuela. Es una canción de una conocida telenovela que miraba sin falta cada tarde mientras tomaba una leche caliente con chocolate, la misma telenovela con la que lloraba como si hubiese sido capaz de entender lo que era el amor y perder a alguien.
Recuerdo a mis hermanos burlándose de mí, pero acompañándome cada tarde. A mi madre sonriendo cuando me reía a carcajadas y a mi prima y a mí aprendiéndonos las coreografías para luego bailarlas frente a toda la familia. La vida era simple, dulce y pasaba rápido. Si tan solo la vida adulta fuera así.
—Pero no vino nunca, no llegó. Y mi vestido azul se me arrugó. Esta esquina no es mi esquina y este amor ya no es mi amor. Pero no vino nunca, no llegó. Y yo jamás sabré lo que paso, me fui llorando despacio, me fui dejando el corazón.
Observo con sorpresa a Milo quien canta con alegría la canción mientras tamborilea el ritmo contra sus rodillas. No esperaba que la conociera y mucho menos que supiera la letra de memoria. Se ve divertido y una sonrisa adorna sus labios. ¿Estoy soñando? ¿Choqué al camión de adelante y estoy en un coma?
—¿Por qué me miras así?
Por absurdo y estúpido que sea, olvido por completo mi enojo al verlo cantar las palabras que me alegraban la infancia.
—¿Conoces Floricienta? —suelto al borde de un chillido.
—Claro, tengo un amplio repertorio de canciones infantiles. —Se encoge de hombros—. Te sorprendería saber cuánto tiempo libre he tenido estos últimos siglos.
—No te creo.
—Admito la confianza que tienes en mí.
—¿Por qué verías shows infantiles?
—Porque la vida es más sencilla y menos terrorífica. Y porque me sentía como Hannah Montana, ya sabes, mi doble vida.
Suelta una leve carcajada ante su propia broma y muerdo mi labio inferior para no hacer lo mismo. Su mirada se ha vuelto a iluminar, como si no se atreviera a mostrar algo de felicidad alrededor de mí. Es entendible, el Grinch es más simpático que yo en este momento. Y, la verdad, que ver sus ojos dorados llenos de calidez me produce preocupación porque no debería sentir un cosquilleo inesperado en el estómago.
Me digo que es hambre porque es la única respuesta lógica y me lo repito sin cesar porque sé que puede oírme.
—Ponme a prueba —me reta—. Si gano pagarás el almuerzo, si pierdo te dejaré en paz.
—¿Dejarme en paz cómo?
—Desapareceré hasta que me llames.
—No puedes hacer eso, necesito que alguien me hable si me llego a quedar dormida frente al volante.
—Entonces, me quedaré callado y tieso como un maniquí.
Contengo una sonrisa y asiento.
—Bien, dispara —me pide frotando sus manos con anticipación.
—Canta «En marcha estoy».
—¿La canción de Phil Collins?
—No puedo darte pistas —lo molesto.
—Que sepa el mundo que en marcha estoy con mucho que ver y vivir. Con cielos azules andando voy a un lugar así soñaba con ir. Que sepa el mundo que en marcha estoy, que me gusta cada instante aquí. Con el sol más brillante, mis pasos doy. No se aparta la brisa de mí
Le concedo un punto por cantarla en español, aunque es una canción fácil de reconocer.
—«Hombres de acción» —lo interrumpo.
Ríe ante mi pedido, pero no tarda en cantar. Es irritante el hecho de que su voz resulte melodiosa y no desafine en ningún momento. ¿La magia también le ha dado esa habilidad o era algo de su vida pasada?
—Mantener la calma en la tempestad. Siempre en equilibrio y en vencer pensar. Son patéticos, escuálidos, nunca entienden qué pasó. Hombres fuertes, de acción, serán hoy
No oculto mi sorpresa porque, vamos, no esperaba que se supiera esa y mucho menos que cambiara su voz para interpretar a los distintos personajes.
—«Start of something new».
—Aquí entre nos, Pop, adoro High School Musical. Es de mis películas favoritas de la época. Los 2000 tenían una gran variedad de películas, ¿no crees?
—Creo que estás haciendo tiempo porque no recuerdas la canción.
—Estaba compartiéndote mis pensamientos más profundos.
—¡Excusas!
—Living in my own world, didn't understand that anything can happen when you take a chance. I never believed in what I couldn't see, I never opened my heart to all the possibilities...
A esta altura no puedo dejar de reír, siento que me duele la garganta, pero vale cada pequeño segundo. Si me hubiesen dicho hace un mes que conocería a un genio que me sacaría de quicio y luego cantaría canciones de mi infancia en una vieja Ford rumbo a casa de mis padres, le hubiese dicho que se fuera al demonio. Sin embargo, aquí estoy, riendo a carcajadas con un ser mágico que me vuelve loca. Y no sé si eso es malo o todo lo contrario.
Lo que sí sé es que no podré dejar de reír en un año e incluso después cuando recuerde este momento porque ha sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. ¿Quién diría que Milo compartiría recuerdos de mi infancia? Claro, él no tiene edad y tampoco envejece, aun así, es tan fanático como yo.
—Puedo seguir el resto del día —me avisa con diversión—. Soy una rocola humana y no es producto de la magia.
—No, tú ganas —acepto con gusto—. Compraré el almuerzo y tú puedes elegir qué quieres.
Aparto la mirada de la carretera un momento y encuentro que está sonriéndome, con sus ojos fijos en mí.
—No sonríes lo suficiente.
—Eso es porque eres un fastidio.
—Vamos, Pop. Ni tú te crees eso.
El camino se despeja luego de salir de la ciudad, son pocos los vehículos que se encaminan hacia el campo por lo que pronto nos encontramos a pocas horas de distancia del pueblo donde me críe. Antes de abandonar todo rastro de urbanización obligo a Milo a comprar el almuerzo mientras cargo gasolina y a guardarlo en la pequeña heladera portátil que Gertrudis ha preparado para nosotros con bebidas frescas porque aún falta para el horario de la comida y, sobre todo, no puedo permitirme detenerme mucho.
—Tengo hambre y me aburro —se queja.
—¿Tengo cara de cocinera y de payaso?
No despego los ojos de la carretera, pero presiento que me dedica una mirada de pocos amigos. Es su manera favorita de demostrar que no está feliz con mis comentarios.
—¿Cuánto falta para llegar?
—No lo sé, tres horas quizás.
—¿Vivías en Marte?
—Sí, prepárate porque en cualquier momento despegaremos —ironizo.
Se cruza de brazos y se dedica a observar por la ventana las vastas plantaciones de girasol. Ha hecho lo mismo desde que la música se detuvo debido a la lejanía a las estaciones de radio y creo que he alcanzado un nuevo nivel zen al no querer asesinarlo cada pocos minutos a pesar de ser insufrible.
—Me he cansado, comeré.
Ruedo los ojos, aunque no contesto.
Toma del interior del recipiente hermético una bolsa marrón de una conocida cadena de comida rápida y busca dos pequeñas cajas color blanco. No tarda en abrir una y darle una gran mordida a una de las hamburguesas.
—¿Quieres? Puedo compartir —habla con la boca llena y un trozo de lechuga amenaza con escapar de su boca.
Extiende la caja en mi dirección y no puedo evitar fruncir los labios.
—No, gracias. Soy vegetariana.
—Te he visto comer queso, Pop. ¿Sabes que el queso es un lácteo y que los peces son animales?
—Soy ovo lácteo vegetariana —me corrijo antes de que siga molestando.
—¿Por qué?
Debería haber previsto un interrogatorio en mi dirección. Cuando admites no comer carne hay personas que se sienten insultadas y automáticamente comienzan a cuestionar tus decisiones. No imaginé que Milo fuera uno de ellos considerando todos los años que ha vivido.
—Me crie en una granja. —Por primera vez en horas despego la vista de la carretera para posarla en el muchacho a mi lado—. Crecí rodeada de vacas, pollos y cerdos. Los amé como se ama a una mascota y no te comes a tu mascota. No te comes a tu perro o a tu gato por lo que no como carne desde que tengo capacidad de razonamiento.
—Los chinos lo hacen. Se comen a sus mascotas.
—Y causaron una pandemia. Creo que no son un gran ejemplo.
Contiene una sonrisa y en lugar de intentar discutir, extiende una papa frita en mi dirección la cual tomo con gusto.
¡Hola, gente bonita! ¿Cómo están?
Espero que les hayan gustado estos cinco capítulos.
¿Qué creen que sucederá cuando Daiana se encuentre con sus padres y el resto de su familia?
Les deseo una bellísima semana y nos leemos pronto con más capítulos.
MUAK!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro